- ¿Otra vez tú intentando hablar con el fraile Guillermo?
- Otra vez yo, pero ahora decidido a conseguirlo aunque le rechinen los dientes de rabia, fray Portero. ¡Mire esto!
 
Fray Portero comprobó que la letra del Monseñor Arzobipo Don Crisanto Morcillo González, y su firma, eran verdaderas; así como era verdadero el sello de los Jerónimos de Madrid capital que venía estampillado en la hoja debidamente membretada.
 
- ¿Cómo has conseguido esto?
- ¿Cómo ha conseguido usted engordar tanto?
- Cosas de mi genética. 
- Digamos que también es cuestión de mi ADN, o si lo prefiere en lenguaje más español, de mis genitales; porque, al parecer, está usted olvidando que yo soy capitán de la policía madrileña.
- ¿Qué es el ADN?
- ¿No me pregunta mejor qué son mis genitales?
- Eso ya lo has demostrado pero no sé bien lo que es el ADN.
- Busque usted en su rica biblioteca o vaya usted a investigar a la Biblioteca del Vaticano a ver si en ella encuentra usted la respuesta. ¡Apártese de mi vista o le aparto yo! Elija lo que quiera. Guerra y paz, lo que usted desee, como escribió León Tolstoy. Porque si elige la paz esa dentadura suya seguirá siendo tan buena como lo es ahora; pero si elige la guerra puede usted perder, por muy gordo que esté, alguna que otra muela, algún que otro premolar o incluso algún que otro canino también. ¿Qué elige, fray Portero? ¿La paz o la guerra?... pero debe usted elegir ya mismo porque estoy harto y cansado de ver lo feo que es usted y yo lo que considero feo lo aparto de mi camino por las buenas o por las malas. ¡Elija usted libremente, fray Portero!
 
En esos momentos apareció fray Guillermo...
 
- Hola... buenas tardes a todos menos a uno... jajaja... es solamente un chiste... sólo una gracia para hacer reír. 
- ¡Caramba! ¡Si resulta que usted es el gracioso de los Sacramentinos! ¡Tiene usted mucha gracia y mucho salero para con los niños inocentes! Porque... es usted fray Guillermo... ¿verdad?
- ¿De qué me conoces tú, jovenzuelo?
-¡Vaya por Dios! ¡Otro que olvida que soy capitán de la policía madrileña! ¿Le dice algo el apodo de "Perra Gorda"?
 
Juan Bautista vuelve a mostrar otra vez su placa de capitán de la policía madrileña.
 
- Sí... esto... ya está jubilado... pero claro que lo recuerdo...
- Se equivoca. No está jubilado. 
- Pero... ¿cómo no va a estar jubilado si celebré su jubilación tomando unas buenas sopas con él?
- ¿Sopas de pan y vino tal vez?
- Sí. Sopas de pan y vino como Marcelino... jajaja... es solamente un chiste... sólo una gracia para hacer reír.
- ¿Usted siempre es gracioso a la hora de conocer niños y adolescentes? ¿Tanto le gustan a usted?
 
A fray Guillermo se le congela su ironía y, de repente, pierde los nervios y hace un gesto obsceno de carácter sexual.
 
- Pero... pero... fray Portero... ¿puede decirme que está sucediendo aquí?
- De momento, "Perra Gorda" ha muerto violado, torturado y asesinado... ¿le parece muy chistoso y gracioso eso, fray Guillermo?
- No sabía yo... no sabía yo que hayan sucedido esas cosas... ¿y ahora?...
- Yo tampoco me estoy enterando de nada y eso que soy el portero. ¿Y ahora?
- Ahora al que le puede suceder algo es a este fraile tan flacuchento que está haciéndose pasar por tonto ya que se cree que es más listo que Cardona. ¿Recuerda usted, fray Guillermo, al Colegio Lope de Rueda? ¿Le cuento la historia "del más listo que Cardona" que contaba Don Florencio, o es un listón demasiado alto para su inteligencia? Aunque si se hace usted tanto el listo supongo que sí podrá entenderlo. 
- De acuerdo. No sé qué sucede ni qué está sucediendo aquí, pero pasemos los tres adentro. ¿Eso de "El más listo que Cardona" es un cuento ejemplar?
- Al menos puede servir de ejemplar para algunos frailes como ustedes dos. 
- Yo prefiero no estar presente...
- Es que no voy a dejar que esté usted presente, fray Portero, porque esto sólo serán confidencias a media tarde entre fray Guillermo y yo. Tirando hacia adentro, Guillermo, tirando hacia adentro.
 
Y los dos se dirigen hacia el interior del Convento.