Tardes de sbado futboleras
Publicado en Apr 04, 2013
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 El hombre, panzón y canoso sus rulos, vestía ropa deportiva, probablemente de un club extranjero cuando sacó a relucir su figura y oteó el panorama visiblemente ansioso, minutos antes de que comenzara a disputarse el partido de séptima división.
Joselito lo apodaban al niño. Era el más cabal ejemplo de que los genes familiares a veces son irreversibles. Si su padre Leandro fue un perfecto zángano, el niñito seguiría el mismo sendero. Sería tan vanidoso y pedante como su abuelo. Joselito tenía seis años, jugaba al fútbol desde hacía dos meses, es decir ese era el tiempo ocurrido desde su primer día de entrenamiento.
El niño no jugaba bien al fútbol. La mayoría de los niños no juega bien a esa edad. Solo se dedican a correr detrás del balón. Pero Joselito detestaba correr. Quería que le dieran la pelota solo a él, y él entretenerse y enredarse con ella hasta que se la quitaban. La esfera y su seducción. Sus compañeros en una edad egocéntrica se aunaban en sus pedidos para que el entrenador no lo pusiera demasiados minutos en los partidos. Porque además era un maleducado inefable, capaz de insultar a sus compañeros y al entrenador y a los rivales además asestarles patadas feroces con la peor intención.
El señor panzón es el técnico del club, el que dirige a la primera división, y a la cuarta especial que juegan los días domingos. Dirigía también a las categorías intermedias de edad juvenil hasta diecisiete años, que juegan los sábados por la tarde,  y a las categorías menores de etapa infantil, cuya edad oscila entre los cinco a los doce años, que juegan a jornada completa los días domingos.
El señor panzón asomó de nuevo la cabeza para ver de entre el público, como buscando a alguien. Había bastante gente. Salían a disputar el primer choque los chicos de séptima división.
El señor panzón tenía a un ayudante que hacía las veces de correveidile. Era un joven de veinticinco años y gordo. Se desvivía para que el señor panzón no tuviera que levantarse de su asiento a hacer alguna actividad. A veces el señor panzón parecía discapacitado, ya que era poco factible que se lo viera caminando. Cuando el árbitro venadense, que además es albañil, pitó el inicio del partido Leandro recién entonces chocó su mirada con el joven gordo, al que estaba vigilando. Le hizo señas para que se acercara a charlar.
- Esperame acá Jose… voy a hablar con el gordo Mamadera y vengo.
Y Jose se entretuvo enseguida con el equipo de quinta que pateaba a un costado.
- Cómo andás Mamadera, vos cada vez más gordo.
- Eh, qué raro vos por acá…
- Boludo hace mucho que no pasas por el boliche, date una vuelta cuando quieras, las puertas están abiertas para los amigos…
- Sí, pero vos nunca te jugás con nada, tenés un cocodrilo, caradura…
- Che, pero andá y hacemos un ajedrez, a lo mejor mejoraste y alguna vez me podés hacer tablas.
- Andá boludo. Mira que voy a ir y me tenés que regalar una picadita, con una cervecita, voy a ir con alguno de los chicos de la primera.
- Bueno, che, no te quito más tiempo, que vos tenés que ir a dirigir. ¿Con quién tengo que hablar, con vos o con el viejo?
- ¿Hablar de qué? No entiendo de qué hablás…
- Que mañana juegan los chicos en Chovet, como vos sabrás, los del fútbol infantil y la última vez el Joselito estuvo en el banco de suplentes y me lo metió un ratito nada más el Negro Aguilar que estaba de técnico ese día y el pibe no quiere ir más porque además dice que los otros pendejos lo forrean. Es todo boludez porque si juega no pasa nada. Y además me tengo que levantar temprano para llevarlo yo hasta allá, y es un quilombo bárbaro porque me caga todo el día. Y para llevarlo y que juegue dos minutos no se justitifica, ¿entendés?
- Sí, más vale, pero el domingo el Negro Aguilar no puede ir, no sé a qué padre va a designar para que entre a la cancha.
- Bueno, lo que yo quiero es saber con quién tengo que hablar para que el Jose juegue.
- Ah, bueno, hablalo conmigo, después yo arreglo con el viejo.
- Está bien, Mamadera, pero cuánto sale esto.
- Y, que arranque de titular son cien pesos y para jugar todo el partido son cincuenta mangos más. Ya que el Negro Aguilar no puede ir si querés salir a la cancha con el equipo son otros ochenta mangos. Digo si te interesa… pero aguantame dos segundos que hablo dos palabras con el Gallego España y ya vengo.
El gordo ayudante comenzó a caminar desde detrás de un arco donde estaba hasta el banderín del córner del otro arco. Cuando llegó se frenó, le dio una indicación al carrilero por izquierda y esperó.
En una camioneta super moderna, de esas cuyo costo es superior al de algunas casas del pueblo, con vidrios polarizados, un sujeto de anteojos oscuros, gesto orondo, regado de fatuidad. Uno de los personajes más potentados de Teodelina. Estacionó y se acercó con paso reposado.
- ¿Qué decís nene? ¿Cómo va?
- Yo bien, el que está re caliente es el viejo. No sabés cómo te puteaba en el vestuario. Se pensó que no venías más por acá.
El rico, con una sonrisa dibujada, creyéndose más allá del bien y del mal, y se ríe del mundo y de los desesperados. Para él la desesperación ajena significa una buena oportunidad de manipular los acontecimientos para su beneficio.
- ¿Pero qué pasa con ese boludo? ¿Por qué se pone nervioso?
- Y viste, lo que pasa es que vos dijiste que lo ibas a ver hoy a la mañana y no pasó nada. Te estuvo llamando desde hoy a la mañana al celular y lo mandan al buzón de voz para dejar el mensaje, creo que te dejó como cinco mensajes. Ahora antes de que empezara el partido se asomaba cada ratito a ver si te veía. El pibe tuyo está en el banco, Gonzalito…
- Pero que no sea pelotudo… ponelo ya mismo al Gonza, qué giles que son ustedes no van a aprender nunca, y por algo están como están, cagados de hambre.
Mamadera, con una mera seña a cincuenta metros de distancia, produjo la primera modificación del encuentro a cinco minutos de empezar el choque.
- Pasa que como no le atendías el celular se puso como loco… vos viste que el viejo es calentón. Podrías haberle atendido.
- Me quedé sin baterías boludo, qué te crees vos que lo único que tengo yo es atender a dos boludos como ustedes. Yo soy un tipo importante. Mis asuntos son por mucha plata, nenito, tanta plata como vos nunca vas a ver en tu vida. Así que no me hagan calentar a mí y no me rompan más las pelotas.
- Está bien Gallego, no te enojés al pedo, tenés la plata…
- Sí, quedate tranquilo. Ahora vamos a arreglar bien. Que te quede bien claro lo que te voy a decir ahora, que no quiero repetírtelo ninguna vez. Somos personas grandes, yo soy inteligente y vos no sos estúpido. Eh. Desde ahora en adelante quiero que el Gonza juegue todos los partidos, y no solo todos los partidos sino todos los minutos, a menos que esté lesionado y él quiera salir o yo te autorice a sacarlo. Además que Martín juegue en la quinta, también todos los minutos y citámelo para la segunda también. Que mi sobrino César juegue en la reserva, porque si no juega ahora cuando lo van a poner, ya tiene veintitrés años y nunca le dieron la chance los basuras que estaban antes. Y que lo citen para el plantel de primera, total juega el burro ese de Junín de nueve, mirá si no va a poder jugar César.
- Está citado Álvaro para el partido de mañana, te dijo algo…
- Ah, ese es otro tema, no sé cómo mierda van a hacer ustedes pero si no juega Álvaro se va todo al carajo.
- Sí, va a jugar. Lo vamos a ir rotando, vos sabés que el Oso Cigna le paga al Betún Berraza que trae de Lincoln y no le va a pagar para ponerlo en el banco de suplentes. Y el Oso es el presidente del club. No podemos dejarlo a un costado.
- Ese es asunto de ustedes. A mí no me importa. Que el Oso traiga jugadores buenos y no los muertos que trae, si no le ganamos a nadie y nos vamos a ir a la b. Ya el tío de este pelotudo nos mandó a la b y nos costó veinte años volver a la primera. Entonces que el Oso le pague el sueldo al viejo y te tire unos manguitos a vos y a mí me dejan de romper las pelotas y me llevo los chicos a jugar a otro lado. Total clubes sobran.
- Pero yo no decido Gallego, vos lo sabés bien. No te puedo asegurar nada. Tengo que hablar con él que es el técnico. Si vos sabés bien que yo no lo quiero al Oso, porque es una porquería, se cree que va a manejar el club a los gritos. Con vos es distinto, se puede hablar bien, vos tendrías que ser el presidente.
- No me chupes las medias Mamadera. Tomá la guita… A ver te doy mil ochocientos, contalos si querés. Después no andés diciendo que te garco con la guita, porque vos para los cuentos y el puterío sos el mejor.
- No, boludo cómo podés decir eso. La plata no necesito contarla, confío en vos. ¿Y el resto?
- Cuando me confirmes lo que estuvimos hablando sobre Álvaro, y andate que quiero ver el partido.
El alcahuete caminó los metros con cara de felicidad y los mil ochocientos pesos en el bolsillo. Fue hasta Leandro.
- ¿Por dónde era qué habíamos quedado?
- Tomá la guita, hay doscientos cincuenta mangos, los veinte tomalos como una gentileza hacia vos. No perdamos más tiempo. Ya sabés que podés pasar cuando quieras por el bar, la consumición corre por mi cuenta.
El ayudante tomó con la mayor naturalidad el dinero y lo contó delante de todo el público, que tampoco mostró signos de sorpresa. Al contrario tres personas le hicieron señas para que se acercara. El gordito simpático sonrío y saludó a un tipo subido a una bicicleta, ataviado con campera de gimnasia azul con rayas verticales blancas que había juntado ochenta pesos para que su hijo jugara en el partido de quinta división. Los otros dos eran señores pertenecientes a la clase de los prósperos comerciantes y tenían la billetera abultada. Con estos últimos gustaba de tratar Mamadera.
Leandro ascendió a su vehículo último modelo y partió raudo a buscar a Luciana que lo esperaría en la puerta del gimnasio. Joselito, concentrado en el video juego de su celular de última generación, cuyo costo superaba la ropa del señor de la bicicleta, dijo casi como un autómata:
- Tengo hambre de yogurt pá…
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Foto del autor Hugo Nelson Martn Hernndez
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Descripción

El ftbol forma parte de la vida de la sociedad argentina de un modo exagerado. En ese universo se tejen muchas historias inverosmiles.

Palabras Clave: Ftbol Argentina.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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Elvia Gonzalez

muy bueno, y es lo que se teje en los estadios, con los jugadores, y para salir adelante, tenes que bancarte muchas injusticias.
Responder
April 04, 2013
 

Hugo Nelson Martn Hernndez

transitando el mundo del fútbol se ven (sobretodo se escuchan) historias inverosímiles... Gracias Elvia! lamentablemente situaciones de acomodo ocurren en toda nuestra Latinoamericanas y no solo en el fútbol ni el deporte.
Responder
April 08, 2013

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busy