Fernanda se sentó en la terraza de su departamento y su vista se perdió en el horizonte. Lili, a su lado, se entretenía con un caleidoscopio.
-          ¡Qué cosa más rara!
-          Me lo regalaron en un viaje que hice por Oriente- respondió Fernanda, sin mucho entusiasmo.
Lili dejó el juguete. Comprendió que esta vez, Fernanda no estaba de humor para pelear.
-          ¿Sabes una cosa? Cuando discutiste con papá, casi me convenciste. Pero ya entiendo por qué no quieres tener hijos y no es por ninguna de las razones que mencionaste.
-          Seguramente ya lo sabes- respondió Fernanda, sin mirar a Lili –es vergonzoso reconocerlo. A veces quisiera no haber nacido, siento que la vida me cobra muy caro haber venido al mundo. Y cuando pienso en mi madre… no puedo evitar cierto rencor. Busca que le pague todo el tiempo el derecho a ser su hija. Es espantoso, es horrible…
-          Por eso no quieres ser mamá ¿Verdad? Temes ser igual que ella.
Fernanda suspiró profundamente.
-          Tengo qué parecerme, todo lo que soy se lo debo a ella, aún cuando se avergüence de ello.
Lili se encogió de hombros.
-          No eres como ella- le dijo –en algún momento tuviste la ilusión de ser mamá y por eso estoy aquí. Estoy segura de que tu idea de tener un hijo es muy diferente a la de la abuela.
Fernanda sonrió débilmente. Luego se volvió a ver a Lili con cierto sarcasmo
-          Tú sí te pareces a mi madre… desde que llegaste no has parado de reprocharme.
-          Bueno, -se encogió Lili de hombros –debe ser por eso de los genes. Pero no lo hago con mala intención. La verdad es que los desespero a todos.
-          Creo que serías una chica problema –se burló Fernanda –me imagino en la dirección escolar todos los días, recibiendo quejas de tus travesuras.
-          Ganas no me faltan- opinó Lili –no puedo evitar las travesuras. Pero supongo que para ti eso es un problema. Apuesto que desearías una hija aburrida como Amy.
-          Por cierto ¿Qué hay de tus amigos?
-          ¡Lo olvidaba! Me pidieron que te diera las gracias. Sin querer, resolviste sus vidas. Los padres de Eli decidieron que naciera Amy y la van a apoyar. La mamá de Pedro está recibiendo un tratamiento diferente y parece que el embarazo va bien. Por lo que sé, ellos conseguirán venir a la Tierra.
Fernanda se mordió los labios, apesadumbrada.
-          Siento que no haya sido lo mejor para ti, Lili.
-          No te preocupes- dijo la chica, con su habitual vitalidad –Tendrán qué aguantarme en el Reino de los No Nacidos otra vez. Ya imagino la cara de Hada Suprema cuando me vea de regreso.
-          ¿Y qué sucederá entonces? ¿Elegirás una mamá distinta? Sería lo mejor Lili, tienes derecho a nacer.
La chica se encaramó en la barandilla de la terraza y observó el mundo.
-          No lo sé. No sé si quiero venir a la Tierra. La mayor parte de las personas se empeñan en justificar su infelicidad y viven lamentándose todo el tiempo. Creo que prefiero quedarme con los duendes y los demás seres fantásticos. Al menos allí todos acabamos siempre riendo.
-          El mundo necesita personas como tú- le dijo Fernanda –sería fantástico contar con alguien que motivara a los demás a ser felices.
-          ¿En serio? Porque casi te vuelvo loca.
Fernanda se echó a reír.
-          Sí, lo sé. Creo que es mejor estar loca que amargada.
-          No exageres- repuso Lili –no estás loca ni amargada. Tienes a alguien que te ama y eso es lo que cuenta. Cuando alguien te ama de esa manera debe ser porque eres capaz de amar del mismo modo.
 Y luego saltó y se puso de pie sobre la barandilla. Fernanda se asustó al principio, pensando que se iba a caer.
-          ¿Qué vas a hacer?
-          Tranquila- le dijo Lili –debo irme ya. El plazo de mi misión se ha cumplido.
-          ¿Regresarás?- peguntó Fernanda con cierta tristeza
-          No- le dijo Lili –técnicamente sólo puedo regresar si tú resuelves traerme al mundo. Pero regresaré como un crío, tendrás que cambiarme los pañales, enseñarme a hablar… y no sé si eso te guste. Por ahora, ésta es mi última visita.
-          Sé que no me crees- le dijo Fernanda –pero voy a extrañarte mucho. Ojalá encuentres una mamá mejor que yo y algún día nos encontremos.
Lili sonrió con picardía.
-          No quiero otra mamá, Fernanda. Prefiero quedarme para siempre en el Reino de los No Nacidos. Me caes bien, con todo y tus manías, y tus necedades. No vas a librarte de mí tan fácilmente. Pero si decides no tener nunca bebés, recuerda que tienes una mocosa traviesa e incontrolable en alguna parte del universo.
E impulsándose con los brazos,  voló con rapidez atravesando las nubes.
-          ¡Adiós Fernanda!- exclamó -¡Suerte con el ascenso, la gastritis y la comida congelada!
Fernanda la observó alejarse, profundamente conmovida.
-          Adiós Lili- dijo para sí –gracias por elegirme.
 
FIN