Estuve sobre mi silla en un cuarto de  ocho esquinas y cuatro paredes que siempre me quitan mi libertad.  El techo me aplastó con su indiferencia...Sentí que no valía nada. No soy productivo, sólo una carga para todos los que me rodean.  Hasta mi silla de ruedas se ha cansado de mí. Sus ruedas chillan a cada paso que le hago dar con mis manos callosas que ya la acabaron de engrasar. Me quiise liberar de mi invalides. Me tiré al suelo sobre mi espalda ancha. A pesar del dolor empecé a dar vueltas con ayuda de la inercia de mis manos, apoyadas en mis brazos muculosos. Mis piernas parecieron trapos descosidos sin armonía con mi cuerpo, pero no le di importancia pues las tercera dimension se volvió un cilindro que se movió sin frontera conmigo. No hubo elementos arquitectónicos que limitaran mi andar, bailé sobre el suelo, en realidad, volé...