Dulce de membrillo.
Publicado en Mar 24, 2013
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       Me gusta hacer dulce de membrillo y cocinarlo lentamente. Me lleva tanto el hacerlo que tengo tiempo para pensar. La casa se llena con un olor a octubre, a otoño y cierro los ojos y ante mi aparecen arboles desnudándose lentamente de sus hojas, dejando su vestido regado por todo el suelo pero también me acuerdo de ti, del sabor de tu boca cuando me besabas después de morder una de estas frutas maduras.
       Tantas veces me leíste la receta que la aprendí de memoria. Me fascinaba escuchar tu voz cuando te equivocabas al leer pero más tu risa.  Me llenaba los oídos. Hoy solo escucho el ruido del cuchillo sobre la tabla de madera mientras corto los membrillos en cuadritos. Hay que quitar bien las semillas y el corazón, luego meterlos en una olla y cubrirlos con agua para que hierban durante 20 minutos. Espero.
       Me sirvo un poco de vino y pongo la música del disco compacto que olvidaste. Es música de piano. Cierro los ojos nuevamente y hago como  que dirijo a la orquesta. Bailo y tarareo la melodía. Y pasan una y dos y tres y yo sigo en mi embeleso hasta que el olor de la fruta cocida me vuelve a la realidad. Hay que colocar los trozos cocidos en el vaso de  la licuadora para hacer el puré.
       ¡Auch!,  ya me queme. Metí la mano a la olla y el agua aún está muy  caliente. ¡Hijo de su pinche madre  como arde!.  Como quisiera que el dolor de  mi corazón fuera como esta quemada que al ser tan leve solo tardara unos días en sanar, pero no, sé que no será así. Nos dijimos palabras tan hirientes, de esas que duelen más  allá del dolor mismo, de las que se quedan tatuadas. ¡Carajo, que sabor tan salado tienen mis lágrimas!. No me gusta.
       Muelo todos los trocitos de membrillo en la licuadora y después los pongo   en otra olla con la misma cantidad de azúcar...  ¿Cuánto compre de fruta?. ¿Fueron tres  o cuatro membrillos?. ¿Entre todos pesaran un kilo o solo medio?..¿Y el azúcar, en donde chingados deje el azúcar?. Pero si compre una buena bolsa para endulzar las tazas de café que me estoy tomando a diario. No quiero dormir, te sueño todas las noches pero tampoco me gusta el insomnio, te pienso, te pienso, te pienso…
        Ya me acorde, la deje en el baño bajo la regadera. ¿Qué loco no?,  pero es el único lugar en donde puedo tomar mi café y hacerlo en esta especie de ritual lacrimógeno que no sé si les sucede  a todos los que como yo, pasan por esto. Voy por el pinche azúcar. La música sigue. Regreso.
       Recuerdo cuando en esta parte de la receta me leías: “Pasar por un tamiz, pesar y colocar la misma cantidad de azúcar dentro de la olla junto con el membrillo escurrido y hecho puré”. Yo no te entendía ni madres…¿tamiz, que es un pinche tamiz?. Tan fácil que hubiera sido decirme: “ahora separa lo grueso de lo fino del puré con esa cosa que esta sobre el lavabo y que parece la malla con la que se cuela la arena pero en chiquito”.
       Cuantas cosas nos hubiéramos evitado de haber  hablado siempre con la verdad y de manera que nos entendiéramos el uno con el otro. Si hubiéramos escuchado a la razón, al entendimiento. Si hubiéramos pasado por un mendigo tamiz todas las cosas que nos estaban haciendo mal quedándonos solo con lo bueno.
       Llevo a fuego fuerte el puré y espero a que empiece a hervir, luego bajo el fuego de la hornilla lo mas posible. Qué bueno que la estufa tiene encendido electrónico.  Al encendedor de estufas, (¿si se llama así verdad?) hace tiempo que no lo veo. Fuego lento.  Muevo lentamente la pasta por buen rato, un muy buen rato, siempre con la cuchara de madera que me regalaste.  Que se incorpore  poco a poco. Y quedo hipnotizado. Y mi mente viaja al primer momento en que te vi. Fue una foto, recuerdo. Una foto en una red social. Me enamore como idiota.  Sigues siendo linda. Esa foto la imprimí y es la que tengo en el buro de la recamara. La que querías que quitara.
        Y así estoy durante 20 minutos. Que rico huele la casa. Que deliciosa se escucha la música.
           ¡Caramba, si esto no son cebollas para seguir llorando!.
       ¿En qué parte de nuestra historia dejamos de ser los amantes, los novios, los amigos?. ¿Cuándo la desconfianza y los celos pasaron a tomar el lugar de la confianza y el entendimiento?.  ¡Chingado, chingado, chingado, pinche soledad como me agobia!. Hablando por mí me queda claro que nunca había conocido el sabor de los celos y en serio, saben horrible. Con un sabor mas detestable que el de los membrillos crudos y verdes, que de tan ácidos escaldan la lengua.  No quiero culparte pero tú tuviste tu parte de culpa.  Tu manera de ser convirtió mi vida en un infierno. Pudiste haberme dado mi lugar pero no, preferiste a tus amigos más que a mí. ¡Puta, puta, puta!. No, no, no, ya empecé otra vez. Ya no por favor, ya no, ya no. Mendigos celos, no los quiero, no los quiero, no los quiero…
         Quisiera poder decirte que me siento fatal por lo que dije. Tú no eres todo lo que te grite, no eres nada de eso. Ni soy lo que dijiste, Nos equivocamos. Creo, en otras palabras que nos faltaron tacto y comunicación.
     Soy un tipo como muchos, a veces medio imbécil, con  una historia de antaño. Alguien que esconde sus temores por que mi género supone que no debo mostrarlos, pero yo me rebelo contra eso.  Soy un hombre que llora, que sufre. Y  alguna vez sentí el filo de la traición y el abandono. Y me dolió. Y mucho tiempo deje de creer y no quería más de eso que se llama amor.  Y llegaste y me cambiaste el panorama y volví a creer, pero tan desacostumbrado estaba a  ese sentimiento que hay cosas que no supe cómo manejar. Me dio miedo el pensar que alguien más pueda robarme tu afecto. Me abrazaron los celos de una manera inmisericorde al pensarte en otros brazos y diciendo a alguien más lo que a mí me dices. Me frustro el dejar de ser el  centro de tu atención. Y pudieras pensar “hombre celoso y acomplejado”, pero ¡noooooooooooooo!, solo te estoy diciendo lo que pasa por mi corazón. He pecado y me arrepiento. Me equivoque y pido perdón.
       Alguna vez soñé con ser aquel que te despertara con un detalle, alguien que no pudiera ser medido por lo que tiene o por el tamaño o el kilataje de un anillo. Alguna vez soñé con ser tu amante eterno. Llevarte rosas aun estando viejo y bailar la misma melodía que a ambos nos gusta y cantarte al oído, así despacito, la canción que sé que prefieres.
Ya casi está el dulce. Mis pensamientos siguen.
       Me hubiera gustado temblar de frio y que me arroparas, sentir temor y llorar en tu regazo. Me hubiera gustado llevarte rosas cada año y ponerle velas a la cena de cualquier noche. Me hubiera gustado algún día gritarle a medio mundo: ¡Escúchenme todos, amo a esta mujer y con todo y mis defectos y virtudes, con todo lo que soy y no soy y con lo que tengo y no tengo, soy eternamente suyo!.
       Me hubiera… y él hubiera no existe… Ya no quiero llorar en silencio abrazado solamente por la soledad, por una copa de vino, un café recargado bajo la regadera y la música del único disco compacto que olvidaste. . Pero ya no estas.  Ya no estas. Me lo dice la casa… y mi corazón.
Quedo listo el dulce pero olvide sacar el molde.  No importa. Que se quede en la olla. Me lo comeré a pedazos despegándolo del recipiente. Que desorden tengo en la cocina.
         Ufff… se acabó el disco. Mi corazón, como te dije, me dice que no volverás. 
       Tocan a la puerta. Debe ser el vecino de arriba. Su esposa también lo abandono. Tal vez él pueda decirme porque pasa  todo esto. Le pediré que me acompañe al súper.  Ya no tengo membrillos.
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Foto del autor Vctor Macedonio.
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Descripción

Preparo dulce de membrillo mientras pienso en Ti.

Palabras Clave: dulce membrillo azcar

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Mariana Galn Guerrero

Me fascinó tu dulce de membrillo, pero sobre todo como lo cuentas. Yo también lo hago, es tu misma receta, es una herencia de mi madre y mi abuela.
Saludos
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March 24, 2013
 

Vctor Macedonio.

Hola Mariana, celebro que mi relato te haya gustado y mas aun que te traiga hermosos recuerdos. Saludos.
Responder
March 24, 2013

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