Justo en el momento en el que creí que era feliz, en el que nada podría estar mejor, justo cuando el sol brillaba, llovió, y llovió fuerte, e intente mantenerme firme ante la lluvia, pero gota a gota tumbarón mi cuerpo al piso, y caí, caí fuerte, y dure un buen rato tirada en el piso, y me sentí sin fuerzas para volverme a levantar, me sentí débil y frágil, mi sonrisa se esfumo, y mis ganas de vivir también, sentí que no había luz en mi camino, y que no podía con la tormenta y el abismo que se adentraban en mi, sentí ganas de llorar y de gritar, pero no lo hice, porque creí que así me dolería menos, pero igual me dolía, y no podía hacer nada al respecto, y cuando esa lluvia, con nombre y apellido, destruyo mi vida en instantes, cuando me sentí tan hundida en un profundo agujero negro, cuando sentí que mi razón de existir había llegado a su fin, me di cuenta de que tal vez había llegado un ciclo a su fin, y comprendí que despues de cada final llega un comienzo, sonreí y me di cuenta de que nada es tan malo como para destruirte, y si algo o alguién logra destruirte, esta en ti reconstruirte, esta en ti renovarte y ser la misma persona, pero mejor, quizá lo que hoy te saca una lagrima, mañana te sacara una sonrisa, y efectivamente así es, en ese momento me sentí profundamente triste, pero hoy puedo recordar lo que un día me hizo daño y reírme de mi misma, porque he aprendido, y he perdonado, me he perdonado a mi misma, por mis errores, y he sanado mis cicatrices, y me he dado cuenta de lo fuerte, valiente y única que soy, he logrado amarme y valorarme por lo que soy, aunque a veces otros no lo hagan, y esto me ha enseñado a tener muy claro que en todo camino oscuro, hay una luz, aún cuando sea pequeña, hay una luz..