Aguilas Negras - 37 (Novela y Guión literario para Cine)
Publicado en Apr 08, 2013
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- Puede usted seguir mirándola obsesivamente a los ojos. Por mí no se corte ni un pelo inspector-investigador Don Roberto Alcázar de Toledo y Toledo... porque es ella la que va a hablar ahora que le toca el turno... yo sólo la acompaño en el sentimiento...
- ¿Es que se le ha muerto algún pariente, señorita... y quiere que yo investigue para saber cómo ha sido?
- Eso es galante caballero. Se me ha muerto un pariente de muy cercano parentesco además. Y no sé qué va a pasar ahora...
- ¿No sabes que va a pasar ahora, preciosidad?
- No... no tengo ni idea de lo que va a pasar ahora... y por eso requiero su auxilio de detective salva fortunas de gentes millonarias acosadas por bandoleros, atracadores y asaltantes de vírgenes inocentes como yo. Mi compañero y colega del aula universitaria me ha puesto al corriente de sus tarifas para cada aventura e intriga que resuelve usted y mi cuenta corriente, por supuesto, está a su entera disposición. Solamente soy una inocente criatura de la crema de la alta sociedad a la que he llegado a acceder gracias a un golpe de fortuna. ¡Yo soy de la gente guapa como usted; defensor del patrimonio privado de los "nuevos millonarios" por encima de todo! ¿Es ese su lema? Que el patrimonio sea nacional o sea extranjero da lo mismo... ¿verdad caballero? ¿O no hay muchos nacionales y extranjeros que se están llevando al exterior todos sus dineros; sacando de nuestro país verdaderas fortunas aunque otros muchos no tengan nada? ¿Se puede saber cómo unos don nadies se pueden enriquecer tan deprisa? Así que usted siempre va defendiendo a todos esos puñeteros que se enriquecen de la  noche a la mañana y les importa menos que un pimiento que estén esquilmando al pueblo y dejando en la hambruna y en la miseria a los más inocentes y a los que menos se pueden defender... ¿no es cierto Don Roberto?
- ¡Oye niña, te estás pasando varios pueblos!
- No me estoy pasando ni una aldea. El orden es el siguiente: Madrid, Pinto y Valdemoro. Y es que me parece que me he quedado entre Pinto y Valdemoro y necesito su auxilio para salir de este embrollo en que estoy metida porque me acechan varios maleantes y quiero regresar viva a Madrid.
- ¿Qué me estás contando, preciosa?
- Un cuento; pero... ¿verdad que puede ser una realidad, tío guripa? ¡Dios mío qué manera más ecuánime de hacer justicia la suya y es que no para usted, según me han contado quienes han visto como actúa, de soltar castañas calientes y de repartir estopa a espuertas para dar de comer algo a los que pasan más hambre y para calentarles el cuerpo a los más necesitados de ayuda, comprensión y misericordia cristiana. Claro que, quizás usted no sepa nada de Jesucristo salvo los sermones que escucha en la Iglesia de los Sacramentinos de la calle Alcalde Sáinz de Baranda. Pero... ahora que me fijo de verdad... ¡qué guapo es usted!
- No es por dármelas de guapo pero lo que es guapo... soy lo suficiente como para maravillar a una maravilla como tú.
- Guapo, lo que se dice guapo, la verdad es que es usted tan guapo que se sale del cromo, porque tiene usted tan alta concentración de cromosidad en la cara... ¡y cuánto debe usted de gastarse al mes en cremas rejuvenecedoras!... y hasta tanta cromosidad en su mirada... ¡por Dios cuánta crema para pintarse las pestañas y disimular las ojeras!... que con razón defiende usted solamente a la crema de los recién llegados a la alta suciedad... digo... a la alta sociedad. ¡Eso sí que es ser gente guapa como usted!
- ¿Dónde has aprendido a hablar así?
- Tengo un Gran Maestro en lenguajes de las calles e incluso de la bofia. Es un Gran Maestro, campeón universitario, que bate a Anatoly Karpov y Gary Kasparov los dos juntos, porque he visto con mis propios y bellísimos ojos que los grandes maestros rusos se ponen muy nerviosos cuando saben de su existencia, Don Roberto.
- No me fijo nunca en los rusos, sean ajedrecistas o no sean ajedrecistas. No son de mi agrado. Lo que sí me agrada mucho son las miradas como la tuya. ¡Es una mirada deslumbradora!
- Intentraré mirar hacia otro lado para no ver tanta cremosidad en su cutis. Pero dígame cómo salgo yo de esta situación de estar entre Pinto y Valdemoro. ¿Usted me comprende del todo? ¿Qué me recomienda para salir de este agobio? Me siento tan agobiada que de verdad se lo puede tomar a risa, que es mejor, pero deme alguna receta para superarlo.
- No estoy comprendiendo nada, pequeña.
 
Es entonces cuando interviene Juan Bautista...
 
- Sí. Es muy pequeña todavía porque sólo es Angelina, o Lina si usted lo prefiere, pero supongo que algún día crecerá un poco más. Ahora el que interroga soy yo para aclararle mejor este extraño asunto. ¿O no es tan extraño y está más claro que la sopa de un asilo de ancianos, señor mayor?
- ¡Ah! ¿Estabas aquí? De verdad que ni me había enterado de que escuchabas...
- Ya lo veo... ya lo veo Clodoveo... y me lo creo... porque hay miradas de mujeres que hacen a muchos hombres, mayores por supuesto y no tan pequeños como yo, que les hacen olvidarse de los demás que estamos a su alrededor. A mí también me ha pasado eso en algunas ocasiones a pesar de lo muy joven que soy. Es normal y natural cuando somos normales y naturales. Lo que no es normal es lo que sucede con usted. Por supuestísimo, como dice un amiguete mío que es más falso que un vendedor de collares de bellotas queriendo hacer creer que son collares de perlas cultivadas. He conocido ya a muchos de esos amiguetes y colegas de la Gran Acracia... fíjese si tiene gracia que digo Acracia... que esto de ir diciendo por supuestísimo en lugar de por supuesto es, desde luego y que no quepa duda alguna,  para ser un fantasmón más que un fantasma.  ¿Qué le sucede que se ha puesto estrábico de repente? ¿Le vienen a la memoria fantasmas del pasado compuesto? Le advierto que, a pesar de ser tan joven, no creo en las supersticiones pero sí en las suposiciones bien verificadas por supuestísimo... ¿A que es muy molón decir por supuestísimo en lugar de decir por supuesto, señor inspector?
- No te entiendo, amigo...
- Amigo del alma o solo amigo del corazón.
- ¿Te estás burlando de mí?
- Yo jamás me burlo de un compañero y colega de oficio... sólo que a veces, o muchas veces para ser más exactos, hay que tomárselo a broma.
- Entonces... ¿no es suficiente con ser solamente tu amigo?
- ¡Me encanta eso de amigo! ¡Yo tengo hasta un millón de amigos que hablan muy mal de mí por la espalda! Quizás debe ser que son como Judas Iscariote quieren aparentar que son como Judas Tadeo. ¿Le gusta mi manera de ver las cosas?
- De verdad que me dejas congelado...
- ¿Cómo los merluzos del Mercado de Ibiza?
- Lo digo en serio. No sé qué decirte...
- Pues no se preocupe por lo que quieran seguir diciendo de mí todas esas lindas personas que se llaman amigos y amigas. Antes de seguir con esta interesante charla le aclaro que eso de Gran Maestro Internacional, y Campeón Mundial Universitario de Ajedrez, a quien se refiere esta chavalilla, no soy yo, no vaya usted a pensar ahora que yo voy diciendo que soy como un Pequeño Capablanca... pero no se vaya usted, caballerete, a enfadar ahora con ella, porque ella no tiene ninguna culpa de nada. Lo que sí tengo es muy buena memoria, una sensacional memoria, y por eso no me invento todo lo que digo sino que muchas veces digo verdades como puños. A veces recuerdo ese tipo de verdades y recuerdo que... ¡vaya manera que tenía usted de manejar los puños contra chavales que asaltaban para dejar de pasar hambre! ¿Me entiende ya mejor?
- Ahora te entiendo peor...
- Eso está muy bien... pero que muy bien, caballerete... Peor es mejor para intentar salirse por la tangente... ¿no es cierto?
- ¿A qué viene eso ahora?
- Lo digo para ver si tiene usted mejor memoria que yo y recuerda lo de contar historias de miedo a los niños...
- ¿Contar historias de miedo a los niños? ¡¡No comprendo nada!!
- No se vuelta usted histérico que yo le voy a volver historico. Sí. He dicho contar historias de miedo a los niños en una iglesia, digamos que por ejemplo la de los Padres Sacramentinos de la calle Alcalde Sáinz de Baranda; y digamos, por ejemplo, a finales de los años 50.
- ¿De dónde has sacado tú todos esos conocimientos?
- Del cajón de sastre que hay en mi cerebro. ¿Usted es también de los que opinan que a mi cerebro le falta una neurona porque se la ha comida algún caníbal de la selva del Amazonas? Se lo aclaro porque todo ese millón de amigos que son más falsos que una escultura de hojalata que se hace pasar por obra de Gran Arte cuando sólo es un poco de chatarra nada más, me dicen que no soy nada inteligente porque estoy mal de la chinostra. Pero mire por dónde, Gracias a Dios, mi cerebro es un cajón de sastre donde hay de todo un poco. Cultura mosaica se llama en Periodismo, o culture mosaic si lo desea en inglés. ¿Le explico, en breves segundos, lo que es la cultura mosaico antes de volver a los recuerdos para ver si usted recuerda?
- Dime lo que es la cultura mosaico porque estoy perdido...
- Que está usted perdido es una gran verdad. Pero escuche lo que es la cultura mosaico y así se relaja usted un poco los músculos de la cara porque viéndole bien visto tiene usted un rictus en el rostro que parece usted Aniceto el Avinagrado o Crispín el Amargado. Pero no diga nada y escuche porque hablar con un tipo tan avinagrado y amargado es de mucho agrado.
- Escucho.
- Pues deje un momento de mirarla tan obsesivamente a ella y a ver si me entiende ya de una vez por todas... porque eso de querarlas a todas es una cosa muy fea cuando no se ama a ninguna de ellas sino que es usted más tendente a amar a Pedrín...
- ¿Yo marica?
- Eso queda para su vida íntima aunque un poco marujito si que lo es usted. Vayamos al asunto importante. La cultura abarca distintas áreas: pintura, grabado, escritura y un largo etcétera de saberes y cuando todas expresiones se unen en un tema con un hilo conductor es donde se ve un mosaico cultural. Por eso se llama cultura mosaico. En su obra "Sociodinámica de la cultura", recién publicada en 1978, el teórico francés de la comunicación Abraham Moles señala que la cultura ha venido desempeñando un papel fundamental al dotar de sentido a cuanto rodea al individuo y proporcionarle una especie de pantalla conceptual sobre la que proyectar y ordenar su percepción del mundo. En la cultura del humanismo cognitivo, el razonamiento lógico armonizaba esa pantalla dando coherencia racional a lo percibido; sin embargo, en la cultura-mosaico, la misma se presenta como aleatoria, al componerse mediante la yuxtaposición de fragmentos en los que ninguna idea es necesariamente general y muchas parecen ser importantes. De este modo, las conexiones lógicas son sustituidas por un proceso de tanteo -a modo de ensayo-error- integrando los contenidos de manera atomizada. Moles señala que las dos dimensiones del conocimiento, horizontal y vertical, que él denomina de extensión y densidad, se hallaban claras en el proceso racional de la educación, pero no en la cultura mosaico, como consecuencia de unos procesos en los que el pensamiento se halla deslavazado e inconexo. Todo ello influye en la organización del conocimiento humano, en lo que denomina ‘cuadros del conocimiento', una especie de memoria del mundo que recoge el conjunto de saberes de la humanidad. Sin embargo, esta estructuración del conocimiento en la cultura mosaico es sustituida por el flujo de mensajes de los medios de comunicación. Ello trae como consecuencia la pérdida de un sujeto cognoscente estable y capaz de asimilar y organizar interiormente los conocimientos que va adquiriendo. Fragmentación e incoherencia, lo que supone una ausencia de subsuelo cultural firme en el que sustentar los productos mediáticos. ¿Estamos ante una pérdida de sentido o ante un nuevo sentido? No es éste lugar para entrar a discutir esta cuestión, pero las instituciones clásicas de sentido tal y como fueron analizadas, están siendo desplazadas por esas nuevas instituciones cuyo paradigma son los medios de comunicación. El concepto de cultura mosaico tal como fue formulado por Moles y sus consecuencias más directas, entre ellas la fragmentación de la realidad y la pérdida del sentido de coherencia proporcionado por las estancias socializadoras clásicas, se puede observar con nitidez en el ámbito educativo. Así, cuando se les pide a los adolescentes que resuman un texto se limitan a subrayar las frases que consideran más significativas y a componer una especie de puzzle que para ellos significa el resumen. Se trata de una manifestación del ‘cortar y pegar' aplicado al aprendizaje. Esto se puede explicar bien como consecuencia de una traslación de las prácticas del orden mediático al ámbito educativo, o bien como resultado de grandes carencias en el dominio del lenguaje y del subsiguiente déficit de vocabulario producto de la ausencia de lecturas. O tal vez, y quizá sea lo más acertado, por ambas cosas a la vez. De manera esquemática, este proceso de la ‘mente-puzzle' queda representado en la figura. Así que... ahora viene la sorpresa... yo le pregunto a usted, caballerete tan guapete... ¿es verdad que mi cultura es cultura mosaico o es otra de las mentiras que se han dicho sobre mí?
- Lo has explicado con tal perfección y precisión que es imposible que lo tuyo sea una cultura mosaico sino, más bien, un mosaico de culturas perfectamente entrelazado y de gran consistencia intelectual.
- ¡Vaya, vaya y vaya! O sea... ¿está usted confesando que también han mentido mucho esos amiguetes que decían que lo mío era una cultura mosaico?
- Lo estoy confesando. Es imposible que alguien que plantea los temas con tanta coherencia sea una persona que sólo tiene cultura mosaico. Eres verdaderamente coherente y a eso quizás se le pueda llamar genialidad. 
- Entonces... ¿por qué van diciendo de mí ese millón de amigos y amigas más falsos y más falsas que un tambor de hojalata que yo estoy loco?
- ¿Cómo puede estar loco un joven como tú que estoy seguro de que has leído lo del tambor de hojalata de Hermann Hesse y lo has comprendido y analizando profundamente? ¡¡Es del todo imposible que alguien que tenga esa clase de altas lecturas sea un loco sino un joven muy bien preparado mentalmente y muy culto e intelectual!!
- Pues haga el favor de no hacerme la pelota porque ahora la pelota está en mis pies y soy yo quien la maneja y no usted. Asi que como yo soy el que está jugando ahora, para empezar a puntualizar bien, resulta que "El tambor de hojalata" no es de Hermann Hesse ni tan siquiera es de Heinrich Böll sino de Gunther Grass y ahora yo, aclarado este asunto, le pregunto... ¿es cierto, por supuestísimo como dicen los fantasmones que he tenido que soportar tantos años, que mi cerebro es un desastre total? ¿No es eso un pésimo chiste cuando lo máximo que han llegado a leer ellos es a Mortadelo y Filemón o El Botones Sacarino sin haberlo ni tan siquiera comprendido porque son más simples que el mecanismo de un chupete?
- ¡Eso es un chiste pésimo! ¡¡Pésimo de verdad!!
- ¿Lo que digo yo o lo que cuentan ellos?
- ¡¡Lo que cuentan ellos!!
- Menos gritos, Milagritos y a ver si lo reconoce usted con toda la calma no vaya a pensar su ayudante y amado Pedrín que le estoy obligando a decirlo. 
 
Roberto Alcázar se serena, tomándose un par de píldoras que saca de un frasco que guarda en el primer cajón de la derecha de su mesa de trabajo, porque está demasiado nervioso. 
 
- Que digo y afirmo que lo que cuentan ellos sobre tu persona y tu personalidad es un pésimo chiste.
- Perfecto. ¿Puede usted ya tener la gentileza de dejarnos sentar a esta chavalilla y yo porque al parecer a usted no le han educado lo suficiente los padres sacramentinos?
- ¡Sentaros, por favor!
 
Juan deja sentarse primero a Ángeles colocándole la silla y después se sienta él cara a cara con Don Roberto.
 
- Ya era hora de que nos viésemos definitivamente cara a cara usted y yo. ¿Es usted de los que cree que yo tengo que tomar pastillas para estar bien de la cabeza o es usted el que se debe de tomar esas píldoras para controlar sus nervios? ¿Puede aclararme esta duda existencial?
- Soy yo el que necesia las píldoras. Tú no necesitas ninguna clase de pastillas para estar completamente lúcido y lucido. 
- ¡Vaya, vaya y vaya! ¿Usted, tan lustroso pero tan poco ilustrado, es también lúcido y lucido?
- ¿Y eso a qué viene ahora?
- ¿Es que no recuerda que las historias de miedo que se cuentan a los niños son algo así como historias para no dormir y por eso, de esa manera, se vuelven sonámbulos y todo eso les convierte en niños nerviosos y despistados y así se puede abusar más y mejor de ellos?
- ¿Cuándo he hecho yo eso?
- Con lo brillante que es usted... ¿olvida la gran cantidad de frustraciones que han acumulado esos niños al pasar de los años? Por ejemplo... ¿puede ser que un barrendero de la ciudad de Cuenca termine convertido, de la noche a la mañana, en un señorito de playa en la provincia de Alicante si no es mangando todo lo que puede? ¿No recuerda usted al inspector de policía César que quizás se enriqueció también de la noche a la mañana mientras contaba historias de miedo a los niños que acudían a aprender música, con el padre "Perra Gorda", para ser seleccionados para el coro de la iglesia de los Padres Sacramentinos de la calle de Alcalde Sáinz de Baranda? ¿Lo del Tío Benito y lo de César tienen algún punto de conexión aunque sea de manera muy oculta o difícil de desentrañar? ¿No será que es usted César y el Tio Benito el sinvergüenza que se enriquece a costa de los niños y, de paso, de las niñas que puede captar para sus intereses? ¿Son ustedes los amnésicos que no recuerdan nada o lo soy yo que lo recuerdo todo? Supongamos que sí, que los amnésicos son ustedes, o que se quieren hacer los amnésicos para ser más exactos, y no yo. Empecemos, por ejemplo, por el Tío Benito de las narices. ¿Recuerda usted algo?
- ¿Me puedes dar algunas referencias?
- ¿Lo pide en serio?
- Sí. Te lo pido en serio.
- Pues sí. Se las voy a dar. ¿Ese tal Tío Benito no tenía relaciones muy íntimas con un tal Atilano Eros Amazote?
- Creo recordar que sí...
- ¿A qué cree que se debe eso y qué cree que, si tenían íntimas relaciones, le enseñaba el  Tío Benito de las narices a Atilano Eros Amazote?
- Si me puedes ayudar dándome los apellidos de ese tal Benito.
- Le voy a ayudar. Se llama Benito Agapito Pita de las Eras y le apodan "El Molinero".
- ¡Ahora sí lo recuerdo!
- ¿Qué le enseñaba Benito Agapito a Atilano además del pito...
- Me parece que le enseñaba a burlarse de todos los desvalidos y a decir cosas feas y verdes a las mujeres. ¿Te sirve eso de ayuda?
- Me está usted ayudando más de lo que cree; porque empiezo a descubrir por qué Atilano Eros Amazote que ya está muerto... 
- ¿Ha muerto Atilano Eros Amazote?
- Sí, pero es de pésima educación cortar una frase de alquien que está hablando antes de que termine esa frase. 
- Perdón. 
- Nada de perdón y escuche. Ahora voy comprendiendo por qué Atilano maltrataba a los más desvalidos, mataba gorriones inofensivos y ofendía a toda clase de chavalas que se encontraba en su camino para, después de conquistarlas, hacer barbaridades con ellas y asesinarlas porque consideraba que todas eran prostitutas por enamorarse de él, incluyendo a su propia madre que, por supuesto es hermana del bruto de Benito Agapito que también la desprecia. ¿Eso fue por influencias de Benito Agapito?
- Eso es. Has acertado. 
- Solucionado este asunto, del cual ya daré buena cuenta al Jefe Superior de la Policía de Madrid, para que tome las medidas oportunas que son, por supuesto, detener a ese tal Benito Agapito Pita de las Eras "El Molinero", vamos con lo de los cuentos de miedo a los niños del coro de los Sacramentinos. ¿Era o no era usted el inspector de policía César Augusto Bocanegra de los Infantes que luego cambió de personalidad para pasar a ser Roberto Alcázar de Toledo y Toledo?
- ¡Sí! ¡Me has cazado como a un conejo dentro de su madriguera! ¡Me acuerdo que yo era César! Pero aquello fue hace ya una buena cantidad de años y sólo lo hacía por puro entretenimiento nada más.
- Lo de que asesinó usted a balazos a un pobre adolescente, que solamente era un chaval nada más, engañándole en el Bar "El Paleto", de la Alcalde Sáinz de Baranda con esquina a la Antonio Arias, para dispararle con la pistola sin sacarla del bolsillo de su gabardina ¿lo contaba usted sólo para entretener a los niños o para asustarles y meterles el miedo en el cuerpo porque era verdad?
- ¡Eso ya sólo forma parte de mi pasado!
- Usted sabe muy poco del tiempo, aunque lleve toda su vida trabajando como inspector de policía y, también, como detective al servicio de los "nuevos ricos", ladrones y sinvergüenzas que han subido a la alta sociedad robando todo lo que han podido robar al pueblo madrileño. Debería usted saber, por su gran experiencia de la cual alardeaba tanto en aquellos años y de la cual sigue alardeando en los años actuales, que el pasado siempre vuelve a ser presente cuando de ciertos asuntos de asesinatos en serie se trata.
- Trato de entender qué quieres de mí.
- De verdad que sólo quiero saber una pequeña información. El resto, repito, le pertenece solucionarlo al Jefe Superior de la Policía. Yo no sé qué va a hacer él con usted ni me importa... pero necesito su colaboracion con una pequeña información nada más.
- Mis honorarios son muy altos. No vas a tener dinero suficiente como para que yo pueda trabajar para ti.
- No deseo, ni por todo el oro del mundo, que un tipo tan despreciable como usted trabaje para mí, sino que me de una pequeña información a cambio de un cortés agradecimiento en forma de darle las gracias por su ayuda desinteresada y gratuita. Yo me despediré de usted con un culto y elegante "gracias, caballerete, por ser tan amable con un chaval pobre" y alguna de esas otras frases que, dichas de manera elegante y no de bariobajero como este tal Pedrín que parece una mujerzuela placera del Mercado de Ibiza, son siempre de muy buen ver y abren puertas principales.
- ¿Qué clase de clase de información me quieres pedir?
- Eso le corresponde a usted saber qué clase de informaciones nos da, señor guapete de cara, pero le ruego que siga mirando a los ojos a esta chavalilla inténdola hipnotizar, como creía que estaba haciendo el ignorante y paleto de Benito Agapito. Obsérvela bien al completo pero sin desgastarla y luego felicíteme por el buen gusto que tengo... pero mientras se ocupa de todo ello procure no hacerse pipí en los pantalones. Sólo quiero saber unas pequeñas cosas. Por ejemplo, para empezar y ya que estamos hablando de hacerse pipí en los pantalones, ¿era usted también unos de esos de los del "Míster Meón" o era usted de esos de los del "Míster León"? Lo que sucede, para que lo sepa bien, es que yo nunca he sufrido ningún mal de oídos y oía muy bien lo que decían todos los demás niños aunque disimulaba callando para retenerlo bien en mi memoria. Mi abuela materna tiene una frase muy buena que dice que "A cada cerdo le llega su San Martín", un refrán que alude a que cada cual recibirá en su momento la compensación por los actos cometidos. Si alguien ha actuado incorrectamente, tarde o temprano le llegará el momento de pagar su culpa. San Martín es una festividad que se celebra el 11 de noviembre en honor de Martín de Tours, siendo una fecha muy señalada en muchos pueblos de la geografía española pues es cuando tiene lugar la matacía o matanza del cerdo. El mismo refrán, cambiando a veces cerdo por otros sinónimos como puerco, cochín, cochino o chancho, se usa en países latinoamericanos como México, Argentina, Panamá o Ecuador. En Argentina se dan explicaciones alternativas al origen del refrán, por un lado teniendo en cuenta que Martín de Tours también es el santo patrón de Buenos Aires, por otro haciendo una posible alusión al general José de San Martín. En Francia se usa el mismo refrán: «à chaque porc vient la Saint Martin», mientras que tanto en español y francés como en alemán, inglés e italiano existen refranes con el mismo sentido, pero referidos a zorros y peleterías. 
- Ahora me toca a mí, Juan...
- ¿Mé quieres aclarar tú, preciosa chavalilla, qué es lo que estáis buscando?
- Estamos buscando a un fraile ya que como dice la abuelita materna de este chaval, llamado Juan, "me voy a contar los frailes porque me han dicho que falta uno". Lo dice cuando estaba molesta con todos y a eso es a lo que hemos venido... a conocer a ese padre...
- ¡Ostras, Pedrín! ¿Y si no sabes tú quien es tu padre cómo lo voy a saber yo?
- ¡Oiga, Don Roberto, nada de ponerse chulo contra ella o se traga todas su palabras de tal piñazo que le arreo que le van a tener que hacer la cirugía estética para que siga siendo usted tan guaperas como se cree que es! ¡Si vuelve a decir usted, que en realidad es el chulo de César Augusto Bocanegra de los Infantes, que ella no conoce a su padre se va a acordar, conocer y reconocer usted al suyo pero bien acordado, conocido y reconocido, so fascista! ¡No es usted más bastardo porque de inteligencia es bastante tardo! ¿Así que usted estaba liado con Atilano Eros Amazote y con Benito Agapito Pita de las Eras en el asunto de cierta herencia paterna que, para su disgusto y disgusto de todos los avarientos interesados en la misma, ahora resulta que sólo llega a ser unas alforjas completamente vacías para los burros ambiciosos que llegan incluso a separar a la familia con tal te desear unas miserables monedas que sólo son calderilla nada más? ¿Hasta tal punto llega la ruindad de usted y de todos ellos? Me da la sensación de que usted, y los otros tres implicados en el asunto, resultan que son tan misóginos como lo era Atilano Eros Amazote. Me refiero a usted, a Benito Agapito Pita de las Eras "El Molinero" y a los dos hermanitos de Atilano, llamados Bonaventura Eros Amazote "El Boni" y Maxiventura Eros Amazote "El Maxi". En cuanto a usted ya veo que prefiere la íntima compañía de un macarra barriobajero como Pedrín a la compañía de una chavalilla preciosa como la que está usted viendo y a la cual le tiene usted tanto miedo porque es mucho más super inteligente que usted.
 
Roberto Alcázar, más nervioso que un flan en la hora del postre de una suculenta comida, vuelve a sacar dos píldoras y a tomárselas de un solo golpe. 
 
- Para, para Juan... ahora déjame a mí sola porque yo sola me basto contra toda esta clase de tipejos a los que te has referido. Yo se lo voy a explicar con mucha mayor dulzura a este tal César Auguso que se hace pasar por Roberto.
 
Roberto Alcázar, que se ve arrinconado contra las cuerdas, intenta sacar a relucir su prepotente ironía.
 
- ¿De verdad lo crees o lo estás soñando, monada?
- En cuanto a lo de monada es usted mucho más mono que yo y si no lo cree mírese en el espejo la cara de simio seco que se le ha quedado. De verdad lo digo. Pero como es usted tan irónico, le advierto que lo que sucede es que nosotros dos, Juan y yo, somos una pareja que, como dicen todos los envidiosos como usted, estamos continuamente en crisis. Resulta que dicen los envidiosos, como usted, que nos falta comunicación interpersonal... y entonces... pues resulta que estamos buscando a un fraile, convertido en padre, para que nos asesore. O sea, a un fraile convertido en padre que nos distraiga haciendo cucamonas y gestos obscenos para reirnos lo suficiente como para no aburrirnos como pareja y comenzar de nuevo a sonreír como si fuésemos cada vez más niño él y más niña yo... y así sobreponernos de las crisis y hacer más fuerte nuestra comunicación. Por favor, Juan, no te rías que se puede enfadar mucho este donjuan...
- Jejeje. No me río Princesa... sólo se me ha escapado una sonrisa nada más...
- Por favor, Don Roberto, señor machón, que es usted más machón que una sargenta de Artillería en pleno combate feminista...
- Ya no estoy ironizando porque no me ha hecho gracia ese chiste.
- A mí tampoco me ha hecho mucha gracia pero lo dicho dicho está y bien dicho que lo he dicho... ¿quiere que se lo diga de nuevo?
- ¡¡Id los dos a buscar un fraile a algún convento!!
- ¡Esa es precisamente, olvidando ahora lo de padre, la información que estamos buscando! Y ahora te toca el turno a ti, Juan. A ver si se lo explicas de tal manera que lo llegue a entender; porque me parece que se está haciendo el longuis; o sea, el loco y el despistado al mismo tiempo para hacer aparentar, delante de su querido y amado Pedín... digo Pedrín pero es que ya huele mal en este despacho... que los locos y los despistados somos nosotros dos.
- Sigo sin entender qué buscáis en realidad...
- Se le explico yo ahora, Don Roberto Alcázar de Toledo y Toledo, aunque su verdadero nombre es Don César Augusto Bocanegra de los Infantes y, si quiere dejar que su querido y amado Pedín... digo Pedrín pero es que ya huele mal en este despacho... lo escuche también, no le haga salir de este lugar para cotillear desde la puerta; porque este tal Pedrín es más cotilla que la vieja del visillo de una aldea fisgoneando sobre lo que dicen y hacen las parejas de forasteros que van a la aldea de vacaciones.
- ¡No! ¡Pedrín es sólo mi ayudante y no piensa más que lo que yo quiero que piense! ¡No voy a prescindir de él aunque sea tan cotilla! ¡Se puede quedar escuchando!
- ¿Cuáles son los dos apellidos principales de este macarra, Don Roberto?
- Se llama Pedro Pedroche Pedroñeiras de Braga y Cinta.
- ¡¡Jajajajaja!!
- No te rías, por favor, Princesa. El pobre Pedrín no tiene la culpa de ser tan brutito y tan dado más a bragas y cintas que a calzoncillos y correas.
- ¡¡Jajajajaja!!
- Que no te rías, por favor, Princesa... que no está el horno para bollos y me parece que este tal Pedrín y su amado Roberto se están calentando bastante...
- ¿Por qué piensas tan mal de nosotros dos?
- Yo no estoy pensando nada, Don Roberto. Usted solito lo está confesando. Pero eso ya es un tema personal y privado aunque conocidísimo en todo Madrid porque se les ha visto, según me han contado fuentes bien informadas, de que son adictos a la zona del barrio de Chueca por las noches.
- Un poco de diversión no nos viene mal a ninguno de los dos...
- Ya. Ya sé a qué clase de diversión se refiere usted, Don Roberto, así que no de más detalles ni más explicaciones.
- ¡Ostras, Pedrín! La verdad, Juan, es que no puedo informarte nada. Usted solito es capaz de hallar esa información que tanto les interesa porque conoce perfectamente a toda la ciudad de Madrid. El tipo al que buscas debe de haber dejado de ser fraile y quizás hasta haya abandonado esta mi querida patria España...
- Pues para ser tan patriota español es usted demasiado frío y neutral por no llamarle neutro. Le voy a ayudar a recordar. Resulta que ese fraile estaba también oficiando, como ayudante, en la Iglesia de los Padres Sacramentinos. Quizás con este dato se oriente usted algo mejor.
- Repito que no sé dónde puede estar ahora.
- Escuche bien del todo y despierte sus neuronas, aunque sea quizás usted el que tenga alguna de ellas deteriorada. A mí no me interesa saber si fue usted un matón que acribillo a balazos a un pobre chaval español, porque era un pequeño delincuente en su adolescencia y no le dio usted la oportunidad que se merecia para dejar de serlo, en el Bar "El Paleto" de la esquina de Alcalde Sáinz de Baranda con Antonio Arias y que, como usted contó, lo asesinó a bocajarro sin sacar la pistola del bolsillo de su gabardina... ¿o es que sigue usted creyendo que no tengo buena memoria?
- ¿Estás bien de la cabeza?
- No soy tan guaperas como usted pero hay muchas chavalas guapísimas, de buen ver e interesantes, que se fijan en mí para ligar porque tienen mucha inteligencia pero yo soy más rápido que ellas. ¿Cree que es un chiste que me estoy inventando?
- Me parece que lo dices en serio.
- Pues entonces tome en serio lo que le estoy diciendo... ¿o quiere seguir haciendo teatro y se cree que está representando al despótico rufián de "La Mordaza" de Alfonso Sastre? Tomemos un respiro mientras su querido y amado Pedrín nos prepara unos buenos cafés con leche y, mientras usted piensa bien dónde se encuetra ese dichoso fraile pues le hago un resumen de la obra y hasta le doy la moraleja final.
- De acuerdo, Juan. ¡¡Pedrín, sírvenos tres cafés con leche a esta pareja de jovencitos enamorados y a mi!! ¡¡¡Pero rápido y a la orden de ya!!!
 
El portugués Pedro Pedroche Pedroñeiras de Braga y Cinta, "Pedrín" para su querido y amado Don Roberto, sale disparado, fuera del despacho y prepara los cafés con leche en el rincón que hace las funciones de cocina.
 
- Voy a ir por cuadros y usted me va diciendo qué tal lo recuerdo y qué tal lo hago... ¿de acuerdo o tiene usted alguna objeción que poner a mi propuesta para relajarnos todos un poco?
- Estoy de acuerdo. Puedes comenzar. Pero dilo despacio porque estoy un poco mal de la cabeza para recordarlo...
- Eso de que empiece por decir la verdad ya es un paso adelante. No está usted un poco mal de la cabeza sino muy mal de la cabeza. Pero no vamos a discutir ahora por ese detalle.
- Otra vez de acuerdo. Empieza ya, Juan, antes de que me de otro ataque de histeria.
- Evitaré en lo posible que no se note del todo es que usted todo un esquizofrénico. 
- ¡¡Por favor!!
- Sin favor alguno, Don Roberto... y no se ponga a gritar ahora como una "loca" perdida...
- Por favor...
 
Juan Bautista comienza con su resumen...
 
- Cuadro Primero: La familia Krappo espera a Teo para comer y Luisa pelea con Isaías.  Después de la comida, Isaías le habla a Luisa como si estuviera atraído a ella.  Isaías se queda solo y entra un forastero que le dice que acaba de salir de la cárcel y viene a matarlo.  Durante la guerra, la banda de Isaías había matado a su esposa e hija de 12 años.  El forastero dice que por esa noche le perdona la vida, pero que sepa que lo matará.  El forastero se marcha , Isaías lo sigue y lo mata.  Luisa oye el disparo pero Isaías le dice que ella no ha visto nada. ¿Qué tal lo recuerdo y que tal lo hago, Don Roberto?
- Excelente. Muy bien.
- Cuadro Segundo: Al día siguiente se abre una investigación para saber quién ha sido el asesino del forastero.  El Comisario Roch entra y hace preguntas acerca del caso, nadie le dice nada.  Luisa le cuenta que oyó un disparo la noche anterior. ¿Cómo va la cosa?
- Excelente. Muy bien.
- Cuadro Tercero: Luisa no quiere, pero le cuenta a Juan que Isaías es el asesino.  Juan quiere contarle a su hermano Teo.  Teo dice que odia a Isaías pero por el miedo que le tiene no lo delatará. ¿Y ahora qué tal, Don Roberto?
- Escelente. Muy bien.
- Cuadro Cuarto: Isaías le dice a Antonia que ha sido muy feliz y no se arrepiente de nada.  Luisa dice que parece que Roch ya sabe quién es el asesino.  Isaías trata de asustar a Teo y Luisa se le enfrenta.  Isaías le pregunta a Luisa si ha revelado su secreto, y cuando ella le dice que sí, Isaías la golpea. ¿Voy bien?
- Excelente. Muy bien.
- Cuadro Quinto: Isaías está enfermo y Antonia llora porque no se quiere confesar.  Para todos el miedo es una mordaza que no los deja hablar.  Isaías se levanta de la cama y acusa a sus hijos.  Le pega a Juan y entra Roch, pero todavía nadie se atreve a decir nada. ¿Mucho mejor todavía, Don Roberto?
- Excelente. Muy bien.
- Cuadro Sexto: Luisa llama al comisario y le cuenta la verdad.  Llega Isaías y habla con Roch sobre la naturaleza y tiempo del crimen, mientras Luisa se ríe de él como una loca. Tengo que aclararle, por si ha visto usted esta obra teatral y no lo recuerda, que el déspota Isaías lo que intentaba hacer era violar a Luisa, que era la esposa de su propio hijo Juan, pero que hubo un policía que se puso por medio y le separó de ella dándole un empujón contra la mesa que por poco le rompe toda la dentadura. Por eso se reía tanto Luisa. ¿Vio usted esa escena?
- Excelente. Muy bien. Yo estuve allí y lo vi. ¿Qué más?
- Epílogo:  Se han llevado a Isaías a la cárcel y llega la noticia de que lo han matado en un intento de fuga.  La familia duda entre la amargura y el gozo de la vida. ¿Cómo se le ha quedado el cuerpo, Don Roberto?
- Excelente. Muy bien. Fue una representación genial. ¿Y la morajela?
- Moraleja: El silencio nos hace cómplices. 
 
Al detective Roberto Alcázar de Toledo y Toledo, que antes fue el inspector César Augusto Bocanegra de los Infantes, se le pone lívido el rostro mientas, en esos momentos, llega Pedrín con los tres cafés con leche en una bandeja que coloca sobre la mesa. Juan Bautista le acerca una de las tres tazas a su bellísima y escultural esposa ecuatoriana y española, le acerca la segunda taza al lívido y asustado Don Roberto y toma la tercera para él.
 
- Vamos a serenar todos los ánimos antes de terminar esta entrevista tan cordial y tan amistosa pero tú, Pedrín de las narices, vete a meter las narices a otra parte que quiere decir que hagas el puñetero favor de salir ya de aquí y vete a la Sala de Recepción. No quiero pillarte escuchando detrás de la puerta porque, si te pillo haciendo de espía, te estiro tanto de la cabeza y los pies al mismo tiempo que te convierto en una longaniza madrileña o en una butifarra barcelonesa. Tú eliges. 
- ¡Castañas! ¡Prefiero seguir vivo por lo menos de momento!
 
Pedrín huye despavorido ante la seria amenaza de Juan Bautista y se retira hacia la Sala de Recepción mientras Ángeles, Don Roberto y Juan Bautista relajan la tensión tomando sus cafés con leche en silencio hasta que todos lo han terminado de beber.
 
- ¿Hablamos ya totalmente en serio, Don Roberto, o seguimos dando rodeos como si esto fuera el Far West estadounidense?
- Antes de eso... ¿puedo preguntarte algo, Juan?
- Adelante. Espero que sea fácil de responder.
- ¿Qué ha sido de Sastre?
- A cuál de los tres Sastre se está usted refiriendo.
- ¿Es que hay tres?
- Sí. Hay tres. El futbolista de Español Club de Fútbol, el estudiante de Periodismo y el autor teatral. ¿Contesto por este orden si no le importa a usted?
- Adelante. Quiero saber...
- Usted sabe demasiado pero nunca lo suficiente...
- No estoy a tu altura.
- Ya veo que es usted algo más bajito que yo.
- Empieza, por favor...
- El futbolista del Español Club de Fútbol pertenece a las historias infantiles que compartí con Atilano Eros Amazote. Era uno de los titulares de mi equipo de chapas que ganó la Copa Fiocchi por abandono de Atilano...
- Pero... ¿de verdad Atilano ha muerto?
- De verdad que era un verdadero tramposo porque los demás le dejábamos hacer trampas hasta que un día yo dije basta ya, hasta aquí hemos llegado y ahora vamos a jugar sin trampas. Cuando vio que Sastre era uno de los titulares de mi Español Club de Fúrbol no tuvo suficiente valor como para aceptar su derrota y abandonó haciendo que los demás no pudiéramos terminar el Torneo en el cual el Español de mi Sastre era ya casi virtual campeón.
- ¿Eso hizo Atilano Eros Amazote?
- Eso hizo y eso demuestra la clase de personalidad que tenía.
- ¿Y qué hay del estudiante de Periodismo?
- No lo sé pero supongo que una de dos: o está todavía repitiendo cursos o si ha terminado la carrera, como es Sastre, debe ser un desastre... porque pegado estaba bastante pegado en la materias. Era verdaderamente un envidioso.
- ¿Era un envidioso de verdad?
- De verdad que era un envidioso. Para que comprenda usted la personalidad de los envidiosos.
- ¿Y en cuánto al autor teatral?
- Un comunista a favor de los etarras.
- ¡No me digas, Juan!
- Pues ya ve que le cuento la verdad. Para que sepa usted bien la personalidad de los comunistas revolucionarios que no tienen escrúpulo alguno en ser defensores de los terroristas y firman Manifiestos de intelectuales en favor de su libertad sin tener tan siquiera una ligera compasión hacia los familiares y amistades que han quedado destruidos por culpa de esos cerdos terroristas como los de la ETA.
- ¡Me dejas de piedra!
- Pues son tres historias verdaderas. Y ahora deje usted ser de piedra y conviértase en ser humano para poder seguir comunicándonos porque necesito la información que le estoy pidiendo. Hagamos un trato.
- Veamos que trato me propones.
- Se trata de que usted me dice dónde se encuentra aquel fraile tan gracioso que hacía tantas cucamonas y gestos obscenos, detrás de la puerta de cristal para hacernos reír a los niños y yo, a cambio de dicha información, dejo que el Jefe Superior de la Policía de Madrid, Don Diego Castillejo Rios, sea quien trate con usted lo de la muerte de aquel chaval que asesinó a sangre fría sin darle la oportunidad de ser ese joven al cual tenemos todos el pleno derecho de tener la oportunidad de serlo, seamos culpables o seamos inocentes; porque si es por mí usted sería definitivamente ahorcado en la Puerta del Sol y sin juicio alguno de por medio. Venga. Desembuche que ya van siendo las cinco de la tarde y acaban de llegarle clientes y pueden enterarse de todo. Es mejor ser discreto hasta que lleguen los policías. 
- ¿Cómo puede ser eso?
- Lo están escuchando todo pero no se me corte ahora...
- Está bien... te lo digo si no se entera tu Jefe...
- Hay dos cosas en que se equivoca. Él no es mi Jefe nada más que por un brevísimo tiempo hasta terminar de resolver un asunto, ya que mi verdadero Jefe siempre es Jesucristo; y el segundo asunto ya inevitable es que le repito que lo está escuchando todo y yo ya no puedo evitar que lo sepa.
- Oye... espera... no seamos tan drásticos...
- Lo drástico llegará cuando menos se lo esperen...
- ¿Quiénes?
- Son intuiciones mías nada más. Corazonadas algo así como pálpitos que, por supuesto, no los voy a desvelar ahora y menos a un sinvergüenza fascista como lo es usted.
- Está bien. Te planteo otro trato. Te lo digo si haces que el Jefe Superior de la Policía me perdone del todo.
- Perdone usted, caballerete, pero yo soy yo y el Jefe Superior de la Policía no soy yo. ¿Me comprende lo que quiero decirle?
- Que Don Diego Castillejo Ríos hará Justicia.
- Exacto. Y para que haga Justicia yo no puedo intervenir en sus decisiones porque sólo soy mediador y no juez... ¿me sigue entendiendo?
- Que eres imparcial... 
- No. Se equivoca, Don Roberto. No soy imparcial. Pero no es de mi competencia perdonarle o no perdonarle a usted. Lo siento. Siento no poder ayudarle en que se escape usted de la Justicia. ¿Me comprende ahora por qué no soy imparcial aunque me lo pida de rodillas?
- ¿Y si te lo pido besándote los pies?
- Vuelve usted a equivocarse lamentablemente cuaado ironiza por culpa de su impotencia. Mi Jefe verdadero es Jesucristo pero yo no soy Jesús de Nazaret...
 
Roberto Alcázar, que es César Augusto Bocanegra de los Infantes, se queda totalmente aterrado y ya sin deseo alguno de ironizar.
 
- ¿Qué salida tengo entonces?
- Si sus historias de miedo no eran reales no veo problema alguno en que lo sepan todos los habitantes de Madrid, Don Roberto... pero si sus historias de miedo eran reales no tienen mucha gracia y ahora, en lugar de reír usted tendrá que llorar. Y es que, como yo digo, no ríe mejor el que ríe el último sino que ríe mejor quién más tiempo ríe. 
- ¿Es que me van a condenar a muerte?
- ¿No se ha condenado ya a muerte usted mismo? Pregúntese eso a usted mismo y no me lo pregunte a mí. La respuesta la sabe usted mejor que yo. Yo puedo tener varias hipótesis sobre el futuro que le espera a usted pero la verdadera hipótesis es la que usted y Don Diego Castillejo Rios tendrán que solucionar sin mi ayuda. 
- ¿No me queda otro remedio?
- Usted ama mucho el lujo de los grandes "nuevos millonarios" que le invitan hasta viajar en sus yates para pasar vacaciones con toda clase de gozos y placeres, y no me interesa ya más saber de qué clase de gozos y placeres se tratan, pero al Jefe Superior de Policía si le ineresan, para saber qué puede hacer con usted... así que no le queda otro remedio que darme la información que le estamos pidiendo, esta super chavalilla y yo, desde las dos y media de la tarde. No tarde usted demasiado porque puedo, por una vez en toda la tarde, ponerme nerivoso yo y entonces...
 
Roberto Alcázar de Toledo y Toledo, que es en realidad César Augusto Bocanegra de los Infantes, mira el rostro de Juan Bautista y le ve ya dispuesto a todo, incluso a usar la violencia como último recurso si es que  no le queda otro remedio. Y decide, por fin, confesar.
 
- Aquel fraile está ahora escondido en una iglesia parroquial de nuestra querida y amada ciudad de Madrid. 
- Datos. Quero datos personales de ese frailón. 
- Su nombre completo es Guillermo Córcoles. 
- ¡Córcholis! 
- He dicho Córcoles. 
- Lo sé. Lo de córcholis sólo ha sido una expresión de sorpresa nada más. ¡Caracoles!
- ¡Que no! ¡Que he dicho Córcoles!
- Que ya lo sé. No soy sordo o por lo menos no tan sordo como usted, viejo crápula. Ese apellido Córcoles me suena mucho. ¿Cuál es el segundo apellido de ese tal fray Guillermo?
- Matas. 
- ¡Zambomba! Ese apellido Matas también me suena un montonazo. Dígame su tercer y cuarto apellido. 
- Me los sé de memioria. Su nombre completísimo es Guillermo Jerónimo Córcholes Matas Aguinaga Gato. Tiene alguna raíz gitana y por eso su cuarto apellido es Gato. 
- ¿Repámpanos! Todos esos apellido me suenan mucho. ¿Es verdadero o es falso que fue él el que le ayudó a suted a cambiarse el nombre y los apellidos?
- Sí. Fue el enlace que usé. 
- No me cuente más porque ya averiguaré yo mismo con quien enlazó. ¿Dónde está ahora?
- Se encuentra escondido en la Iglesia Parroquial de los Jerónimos de Madrid, en la calle Ruiz de Alarcón, número 19. 
- ¡Toma Jeroma pastillas de goma, Jeromo! La verdad es que todo un caballerete inspector detective como usted es, realmente, a pesar de lo elegante que viste siempre, sólo un hortera verdulero viviendo a cuesta de las estafas a sus clientes. ¿A cuántos inocentes ha desplumado ya? ¿Es usted también un jurista? Estaría pòr jurar que usted también ha estudiado Jurisprudencia a pesar de la poca prudencia que tiene saliendo por las noches con su querido y amado Pedín... digo Pedrín... por el barrio de Chueca.
- ¡¡Me estoy cabreando de verdad!!
- ¡Vámonos de aquí, chavalilla, antes de que se nos cabree del todo porque estoy seguro de que cuando se cabrea del todo se vuelve hasta cabestro y nos va a querer romper la cabeza como si fuese Barbarroja en persona!
 
Entonces es cuando interviene Ángeles que no aguanta tanto tiempo callada...
 
- Así que usted se cabrea del todo cuando le salen los tiros por la culata, ¿verdad Barbarroja?. Pues ya va siendo de que pongas sus barbas a remojar porque a las de sus vecinos de francachelas ya se las han pelado. 
 
Juan Bautista no puede hacer otra cosa más que soltar la carcajada. 
 
- ¡¡Jajajajaja!! ¿Comprende usted, Don Roberto, porque esta pequeña Angelina o Lina, como suted prefiera llamarla cariñosamente, me es del todo necesaria para vivir toda mi vida al lado de ella? Me hace reír de verdad. 
 
Juan Bautista se levanta de su silla, hace levantar lentamente a su chavalilla, y los dos salen rápidamente hacia la calle mientras ya se escucha el ulular de las sirenas de los coches de la policia madrileña. Desde la puerta, ella se dirige al todavía sorpendido Roberto Alcázar. 
 
- ¡Hasta nunca, Lucas Matías... digo Matatías... quiero decir Matatíos...o mejor dicho Mataniños!
- Déjale ya, Princesa,  que se va a morir del soponcio. 
- ¡So Poncio Pilatos! ¡Es usted un So Poncio Pilatos!
- ¡¡Jajajajajaj!! ¡Vámonos ya, Princesa! 
- ¡Adíos Lucas, que se parece usted al Pato Lucas esperando a que caigan en su pico los moscos de Chueca, tío chueco! ¡Cierre el pico ya de una vez, por favor, que le va a entrar faringitis crónica y le pueden dar los siete males juntos
- ¡¡Jajajajaja!!
 
Por fin logra Juan Bautista separar a Ángeles de la puerta de la calle y ambos se dirigen hacia el flamante Ferrari de color rojo. 
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Novela y Guión literario para Cine al mismo tiempo.

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Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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