La muerte del capitán
Publicado en Mar 30, 2013
Prev
Next
Image
La joven inquisidora, de corazón noble pero utilizado para própositos no tan buenos entregó un paquete a unos de los guardias y éste a mí. Proferí una exhalación al sentir mi capa en aquel paquete.
Sonreí aniñado a la señorita. Puse mi mano arriba del paquete y sentí un objeto debajo de mi capa, mi sombrero y mi bastón. Mis oídos escucharon con atención las palabras de la joven e hice una pequeña mueca de aceptación.
 
Manteniendo mi sinceridad desde pequeño, he de afirmar que las palabras siguientes de la joven fueron casi incrompensibles, pero sabía que tenía que tomarme aquel frasquito que las yemas de mis dedos acariciaban en aquellos momentos.
 
Los soldados, firmes opositores ante la magia, se retiraron a paso formal por el pequeño pasillo. Descubrí mi capa, mi sombrero y puse en una esquina mi bastón. Suspiré como novia ante el altar y tomé el contenido líquido del frasquito de vidrio.
 
Mi mente se relajó al punto de no diferenciar el sueño con lo que veía mis ojos, a tientas dejé aquel paquete en la misma esquina donde estaba el bastón, la oscuridad reinaba en aquel pequeño lugar, así nadie notaría de su presencia.
Un ruido espantoso como de garras se fue acercando, las garras abrieron una jaula, una ola de manos fuertes sujetaron mis muñecas arrastrándome hacia una sala que se movía como un barco.
 
Veía dagas, aparatos de tortura, sentía como el agua atravesaba cada parte de mi cuerpo, pero aquella sensación de dolor, no la sentía, sólo veía mi sangre rojiza por el piso que era escenario de una tortura más de la Inquisición. A mis cansados oídos llegaba una voz metálica, casi siniestra que cuestionaba cosas de mi vida que no podía entender, mucho menos responder. Todo se volvía oscuro, con destellos de luz que todavía marcaban mi permanencia en la tierra, en el mundo Terrenal.
 
Pasaron las horas, y los días que había dicho la Lamia cuando había aparecido, el efecto del líquido violáceo del recipiente ya había perdido su habilidad, justo cuando en la mente de los torturadores, maníacos verdugos de sobrenaturales, se cruzó la idea de ésta noche, darme muerte. Bien sabía yo, que aquellos pensantes no habían tenido esa idea, más bien, era la cabeza de la Santa Inquisición, quien los había mandado, o por lo menos eso era lo que creía. - Viejo, pronto morirás.-
se mofó un guardia.
Yo sólo reí.
 
- Cuando tu esposa tenga un niño que no fue engendrado por tí, vas a pedir ayuda a los que torturas y te hundirás en las profundidades de tu inconsciencia.- murmuré yo mientras me despedía mentalmente de aquellos que amaba: "Estaré bien", decía a cada uno mentalmente, convenciéndome a mí mismo de que todo estaría bien.
 
Un hombre, vestido con sotana blanca con tonos violetas, de rostro duro y amargado se acercó a aquella celda que había sido mi último hogar en la vida. Hizo la señal de la cruz, con un gesto rápido tomé su muñeca, veía como mi mano estaba cubierta de sangre coagulada a contraste con la del párroco.
 
- Moriré, lo sé. Soy Jefe de las creencias africanas, por lo menos, como hombres de Fé déjeme morir con mis creencias.- musité. El Párroco, asintió preso de miedo y de confusión.
- Entonces, entre hombres de Fé.- repuso el párroco.- Vístase, que faltan siete minutos para la medianoche, Amelhíon Giovannis Do Crucerois de Eshú.
 
Sorprendido que conociera mi nombre de Jefe, completo y sin trabas, tomé como pude, mi capa blanca, mientras la abrochaba una lágrima cruzaba por mi mejilla, sostuve entre mis manos mi sombrero blanco y mi bastón. Un guardia quiso esposarme pero, el hombre que conocía mi nombre y mi procedencia astral lo frenó.
 
El hombre va a morir.- sentenció.-
Que camine custodiado.
Mientras caminaba hacia mi funesto destino, mi vida, los recuerdos inborrables iban pasando frente a mí, sonreía, lloraba, recordaba, vida de brujo y capitán de mar, vida silenciosa y misteriosa, vida que ahora se escapa en mi último aliento, pero una vida que, en mi alma viví hasta el último minuto.
 
La plaza, estaba rodeada de gente que desconocía, un palo de madera estaba en el medio y a su alrededor hombres y mujeres de negro: Los inquisidoresUna mujer vestida de rojo y negro, con monedas de oro en su cintura, un pañuelo sobre su cabeza y aquellos ojos que jamás olvidaría hizo sonar su pandereta.
Corrió hacia mí, poniendo su mano en mi pecho.
- Amelhíon...- susurró ella.
-Zíngara, hermosa amada.- repuse acariciando su mejilla como podía. Lentamente se acercó a mí y me besó, como en nuestra juventud.- Zhilomé, recuperaré tu amor, gitana mía, lo haré...
 
A lo lejos, vestido de rojo, con su porte de gran señor se acercaba, mi maestro. Sonrío e hizo un gesto con su cabeza. Ambos comenzaron a girar, quisieron frenarlos, pero el párroco estaba endulzado, todos estaba maravillados, como el príncipe de los gitanos y su hija danzaban a compás de la pandereta.
 
- Amelhíon...llegó la hora.- pronunció el Párroco.
Agaché mi cabeza, seguí caminando por aquel sendero de hombres curiosos, sedientos de sangre, armados de pies a cabeza.
 
Mi espalda sintió el frío mordaz del palo de madera, las sogas me aprisionaban ante una muerte segura.
 
- ¿Última palabra?.- preguntó el hombre de negro que llevaba una antorcha en la mano para prender fuego a las hojas secas y demás hijos muertos de la naturaleza.
 
- Volveré, tomaré cuenta de todo lo que hicieron, protegeré y cuidaré a todos los que pronuncien mi nombre, estaré en la vida de los humanos, de los licántropos, de los cambiaformas, de los inmortales... de todos.
 
Dicho ésto, el fuego comenzó a hacerse presente, el calor comenzaba a indicarme el final de mi vida. Con los ojos abiertos, mirando aquella danza ancestral gitana, largué mi última carcajada de vida, mis labios no pronunciarían lamentos, no lo harían. El fuego fue subiendo por mi cuerpo, arrasando con todo, muerto de dolor, antes de que cortaran mi hilo de vida, largué mi última carcajada.
 
Luego, todo se volvió oscuro.
Página 1 / 1
Foto del autor Nela A. Troisse
Textos Publicados: 9
Miembro desde: Mar 19, 2013
0 Comentarios 494 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Final creado para el personaje en el foro rol Victorian Vampire, por su autora, Nela Troisse.

Palabras Clave: muerte inquisición brujo. mar fuego capitán magia legado amor fantasía

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy