A la sombra del Kilimanjaro.
Publicado en Apr 10, 2013
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“El destino a veces nos juega malas pasada, pero de ella tenemos que sacar aprendizaje y seguir adelante”
                                                       Odys O.
 
La vida decidió que llegáramos juntos, pero la ambición pudo más que los lazos fraternos.
Nuestro padre esperaba con ansias nuestro arribo ya que las nieves del Kilimanjaro cubrían sus sienes y no había tenido un descendiente varón que ocupara su lugar en la tribu.
Naciste tú primero, hubo gritos de júbilo y alegría pero en esa algarabía solo dos seres presenciaron mi llegada, mi madre y el brujo de la tribu; .naciste con el derecho de primogenitura, Pero yo con la marca real y esto marco nuestras vidas, no para bien, si no para mal.
Nuestra madre murió muy temprano y fuimos criados por nodrizas (madres de nuestras hermanas), y nos instruyeron de forma muy distintas, pero a pesar de todo esto yo te amaba hermano mío, pero a veces la vida es tan cruel.
 
Al llegar a la edad de demostrar nuestra hombría, el brujo de la tribu por ordenes de nuestro padre nos hizo nuestra primera prueba, aunque que ninguno de nosotros dos lo supiera las pruebas eran idénticas pero nos mandaron por diferentes caminos y se esperaba que uno de los dos no lo completara y así poder proclamar el nuevo jefe de la tribu.
De los dos, tú fuiste el más fuerte y valiente, muy pocas veces enfermaste, pero yo vivía enfermo y en varias ocasiones las fiebres casi acababan con mi vida. Para mi padre, eras el favorito y su deseo era que tu llegaras a ser el jefe de la tribu, pero el brujo decía que por mística ese puesto debía ser para mí, es por eso que no dejo que la muerte me llevara en sus brazos y luchaba por mi existencia.
Fue jocoso verle los rostros de asombro al vernos regresar con las pruebas  de nuestra misión; no creían lo que habíamos logrado, lo tuyo fue fruto de valor y coraje, lo mío fue estrategia aunado a mi inteligencia y astucia, los dos llegamos al mismo tiempo, para dolor de cabeza del brujo y nuestro padre.
Los días de nuestro padre se acortaban y todavía no se decidía quien sería el nuevo jefe de la tribu y las ansían de poder de nuestras nodrizas nos enveneno nuestros corazones y a espalda de nuestro anciano padre planificábamos como llegar al poder y acabar con el otro.
Ellas sembraron el odio en nuestros corazones y el olvidar que llegamos juntos a la vida y un solo vientre nos alojo y olvidar a nuestra madre y el poco amor que nos dio a los dos antes de partir.
 
La muerte de nuestro padre, era obvia que la deseábamos pero esa noche nos tomo por sorpresa y para nuestra desgracia no pudo escoger a ninguno de los dos pero jamás se dio de cuenta que la tribu estaba dividida y nuestros ejércitos ya estaban conformados con  sed de sangre y en espera del momento de la confrontación.
El tiempo de duelo fue muy tenso, pero por respeto a nuestro padre tratamos de ser tolerantes el uno con el otro aunque la última noche del duelo pasó un “no sé qué” que en realidad no recuerdo, pero fue la detonante de nuestra desgracia.
“La guerra entre hermanos, había dado comienzo”.
 
Al alba tu intento de acabar con mi vida fue descubierto y hubo una fiera batalla entre los dos bandos y en un descuido de los míos, lograste escapar con tu gente y no te pudimos dar  alcance y como diestro cazador supiste borrar tu rastro.
Por mucho tiempo no supimos nada de ti ni de tus hombres y vivimos en una relativa paz, pero siempre en alerta por el reto que lanzaste al marcharte.
 
Ese día llego……
 
Te alistes a una hechicera que se escondía en la espesura de la selva, con ella nos hicisteis llegar el ultimátum de que al amanecer de la próxima luna, el destino de nuestra gente se tendría que decidir a la sombra del Kilimanjaro; con dolor en mi corazón, el reto acepte y mi gente me apoyo.
 
Antes del amanecer, nos alineamos y a lo lejos te vi llegar, sentí una mezcla de sentimientos que confundieron mi mente y mi razón, te vi más fuerte y con un gran señorío, quise entregarte en ese mismo el poder, pero temía a la deshonra que sufrirían mis hijos si yo hubiera claudicado sin antes haber luchado, y por ellos creció mi coraje y me dispuse a luchar.
 
Apenas los rayos del alba desnudaron la oscuridad de la noche, al grito de nuestro dolor dio comienzo la cruel batalla, cruel y despiadada; nuestros guerreros caían como hojas al viento y las faldas del Kilimanjaro se cubrieron de la sangre de nuestros hermanos y todo por el mal sano deseo de poder de las mujeres que nos criaron, aun sabiendas de que éramos hermanos crecimos odiándonos. 
Cuando ya el sol casi se ocultaba, triste y temeroso por ser testigo mudo de esa herejía, tu y yo nos vimos cara a cara y en vez de abrazarnos como hermanos comenzamos a luchar y nuestra gente al vernos hacer esto dejaron de luchar y la masacre se paralizo y ahora todo dependía de nosotros dos.
 
Fuimos bravos guerreros y intensa fue nuestra batalla pero tu fortaleza impero y me heriste de muerte, tu rostro cambio y se transfiguró en puro lugar ya ahora la tierra que nos vio nacer me ve en tu regazo agonizando y pidiéndote perdón.
 No!!! Por favor no llores hermano mío, el destino a elegido lo que nuestro padre jamás pudo hacer y sé que serás un gran jefe y buen guía para nuestra gente, solo te pido que perdones la vida de mis guerreros y que desde hoy seas padre de mis hijos ya que se que no tuviste hijos, solo hijas se que les querrás como si fueras yo mismo.
 
Ahora déjame partir, ya han llegado por mi nuestros padres, cuídate hermano mío que me he de ir con nuestros ancestro.
 
Voy en paz…..
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Foto del autor Odalys Delmira Obregn
Textos Publicados: 11
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Descripción

Reencarnaciones

Palabras Clave: continuo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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