8 al Elche y yo con Carrusel... (Diario)
Publicado en Feb 14, 2013
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8 al Elche y yo con Carrusel... 

Eran tiempos gloriosos de las chapas. Yo entrenaba siempre en un pequeño rincón de la mesa redonda y era redondo aquel ambiente de "sangre, sudor y lágrimas" cuando veía que no me servía de nada esforzarme, a la hora de jugar el partido, porque llegaba el Boni o llegaba el Maxi y, para dorarle la píldora al Emilín, me anulaban goles legalmente marcados ante el silencio conspiratorio y la creencia del ególatra de que era el mejor de los mejores. Había horas de la verdad y había horas de la mentira... así que era mejor pasarlo pipa junto a mi padre, la sprimeras horas de domingo tras café, copa y puro... escuchando pacíficamente el Carrusel. Aquella especie de existencia era, en verdad, un verdadro carrusel. Y siempre tengo guardado en mi memoria el Real Madrid 8 - Elche 0, del estadio Chamartín (luego llamado Santiago Bernabéu). 

Esto recogió el diario "Ya" del 24 de enero de 1960. Once años de edad, apenas recién cumplidos, dan para mucho que recordar. He aquí aquella excelente crónica de aquel partido inolvidable cuando mi padre seguía, con afán de atlético madrileño, los partidos de la Liga y yo, como buen seguidor del Athletic de Bilbao, solamente veía cómo apuntaba los palotes en el papel, cómo contabilizaba el final de las primeras partes y como el final de las segundas partes, final de los partidos, a veces venían bien dadas o a veces era necesariop armarse de paciencia y, sobre todo de mucha Fe, porque habiamos sacado algún que otro punto. Pero aquel año de 1960 el Real Madrid era imparable.

Escribe Eduardo Teus: "8 al Elche y 4 de ellos de Puskas". Tarde de nieve, preetnación de Canario como extremos y sqaue de honor a cargo de Davey Moore, campeón del Mundo en boxeo. Barrios ha dicho después del 8 a 0 «... el mal estado del campo y la fuerte nevada durante todo el encuentro perjudicaron, sobre todo, al Elche. Nos dejó sin nuestra mejor arma para intentar algo, porque nos quedamos sin velocidad. Frente a la clase y la supertécnica de las figuras del Madrid, esto era lo único que podíamos oponerle. Repito, el terreno embarrado y deslizante nos hundió. Además del gran fútbol de siempre en el campeón de Europa.» No vamos a discutir con Barrios. En parte tiene razón. Pero no en todo. Porque si bien es verdad que el Elche pudo quedarse sin su velocidad, no iba a perderla tampoco por completo. Al Madrid del segundo tiempo, el estado del campo, muy peligroso y fácil a la lesión de cualquier jugador, le cortó y le quitó bastante más que el Elche una mayor goleada. Un directivo ilicitano expuso antes del partido que esta vez no habría fuerte tanteo en contra. Que no se repetiría el 11 a 2 de la anterior temporada. (...) Es posible; pero el domingo si no se pasó de los diez goles y no se llegó a ellos fué -lo hemos expuesto- porque el Madrid se sintió «prudente» en el segundo tiempo y no quiso -hizo bien- arriesgar. Y todo el segundo tiempo jugó a la mitad de sus posibilidades. No se sintió cruel. Aun así fue posible el categórico y fuerte tanteo del 8 a 0. Al cuarto de hora comenzó la goleada. Un pase medido de Di Stéfano, el superdirector, y la internada de Canario, el resucitado, y el duro disparo. Por primera vez es batido García. Y en pocos minutos llega una serie de tres tantos. Al alimón Puskas y Di Stéfano, que se entienden a la perfección. Se dan los goles. De Puskas a Di Stéfano, el segundo. De Di Stéfano a Puskas, el tercero. Galopada de Gento, al fin, «despertándose» bajo la nevada, y el pase atrás lo clava Di Stéfano. El quinto lo «fabrica» Di Stéfano para Puskas. Luego, en la segunda parte, más nieve. El campo, por momentos, está menos practicable. Los jugadores se juegan la posible y fácil lesión. Toca reservarse y se reservan.Pero el Madrid continúa fabricando buen fútbol, y el Elche, el que puede y le dejan. Que no es mucho. Y tres goles más. Un pase largo y profundo de Di Stéfano a su compañero Puskas. Este no desperdicia la ocasión. Es el sexto. Más tarde, una internada hasta el poste de las suyas, de Gento, a la velocidad supersónica. Esa que Helenio Herrera «dice» que ha dado a sus muchachos del Inter. Y Puskas no desaprovecha el pase, que era ya gol. Y lo marca. Es el séptimo. El último, el octavo, se da en la tenacidad de Canario. Quedaban aún veinte minutos largos de partido, pero el Madrid, formado por Vicente; Marquitos, Santamaría, Casado, Vidal, Pachín; Canario, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento, ya no se esforzó"

Tiempos de fútbol de chapas; tiempo de ciclismo de chapas y hasta tiempo de boxeo de chapas. Recuerdo que sí, que Barrios estaba en las chapas como entrenador y que Davey Moore estaba en las chapas como boxeador (por supuesto que en la CG para ganar haciendo trampas). Tiempos de ciclismo de chapas con Van Stembergen (de la CJ) superando por un punto a Walkowiak (de la CB) en la clasificación del mejor del mundo pero sin hacer trampas. Los de CM seguían, casi siempre, sólo "viéndolas venir". Y como nevaba todo el dïa, allí estaba yo, aquel 24 de enero de 1960, hincando los codos no para estudiar matracas, ni fisacas ni quimacas, sino observando cómo mi padre, para su desesperación de atlético, no tenía más remedio que poner palote tras paolote (hasta un total de 8 palotes) a favor del Real Madrid. Mi madre y mi hermana se partían de risa con unos jijijís que ponían nervioso a cualquiera menos a quienes, como yo, ni discutían con los merengues (me los comía de dos en dos) ni con los colchoneros (dormía plácidamente a pesar de la borra que tenían dentro o al menos eso decía mi abuela materna).

¿Y qué decir de aquel Elche? Pues que, a pesar de todo, vivía las épocas mas gloriosas y doradas de su Historia. Para esta nueva campaña César Rodríguez cumple su tercera temporada en el Elche como entreandor-jugador (demostración de que es cierto cuando yo le hice saber a un "entendido" de esos que no entienden del fútbol ni lo que es un balón de que se puede ser jugador y, al mismo tiempo, capitán y entrenador del equipo). Las altas del Elche fueron: Alcantarilla, Felipe, Fuertes, Gallego, García, Laguardia y Ré (todos ellos jugaron en las chapas) y Roche (que nunca jugó en las chapas). Las bajas fueron (ninguno de ellos jugaron a las chapas), Campillo, Isidro, Martí, Navarro, Outerelo, Periquín, Rico, Sánchez y Villarrubia.

Así que aquella gloriosa plantilla ilicitana (se les llama ilicitanos a los de Elche y no elchinos como algunos incultos dicen) quedó compuesta por los "chapistas" Alcantarilla, Cardona, César, Felipe, Fuertes, Gallego, García (portero titular), Gómez, González, Guerrero, Laguardia, Mezquita, Moll, Pahuet, Quirant, Ré y Rodri (portero suplente) -todavía no habían llegado ni Oviedo ni Amarilla que lo harían a la temporada siguiente- y los "no chapistas" (cosas de los cromos) Nito II, Riquelme, Roche y Suazo; aunque me parece que Riquelme si llegó a ser "chapista" pero no lo puedo afirmar con rotundidad absoluta. Y lo absoluto eran los cromos. Los cromos dictaban sentencia y el Carrusel era lo más divertido de las primeras horas de las tardes dominicales antes de darle a las chapas dale que te dale y que te dale.
 
Addenda.- Manolo Pazos -que sí estuvo en las chapas gracias a los cromos- es uno de los grandes de la historia del Elche Club de Fútbol. El meta gallego defendió la portería ilicitana desde 1962 a 1969, y sus actuaciones le sirvieron para ser considerado uno de los grandes de nuestra historia. Junto a Chancho, Iborra y Quirant formó el gran cuarteto defensivo que paseó el nombre de Elche por todos los rincones de España. De Pazos se decía: “Contra el líquido elemento, contra el barro, contra el viento, contra su propia defensa, no descansa un momento y sus actuaciones son inmensas”. Manolo Pazos empezó a jugar al fútbol en las playas de Fefiñans de su querida Galicia, consiguió dar el salto a Celta de Vigo y llegó a ser el guardián de la portería del Santiago Bernabéu en el Real Madrid de las grandes noches europeas, junto a Molowny, Miguel Muñoz, Di Stefano o Gento, entre otros grandes jugadores. Tras pasar por Hércules y Atlético de Madrid llegó al Elche en 1962 cuando tenía 33 años. Antes de firmar por el equipo ilicitano, los directivos del Elche se plantearon si ficharlo por uno o dos años, debido a su avanzada edad. Finalmente Manolo Pazos defendería magistralmente la meta ilicitana durante siete campañas. Debutó el 16 de septiembre de 1962 en Altabix ante Osasuna, encuentro que ganó el Elche por tres goles a cero. Y a la edad de 39 años y tras disputar con el Elche 168 partidos en Primera y 22 de Copa se retiró dejando una huella imborrable en la historia del Club y en la memoria de su afición. Llegó a ser internacional Sub-23 y fue convocado para la Selección absoluta, pero tuvo delante a otra leyenda del futbol español, Ramallets, que le impidió hacerse un hueco en la portería de la Selección Española. La siguiente anécdota refleja lo que significó Pazos en tierras ilicitanas: Disputaba el Elche un encuentro de Copa ante el Pontevedra, un partido emotivo para Pazos al tratarse de sus paisanos. El Elche había igualado a cero en Pasarón y con el final cerca se volcaba sobre la puerta gallega para conseguir un gol que evitara la prórroga y diera el pase a la siguiente ronda. Y ya narra el propio Pazos… “Yo me encontraba más adelantado de lo normal, supongo que me acercaría para seguir nuestra jugada en ataque y de repente ellos recuperan el balón y desde lejos me chutan, la pelota va alta, llego fácil pero no quiero arriesgar y con las manos la despejo para que salga por encima del larguero. El grito del público me inquieta y al girar para atrás veo que estaba más adelantado de lo que creía y la pelota se cuela al fondo de la red”. Manolo estaba hundido, como una losa le cayó la culpabilidad de la derrota con la consiguiente eliminación y sólo podía suceder algo para que levantara el ánimo y eso mismo pasó. Al grito de “Pazos, Pazos” Altabix se puso en pie y rindió homenaje a su guardameta. Un error no iba a empañar su brillante trayectoria. Al día siguiente la victoria gallega pasó a un segundo plano y los medios de comunicación destacaban el gesto tan emotivo que se había vivido en Altabix. Manolo Pazos, como hombre justo que es, quiso devolver el gesto a su afición y con este poema correspondió a los ilicitanos: "Elche es un bello jardín, / las ilicitanas las rosas, / con sus caras tan hermosas, / cual perfumado jardín. / Quisiera vivir en Elche / toda la vida, / hablar con sus gentes, / de gran simpatía. / No me saquen ya de Elche, / por compasión, / porque sus palmeras, / me hablan del Misteri / con gran devoción. / Es Santa María orgullo local, / sus playas cercanas / y su palmeral. / Su Dama de Elche, / de fama es mundial, / y si algo faltaba, / como bella joya, / la Nit de l´Albá".
 
 
 
 
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