guilas Negras -49- (Novela y Guin para Cine)
Publicado en Apr 21, 2013
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- Gracias por la naranjada, Juan, gracias. Me ha gustado mucho estar contigo en "El Teleférico".
- Me alegro. De verdad que me alegro, Ángeles, porque eso es lo único que deseo.
- Eres muy bueno, Juan Bautista. Demasiado bueno quizás.
- Tengo que decirte algo, Angelina. Yo he conocido durante mucho tiempo el silencio, aguantando la soledad más grande que te puedas imaginar, la persecución más inhumana que puedas concebir, el olvido más grande que existe; y he llegado a comprender que para saber lo que es la soledad, la persecución y el olvido que sufren los más necesitados más la compañía que tanto anhelan a los que abandonaron en la soledad, hay que haber experimentado esas experiencias. Alguien tiene que hacerlo, Lina, alguien tiene que hacerlo porque no es cuestión de envidia, ni de venganza, ni de odio. Es cuestión de Justicia. En ese sentido alguien tiene que ser un líder mucho más allá de que le hayan otorgado una placa de capitán. Lo de capitán sólo me sirve para un instante, Princesa, pero el liderazgo es un compromiso continuo. Alguien tiene que hacerlo. Y ese alguien tiene que ser un ser humano en toda la extensión de la palabra. Jesucristo vivió la soledad, la persecución y el olvido. Yo sé también lo que es eso, ¿Sabes cómo se puede superar el olvido?
- Cuéntame. 
- No olvidando. No olvidar no significa sentir envidia, ni rencor, ni venganza, ni ninguna clase de odio. No olvidar sirve para superar el olvido. La Justicia comienza siempre por no olvidar superando el olvido para poder continuar en el camino. Si se hace Justicia no es por rencor ni por venganza. Si un líder hace justicia sólo lo hace porque hay muchos seres humanos que necesitan de su ayuda. Para hacer eso hay que haber sentido todo lo que sienten ellos. ¿Es justo olvidar y que sigan sufriendo? No necesito la placa de capitán para seguir adelante... pero es una ayuda complementaria. Superar el olvido consiste en perdonar pero no olvidar lo que se ha sentido durante gran parte de tu vida de manera totalmente injusta. Y la mejor manera de perdonar es no volver a sentir esa soledad, ese abandono, esa persecución. La mejor manera de conseguirlo no es olvidando, Ángeles, no es olvidando... sino haciendo que ese olvido no vuelva a hacernos daño y por eso es necesario hacer Justicia. Yo no puedo obligar a nadie a que esté conmigo pero te digo que la superación del olvido no es olvidar sino aprender a superarlo. ¿Qué es perdonar para ti? ¿Perdonar es seguir en silencio, seguir soportando, seguir haciendo como que nada ha sucedido? Y entonces... ¿dónde queda la Justicia? Llegados a esta altura de la investigación, si no me entiendes no me escuches y si no me escuchas tienes toda la libertad que desees para dejarme definitivamente y marcharte con quien quieras porque yo no voy a cambiar. No tengo por qué cambiar de comportamiento. Que cambien ellos, que cambien quienes envidian, quienes persiguen y quienes odian. Hay seres humanos que confían en mí. Hay una sociedad entera de habitantes que confían y no les voy a defraudar, con placa de capitán o sin placa de capitán. No voy a cambiar y no voy a desviarme de mi camino. Y ahora, si no deseas nunca más estar a mi lado, haz el favor de levantarte, subir en tu flamante Ferrari de color rojo y dejarme otra vez solo y para siempre. La palabra soledad no me asusta ni tampoco me asusta la palabra para siempre. He conocido tan profundamente la soledad solamente acompañado de Jesucristo y el sueño de mi chavalilla súper guapa, súper sexy y súper inteligente, que no me importa volver a ser solamente un solitario nada más. Seguiré mi camino hasta devolverles la paz a quienes han confiado en esta investigación. No me importa que sepan que soy yo o que no sepan quién es el que lo está intentando. Ahora ya puedes marcharte y no hace falta que me des las gracias por todo lo que hecho por ti. Muchos son los que te desean sin haber hecho nada para conseguirte. Pero es justo que elijas tal como desees en tu liberación total. Puedes volver a ese mundo donde tantos te esperan para abrazarte sin haber hacho nada por ti. Yo sigo hasta el final.
- ¿A dónde tenemos que ir ahora, Juan Bautista?
- A la Sede del Arzobispado de Madrid-Toledo, en la calle San Justo, número 2.
- Hablando de San Justo, ¿lo crees justo, Juan Bautista?
- Total y absolutamente justo.
- ¡Y me avisas ahora! ¿Cómo voy a ir a esos lugares tan lúgubres, ceremoniosos y ultrareligiosos, vestida de tenista super guay?
- No importa. No vas a entrar tú sino solamente yo y nadie más que yo. Tú te quedarás esperándome dentro del Ferrari. 
- ¿Y vas a entrar vestido de tenista?
- ¿Por qué no? Soy un ser humano tanto si voy vestido de frac como si voy vestido de tenista. Lo que voy a hacer sólo lo hago porque soy un ser humano. Voy a entrar a ese lugar lúgubre, ceremonioso y ultrareligioso vestido de tenista. ¿Me entiendes ahora?
- Sí. Es mejor que volvamos a casa y nos cambiemos de ropa por otra más conservadora.
- No me estás entendiendo, Lina. No me importa que seas ni conservadora ni liberal. Ahora lo que necesito yo no es ser conservador ni ser liberal. Siempre he sido autónomo independiente y seguiré siéndolo aunque no le guste al mismísimo Papa de Roma. ¿Me he explicado ya mejor? A cambio de que me lleves allí en tu flamante Ferrari de color rojo no tengo más dinero que para invitarte a un café... pero recuerda que el café, un sencillo café en lugar de una botella del más caro champán que te pueda ofrecer uno de esos que te desean tanto sin haber hecho nunca nada por ti, es una sustancia estimulante que disminuye la sensación de fatiga. Sólo me queda dinero para invitarte a un café pero es todo lo que tengo. Si alguien de los que les sobra dinero puede invitarte a una sucuelenta cena de gala con champán francés incluído ya sabes la diferencia. Yo soy quien soy y ellos son lo que aparentan ser. Puedes todavía elegir... quizás lo aparente te dé mayor felicidad... quizás lo aparente te sirva para lucirte más en la sociedad y quizás sea eso lo que en verdad sea justo para una chavalilla como tú. Quizás no te valga la pena estar unida a alguien que no aparenta nada y por eso no deslumbra a nadie de la alta sociedad a la que perteneces por méritos propios. Yo no tengo más mérito propio que ser como soy desde que nací y, sobre todo, desde que supe que habías nacido. ¿Merece la pena estar unida a un simple bohemio que escribe versos en el aire con su pensamiento? Quizás sea mejor que no me lleves en tu Ferrari. Me puede servir el Metro como me ha servido infinidad de veces. 
- ¿Dónde has aprendido todo eso?
- Si te refieres a lo del café y su importancia en nuestras existencias para sobrevivir, sé más cosas. Por ejemplo, en España, aun cuando la importancia del café en Europa comenzó a partir del Siglo XVIII, el consumo de esta bebida no se arraigó hasta el siglo XIX dado que teníamos la costumbre de tomar chocolate traído de nuestras colonias africanas y te recuerdo que entonces, además de tener colonias, yo iba a las colonias militares. Con los de Caballería para luchar contra los de Artillería... aunque terminé siendo de Ingenieros.
- ¡Para, para! ¡Joroba cuánto sabes de artes militares!
- Pues sé muchas más cosas de artes marciales.
- Vuelvo a repetir. ¿Dónde has aprendido todo eso?
- Pues estando yo por Mocay, allá por las islas cercanas a Honolulú, resulta que...
- ¿Ya estás otra vez imaginando viajes?
- No estoy imaginando sino contando. Y por eso te cuento que, estando yo en Mocay, y sin saber nada del lenguaje de los hawaianos salvo el saludo de ¡Ao! que es más fácil que decir donde has estao...
- ¡¡Jajajajaja!! Los hawaianos no dicen ¡Ao! sino ¡Aloa!
- ¿Estás segura? Bueno. Da lo mismo. El caso es que me entendían porque también había allí, por casualidad nada más, un indio piel roja que había llegado desde Idaho y entonces...
- ¡Para, para! ¿También te encontraste allí con un piel roja?
- Pues sí... la verdad es que no era un piel roja del todo porque era de la tribu de los pies negros... 
- ¡No existen indios con pies negros! 
- Pues se llaman pies negros y ya no existen porque los liquidaron a todos, menos a este que encontré en las islas de Hawai por pura casualidad, rodando una famosa película en que los dos éramos los extras principales; pero como te estaba contando...
- ¿Todo esto es un cuento tuyo?
- No. Fue real. El asunto es que los mocayanos me presentaron a sus más lindas y preciosas chavalillas y entonces yo...
- ¡Te despertaste!
- No. Estaba con los ojos bien abiertos pero me entró una gran timidez; una timidez tan galopante que conseguí escapar, a todo galope, montado en un caballo. 
- ¡Pero si en la isla de Mocay no existen los caballos!
- Pues bueno... quizás no fuese un caballo y sería una yegua...
- Si no existen en Mocay los caballos... ¿cómo pueden existir las yeguas?
- Seguro que era una yegua viuda... pero bueno... el asunto es que huí a todo galope tendido y penetré en una zona reservada donde estaba terminantemente prohibida para los extranjeros y de pronto...
- Se te acabó la historia...
- No. La historia continúa pero si te aburre la dejo de contar...
- ¡Espera! Luego me cuentas el final de cómo acabó todo aquello porque ahora tengo sed y me has prometido invitar a un café así que... me lo cuentas después del café y a lo mejor me lo creo del todo y, de paso, me creo que fue verdad.
- Sí. Mejor te lo cuento después del café, pero la verdad sí que fue de verdad o no ser que yo sea un mentiroso... más... ¿qué gano yo con mentir a una chavalilla tan preciosa como tú?
- Algo ganarás... ¡de eso estoy segura y por eso me río! ¡¡Jajajajaja!!
- Seguro. El río Segura, femenino singular de seguro, no pasa por Mocay... pero te aseguro y quédate segura de lo que digo... 
- ¡Espera, espera! Yo también te aseguro, masculino singular de asegura, de que si no dejas de contar historias increíbles te tomas tú solo todo el café que quieras; porque yo, en ese caso, me voy a por otro que no sea tan imaginativo... comparado contigo... porque creo que te estás quedando conmigo...
- Da lo mismo que te estés tú quedando conmigo o que sea yo el que se está quedando contigo... así que... esta historia terminó así...
- ¡Espera! ¿No será que estuviste en la isla de Molocay en lugar de la isla de Mocay?
- No. Porque si hubiese sido en la isla de Molocay me habría contagiado de lepra... así que fuje en Mocay con total seguridad de lo que digo.
- ¿Seguro de que fue en Mocay y no en Molocay?
- Seguro. ¿Te cuento ya cómo terminó aquella inolvidable aventura?
- Estoy totalmente convencida de que al final de la aventura te atraparon y te ofrecieron la compañía de otro grupo de chavalillas guapísimas...
- No. Pero no por otro cosa sino porque no me dio tiempo de volver a la aldea porque...
- ¡Tiempo! ¡Pido tiempo muerto como en el básquet! ¡Quiero descansar y pido un descanso!
- Está bien. ¡Tiempo muerto como en el básquet! Tengo mucho tiempo por delante para terminar el relato de aquella inolvidable aventura pero el caso es que... como te iba contando... 
- ¡Que estamos en tiempo de descanso como sucede en el baloncesto! ¡Haz el favor de invitarme ya al café que me has prometido!
- ¿Yo te he prometido que te iba a invitar a un café?
- No te hagas el desmemoriado que no va con tu forma de ser. Tú prometiste que me ibas a invitar a café si te llevaba hasta el Arzobispado en mi Ferrari. 
- Ya me acuerdo. Es verdad y la verdad o se cumple o deja de ser verdad para convertirse en otra cosa. 
- No empieces a filosofar ahora e invítame a café si quieres volver a subir alguna vez más en mi Ferrari.
- Está bien; pero deja que te diga que es cierto. Yo tengo escrito en mis Notas de Trabajo, y por orden de antigüedad, las tres siguientes proposiciones: que la Verdad sólo es decir sí a tu Sueño; que la Ética es aquella embarcación dónde sólo se atreven a subir los marineros conocedores de la Verdad; y que si callamos y no decimos la verdad siempre obtendremos, al final, la mentira.
- ¿Y tú eres siempre ético?
- Todo el tiempo que puedo que ya es mucho decir comparado con lo que hacen otros muchos millones de seres humanos. 
- Venga, venga, te creo... una vez más te creo... pero llama al camarero porque no te escapas de invitarme a café. 
 
Juan llama al camarero... 
 
- ¡Enano!
- Eso no se dice, Juan. A ver si respetamos a los camareros bajitos. 
- ¡Camarero bajito!
- ¡¡Jajajajaja!!
- ¿Por qué te ríes? ¿No es un camarero bajito? Como no conozco su nombre me parece lo más adecuado llamarle, con todos mis respetos, camarero bajito. 
- Sí. Estoy de acuerdo. Pero se dice solamente camarero porque lo de bajito todo el mundo lo está viendo y sobra decirlo. 
- ¡Camarero visible!
-¡¡Jajajajaja!!
- Pero... ¿no estás diciendo que todo el  mundo lo está viendo? Luego, por lógica aplicada a las circunstancias sociales, es visible. 
- Sí. Otra vez estoy de acuerdo contigo. Pero tampoco se dice eso. 
- ¿Es que no es visible? Te repito que tú has afirmado que lo está viendo todo el mundo. ¿O es que para una parte del mundo es visible y para otra parte del mundo es invisible porque en algunas partes del mundo estamos de día y despiertos y en otras partes del mundo es de noche y están durmiendo?
- Estás diciendo algo que es muy evidente, Juan Bautista, pero la compostura forma parte de la educación. 
- ¡¡Jajajajaja!! 
- ¿Y por qué te ríes tú ahora si es evidente?
- ¡Camarero evidente!
 
El camarero, por fin, decide acercarse a la mesa pero con mucho cuidado y temor porque cree que los dos son una pareja de locos...
 
- Me llamo Miguel Ángel...
- Evidente... camarero evidente... me haces recordar mis tiempos de militroncho... 
- No digas militroncho, Juan, que me troncho... 
- No se lo tenga en cuenta, Miguel Ángel, es que ella también es poeta...
- No es necesario que me lo explique usted, joven, ya veo que es tan guapa que no puede ser más que poesía pura. 
- Deje de pensar en ella y atienda por favor. Es verdad que usted me recuerda a un militroncho gastador.
- ¿Qué es eso de militroncho gastador?
- Alguien que sirve a los oficiales. 
 
Juan saca su placa de capitán de policía y se la enseña a este camarero que se llama Miguel Ángel.

- Estoy a su servicio, joven capitán. 
- ¡Vaya por Dios! Debe ser verdad lo que dices, Juan, porque se ha puesto muy serio y servicial. 
- Por favor, perdone mi intromisión pero no es cotilleo sino gajes de mi oficio. ¿Me puede decir su nombre y apellidos completos? No se preocupe. Es para comprobar si me funciona bien la memoria. 
- A sus órdenes, joven capitán. Me llamo Miguel Ángel Mario Aguilar Lindo y Gordo de Ingenieros. 
- Ya. Ya voy recordando algo. ¿Usted era primo de algún jugador del Real Madrid?
- No. Ese era mi compañero. 
- ¿Tal vez uno muy guaperas?
- Sí. Tan guaperas como el jugador Aguilar del Real Madrid que era su primo. 
- A ver si recuerdo aquellos tiempos tan cercanos. 
- ¿Le puedo ayudar a recordar?
- No, gracias, Don Miguel Ángel. Me basta y me sobra con mi cerebrito que siempre está conmigo. 
- Eso es lógico, joven capitán. Todos llevamos nuestro propio cerebro. 
- Pues la realidad demuestra que no, que a muchos se les olvida el cerebro en el perchero de colgar el sombrero, la gorra, la gabardina, el paraguas, el bastón o la boina de paleto...
- ¡Qué buen humor tienes, joven capitán!
- Al asunto. Vayamos al asunto a ver si los acierto a todos. Los entrenaba Miguel Muñoz Mozún y lo de Mínguez Mateos sólo era una mentira que se tragaron doblada dos inocentes que  no sabían de la vida ni la mitad de la mitad y jugaban, si no me falla la memoria, los guardametas García Remón, Miguel Ángel, Junquera, Borja y Corral. Y los jugadores de campo fueron Verdugo, Zoco, Touriño, Velázquez, Pirri, Santillana, Grosso, Amancio, Grande, Anzarda, De Felipe, González, Marañón, Fleitas, Zunzunegui, Ortuño, José Luis, Miguel Pérez y el guaperas de Aguilar que era menos guaperas que su primo, ese tal compañero de mili de usted, que era el más guaperas de toda la Capitanía de Ingenieros de Madrid... ¿verdadero o falso?
- Verdadero, capitán. 
- Entonces... ¿es verdad que aquel guaperas Aguilar, primo de Aguilar, sigue teniendo ganas de esconder las camisetas de paisano de sus compañeros y luego llamarles por teléfono para molestarles con no sé qué asuntos de huevos metidos en la cesta? ¿Sigue dándoselas de gracioso o ya no tiene suficientes huevos como para seguir gastando ese tipo de bromas? Claro que como era el gastador a lo mejor era por eso por lo que le gustaba tanto gastarlas. ¿Qué ha sido de él? ¿Todavía sigue creyendo que yo soy un pardillo o se ha vuelto, de repente, pájaro pintón ya que tan pintón se creía con las chavalillas guapas de la Cruz Roja que se presentaban en la Capitanía de Ingenieros? ¿Continúo o ya es suficiente, camarero gordo?.
- Perdón, capitán.
- No. Yo no tengo potestad para perdonar así que cuando le vea a ese tal guaperas de Aguilar dígale de mi parte que los huevos de la cesta son los que tiene él debajo del culo para dejar las cosas bien aclaradas. Y le da recuerdos míos. Dígale que se lo ha dicho el joven y atractivo, no tan guaperas como él por supuesto, capitán Juan Bautista. Ya recordará él por qué le envió este saludito tan cordial pero... si quiere que le aclare lo de que los huevos de gallina son los suyos y no los míos pues ya sabe donde me encuentro. Puede llamarle por teléfono y decirle que estoy aquí esperándole para aclarar que él es el que tiene, de los dos, huevos de gallina y yo soy quién tiene, de los dos, lo que se llaman cojones en el idioma madrileño. Si no desea venir no es necesario pero déjeselo bien aclarado para que no tenga dudas sobre quién soy yo comparado con él y con todos los que son como él. A mí los gastadores de 1'90 de estatura me la sudan, que quiere decir, en castizo madrileño, que me la traen floja. Y dígale que si él es nacido en tierras de cántabros yo soy nacido en tierra de descubridores  pero bien castizo madrileño y sé descubrir misteriosos asuntos mucho mejor que él, para que aprenda lo que es es un buen zapador ferroviario.
- ¡Le llamaré por teléfono y se lo diré, pero estoy totalmemte seguro de que no se atreverá a venir!
- ¿Y si le dice usted que estoy acompañado de una bombón latinoamericana?
- Entonces sí que no viene, capitán. Entonces se jiña a la pata abajo. 
- Pues como sé que no se va a atrever a venir, cántele de mi parte lo siguiente...
 
Juan Bautista canta bien alto...
 
- El Zapador que cae en la alambrada salvado há a mil que van detrás, pues sonriendo al Cielo acude a su llamada, mientras sobre él, sus tropas han de avanzar. Vuela un florín sin que nadie lo impida, nadie sabrá que mano lo minó, pues entre los cascotes entregó su vida, vida inmortal del bravo Zapador. Cualquier misión, en brecha o alambrada, la cumplirá con ciega decisión, no cejará jamás sin verla realizada, se alienta aún su noble corazón. Y así al marchar, la frente levantada, siempre será el bravo Zapador. Gloria dará al Castillo con su invicta espada, gloria será, de España, su valor.
- Se lo cantaré pero se va a asustar del todo...
- Entonces dígale de mi parte que eso es ser un soldado con valor y no cómo él, un enchufado de mierda que sólo sirve para servir cacahuetes y bolsas de palomitas pero para nada más. Y fin de la conversación. Usted dígale todo lo que yo le he dicho que le diga. Y ahora, más en serio todavía si es que más en serio puedo hablar... ¡dos cafés!... ¡haga el favor de servirnos dos cafés!
- ¿Cómo?
- ¿Es gordo o es sordo o es las dos cosas a la vez? ¡Dos cafés! Y no sea usted como ese gastador porque no mide la talla para serlo... pero la talla de los gastadores a mi me resbala del todo. Porque a mayor altura más dura es la caída. 
- Quiero decir que si los quieren solos o con leche...
- Dos con leche pero que sea con buena leche porque si me entra la mala leche...
- ¡Pero leches! ¿Qué dices ahora, Juan?
- Que somos dos clientes con buena leche y en cuanto a usted, señor camarero, no se me corte ahora y llame a ese cántabro para que sepa lo que es un extremeño criado en Madrid capital y no como él, rodeado de vacas por todas partes. 
- Yo... la verdad... estoy un poco cortado... capitán...
- Me estoy refiriendo a que se dé prisa y que no se le corte la leche y, por favor, señor camarero Miguel Ángel, si se corta la leche le cuento yo una historia verdadera sobre castañas.
- ¡De verdad que está hablando en serio, señor camarero, así que no le moleste usted y no me mire tanto no vaya a ser que salgan a relucir las castañas de las que habla!
- ¡No! ¡Yo no! ¡Yo me declaro inocente!
- Pues si usted, Don Miguel Ángel, es inocente, cumpla lo que le he ordenado y viva en paz. 
 
El camarero dejar de mirarla a ella y corre, rápido, a servir los dos cafés con leche. 
 
- ¿Qué te ha parecido? ¿Soy o no soy valioso?
- ¿Valioso para qué?
- Quiero decir que si soy o no soy valiente. 
- ¡Eres más valiente que "El Jabato" del que me hablaste an alguna ocasión y, desde luego, más valioso que el famoso Sastre del que también me has hablado en otra ocasión!
- Eso por descontado y a ver si lo he demostrado en la vida real o tengo que repetirlo otra vez por estas calles madrileñas... porque soy capaz de volver a la Universidad Complutense y volver a escribirlo en la pizarra para que todos lo vuelvan a leer. 
- ¿A qué te refieres ahora?
- A un precioso poemita. ¿Te lo recito?
 
Juan Bautista saca un cigarrillo y lo enciende.
 
- ¿Algo relacionado con el tabaco?
- Sí. Es muy gracioso y fue verdad. ¿Te lo recito?
- Como eres tan genial poeta no tendré más remedio que escucharlo. 
- ¡Verás qué chistoso es y qué corte le di al envidioso de Sastre! 
- Vamos a ver si tiene gracia o sólo es chistoso nada más. 
- A Sastre no le hizo ninguna gracia pero muchos y muchas se partieron de risa. 
- Recítalo si te acuerdas.
- Escucha. Te lo recito al pie de la letra tal como me salió de espontáneo. Si tanto te molesta / el humo del tabaco / métete la testa / debajo del sobaco. 
- ¡¡Jajajajaja!! Chistoso sí que es y, además, gracia tiene un mogollón. Pero ahora deja de contarme anécdotas de tu vida estudiantil de la Facultad de Periodismo. 
- Se dice Facultad de Ciencias de la Información. 
- Perfecto, Juan. ¡Pásame tu cigarrillo ahora mismo!
- Pero no te tragues para nada el humo. 
- Sólo es para probar cómo lo haces tú. 
 
Juan Bautista hace ademán de sacar otro cigarrillo de su cajetilla... 
 
- No. Nada de un cigarrillo entero. Quiero tu cigarrillo y hacerlo sólo una vez... porque ya he aprendido cómo lo haces... para engañar a las chicas...
- Eso era antes. Ahora no tengo que engañar a ninguna porque te tengo ya a ti.
- ¡¡Jajajajaja!! Pásame tu cigarrillo, por favor. 
 
Juan Bautista le entrega el cigarrillo que tiene encendido y que, como siempre, no se lo fuma sino que aparenta que se lo fuma. 
 
- A ver cómo lo haces, Princesa. Quiero ver si lo has aprendido de verdad. 
 
Ella da una calada al cigarrillo y expulsa, inmediatamente, todo el humo hacia afuera sin que apenas llegue a quedarse ni tan siquiera en su preciosa boca. 
 
- Eso es, Princesa, eso es. Eso es lo que hacía yo para engañar a las que decían que era más hombre si fumaba... cosa que, por supuesto, no hice nunca porque hombre soy desde que nací... pero había que engañarlas antes de que ellas me engañasen a mi. ¿Me has comprendido ya?
-Te he comprendido desde siempre. 
- Pues buena está la cosa...
-¿A quién estás mirando ahora? ¿A alguna rubia materialista que se siente objeto en lugar de mujer?
- No. Te estoy mirando a ti que no eres un objeto muerto sino un monumento vivo... y, en cuanto a Sastre, que se quede con todos sus calendarios de mano porque entre sus cuentos de no fumador y los míos yo prefiero los que escribo yo. ¿Quieres escuchar ahora alguno?
- ¿Cuál de todos ellos?
- El primero que se te venga a la memoria, Princesa. 
- Ahora mismo se me viene a la memoria "Cocoluto el Magnífico". ¿Puedes contármelo de nuevo? Sé que tienes ya cientos de ellos escritos pero este es el primero que se me ha venido a la memoria. 
- ¿Te lo cuento otra vez?
- Si. Así me entretienes hasta que vuelva ese tal Miguel Ángel con los dos cafés.
- Voy a ver si lo tengo en mi memoria o en la reserva. Si lo tengo en la memoria te lo cuento de inmediato pero si lo tengo en la reserva te lo cuento otro día... ¿vale?.
- Vale. Contigo es divertido jugar a los cuentacuentos...
- ¡Lo tengo en la memoria, Ángeles!.
- Todo seguido, Juan... antes de que vuelva el camarero...
- La luna roja lanzaba su luz sangrante sobre el Bosque Petrificado donde los hechiceros de la muerte y las envidiosas brujas del mal, realizaban uno y mil conjuros para destruir la fuerza de voluntad de Cocoluto quien, en medio del poblado, en pie, no doblaba sus rodillas, por más que aquellos lo intentaban, ante el ídolo de los namaqua. Los brujos mandingas habían acudido en masa para ayudar en aquella mascarada de sangre y muerte… Cocoluto sabía que le quedaban apenas unas cuantas horas de vida antes de ser quemado vivo. El olor del fuego se extendía por toda la selva y el aire, caliente, abrasaba la piel de ébano de todos los fieros guerreros que bebían y se emborrachaban, pintados sus cuerpos por pinturas de rayas y círculos azules. Todo era un Círculo de Muerte alrededor de Cocoluto el Magnífico. La noche avanzaba y el reyezuelo Swapo, junto con el sacerdote tribal Nujoma, hablaban en medio de la borrachera general. - Simplemente haremos justicia –decía Nujoma- haremos justicia por haberse negado a unirse a la princesa Windhoeck. ¡Eso jamás puede ser permitido! - ¡Está bien, Nujoma! ¡Esperemos a que la luna esté en lo alto del cielo para celebrar el sacrificio! ¡Cocoluto debe pagar con su vida para aplacar la ira del dios Ondangua! - Si. Y después esparciremos sus huesos por la Costa de los Esqueletos. ¡Allí es donde los buitres terminarán de comerse sus restos como viene siendo siglo tras siglo desde nuestros primeros antepasados bantúes! La música de los tambores tronaba en el Bosque Petrificado y en toda la selva donde las lianas parecían danzar una especie de baile infernal. El ulular de los búhos se escuchaba desde un confín a otro de aquella enmarañada selva y los monos aulladores gritaban atormentando el cerebro de Cocoluto el Magnífico que permanecía de pie ante la expectación de toda la tribu namaqua. Los más jóvenes y jovencitas no ocultaban su admiración por él. ¡Aquel hombre jamás doblaría sus rodilla ante el ídolo Ondangua! Por eso, a pesar de que gozaban con aquella Ceremonia de la Muerte no dejaban de admirarle ante la crispación de los hechiceros y la desesperación de las envidiosas brujas. Los griots negros comenzaron a cantar poemas de muerte. La noche cada vez era más oscura. Y en medio de todo aquel infierno los fieros guerreros, extasiados por la danza y la bebida mientras esperaban ver a Cocoluto de rodillas aceptando como esposa a la esquelética Windhoeck, iban cayendo al suelo… perdidos sus sentidos en medio del canto de los griots negros. Dos horas más tarde todo era silencio. Toda la tribu dormida formando el Círculo de la Muerte alrededor de Cocoluto. - ¡Ahora Cocoluto, ahora, escapa ahora! –le chilló la luna roja. Cocoluto sabía que era casi imposible escapar de aquellos mandingas que tanto poder otorgaban a los hechiceros y las brujas de los namaqua… pero si existía Dios… y él creía en un Dios superior a todos aquellos sacerdotes ocultas sus caras bajo las máscaras del terror… aquella podría ser la única ocasión de intentarlo y, saltando por encima del cuerpo de todos los hombres y mujeres yacientes en el suelo, salió corriendo, como si el viento pusiese alas a sus desnudos pies, hacia la selva cercana.  - Sigue… sigue…. Sigue… -le ayudaban en el esfuerzo las aves multicolores que habían despertado ante aquel silencio espectral. –Sigue y no te detengas pues ya los fieros guerreros se levantan. En efecto, pocos minutos después de que Cocoluto se adentró entre las primeras arboledas de la selva, el sacerdote Najuma dio la voz de alarma. - ¡Levantaos todos, inútiles guerreros, porque Cocoluto ha escapado! - ¡No te preocupes tanto, Najuma –le cortó la voz chillona y discordante el rey Swapo. ¡Mis fieros guerreros, con la ayuda de los hechiceros, las brujas, los cantos negros de mi griots y el apoyo de los magos mandingas, le darán alcance y dentro de pocos minutos estará en nuestras manos y, en nombre de Ondangua yo te juro que serán los últimos minutos de su vida. - ¡Quiero venganza! ¡Quiero venganza! –chillaba neuróticamente, como producto de las drogas consumidas, la esquelética Windhoeck - ¡Quiero ser yo misma, con mis propias manos, la que raje su hermoso cuerpo atlético en tiras, poco a poco, lentamente, para hacer más larga su agonía. Pocos minutos después la selva se convirtió en un verdadero infierno de voces estridentes, de conjuros y maldiciones, de uluares de búhos, de gritos de los monos aulladores. Un infierno mientras Cocoluto seguía corriendo, cada vez más sudoroso y agotado, por la intrincada selva. Cayendo. Levantándose. Volviéndose a caer. Levantándose nuevamente… - ¡Corre más, Cocoluto, corre más! –le decía la luna roja. Cocoluto sabía que si conseguía atravesar la selva y la zona pantanosa de Etosha tendría posibilidades de llegar hasta Cuangar y eso sería su salvación. ¡Pero sabía que era imposible aguantar mucho más tiempo aquella carrera contra el reloj de la muerte! Los mandinga sabían muy bien por dónde debía ser cercado y daban órdenes a los guerreros namaquas para indicarles por dónde debían correr para cercar a Cocoluto el Magnífico. En la aldea se habían quedado los niños, las mujeres y los ancianos que, en el fondo, a pesar de su odio hacia Cocoluto, lo admiraban tanto que comenzaron a llamarle el Magnífico. Cocoluto sería despellejado por la víbora esquelética Windhoeck, sería quemado vivo en la hoguera y, para terminar con la Ceremonia de la Muerte, sería arrojado a la Costa de los Esqueletos para ser devorado por los buitres carroñeros. Cocoluto pasaba por entre las víboras y las culebras esquivando sus mordeduras. Eso le hacía perder mucho tiempo pero si no llegaba vivo hasta Cuangar… no tendría ya ningún sentido seguir con vida. Y es que en el interior del corazón de Cocoluto, éste guardaba un misterio. - ¡Lo iré despellejando lentamente hasta saber cuál es el misterio que se esconde en su corazón y luego me comeré crudo ese corazón para acabar definitivamente con su misterio!- seguía tramando la esquelética Windhoeck mientras soltaba juramento tras juramento y blasfemia tras blasfemia. - ¡No perdáis tanto tiempo, inùtiles –azuzaba el sacerdote tribal Najuma a sus guerreros!¡Es necesario que no salga de la selva y alcance la zona pantanosa de Etosha! ¡En esos pantanos la vida es imposible! ¡Y le quiero vivo, habéis oído, inútiles, le quiero vivo!. Los guerreros de la muerte se animaban unos a otros con voces estruendosas, todavía bajo los efectos de las bebidas y las drogas mientras los griots de los cantos negros seguían cantando a la muerte, los hechiceros continuaban lanzando amenazas y las envidiosas brujas continuaban con sus juramentos y conjuros. - ¡No es posible, Cocoluto, no es posible llegar hasta Cuangar! –le gritaba la luna roja.  - ¿Qué solución me queda entonces?. - Ninguna, Cocoluto, salvo que te internes en la zona pantanosa de Etosha.- Pero eso es morir vivo. La luna roja ya no siguió hablando pues los guerreros de la muerte ya estaban a pocos metros de allí y la escucharían con total facilidad. Cocoluto no tenía más que dos alternativas: o entregarse a la tribu del reyezuelo Swapo o morir en Etosha… a no ser que se produjera un milagro de ese Dios en el que él tanto creía. Cuando ya todos los guerreros namaquas lo tenían casi totalmente cercado sólo le quedó la segunda alternativa así que, sin pensarlo dos veces, aceleró el ritmo de su carrera dejando de nuevo atrás a todos sus perseguidores. - ¡Tengo que saber qué misterio se encierra en el corazón de Cocoluto! –seguía juramentando la esquelética Windhoeck entre blasfemia y blasfemia. -¡Y odio que todos le estén ya nombrando como Cocoluto el Magnífico! Cuando éste llegó a alcanzar los pantanos de Etosha fue descubierto por el brujo sacerdote Nujoma. - ¡Aquí está! ¡¡Ya lo he encontrado!! ¡¡¡Venid todos aquí inútiles!!! Tan potente fue su chillido que despertó a una víbora mortífera que, en décimas de segundos, mordió la pierna del brujo sacerdote. - ¡Maldita víbora! ¡Me ha matado! ¡Ya no podré ver con mis ojos cómo los buitres carroñeros acaban con él! Cuando los guerreros de la muerte llegaron al lugar ya Cocoluto se había lanzado a las profundidades del pantano Pan convirtiéndose, milagrosamente, en cocodrilo. Nadie lo pudo ver. La luna roja parecía sonreír y el rey Swapo comprendió que él moriría muy pronto a mano de los furiosos hechiceros, las envidiosas brujas y su propia hija, la esquelética Windhoer. Los búhos dejaron de ulular.
- Precioso, Juan. Es un cuento maravilloso. Como todos los que escribes tú. Por lo menos para mí son insuperables y son los que elijo como los mejores de los mejores.
- ¿No estarás exagerando, Princesa?
- No exagero pero tengo el derecho a exagerar, si me diese la real gana, porque soy tu enamorada, tu amante, tu esposa... y, aunque sólo fuese por eso, para mí eres el mejor escritor del Mundo y el mejor escritor de la Histora. Los demás y las demás pueden pensar lo que quieran pero, con el mismo derecho que tienen todos ellos y todas ellas de pensar lo que quieran, yo tengo el derecho de pensar lo que me dé la real gana. ¡Eres el mejor escritor de la Historia Universal para mí! Te lo digo con toda mi verdad por delante. No me interesan para nada las opiniones de quienes te atacan porque te tienen envidia y te llaman creído, vanidoso, prepotente o soberbio solamente porque desarrollas de manera magistral pero humilde, sencilla y sincera, los dones que Dios te regaló.
- Pues si eso soy para ti... entonces merece la pena seguir escribiendo siempre...
- Oye, Juan... ¿qué pasaba con ese tal Sastre? ¿Era buen escritor?
- Supongo que no, que no era buen periodista y si no era buen periodista es imposible que fuese buen escritor... porque se puede ser escritor sin ser periodista pero no se puede ser periodista sin ser escritor. Eso es lo que dijo Emil Dovifat, el padre del periodismo francés.
- Entonces... ¿cómo se explica que estuviese estudiando Periodismo en la Facultad?
- Como no valía lo suficiente siempre intentaba ganarse los aprobados hacidendo regalos a los profesores y a las profesoras. En el caso de la profesora de Historia del Periodismo Español, todas las tardes le regalaba un ramo de flores. 
- ¡Eso es hacer el pelota!
- Sí. Eso es hacer el pelota, cepillar, querer aprobar haciendo la rosca a los profesores y a las profesoras.
- ¿Qué sucedió en el caso de la profesora de Historia del Periodismo Español?
- Que no lo consiguió porque ella era incorruptible y no solo rechazó los ramitos de flores, o vaya Dios a saber si otras proposiciones más deshonestas, sino que le suspendió y le dejó para septiembre. No sé qué pasaría en septiembre porque yo había aprobado todas las asignaturas en junio, pero la profesora estaba dispuesta a hacer que repitiera Curso para que aprendiera un poco lo que es escribir bien... o quizás abandonó la Carrera de Periodismo como sucedió con otros muchos pelotilleros.
- ¿Por qué no le diste un corte de mangas a ese tal Sastre?
- Porque nunca me han interesado para nada los fascistas. Simplemente paso olímpicamente de todos ellos. Para mí es como si no existieran.
 
Llega el camarero Miguel Ángel con los dos cafés humeando...
 
- Capitán... ¡aquí están los dos cafés!...
- Muy bien, Don Miguel Ángel... pero... ¿hizo usted lo que le ordené?
- Lo hice. Le llamé a Miguel Ángel Aguilar Santander y Muñoz Blanco.
- ¿Se llama así ese guaperas gastador de 1,90 de estatura?
- Sí. Se llama así. Cuuando le dije quien era yo se puso muy contento pero luego, cuándo le dije quién eras tú, y se enteró de que eres capitán de policía, se le cambió la voz y, con un hilillo de palabras como si fuera una mujercita, de pronto me dijo que te pidiera disculpas, que te presentaba sus disculpas, pero que no podía venir a hablar cara a cara contigo porque, de repente, se encontraba descompuesto y no podía salir de casa. 
- ¿Quiere decir que le entró cagalera?
- Eso es, capitán. Escuché cómo le temblaba la voz cuando le explique que tú dijiste que él era solamente una gallina con los huevos en la cesta mientras que tú eras un hombre con los cojones bien puestos y que querías hablar con el cara a cara como hacen los verdaderos hombres para resolver este asunto. Soltó una especie de gemido como si fuera una plañidera de las que se contratan en los pueblos para acompañar a los difuntos y colgó el teléfono pidiéndote de nuevo disculpas.
- Pues voy a darle otra oportunidad porque soy así de generoso. Llámale de nuevo y le dices que espero que se le pase la diarrea y que estaré aquí esperándole. Dile que estoy acompañado de una monumental chavalilla, una verdadera modelo en lo fisico y en lo espiritual, que la puede llamar cariñosamente Lina, Angelina o Ángeles y que venga a ver si una de dos: o se lleva a esta mujer o entre los tres nos las apañamos para pasarlo bien. Dile eso a ver si se anima, se le corta la cagalera, y viene a tratar este asunto entre los dos y cara a cara; porque, una de dos, o se la lleva él o me la llevo yo para que se acabe esta vaina. Así que su nombre completo es Miguel Ángel Aguilar Santander y Muñoz Blanco, ¿verdad?
- Verdad, capitán.
- Pue llámale otra vez y le dices lo que te he ordenado para ver quien es un verdadero hombre y quien es un verdadero gallina.
- Eso está hecho, capitán.
 
Y mientras el camarero se aleja para hacer la llamada, Juan Bautista continúa su animada conversación con su bellísima y escultural esposa.
 
- Ángeles... ¿sabes la diferencia que existe entre un adicto al tabaco y las drogas y entre uno que no tenemos ninguno de esos vicios?
- Supongo que alguna manifestación externa y bien visible.
- Exacto. Se llama "tener el mono". Princesa, "tener el mono" es sufrir alteraciones desagradables del estado psiquico y físico por carencia de una sustancia a la que se es adicto.
- ¿Y cómo se manifiesta visiblemente ante los demás?
- Perdóname, Princesa, perdóname si te doy una verdadera conferencia sonbre este tema muientras tomamos los cafés con leche, 
- Vuelvo a repetirte que no me importa, ni les hago el más mínimo caso a quienes por saber tú tantas cosas y estar capacitado para impartir conferencias enteras, te llaman creído, vanidoso, orgulloso, prepotente y otras cosas similares, porque a ellos los considero envidiosos, necios, patanes e ignorantes mientra yo, que te conozco desde siempre, sé que eres un verdadero hombre sencillo, honesto, humilde pero todo un sabio capaz de dar cualquier clase de conferencia que se te pida y con un corazón tan grande y sano que no te cabe en el pecho. Eso no es soberbia sino capacidad y sólo quienes no tienen esa capacidad tuya son los que te insultan por envidia. Yo conozco tu corazón y por el corazón y el alma que tienes es por lo que te amo. Así que impárteme la conferencia porque quiero aprender de ti lo que de todos los que te insultan no aprenderían ni una sola palabra. 
- Está bien; Princesa.  Esto es lo que yo he aprendido: una droga es una sustancia que puede modificar el pensamiento, las sensaciones y las emociones de la persona que la consume. Las drogas tienen la capacidad de cambiar el comportamiento y, a la larga, la manera de ser.
Algunas drogas se consideran legales y otras ilegales. La consideración de un tipo de droga como legal (como sucede con el alcohol o el tabaco) implica tan solo una regulación diferente de la producción y de la comercialización, y en ningún caso quiere decir que no sea peligrosa.
Todas las drogas comportan un riesgo y no existe consumo alguno que pueda considerarse totalmente seguro. El riesgo resulta de la combinación de tres factores: los efectos que provoca la sustancia, la manera de utilizarla (dosis, forma de administrarla, efectos que quieren obtenerse con ella) y la vulnerabilidad del consumidor. La drogodependencia o también llamada dependencia a sustancias psicoactivas es la necesidad imperiosa de consumir una sustancia que es valorada como lo más importante en la vida de la persona drogodependiente. El usuario que la necesita recurre a la sustancia con regularidad, para superar los obstáculos que se le imponen en su vida diaria. Podemos diferenciar entre dependencia psíquica y dependencia física. Dependencia psíquica es cuando la necesidad de la droga produce una sensación de satisfacción y un impulso psíquico que exige la administración periódica o continua de la droga, con el fin de obtener placeres o de evitar un malestar. Representa cambios emocionales, nerviosismo, necesidad por encima de todo de conseguir droga llegando hasta a robar o matar por conseguirlo. Dependencia física es un estado de adaptación que se manifiesta en intensos trastornos físicos cuando se suprime la administración de la droga. Se manifiestan posibles mareos, temblores, malestares, y manifestaciones del ‘mono’. Por norma general, la drogodependencia se trata más de una necesidad psicológica que física. La adicción es el estado que conduce al consumo abusivo de una droga con el fin reobtener una sensación de bienestar y/o prevenir las consecuencias negativas de su abstinencia, situación que conlleva una búsqueda compulsiva, pérdida de control en el consumo y recaídas sucesivas a pesar de las consecuencias negativas del mismo. Tiene cuatro puntos a señalar: Obsesión. En la que el individuo no piensa en otra cosa que no sean las drogas. Consecuencias negativas. Lo que hace que una droga sea nociva es la que vuelve en contra de la misma persona y en contra de los demás .Falta de control. El tratar de controlar una conducta adictiva es cosa imposible. Negación. Los adictos niegan dos cosas que son: que la droga no la pueden controlar y que sus problemas se deben a las drogas.  En principio, las drogas se perciben con una imagen positiva y favorable que atrae a jóvenes y mayores. Sin embargo, esa cara desaparece rápidamente, y las drogas empiezan a mostrarse tal y como son: dolor, problemas, infelicidad y múltiples trastornos.  Las drogas generalmente crean dependencia tanto física como psicológica y hacen vivir a quién las consume, en un mundo totalmente falso, en donde se sufre degradación física, mental, emocional y finalmente puede llegar a ocasionarle la muerte. Las reacciones negativas asociadas a las adicciones, afectan en diferentes aspectos de la vida a la persona. tales como: Relaciones personaleso. Las relaciones con la familia, amigos o pareja se alteran, aparecen discusiones frecuentes, la comunicación se interrumpe, hay pérdida de confianza y alejamiento. Trabajo. Frecuentemente se manifiesta baja productividad y deterioro de la calidad del trabajo o la pérdida del mismo. Economía. El destinar la mayor parte del dinero a comprar drogas, genera endeudamiento. Salud psñiquica. Es posible la aparición de una amplia gama de trastornos psicológicos, estados de ánimo negativos e irritabilidad, actividades defensivas, pérdida de autoestima e intenso sentimiento de culpa, así como alucinaciones visuales y auditivas, disminución de la capacidad intelectual, lenguaje confuso, y la destrucción de neuronas. Conducta.  La droga se vuelve casi lo más importante, los adictos se tornan egoístas y egocéntricos (no les importa nada más que ellos mismo). Salud pública. Se presentan trastornos del apetito, úlceras, insomnio, fatiga y otras enfermedades provocadas por el consumo de drogas como son: taquicardia, conjuntivitis, atrofia cerebral, temblores y convulsiones. Tolerancia. La droga produce tolerancia física, por lo que es necesario ir aumentando la cantidad de dosis consumida para experimentar los mismos efectos. Obsesión. El adicto a menudo no puede pensar en otra cosa que no sea en la droga, el modo de conseguirla, el tiempo en obtenerla, etcétera. Negación. A medida que los adictos empiezan a acumular problemas (en el trabajo, en el hogar o socialmente) inevitablemente comienzan a negar dos cosas: Que la droga constituya un problema que no pueden controlar, y que los efectos negativos en sus vidas tengan alguna conexión con el uso de la droga. En definitiva, nos hacen menos protagonsitas de neustra vida. Las drogas no solo perjudican a la persona que las toma. A su alrededor muchas otras personas padecen sus consecuencias. Las drogas interfieren en la relación con el entorno, la familia y el trabajo, y pueden llegar a comprometer seriamente el proceso de aprendizaje, especialmente en el caso de los jóvenes y adolescentes. Además, las drogas incrementan el riesgo de sufrir todo tipo de accidentes.
Por todo ello, además de las consecuencias individuales, es toda la sociedad (en mayor o menor medida) la que sufre los problemas de las drogas. Y estos problemas son de todo orden: sanitario, económico, cultural, de inseguridad, etcétera. No es extraño, por lo tanto, que las drogas supongan una preocupación colectiva ni que, para hacer frente a sus consecuencias, muchos países hayan puesto en marcha políticas de prevención y rehabilitación, con un elevado coste económico. El uso de drogas es un fenómeno principalmente juvenil. Pero es la adolescencia la etapa en la que los riesgos son aún mayores. Así, los adolescentes son especialmente vulnerables a sufrir problemas por consumir drogas. Su organismo en fase de crecimiento y su personalidad aún en formación son aspectos fundamentales que pueden determinar el impacto que un potencial consumo tenga sobre el adolescente. Tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, éxtasis, Speedy, setas, alucinógenas, LSD, GHB… El menú de drogas es amplio, así como variados son los efectos que éstas producen: desde la relajación de los porros hasta la estimulación del éxtasis para aguantar intensas sesiones de baile. De entre todas ellas, son el alcohol, el cannabis y la cocaína las que más extensión tiene entre los adolescentes y jóvenes. Pero, ¿hasta que punto? Alcohol: Se estima que, aproximadamente, cuatro de cada cinco estudiantes de entre 14 y 18 años han probado al alcohol y algo más de la mitad lo beben de forma habitual. Cuando beben, lo hacen sobre todo durante el fin de semana y, casi la mitad de ellos, hasta emborracharse. Tabaco: Después del alcohol, el tabaco es la droga más extendida entre los adolescentes (14 y 15 años), casi la mitad lo han probado y un 27% lo han fumado recientemente. Se estima que un 15% fuma a diario. Cannabis: Los porros son, con diferencia, la droga ilegal más consumida entre los adolescentes (14 y 15 años). Uno de cada tres dice haberlos probado y uno de cada cinco dice haber fumado recientemente. Su uso es ocasional, aunque un 3% de los adolescentes fuma a diario. Cocaína: se estima que una quinta parte de los estudiantes de entre 14 y 18 años ha probado la cocaína y que un 2% la ha tomado recientemente. Se trata de un consumo básicamente ocasional y mayoritariamente, de clorhidrato de cocaína esnifada.
Otras drogas: El uso de otras drogas tiene su presencia minoritaria y ocasional entre los adolescentes. La década de los noventa y los primeros años de este siglo han sido testigos de encumbramiento del ocio como una parte muy importante en nuestras vidas. Centros comerciales, multicines, videoconsolas, teléfonos móviles, música y, por supuesto, la noche, se han convertido en lugares comunes donde romper con la semana de estudios o trabajo y disfrutar del tiempo libre después de las obligaciones cotidianas. Una muestra de ello es el asentamiento de la industria del ocio como un importante sector económico. El fin de semana, sobre todo para los adolescentes y los jóvenes, ha adquirido un importante valor como espacio de ruptura donde vivir experiencias intensas y rápidas. Un espacio que, además, les permitirá construir una gran parte de su propia identidad. No es de extrañar que salir con los amigos sea una de las actividades favoritas de los adolescentes y jóvenes españoles, sobre todo por las noches del fin de semana. En este contexto, las drogas facilitan y/ o potencian, de manera artificial, el disfrute del ocio. Esta nueva forma de relación con las drogas es lo que se ha llamado “consumo recreativo”, es decir, un consumo de drogas, tanto legales como ilegales, que generalmente se presenta indisoluble del tiempo de ocio, sobre todo el nocturno de fin de semana. En un mundo globalizado, cada vez es más difícil distinguir entre países productores y países consumidores de drogas. En la actualidad, los países consumidores también producen (plantas y drogas sintéticas), mientras que en las zonas de producción primaria (de opio o de hojas de coca) el consumo aumenta día tras día. Además, desde hace mucho, hay drogas legales (como es el caso del alcohol) que se producen y consumen en gran parte del planeta. Por otro lado, los grupos que se benefician con el tráfico ilegal han desarrollado formas muy complejas de producción, comercialización y blanqueo de los beneficios económicos, que han terminado por involucrar a una buena parte de los países.
Consecuentemente, también ha sido necesario establecer convenios y acuerdos internacionales de colaboración para afrontar la situación. El comercio global de drogas, legales e ilegales, constituyen uno de los mayores negocios a escala mundial. Cada año, el negocio de las drogas mueve enormes sumas de dinero en todo el mundo, una cantidad de difícil cuantificación, ya que no está sometida a un control oficial. Según la ONU el comercio al por mayor de drogas alcanza los 64.000 millones de euros al año, más del doble de los 28.000 millones del comercio de cereales, principal fuente de alimentación mundial. Pero esto es sólo una pequeña parte del negocio. Cuando las drogas llegan a los mercados de distribución local, su comercio llega a generar un movimiento de 22.000 millones de euros, una cantidad que supone 55 veces lo que invierte toda Europa en la investigación sobre el cáncer. Cuando un consumidor compra una droga ilegal, paga hasta 25 veces el precio que cobró el productor.
¿De dónde sale todo este dinero? La respuesta es muy sencilla: del bolsillo de la gente que consume drogas. Si distribuyésemos el precio de las drogas que se compran en el mundo entre todos los habitantes del planeta, obtendríamos  que cada uno le correspondería un gasto de 50 euros al año.¿ Y quién se beneficia de los ingresos? En primer lugar y muy destacado, los grandes narcotraficantes y los que “ blanquean” el dinero, seguidos por los intermediarios y distribuidores y, a mucha distancia de ellos, los productores. Y todo esto sin contar el dinero que se mueven con las drogas legales, como el alcohol o el  tabaco. Sólo en España, cada año nos gastamos en estos productos más de 18.500 millones de euros, una cantidad similar a la que deberá invertir España entre 2008 y 2012 para cumplir el protocolo de Kyoto contra el cambio climático. Tradicionalmente el consumo de drogas y, de manera especial, el consumo de drogas ilegales, se ha asociado con ambientes de marginalidad. En los años ochenta, cuando el consumo de heroína se disparó en España, este era el perfil del consumidor de drogas. En el siglo XXI las cosas han cambiado. El nuevo perfil del consumidor coincide con el de una persona que puede estar bien integrada en su entorno, que participa de un estilo de vida y de unos patrones culturales. Y que piensa que “controla”. Los efectos no son tan visibles como antes; las apariencias y los problemas son otros. Pero no es verdad que esta nueva forma de consumo haya eliminado el riesgo; solo lo ha hecho diferente. No cabe duda de que las drogas ocupan un lugar destacado entre las preocupaciones de muchas personas, desde los responsables encargados de hacer unas políticas adecuadas hasta los padres de hijos adolescentes que comienzan a vivir como tales, además del profesorado. Las drogas siempre han estado presentes, de una forma u otra, en todas las civilizaciones y culturas del mundo. Unas veces usadas para aliviar o curar, otras como parte de rituales religiosos o simplemente, por placer, las drogas han sido utilizadas desde los tiempos más remotos. Tras dos décadas, los setentas y ochenta, en las que el mundo de las drogas, al menos la preocupación centrada en ellas, estuvo marcada por el uso intravenoso de heroína y sus problemas asociados, en la actualidad el consumo de drogas presenta nuevas formas y nuevos riesgos. Pero, aunque sus efectos no sean tan visibles y dramáticos, las drogas aún siguen conllevando riesgos importantes para quien las toma. El reto de prevenir el consumo de drogas y sus riesgos corresponde al conjunto de la sociedad. Prevenir quiere decir hacer que disminuye el número de personas que tienen problemas con las drogas, que éstos sean menos graves, que se puedan corregir cuanto antes y que no dejen secuelas. Cuando hablamos de niños y adolescentes, el papel de la familia y de la escuela es fundamental. Uno de los sectores de población que se encuentra en mayor riesgo respecto a las drogas son los jóvenes de edades comprendidas entre 13 y 20 años. En este colectivo confluyen un momento crítico en la formación de la propia identidad y un mayor acceso a las drogas. En la adolescencia es cuando se produce mayoritariamente el inicio en el consumo de estas sustancias y el establecimiento de ciertos usos que podrán constituir un perjuicio real en el crecimiento y maduración personal. La escuela como institución educativa por excelencia tiene como misión educar a niños y adolescentes para la vida. Y, para ello, es importante atender los contextos y realidades sociales en que estos niños y adolescentes están inmersos y en los que ellos deben desarrollarse. Es obvio que las drogas forman parte de nuestra realidad social, y los riesgos que su abuso conlleva pueden suponer una amenaza para el desarrollo del individuo. Es por ello que, aún siendo conscientes de las limitaciones de recursos con que cuenta nuestro medio educativo, no podemos renunciar al compromiso y necesidad de capacitar a los estudiantes para que ellos puedan tomar decisiones sanas ante todas las drogas que nuestra sociedad ofrece, sean legales o ilegales. La mayoría de nuestros adolescentes deberán tomar una decisión frente el tabaco y el alcohol, y muchos también hacia los porros, y será hacia estas sustancias que deberemos trabajar de forma generalizada aspectos de reflexión crítica, adhesión a principios de vida y actitudes de responsabilidad en su decisión. Otros, aunque la minoría, estarán en riesgo de consumir otras sustancias y hay que identificar sus necesidades y preocupaciones. Proveerles de recursos educativos adecuados será una misión selecta que debemos abordar. Ya sabemos cuál es el impacto social de las drogas, sus riesgos y sus efectos sobre la salud, pero ahora es el momento de que toda esta información se convierta en una reflexión personal. ¿Tienes realmente información sobre las drogas y su consumo? ¿Eres capaz de decidir por ti mismo si consumes o no? ¿Hasta qué punto te influyen las modas y las inercias del grupo? ¿Tienes la seguridad de que no te va a pasar nada? Ellos, los que se drogan y las que se drogan, tendrán que responderse a sí mismos y a sí mismas todas estas preguntas con sinceridad y decidir. Porque decidir significa ser responsable de tus decisiones, saber qué quieres vivir y qué quieres evitar, desarrollar tus propios argumentos a partir del conocimiento y la información sobre las drogas y aprender a elegir lo que es mejor para ti. ¿Qué te ha parecido, Princesa?
- Sensacional. Simplemente sensacional. Y una exposición tan clara y conduntente sólo la puede hacer un ser humano que conoce todo ese mundo pero nunca se ha visto involucrado en nada de ese mundo.
- Eso es lo que he hecho yo siempre y sigo haciendo en mi calidad de investigador. Me he infiltrado infinidad de veces entre los drogadictos y las drogadictas, sin serlo yo jamás, nunca, en ningún momento de mi vida pasada, presente o futura, para tener la suficiente lucidez de saber qué es toda esa mierda de las drogas sin haberme drogado jamás.
- Además de super inteligente eres super sano, Juan Bautista.
- No es por elogiarme pero tú lo has dicho.
 
Vuelve a aparecer el camarero con cara de susto...
 
- ¿Qué le sucede, Don Miguel Ángel, acaso ha visto a un fantasma?
- No, capitán. Es que acabo de volver a llamarle y cuando le he citado lo de la chavala bombón latinoamericana que está junto a ti y que le esperas para aclarar el asunto de si se la lleva él o te la llevas tú o si prefiere que entre los tres os lo paséis bien se le ha vuelto a transformar la voz y ha empezado a gemir diciendo que le pide perdón. 
- ¿De qué perdón está hablando?
- Me ha venido a decir que él es un verdadero gilipollas y que por nada del mundo quiere enfrentarse cara a cara contigo y mucho menos pelear por ella. Se ha cagado de miedo. 
- Está bien. Asunto resuelto. Y ahora haga usted el favor de hacer humo...
- ¿Qué le estás diciendo, Juan?
- Que se esfume y nos deje ya en paz.
- ¿Qué desaparezca de inmediato?
- Eso es. Que desaparezca de mi vista para que deje de mirarte tanto.
- Yo... esto... yo... 
- ¡Usted haga aire, señor camarero, inhale aire, infle sus pulmones de aire, suelte el aire lentamente y lárguese ya de aquí, con aire fresco, a seguir atendiendo a otros clientes!
 
El camarero Miguel Ángel sale corriendo y se concentra en atender a los demas clientes. 
 
- ¡No te corras tanto, Miguel Ángel, que te va a dar mucho calor y no es bueno para tu cuerpo! ¡Ya que estás tan gordo es mejor que midas mejor tus resistencias físicas! ¡Tómatelo con calma no vaya a ser que te dejes atrás la barricada... esto... quiero decir el chiringuito! ¡A no ser que también estés liado con el Antonio del Banco de Bilbao y su jarca de anarquistas junto con Rodolfo! ¡Cuando veas a Rodolfo, también empleado de Banca por cierto, le das saludos de mi parte y si quiere alguna entrevista conmigo que llame al Jefe Superior de la Policía de Madrid, el Señor Don Diego Castillejo Ríos y la concertamos entre los tres!
 
Miguel Ángel Mario Aguilar Lindo y Gordo de Ingenieros, de ascendencia argentina por parte de padre, no dice nada y, con el rostro rojo de vergüenza, se dedica a atender a su oficio nada más. No quiere jaleos con aquel capitán de la policía madrileña. 
 
- Ya sé quien es ese tal Antonio del Banco de Bilbao... pero ¿quién es ese tal Rodolfo empleado de Banca?
- Uno que se las da de listillo.
- A eso lo llamo yo matar tres pájaros de un tiro. 
- Si. Los tres fueron unos pájaros en la Capitanía de los Ingenieros, en Madrid. Los tres eran unos verdaderos pájaros. Este tal Rodolfo es como Moralito. Se creía que a mi me iba a ganar... pero mira por dónde le salió el tiro por donde no debía haberle salido... porque salido estaba un montón...
- ¡¡Jajajajaja!!
- Historias de fantasmas puedo contarte tantas que nos puede llegar el alba de mañana y todavía no he terminado. 
- Mientras tomo el café con leche tranquilamente... ¿puedes contarme otro de los muchos casos que has investigado?
- Sí. Uno muy interesante de un tal San Román... pero este San Román sólo era un suplente...
- ¿Estás hablando de fútbol otra vez?
- Eres muy inteligente. San Román era el suplente de Pazos y Madinabeytia en el Atlético de Madrid pero este tal San Román al que descubri que era otro salido, pero que muy salido por cierto, era del Instituto San Isidro de Madrid y le vi, una tarde años después, rondando por la Facultad de Ciencias de la Información. 
- ¿Para vigilar lo que hacías con las chavalas guapas e interesantes?
- O quizás para aprender cómo se liga... pero ni tan siquiera le saludé... así que no aprendió nada.
- ¡¡Jajajajaja!! ¿Pero quién es ese tal San Román si no te refieres al portero suplente del Atlético de Madrid?
- Uno que sentía mucha envidia cuando supo que me gustaba la profesora de Historia del Arte, llamada Ana María, y quiso quedarse a solas con ella. 
- ¡Ay va! ¿Eso hacía ese tipo en el Instituto?
- Eso quiso hacer pero, mira por donde, la profesora se lo quitó de en medio cuando nos quedamos los dos a solas con ella y, entonces, de manera imprevista, la profesora decidió quedarse a solas conmigo... pero no pasó nada malo entre nosotros, Princesa... nada  más que un reconocimiento de méritos entre los dos. Ella me enseñó muy bien la Historia del Arte y yo aprendí mucho sobre profesoras guapas e inteligentes.
- ¿Pasó algo más entre vosotros dos?
- No pasó nada más. Solamente la miré y la admiré y nada más. Ella me agradeció que le diese el corte definitivo al paleto de San Román.
- Pero... ¿quién le dio el corte definitivo? ¿La profesora o tú?
- En realidad la profesora Ana María y yo formábamos un gran equipo para cazar a los machistas. Formábamos un gran tándem. Yo me limité a hacerle hablar memeces machistas mientras ella lo escuchaba todo. Asi que yo realicé la misión de descubrirle y ella le dio el corte definitivo. En realidad aquel San Román era sólo un simple y bobo machista pero no tenía ni idea de lo que era el estilo dórico, el estilo jónico y el estilo corintio ni sus diferencias. 
- O sea, que no entendía nada de Arte. 
- Eso es. Sólo acudía a las clases para mirarla y admirarla a ella, pero no sabía ni hacer un cuadro sinóptico como Dios manda. 
- ¿Y cómo finalizó aquella misión entre la profesora de Historia del Arte y tú?
- Después de descubrirle y darle el corte final ella y yo nos despedimos como grandes amigos nada más. 
- ¡¡Jajajajaja!! Asï que, en resumidas cuentas, aquel tal San Román lo que quería era quedarse a solas con ella. 
- Tú lo has dicho. Eso es lo que quería, pero la profesora fue mucho más inteligente gracias a mi desinteresada ayuda.
- Y ese tal San Román... ¿era o no era amigo tuyo?
- Era un enemigo. Por eso nunca jugó en el equipo del Esparta de San Isidro que lideraba yo.
- Que sea verdad lo que me estás contando o te pelo ahora mismo.
- Pues es verdad. Así fue cómo acabó aquel asunto  ¿Cambiamos de tema y te cuento cómo cacé a un tal Agustín Ron Cero de las Cuevas y Sésamo? Eso fue otra gran misión investigadora. 
- ¿Quién es ese tal Agustín?
- En los grupos machistas le llaman "El Ronco" y es, solamente, un machista percherón roncero que se las va dando de filósofo porque está enamorado de lo que él dice su grandísima inteligencia comparada con la inteligencia de las chicas. Para él todas son equinocciales que sólo sirven para una cosa...
- No me digas qué cosa es esa porque ya me lo supongo. 
- Supones bien. Es tan machista percherón roncero que para poder hablar con chavalas como tú se toma más de un ron hasta acabar en cero a la izquierda por completo. Se las daba de gran conquistador donjuanesco de mujeres pero siempre terminaba "bailando con la más fea" y eso lo he visto con mis propios ojos en una discoteca nocturna. Se las daba de conquistador pero siempre se conformaba con "bailar con la más fea"-
- O sea, que no vale nada...
- Menos que nada. ¿Qué puede valer un tipo que traiciona a sus amigos?
- ¿Cómo es eso? Cuenta... cuenta...
- Que resulta que iba diciendo, sobre las hermanas de uno que se creía muy amigo suyo, algo innombrable...
- Me supongo lo que es. 
- Sí. Decía de las hermanas de uno de sus más queridos amigos, porque estaban todavía solteras, que lo que necesitaban era irse a la cama con hombres para que no fuesen neuróticas. 
- ¿Y eran neuróticas?
- No. El neurótico era él que se ufanaba tanto de su proverbial inteligencia que se creía superior a todos los hombres. Tan machista percherón roncero que no respetaba ni a sus más íntimos y admiradores amigos. 
- ¿Y es verdad que dijo eso de que lo que necesitaban eran hombres en la cama para que hicieran el amor con ellas cuando todavía estaban solteras?
- Es verdad. Lo dijo delante de mí. Él mismo se presentó como voluntario para hacerlo. Y todavía fue peor lo que le quería hacer a otro amigo suyo, que era su confidente porque creía en su amistad, cuando le contó que estaba enamorado de una chavala canaria imposible de conquistar. 
- ¿Y qué hizo Agustín Ron Cero de las Cuevas y Sésamo?
- Se le ocurrió proponer a su amigo locamente enamorado de una chavala canaria imposible de conquistar que él le podía hacer el favor de ligarla, con su proverbial inteligencia, y llevársela la cama.
- ¿Y a esa clase de tipos no se les llama cabrones?
- Eso es, Princesa. Eso es lo que, para los españoles, son los cabrones. Su amigo me lo contó con toda clase de detalles. Él buscaba una ayuda psicológica creyendo que el tal Agustín Ron Cero de las Cuevas y Sésamo era una lumbrera filosófica pero ya ves que filosofía tenía ese menda.
- ¿Quizás un epicúreo?
- Sí, Princesa. Un epicúreo y un hedonista al mismo tiempo. Por eso no le importaba para nada burlarse de sus verdaderos amigos. Yo le descubrí totalmente en La Cueva de Sésamo, pero a mí no me engañó porque no le hice ni puñetero caso y seguí a lo mío que era continuar buscándote a ti y solamente a ti. No me interesaban para nada las mujeres mayores como al parecer le interesaban a él porque tenía la mente un poco trastornada. Lo comprobé otra vez en la disctoeca "El 42", en la calle Claudio Coello, número 42, cuando no bailó con ninguna de ellas y se puso a bailar con una banqueta. Tengo testigos de eso. Yo sólo intentaba llegar al fondo de la cuestión y descubrirle del todo. Era solamente un machista percherón roncero que sólo se comía roscas con las que no valía la pena usar tantos esfuerzos como él usaba. Si crees que es mentira puedo ponerme en contacto con él y lo verás con tus propios ojos y lo escucharás con tus propios oídos.
- ¡Ni hablar! ¡Yo con esa clase de machistas no voy ni a la vuelta de la esquina ni estando borracha de cafés con leche!
- ¡¡Jajajajaja!! Te advierto que es un gran ligón con las suecas. 
- ¿Con las suecas o con las chuecas, Juan Bautista?
- Tú lo has dicho. Ligaba sólo con las chuecas pero se creía que eran suecas. 
- ¿Con las chuecas de Chueca?
- ¡¡Jajajajaja!!
- No es un chiste sino una pregunta, Juan Bautista.
- Exacto. Posiblemente ligaba con las chuecas de la Zona de Chueca y se creía que estaba ligando con suecas de Estocolmo. 
- ¡Eso es el colmo!
- Si. Era el colmo de machista percherón roncero. Pero como es tan brillante filósofo a lo mejor te interesa conocerlo. Puedo localizarle y decirle que venga para acá.  Según su grandísima sabiduría filosófica todas las chavalas y todas las mujeres sólo sois equinocciales y sólo servís para esa cosa que tú ya sabes. Si quieres le hago venir aquí para darle la puntilla final como hacen los más grandes toreros.
- ¿Es que también has sido torero?
- Quise, de verdad, ser torero, pero Dios me lo impidió. Si no llega a ser porque Dios me tenía destinado para otros trabajos yo hubiese sido torero de verdad.
- Te creo. Te creo lo suficientemente valiente como para eso.
- Pues que no se les olvide a quienes no me creen.
- Pero yo sí te creo. Y hubieses sido un gran torero valiente.
- Gracias. Tú lo has dicho. Es cierto que quise ser torero pero Dios no lo permitió y me puse a estudiar Bachillerato para ser, en el futuro, un escritor de los grandes y, de paso, uno de los grandes periodistas e investigadores. Asi que... ¿llamo o no llamo a ese tal Agustín Ron Cero de las Cuevas y Sésamo para que nos veas a los dos filosofar cara a cara a ver quien acaba con quién? La verdad es que yo no le he hecho nunca ni puñetero caso porque se parece mucho a Rasputín auque más feo que Rasputín, pero si quieres ver cómo le toreo sólo tienes que pedírmelo. Soy capaz de cortarle las dos orejas y el rabo después de hacerle una gran faena delante de ti. 
- ¡Ni hablar! ¡No quiero saber absolutamente nada de las aburridas historias de ningún machista percherón roncero! He escuchado a alguno de ellos y son más aburridos que darle con un calcetín sudado a una zapatilla rusa. ¡¡Jajajajaja!! Prefiero tus emocionantes y divertidas aventuras por esos mundos de Dios. 
- Entonces... ¿quieres que te siga contando cómo terminó mi aventura en Mocay?
- Si no hay más remedio que sacrificarme para escucharla... 
- Te prometo que no es tan aburrida como las de los machistas percherones ronceros.
- Adelante. ¡Dios mío, dame paciencia con este chaval!
- ¿Lo dices por mí?
- Si. Lo digo por ti. Anda. Sigue contando. 
- Pues que sucedió que estando yo arrastrándome por las arenas del desierto abrasador...
- No me digas que en Mocay hay también un desierto abrasador...
- A lo mejor es que me entró una extraña fiebre... pero el caso es que parecía un desierto abrasador... pero mira por dónde, cuando estaba punto de morir de sed, me encontré... ¡de repente!... con un oasis...
- ¡Vaya por Dios! No sólo dices que hay un desierto abrasador en Mocay sino que también me cuentas que hay hasta un oasis... ¿tiene mucha agua ese oasis y está lleno de palmeras?
- Como todo buen oasis... pues sí... gracias por recordármelo pero ahora me viene a la memoria que...
- Para un momento, Juan Bautista, no me creo yo eso del oasis... ¡creo que es mentira!
- No es mentira. No me refiero a un oasis de los que estás tu pensando... sino a un bar de cócteles hawaianos llamado "Oasis"... y allí... en medio de mi más tremenda soledad... ¡zas!... ¡llegó una bruja y me derribó al suelo!
- ¡Vaya, vaya, vaya! ¡Se está poniendo interesante la aventura con bruja incluída!
- Sí. Me pilló desprevenido cuando estaba yo con el mata suegras...
- ¿Asi que de fiesta de Año Nuevo en Mocay?
- Pues no. No era diciembre sino que estábamos en pleno verano. Debía ser o julio o, como mucho, agosto... pero el caso es que...
- Espera, espera... ¿qué es eso de una bruja en un oasis? ¿No sería un espejismo tuyo?
- No. Yo no tenía, en esos momentos, un espejo para poder verla y por eso me atacó por la espalda... y para que sepas que no fue un espejismo te cuento que a punto estuvo de devorarme...
- ¿Y cómo te salvaste del ataque de esa bruja?
- Me salvó el guardian de la playa que llegó en mi ayuda...
- ¿Un guardián de la playa? Pero... ¿no estabas contando que era una bar de cócteles hawaianos?
- Si. Pero resulta que estaba al borde de la playa... ¿o no puede haber un oasis al borde de la playa?
- Eso es más difícil de creer que una ballena camina por la calle de Serrano de Madrid capital. 
- El caso es que, en esos momentos, estalló una gran tormenta de granizo...
- ¿Una gran tormenta de granizo en pleno verano y en Mocay? ¿Cómo es eso?
- Bueno... si te cuento la verdad... no fue una tormenta sino un tormento... todo un tormento que tuve que aguantar mientras la bruja me agarró del cuello y estuve a punto de morir entre sus manos...
- ¡Muy vivo me parece que eres tú!
- No. Lo que pasó fue que me avivé y me monté en una llama...
- ¡¡Eso sí que es mentira!! ¡¡No existen llamas en toda Oceanía!!
- Pues debería ser, quizás, una llama inmigrante ecuatoriana pero yo ví una llama y me agarré a ella como a un clavo ardiendo... porque cada vez hacía más calor en el oasis...
- ¡Que es imposible, Juan Bautista, que hubiese una llama ecuatoriana inmigrante en Mocay!
- Es que no me refiero a una de esas llamas andinas sino que de pronto surgió una llama de fuego porcedente del volcán cercano...
- ¿Un volcán cercano a la playa? ¿Cómo es posible eso?
- Pues no lo sé cómo fue posible pero lo fue... pero me salvé de la explosión del volcán porque yo llevaba un traje muy elegante... un traje inflamable e impermeable... y por eso pude salir de naja de aquel oasis y entonces...
- ¿Me estás contando ahora otra historia?
- No. La otra historia me parece que no fue interesante porque se trataba de un gran número de monjas con las caras redondas.
- ¡¡Jajajajaja!! ¿Qué aventura es esa de estar tú liado con un gran número de monjas con las caas redondas?
- Esa es una aventura muy aburrida y no te la debo contar porque no tuvo ningún interés especial como para ser contada a una chica tan bonita como tú.
- Está bien. No me importan en absoluto las historias de monjas que tengan las caras redondas o tengan las caras cuadradas.
- Entonces... ¿puedo seguir con mi aventura en Mocay?
- ¿Es que no has terminado todavía?
- No ha terminado el cuento ahí. Sucede que, de repente, se me apareció una china.
- Eso es bastante creíble. Chinas hay en todas partes del Mundo. ¿Qué te pasó con la china?
- No me estoy refiriendo a ninguna china de la China. 
- Todas las chinas son de China. 
- Es que no me estoy refiriendo a ninguna Chu Lay por ejemplo. 
- ¿Entonces cómo se llamaba esa china?
- Que no era una china de la China sino una china de Mocay.
- ¿Pero no me has dicho al principio que eran unas guapísimas hawaianas?
- No me estás poniendo toda tu atención a lo que cuento.
- Si te estoy siguiendo... pero aprece increíble...
- Entonces escucha. No era ninguna china con faldas y a lo loco. 
- ¿No era ninguna china enloquecida? ¡Me estás volviendo loca con tu aventura en Mocay!
- Yo me refiero a que, de pronto, se me apareció una china dentro de mi bota derecha campera... así que yo... esto... ¿qué te parece si nos tomamos un par de chocolates a la taza para variar un poco?
- ¿Para variar de historia?
- No. Para variar de dieta de adelgazamiento. 
- ¡Pero si tú y yo estamos bien delgados los dos! Anda, por favor, cuenta cómo terminó tu aventura en Mocay y te invito yo a un chocolate en taza si me haces reír con uno de tus finales increíbles. 
- Te va a parecer increíble de verdad. 
- No importa. Me parece increíble desde que has empezado a contarla. ¿Cómo terminó todo? No me digas que te despertaste y todo fue sólo un sueño.
- Nada de un sueño. Ese final está ya muy repetido en las películas de miedo y ya no sorprende a nadie.
- Sorpréndeme entonces con un final sorprendente. 
- No se si te lo vas a creer... pero me pasó lo que le pasó a Jonás el de la Biblia. 
- ¿Que te tragó una ballena según te estabas bañando en la playa?
- Sí. Pero no fue una ballena sino una sirena muy guapa. 
- ¿Y te dejaste tragar por la sirena muy guapa con todo gusto?
- Sí. Me dejé tragar por la sirena muy guapa con todo gusto pero le di el aviso de que me devolviera a la playa cuando llegáramos a Benidorm. Fue un viaje sensacional. 
- ¿Y te desembarcó en Benidorm?
- Bueno. Se equivocó de playa y me desembarcó en El Sardinero rodeado de sardinas por todas la partes menos por una que fue por donde pude escapar definitivametne. Y así terminó la emocionante e increible historia de mi aventura en Mocay.
- ¡Está bien! ¡Está bien! No sé a que se debe pero me creo tu aventura como si fuese real. ¡Te invito a una taza de chocolate antes de tener que ir al Arzobispoado de Madrid-Toledo.
 
Juan Bautista, entusiasmado, llama de nuevo al camarero.
 
- ¡¡Camarero visible, haga usted el favor de aparecer de nuevo!!
 
El camarero Miguel Ángel aprece ahora todavía más asustado que antes...
 
- No se preocupe usted, Don Miguel Ángel, que todavía no ha pasado nada malo.
- ¿Es que va a suceder algo malo?
- Depende de si me enfado con usted o no me enfado con usted. De momento, deje de mirarla tanto otra vez y haga el favor de servirnos dos tazas de chocolate bien espeso. Y, si es posible, una vez que nos lo haya servido ocúltese en la espesura de los alrededores.
- Debe ser algo muy grave entonces, capitán.
- Ya lo creo que es algo muy grave.
 
El camarero Miguel Ángel ya no vuelve a preguntar nada y, más asustado que nunca, corre a cumplir con el pedido.
 
- Te advierto, Lina, que lo más difícil que viví en Mocay fue librarme de aquella china.
- Eso no lo entiendo del todo bien. ¿Una simple china en tu bota derecha campera fue lo más difícil que te sucedió en esa aventura? 
- Si. Era un sufrimiento caminar con esa china y tuve que hacer grandes esfuerzos para sacarla de mi bota. 
 
En esos momentos aparece, de nuevo, el camarero Miguel Ángel que llega a la mesa, deja los dos chocolates calientes sobre el tablero y sale más deprisa que nunca para huír de aquella pareja compuesta por la bellísima y escultural Ángeles y su esposo Juan Bautista.
 
- Sigue. Sigue contando...
- Pues que en la playa de El Sardinero se me hizo de noche y vi a Pegaso...
- ¿Qué viste a la constelacion de Pegaso?
- No. Que vi a un camión de la marca Pegaso, coloqué mi mano derecha haciendo auto stop, se detuvo el camionero, monté en la cabina como copiloto y así llegué, por fin, a este querido y amado Madrid capital.
- ¿Y qué hiciste después al llegar a este nuestro querido y amado Madrid capital.
- Me fui a casa y dormí como un lirón hasta la mañana siguiente que volví al trabajo.
- ¿Le contaste a algún compañero o compañera esa aventura?
- No merecía la pensa contársela a nadie. No tenían imaginación suficiente para comprenderla y, aún menos, para entenderla... así que trabajé como todos los días y luego fui a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y terminé siendo Licenciado en Periodismo.
- ¿Puedo creerme eso?
- Créelo porque es verdad. 
- Estça bien. Ya he terminado mi taza de chocolate... ¿y tú?...
- Yo también, Lina.
- Bueno. Pues tú pagas los dos cafés con leche y yo pago los dos cohocolates en taza. 
- Nada de eso. Tengo otro plan mucho más perfecto.
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Espera y verás.
 
Juan Bautista llama al camarero Miguel Ángel.
 
- ¡¡Don Miguel Ángel!! ¿Nos puede traer la cuenta?
 
El camarero se acerca con la cuenta y se la entrega al capitán Juan Bautista. 
 
- Esto es todo lo que debe, capitán. 
- Aquí hay un error. 
- La he repasado varias ves y no hay ningún error, capitán. 
- La cuenta es justa pero lo que quiero decir es que voy a hacer Justicia. 
- Tú dirás, capitán...
- ¿Conoce usted al "Padrino" de las pistas de tenis de esta Casa de Campo?
- ¡Vaya que si le conozco bien! ¡Siempre come suculentamente aquí pero siempre se marcha sin pagar!
- ¿Por qué hace eso?
- Porque es íntimo amigo del ingeniero de la Casa de Campo y nos amenza con que si le cobramos lo que consume le pide a dicho ingeniero que nos quite la licencia para poder seguir trabajando y nos quedamos sin negocio y en el paro.
- ¿Cómo se llama ese tal ingeniero?
- Todos le conocemos como Ben Emiboma.
- Ese seguro que es su nombre completo... ¿y sus apellidos cuáles son?
- Su nombre completo es Ben Emiboma Nguema Lumumba y es un español pero nacido en Guinea Ecuatorial.
- ¿Cuánto dinero les debe "El Padrino"?
- Una verdadera cuenta muy elevada de pesetas porque lleva varios años haciendo lo mismo. 
- ¿Tiene usted todas las facturas que le debe?
- Sí. Las tengo bien guardadas aunque él no lo sabe.
- Pues llegó la hora de hacer Justicia. El Jefe Superior de la Policía de Madrid ya está deteniendo, en estos momentos a ese tal "Padrino" y toda su pandilla de mafiosos. Como ya sabe quién es ese tal Ben Emiboma Nguema Lumumba, usted suma a las cuentas que le debe el tal "Padrino" nuestros dos cafés con leche y nuestras dos tazas de cohocolate y verá como antes de una hora aparece Don Diego Castillejo, "El Padrino" y Ben Emiboma para ajustar las cuentas. ¡Le prometo que le van a pagar todo lo que le deben más daños y prejuicios por haberles tenido que aguantar todas sus chulerías durante todos esos años!
- ¡Muchas gracias, capitán! Cuando quiera volver por aqui siempre será invitado por la casa.
- Ni, gracias. No soy como toda esa jarca de mafiosos sino todo lo contrario. Y ahora anote lo que le debemos esta chavalilla y yo en las cuentas de "El Padrino". No se preocupe de nada más. Nadie le va a quitar la licencia para que siga con su honrado trabajo para dar de alimentar a su familia.
- Otra vez muchas gracias, capitán!
- ¡Déselas a ella! Todo lo hago por ella.
- ¡Muchas gracias, Lina!
 
Y el camarero Miguel Ángel se marcha feliz y contento con la bandeja y las tazas de los cafés con leche y los chocolates vacías.
 
- ¡Siempre les recordaré a los dos!
- Gracias Don Miguel Ángel pero mejor recuerde siempre a su esposa y a sus hijos que es más importante para su vida.
 
El camarero se pierde de vista...
 
- ¡Eres maravilloso, Juan!
- Vamos ya hacia el Arzobispado, Ángeles.
 
Los dos se levantan y se marchan del Bar-Cafetería "El Teleférico" hasta llegar al flamante Ferrari de color rojo de ella y entran en él. Siempre ella ante el volante y él como copiloto y compañero de viajes. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

NOvela y Guin litario para Cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Novela Relatos Narrativa Guin Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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