No sé por qué he venido
a contemplar de nuevo este paraje
y los dioses amargados que se ocultan
entre las lajas petrificadas.
Recuerdo las galaxias amarillas
que se te declaraban en los amaneceres.
Recuerdo los contornos de estas rocas
y la aparente calma de nuestras fogatas.
Los malvaviscos que comíamos al fuego
el interminable nudo en que nos amarrábamos.
El aire me trae nuevos sinsabores...
Allá están los chopos desolados.
La luna gira sobre los esteros
y el mar agita sus roncos pedernales.
Recuerdo tus manecitas polícromas
y tu sabor azul en los senderos.
Debajo de la carpa nos amábamos
como estrellas ardientes y tendidas.
Eramos tormentas en lo extraño.
Eramos granadas en estallido eterno.
Simplemente éramos, y nada nos regía.
Eramos rompecabezas que se armaban
Eramos cabellos en vigilia.
El tiempo te trajo y te llevó:
Hace mucho se fueron tus fragancias.
Para serte franco y sincero como siempre
después de tantos años y de tantos pasos
no sé por qué he venido a este paraje.