¡Cómo tu recuerdo empapa mi existencia!
Publicado en Mar 29, 2013
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El cristal del ventanuco devuelve una mirada vacía y perdida en el recuerdo: mi mirada y tu recuerdo. Fuimos vías de un tren que corren paralelas y se entrecruzan fugazmente. Nosotros aún gozamos la gracia de remontar juntos un trecho del camino: Gracia que fue mi desgracia, camino que fue mi abismo.
Fuiste en ocasiones la madre coraje que aún añoro, la compañera valiente en una amistad sin tregua, la hermana que apoyaba mis anhelos y la amante ingenua y divertida que puso luz a este mundo mío lleno de mezquinas pesquisas.
¡Como tu recuerdo empapa mi existencia!
Aún  hoy despierto acompañando con arritmia tus recuerdos. Invades mi alcoba arropada por el orgullo que sólo otorga el engaño, el haber entregado sin querer, el haber respirado sin poder.
¡Como tu recuerdo empapa mi existencia!
Tu maldición se ha cumplido: en los momentos en que el alma se rasga de tanto volar sola, mi existencia anhela una presencia: la tuya; cuando mi mano reclama compartir un tacto: siempre es el tuyo; cuando mis labios buscan otros labios: son los tuyos; mi galopar solo puede marcar un ritmo: el tuyo y, cuando el goce traspasa la frontera,  mi boca enmarca un nombre: el tuyo.
Sin querer pero queriendo tuyo me hiciste, a fuerza de no querer entrar en mi vida, fuiste ella. Cuando los golpes y desavenencias del cotidiano vivir hacían acto de presencia, estoicamente soportaba sus ímpetus porque, con la prolongación de tus brazos en los míos, enmarcaba mi cuerpo esperanzado, entusiasmado, enamorado.
¡Como tu recuerdo empapa mi existencia!
Mil y mil veces maldigo el día, el minuto, el segundo, la centésima, la milésima que me arrimó a la apuesta tan ruin, vulgar y ordinaria que supone discernir entre la vida y la muerte, entre el dinero y la honradez, entre el éxito y un sincero y sencillo amor correspondido.
Se paro el tiempo, se ralentizaron las emociones y el ozono reinó en los sentimientos invernando nuestros corazones; el mío en un marco dorado de ambición, el tuyo en un rojo bermellón de vencida.
¡Como tu recuerdo empapa mi existencia!
Más la rueda de la fortuna es incansable en su girar. Todo lo que es arriba es abajo. Todo principio tiene un final. Tras la tempestad viene la calma: tu calma. Pudiste al fin aquietar la mente, sosegar el espíritu, y desde la armonía que confiere la madurez arrancar a la vida aquello que te negó y que ahora es tuyo por derecho propio. Hoy he sabido que por fin en un recodo del camino, seguro el más insospechado e inhóspito el amor te encontró y te poseyó. Hoy he sabido que amas, te aman y eres inmensamente feliz.
¡Como tu recuerdo empapa mi existencia!
Todo final engloba un principio. Tras la calma viene la tempestad: mi tempestad. El desasosiego de saberte perdida y, en el colmo de la desdicha, saberte indiferente. Fuiste todo y como en el libro de  "La Historia Interminable" dejé que la nada nos envolviera y consumiera. Haciendo uso de una frase roída por oída digo: A Dios pongo por testigo que a partir de este día el amor es mi estandarte y mi espada el aliento que en forma de besos te he robado.
Eternamente tuyo.
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Foto del autor hamelia
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Descripción

Carta a un amor perdido. prosa poética

Palabras Clave: amor recuerdo desamor tristeza

Categoría: Poesía

Subcategoría: Romántica



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