El Principio
Publicado en Mar 17, 2013
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Con un sentimiento de profundo dolor, mezclado de resolución, Esperanza, aguardaba el autobús, si bien su cuerpo estaba en la parada, su mente viajaba años a tras. El recuerdo, de una vida llena de iniquidades.
En su “casa”, nadie la veía, todo era trabajo, quehaceres y limitaciones, estaba para ayudar a su madre y atender a sus hermanos, que como varones de la casa, tenían un lugar preferente. ¿Que no todos somos iguales? Se preguntaba, siempre. Pero, que podía esperar, su madre era una “buena” mujer, siempre llorando y sufriendo por sus retoños, soportando todo tipo de maltratos de su “esposo”, aceptando “su cruz”, por otra parte, que iban a decir la gente.
Su padre, de origen campesino, pero según él, había nacido en pañales de seda, su madre le había permitió todo, por algo era el primogénito, sus pobres hermanas soportaban malas palabras, golpes y los castigos de la madre, si osaban no atender al hermano mayor. Era todo un tirano prepotente y abusivo, que podía hacer y deshacer, sin más limitación, que la que marcaran sus deseos, para eso, los que mantenía. Las viejas, están para servir y aguantar, para eso son viejas, ¡Que no! -las palabas preferidas de su padre- le resonaban en su cabeza, como truenos.
En este acogedor y bien estructurado hogar, Ella era una parte importante, era objeto del desahogo de las frustraciones de su madre, que en ella veía, el recuerdo de su maldición ¡Ser mujer!
Si bien, Esperanza era retraída y callada, había algo en su espíritu, que no agradaba a sus progenitores, era una rebelde silenciosa, que a pesar de las medidas correctivas de sus padres, no lograban doblegarla; su padre la veía como una “mala hija”, pues cuando la emprendía contra su mujer, ella lo enfrentaba, no obstante las golpizas, que se ganaba al cubrir con su cuerpo, los golpes que le correspondían a su madre, ¡Esa chamaca, no entendía!  Su padre, le decía furibundo, ¡Recuerda que hay un Dios, él te castigara, una hija, jamás enfrenta al padre, al que le debes la vida! En cuanto, a su Santa madre, según se decían, tenía muy fuerte el carácter, pero era incapaz de defenderse y menos defender a su hija, al contrario, se escudaba en ella.
No obstante, todo esto, Esperanza era una excelente alumna, apreciada por los maestros. Era una chica, curiosa, que aprendió muchas cosas, que sus maestros le enseñaban, además de las lecciones normales. Además, era buena deportista;  en ella había una dualidad, en el trato cotidiano era callada y retraída, pero en la cancha de juego y el gimnasio, era muy agresiva, necia y aferrada, pero además lo disfrutaba.
Las clases de música, que en realidad era historia del arte, le permitían conocer y disfrutar las construcciones, los diseños; la música de diferentes épocas, distinguir los instrumentos, para ella, era todo un placer. Pero, cuando fue elegida para el Coro de la escuela, fue todo un acontecimiento, entusiasmada hasta la medula, asistía a todos los ensayo, a las clases de vocalización, pero cuando la eligieron de voz principal, para cantar una opereta, llamada “El Vergel” estaba en otro mundo, pues además, según ella, la letra se refería a ella; se trataba de una chica, enamorada de un joven que la ignoraba. ¡Que raro, ese tema para Esperanza, era muy familiar! Así, transcurrió su estancia en el colegio, se graduó, siendo una de las mejores alumnas de la escuela.
No sabía como decirles a sus padres, que quería seguir estudiando, primero, se lo dijo a su madre, quien, con cara de “ni modo” le comento que no podía apoyarla, pues tenía a otros dos hijos más, que se pusiera a trabajar, para que se preparara y no terminar como ella, con esas palabras y con el pavor de parecerse a su madre, fue a hablar con su padre, quien la escucho y escandalizado, le dijo “para que quieres estudiar, eres vieja, vas a terminar en la cocina, como todas, mejor déjale el lugar a otros que lo van aprovechar, además eres bien mensa”. Con ese apoyo, Esperanza, estaba triste, pero no se iba a darse por vencida, tan fácilmente; fue a ver a una tía, una “mala mujer”, “la vergüenza de la familia”, pero la que vivía mejor y lo más importante, vivía la vida, le comento su situación, ella le explicó, que en donde trabajaba,  parecía que estaban contratando personal. Decidida, hablo con su padre, para informarle que iba a trabajar para seguir estudiando, su padre reacciono, como si Esperanza, lo pretendiera exhibir, le grito ¡No! Que te falta, ¡Dime!, que van a decir, que te puse a trabajar para que me mantengas. Lo sarcástico del caso, es que su padre no le daba nada, era su madre la que trabajaba para mantener a sus hijos, además eso, de que ¡No faltaba nada!, ella se vestía de ropa usada o de la ropa que si madre les confeccionaba. Esa fue la primera vez, que discutió con su padre por algo referente a ella, su padre le dio una golpiza, cuyos morenotes le duraron 15 días, pero no iba a permitir que no la dejaran estudiar, fue con su tía y le pidió la dirección y las referencias para llegar, su tía se las dio.
El lunes siguiente, muy “arreglada” con un vestido color rosa, como 3 tallas más grande, sus  zapatillas de 15 años y una bolsa de mano, prestada, le pidió a su madre dinero para los pasajes, sin problemas llego al sitio, registrando su entrada,  fue a ver a su tía, que al ver tanto “glamur”, la saco de su oficina y la encamino a las escalera, con el pedimento que no dijera que era su sobrina. Esperanza, subió al primer piso, a el área de recursos humanos, se presento ante la secretaría, pidiendo hablar con el Licenciado, la chica la miró, le pregunto para que asunto, Esperanza, se aventó toda la historia, excepto que era sobrina de la Jefa del Archivo; la mujer, más por pena que otra cosa, entro a hablar con su Jefe, quien después de oír la historia, levanto la vista para ver a una niña de 16 años, le dijo a su secretaría, que si la atendería, que esperara, así paso todo el día y la tarde, casi a la hora de la salida, el Licenciado, vio a Esperanza, ahí sentadita, le dijo a su secretaría, que la hiciera pasar, Ella entro, saludando muy correctamente, el glamur, ya no se notaba, su rostro reflejaba hambre, aburrimiento y ansiedad.
El Licenciado le dijo que tomara asiento, ella lo hizo, él le pregunto:
-¿Qué quiere?
Ella, ansiosa, nuevamente conto su historia.
El Licenciado diligentemente escuchaba, una vez que ella término, dijo, esta bien jovencita.
- ¿Qué sabe hacer?
Esperanza con el mayor desparpajo respondió
- ¡Nada!
El rostro del Licenciado, dibujo una sonrisa y le dijo.
- ¡Esta contratada!
Así, empezó a trabajar, claro que le tardaron en pagar 7 meses, pero su madre, su tía y el Licenciado, le prestaban para los pasajes, hasta en tanto cobrara.
En el inter, salió la convocatoria para la preparatoria, su tía la llevo hacer los trámites, con la total desaprobación de su padre, el día del examen de selección, su madre la acompaño, mientras se daban los resultados, trabajaba de las 8 de la mañana a las 6 de la tarde, era la multifuncional, repartía correspondencia, hacia los mandados a las secretaría, ayudaba en el área financiera y en el archivo y oficialía de partes.
Una tarde de regreso del trabajo, al dar vuelta a la esquina de su casa, vio que a su vecina, el cartero le daba un sobre grande y amarillo con el escudo de la Universidad, según le informo un amiguito de ella, la habían rechazado y le devolvían sus papeles, además le dijo que en su casa también habían dejado algo, Esperanza, se puso como loca y empezó a llorar, a ella también de seguro la había rechazado, tenía razón su padre, era una mensa, además le había quitado la oportunidad a otro, se sentó en la banqueta, hecha un mar de lagrimas, su amiguito fue en busca de su madre, ella, salió y vio a su hija llorando en plena calle, se le acerco y le pregunto ¿Por qué lloraba?, Esperanza, entre sollozos, dijo que la habían rechazado, su madre le informó que no, que la había aceptado y que tenía que hacer, no se que cosas, Esperanza como resorte, se levanto y corrió a su casa, sobre la mesa del comedor, estaba un sobre pequeño de color blanco con un sello azul de la Universidad, ¡Abierto por cierto! Tenía que presentarse, ese mismo día, al plantel a hacer si inscripción, presentando esa carta, sin más, ella salió corriendo para la escuela, como llego, ni idea, pero llego, realizo el trámite, le dieron su horario y tira de materias, en unos días más empezaban sus clases, en el turno vespertino, es decir de 5 de la tarde a las 10 de la noche. Ya de regreso, en su casa, cuando entro, estaba su padre con unos “cuates” tomando, estaban festejando, que ella había sido aceptada, los amigos de su padre ¡lo felicitabas, a él! Además, le decían a ella, que ¡le diera las gracias, a su padre por apoyarla!
Al día siguiente, le informo al Licenciado, a quien le dio mucho gusto, autorizándole a salir a las 4 de la tarde, para que llegara a la escuela. Así las cosas, llego el momento en que le pagaron, pago todas sus deudas y todavía le sobro, se llevó, el siguiente fin de semana a su madre al supermercado, a comprar la despensa que hacia falta en su casa, era la primera vez que hacían “super”. En la tarde, invito a comer a su madre y hermanos.
Cada quincena, daba gasto y compraba algún mueble que hacía falta en casa, su padre cada quincena, peleaba con ella, que se empecinaba en exhibirlo. Además, no le daba su dinero, como lo hacían las “buenas hijas de su compadre”. Esperanza, le compraba ropa, misma que nunca usaba, hasta que ya no le dio nada; saco a su madre de trabajar.
Así llego el tercer año de bachillerato, año de lección de carrera, otra bronca, ella quería estudiar medicina, pero eso, no le permitiría trabajar y opto por estudiar Derecho. Cuando su padre se entero, nuevamente le dijo, que “esa carrera era para gente inteligente y además para hombres, que no entendía su necedad de estudiar, si seguro se casaba y con todo y titulo terminaría en la cocina”. Con todos esos buenos deseos de su padre, entro a la Facultad de Derecho, en el trabajo la apoyaron, para ser transferida al área legal, con la suerte, que la titular del área, era madre y tenía un hijo de la misma edad de Esperanza, eso le valió para ser prácticamente adoptada por los abogados, todo parecía ir mejorando. Pero una noche, recibió una llamada a su celular, era uno de sus hermanos, le pedía urgentemente ir a casa, al oír lo dicho, Esperanza se puso blanca como la hoja de su cuaderno, sin más se levantó de su asiento y salió del salón de clases, el corazón le latían tan aprisa, que sintió que se salía del pecho, como pudo llegó a la avenida, detuvo un taxi, indicándole al chofer su destino, ella iba en shock, las ideas más terribles se le veían a la cabeza, sabía que las cosas en su casa, estaban cada vez peor, ya sus hermanos eran adolecentes, estaban hartos de la vida que su padre les daba, su padre por su parte, se había vuelto más violento, estaba llenos de despecho y resentimiento y por otra parte, su madre, se sentía más protegida por su hija, los pleitos habían subido de tono. Tenía la impresión, desde hacia tiempo, que podía pasar una desgracia. Había llegado a su casa, el chofer se estaciono frente de la puerta de entrada, Esperanza, le dijo que no se fuera. Ella, no tenía llaves de su casa, por lo que empezó a tocar la puerta, nadie le habría, se asomo por una de las ventanas y alcanzo a ver a su padre, estaba vociferando, manoteando, ¡lo clásico! Que triste, pero eso la tranquilizo, era lo siempre, regreso al taxi, pago el pasaje, dio las gracias y retorno a la puerta, insistió llamando, se abrió la puerta, en el lumbral, estaba su hermano mediano, con la cara desencajada y lleno todo el cuerpo de sangre, Esperanza, pensó lo peor y se quedo como clavada al piso, su hermano le dijo “corre ve por una patrulla” ella sin más hecho a correr, alcanzando al taxi, este se detuvo al verla, ella subió, solo alcanzaba a decir que la llevara a la delegación, habían matado a su familia, el chofer se fue lo más rápido que pudo. En un momento, llegaron a la delegación de policía, le dijo al chofer que se detuviera, se bajo, le dio al chofer un billete, hecho a correr, en esos momentos, iba llegando una patrulla, se les acerco diciéndoles, a los policías, que habían matado a su familiar; los policías, le indicaron que se subiera, ya en la patrulla, les conto de su padre y como había visto a su hermano. Llegaron a la casa, los policías empezaron a tocar, por un rato no les abrían, de momento, nuevamente su hermano, estaba en el marco de la puerta, los policías lo hicieron a un lado, introduciéndose a la vivienda, después de un rato, salieron con un machete y con su padre esposado. Esperanza, preguntaba por su madre y hermano pequeño, los policías, le señalaron que no había nadie, ella se volteo hacia su hermano, el pobre, no hablaba, lo tomo del brazo, preguntándole, ¿donde esta mamá y mi hermano? Su hermano, sólo dijo, ¡Huyeron¡ A su padre, lo habían subido a la patrulla, en la parte trasera, a ellos, los metieron adelante, así llegaron a la delegación, su padre, sólo decía, que era un “mal entendido”, que “si ellos, jamás habías reprendido a su familia”, los policías, le decía, ¡Haa, tu los reprendes con machete, haber si con el juez, haces lo mismo! Esperanza, en ese momento, deseaba, tener una pistola y terminar de una vez con su padre, con los años, había llegado a la conclusión, que hay personas, que lo único bueno que pueden hacer, es estar muertas.
Cuando llegaron a la delegación, su padre fue conducido a los separos, en el traslado, se encontraron de frente, Esperanza y su padre, éste último, le dijo en voz entrecortada, ¡Que si era su voluntad, de que él terminara en la cárcel, que así fuera! Esperanza, sólo con un odio arraigado por años, vio como se lo llevaron. El juez, la llamo, dijo que sólo podía detenerlo, por unas cuantas horas, con base al peritaje que se hiciera de las lesiones de su hermano, que lo tocante a los demás integrantes, no había elementos para consignar, por no haberlos encontrado en el domicilio, Estaba fuera de si, hablo con el juez, le dijo los antecedentes, eso no ¡Valió de nada! Se le pidió que trasladara a su hermano, a un hospital para ser evaluado y regresara con el dictamen, Esperanza y su hermano, fueron al hospital, después de unas horas, estaban de regreso en la delegación, al entrada, se encontraron con su madre y su hermanito, estaban golpeados, sin suéter y sin zapatos. Los llevo con el juez, para que tomara fe de su condición, lo cual hizo el secretario de acuerdo, pero la posición del juez, fue la misma, ¡arresto administrativo!
Con impotencia, empezó a idear que hacer, púes cuando saliera su padre, sino los había matado, ahora si los mataba, dejó a su hermano, con el que se había iniciado la diligencia, para hacer presión, con los otros, se dirijo a su casa, tenías que irse de allí, en el trayecto, buscaba una mudanza, en una calle estaba una, le pido al chofer, que entrara a la calle, ella bajo y hablo con el Señor, convenciéndole que le hiciera la mudanza, él accedió, Ella se monto en el camión y el taxi los seguía, así llegaron como a las 6 de la mañana, a la casa, entre ellas y el chofer de la mudanza, subieron todas su cosas, en esos momentos, se aproximaron a su madre, los “compadres” de su padre, diciéndole que no lo hiciera, que había hecho muy mal, al haber encerrado a su esposo, que eso no estaba bien, que él era un buen hombre, pero que lo habían hecho enojar, la mujer, tenía cara de confusión, al verla Esperanza, le dijo que siguiera metiendo las cosas, lo que hizo como autómata, mientras se enfrentaba a los señores, estos le dijeron “lo que le hiciste a tu padre, lo vas a pagar, porque, fuiste tu, quien lo hizo, tu madre es una buena mujer, pero tu siempre has estado loca y eres una mala agradecida” Esperanza, los mando hasta el infierno, indignados y escandalizados, se alejaron.
Ya con todas las cosas en el camión, ellos se subieron con el chofer y emprendieron el camino, pasaron por su hermano a la delegación, sin rumbo, cruzaron la cuidad, hasta que el chofer le pregunto para donde iban, Esperanza, se dio cuenta, que no tenían a donde ir, ni contaban con nadie, le pidió al chofer que se estacionara, ella se bajo, tenía que pensar, con toda la pena del mundo, le marco a su novio, en escuetas palabras le contó lo que había pasado, él otro, no sabía que decir, después de un largo silenció, le dijo que se fueran para su casa, él hablaría con su padre. Así, llegaron a la casa de su novio, ella entro primero, no conocía al Señor, después de la presentación, salieron al patio, el suegro, dijo que podían poner las cosas en la parte trasera de la casa, así empezaron a bajar las cosas, su novio, su madre, el chofer, ella y sus hermanos, una vez terminado, le pago al chofer de la mudanza y se presento ante su suegro con su familia, el Señor, solo se les quedo viendo, era una escena lastimera, desvelados, demacrados y llenos de sangre seca, Esperanza, se sintió con la obligación de dar una explicación, pero el Señor, le dijo “no me digas nada, pueden estar el tiempo que necesiten” Solo de los ojos de Esperanza, le salieron las lagrimas de agradecimiento y vergüenza. Una vez, que se bañaron, se cambiaron, salieron inmediatamente a la calle, a buscar donde vivir, el novio tenía automóvil, eso les facilito las cosas, después de un buen desayuno y de haber revisado los periódicos, ya tenía un lugar, se dirigieron al lugar y en un par de horas, ya tenía a donde llevar a su familia. En la tarde-noche, estaban instalados, por un tiempo, estuvieron tranquilos, hasta que una noche, que Esperanza, llegó de trabajar, su madre estaba más que enojada, sin más le empezó a reclamar que “había destruido su familia” estaba desconcertada, ya bastante, se sentía presionada en el trabajo, con los requerimientos de su madre y hermanos, la renta y los demás gastos, para que ahora, le salieran, con ¡Eso! Trato de dejarlo pasar, pero cada vez la cosas estaban más difíciles con su familia; por esos tiempos, un amigo de ella, le comento de una oportunidad para adquirir una vivienda propia, le pareció, que era una buena solución, ya tendría su madre su espacio propio, acepto, la negociación, después de unos meses, ya tenía casa.
Cuando Esperanza, llevo a su familia  conocerla, los hermanos, no dijeron nada, pero su madre, se puso verdaderamente impertinente, era fuera de la cuidad, era una zona parcialmente rural, en pleno crecimiento, su madre nuevamente le reclamo el haber destruido a su familia. Además, como se atrevía, a llevarla a un lugar así, que hasta vacas había, pero esta vez, también su hermano, el mediano, le reprocho haberle “quitado a su padre”, el único que no dijo nada, fue el menor. Ella, trato de hacerles entender, que esa eran sus posibilidades, no tenía más, que en cuanto a la “desintegración de su familia” nunca había habido una familia, sino una bola de cobardes que por necesidad se aguantaban todo, empezaron, a decirle una serie de cosas muy dolorosas, mejor prefirió irse, unos meses después, se llevó a cabo la mudanza, ya instalados, con toda su incomodidad y protestas; Esperanza, le informo que se iba, que quería empezar su vida, en los términos y condiciones que ella escogiera y no los que le eligieron su familia. Su madre, se puso como leona herida, quiso pegarle, ella le tomo la mano, diciéndole.
- ¡Ya no madre, este fue último maltrato que te tolero, sino quieres, que me olvide quien eres, déjame ir en paz!
Su madre, le respondió.
-Si sales de esa casa, olvídate que algún día tuviste familia.
Esperanza, tomo su maletas, abrió la puerta, salió con la decisión de no volver más.
En ese momento, regreso a la realidad, noto que su cara estaba mojada por el llanto, vio su reloj, tenía tres horas esperando el camión, cuando levanto la vista, vio que se aproximaba, era tiempo de un nuevo principio.
Lunaoscura
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Foto del autor Edith Zepeda Hermenegildo
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Descripción

El Principio, cuento, relato

Palabras Clave: maltrato desilucin comienzo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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