Dos pistolas escarlatas (Novela y Guin literario para Cine) -11-
Publicado en Feb 07, 2013
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Es ya mediodía cuando, al fin, "Escarlata" Jara logra presentarse ante la entrada al rancho "Oreríada". Allí se encuentra un rudo vaquero conocido como "El Parrales".
 
- ¿Quién eres, muchacha, y qué haces por aquí?
- Qué importa saber quien soy ni de dónde vengo ni a dónde voy. Yo no le doy cuentas a nadie sobre a dónde voy ni de dónde vengo. Ni tampoco de lo que hago ni de lo que haré. ¿Cómo te llamas tú?
- Me llamo Manuel Gabriel Vicente Vaquero Muriarte y Lizcano de Lozano pero todos los vaqueros me conocen como "El Parrales". Nunca supe quiénes fueron ni mi padre ni mi madre. Me cuidaron unos monjes que me encontraron en la puerta de su convento y tuvieron la ocurrencia de ponerme esos nombres y toda esa ristra de apellidos más o menos ilustres. Me crié en una Misión de California hasta que, a los catorce años de edad, harto ya de tantos maitines y misas obligatorias, me pude escapar y vivir por mi cuenta haciendo toda clase de pillerías para sobrevivir. Varias veces di con mis huesos en las cárceles y me conozco de memoria a más de la mitad de las que hay en todo el Oeste americano. Terminé siendo solamente un vagabundo viviendo de la misericordia de las gentes que me lanzaban mendrugos de pan duro, seco y correoso y, como mucho, trozos de queso llenos de hongos y mohos... lanzándomelos como lo harían con los perros sarnosos. Un día estaba yo recibiendo una brutal paliza por parte de dos energúmenos, más cornudos que Satanás, por el simple hecho de ser un vagabundo que no tenía ni dónde caerme muerto. Estaban ya a punto de matarme a patadas cuando... de repente... ¡apareció él!... y los disparos de sus pistolas fueron más rápidos que el de los dos desgraciados juntos... pero dándoles la oportunidad de poder defenderse aunque sólo eran unos simples cobardes de esos que sólo se atreven a pegar a las mujeres y a los indefensos... mas él los liquidó a los dos al mismo tiempo. Les mató dejando que fueran ellos los primeros que intentaran desenfundar. No he visto jamás a nadie tan rápido como él usando las pistolas. Después no me dio ninguna miserable limosna sino que me subió a su caballo y, sin pedirme ninguna clase de explicación, cabalgando en completo silencio, me trajo hasta aquí y me ofreció trabajo, sin pedirme referencias de ninguna clase, para que me ganara honradamente la vida y con total honestidad. Él fue quien me puso el sobrenombre de "El Parrales" porque cuando me estaban martirizando aquellos dos cornudos indeseables estaba yo debajo de una parra. Te estoy hablando de "Triple A". 
- ¿"Triple A" es el mismo hombre que Joe Atienza Arteche y Argoitia?
- Todos sabemos que se llama así pero sus amigos sólo le decimos "Triple A".
- ¿Joe Atienza Arteche y Argoitia es el célebre "Triple A" de quien muchos dicen que es el más rápido del Oeste?
- ¡Es el pistolero más rápido del Oeste no porque lo digan muchos sino porque lo es!
- ¿Y tú no sabes que jamás existe el pistolero más rápido del Oeste?
- ¡Yo he recorrido todo el Oeste miles de veces en mi miserable vida anterior y no he visto a nadie más rápido con las pistolas que él!
- Y yo te digo, te aseguro y te afirmo, que no existe el pistolero más rápido del Oeste. Al final siempre hay alguien más rápido que le mata y pasa a ocupar su sitio como el pistolero más rápido del Oeste... hasta que llega otro y le mata y ocupa su lugar... y así enésimas veces se van sucediendo unos a otros con tal rapidez que no existe, en realidad, nadie que sea el más rápido.
 
"El Parrales" queda asombrado, y con la boca abierta, al oír hablar de esta manera a aquella belleza femenina que tiene delante y que es toda una lindísima mujer aun vestida de cowboy.
 
- Cierra ya la boca, "Parrales", y dime dónde está ese tal "Triple A". ¡Quiero entrevistarme rápidamente con Joe Atienza Arteche y Argoitia!
- Está bien. No se enoje conmigo. Es usted mucho más bonita, si es que se puede ser, que cuando no se enoja.
- ¡Estoy harta de piropos machistas! ¡Gracias por todo pero no he venido a escucharte ni a ti ni a nadie hablarme de mi belleza! ¡Yo sólo te pregunto por Joe Atienza Arteche y Argotia, ese tal "Triple A", y no me interesa nada más ni nadie más!
- ¿De verdad quiere usted entrevistarse con mi jefe?
- ¿Crees que estoy hablando de broma? Si crees que soy una bromista podemos solucionarlo enseguida...
- ¡No! ¡Por favor, no use las pistolas aquí! Él recibe con mucho gusto a las preciosas chavalas que quieren conocerle.
- ¿Tan especial y engreído es ese "Triple A"?
- No lo hace por ser engreído pero sí que es especial. Es que de verdad le gustan las mujeres preciosas y estoy seguro de que él la considerará la más preciosa de todas. 
- ¿Quién se cree que es ese tal "Triple A" con esa manera de ser? ¿Un donjuán con las mujeres más bellas de todo el Oeste?
- Nada de eso. Discúlpeme, señorita, si la decepciono... pero es todo lo contrario a un donjuán. Él siempre las deja vivas... ¡jajajajaja!.
- ¿Te parece gracioso el chiste que te acabas de contar a ti mismo?. A mí me parece que no tiene ninguna gracia.
 
"El Parrales" deja de reír temiendo lo peor pero continúa hablando...
 
- En cuanto a usted...
- ¿Qué insinúas rufián?
- A lo que me quiero referir...
. ¿A qué te quieres referir, bellaco?
- Me refiero, si es que usted me deja hablar...
- ¡Habla ya antes de que baje de mi caballo y aprendas lo que es una dama con pistolas!
- Me quiero referir... esto... ¡por favor no baje del caballo!...
- Suelta todo lo que tengas que soltar, deslenguado.
- Tengo que ponerla al corriente de que "Triple A" jamás abusa sexualmente de ninguna de ellas y, además, las deja siempre vivas. Es como si solamente tuviera a una en su pensamiento y todavía no la ha encontrado. Así que ninguna le puede acusar de acoso sexual, de acoso verbal ni, tan siquiera, de acoso psicológico... por mucho que le gusten... y, además, no pemite a ninguno de nosotros que lo hagamos. Si nos pilla en una de esas nos estrangula con sus propias manos y sin juicio alguno...
- ¿Estás en tu sano juicio?
- Gracias a él, sí. Usted no me conoció cómo era yo antes. Era de los de aquí te pillo aquí te mato. Quizás si usted le pide trabajar para él consiga que él le de un buen puesto de trabajo en este rancho.
 
Ahora es ella la que se queda con la boca abierta y sin saber qué decir.
 
- ¡Jajajajaja! Aprenda usted, señorita, que donde las dan las toman.
- ¿Estás seguro de que yo deseo conocerle?
- Tan seguro como que mi nombre, por gracia de los monjes, es el de Manuel Gabriel Vicente Vaquero Muriarte Lizcano y además Lozano para más señas y para servirle a usted en lo que desee.
- ¡Pues debes enterarte, comadreja, que yo no deseo conocerle ni que tú me hagas ningún servicio!
- Entonces... ¿para qué pregunta por él?
- No deseo conocerle te repito y me parece que además de sordo eres bastante tonto... porque yo sólo quiero conocerle.
- ¿Es que hay alguna diferencia entre desear conocerle y querer conocerle?
- ¿Tú qué crees, sinvergüenza?
- Si no me lo explica no comprendo...
- No es lo mismo. Yo jamás he deseado conocer sexualmente a ningún hombre y menos a alguien como tú... pero sí me ha interesado conocer, querer conocer y no desear conocer, a muchos hombres de estas tierras por el simple hecho de conocerles y ver qué clase de personas son. Y escucha bien, palurdo, que he dicho qué clase de personas son y no qué clase de hombres son. ¿Has entendido bien, patán? ¿Has aprendido ya la diferencia que existe en desear conocer a alguien o querer conocer a alguien?
 
"El Parrales" se quita el sombrero y hace una reverencia.

- ¡No me vengas con peloteo ahora porque odio a los pelotas!
- No es peloteo sino signo de admiración.
 
"El Parrales" vuelve a colocarse el sombrero sobre su cabeza.
 
- ¡Venga! ¡Déjate ya de absurdos saludos y dime donde puedo encontrar a "Triple A"! Veo que explicarles ciertas cosas a ciertos mendrugos como tú es más inútil que domesticar a una tarántula de las muchas que hay por estos desiertos de Arizona o que hacerte entender lo que es una entrevista entre una señorita y un caballero sin que haya ninguna otra cuestión de por medio sino conocerse bien conocidos. Si es verdad todo lo que me has dicho que "Triple A" hace con las personas quiero conocerle del todo y ver si le mato o le perdono la vida. ¿Eres tan asno que no sabes lo que es la antracita?
- ¿"La Antracita"? ¿Quién es "La Antracita" y en que "saloon" trabaja?
- Pero...  ¿Eres tan tonto desde que naciste o tu vida de hombre perdido, antes de que te regenerara "Triple A" como tú dices, te hace ver mujeres perdidas por todas partes? La antracita es el carbón mineral más metamorfoseado y el que presenta mayor contenido en carbono. Es de color negro a gris acero con un lustre brillante. Lo he aprendido de los mineros de más allá del norte de Oklahoma.
- ¿Ha estado usted en Kansas City?
- Sí. Conozco a la perfección Kansas City y todos sus alrededores. Pero me estoy refiriendo a unos mineros con los que crucé algunas palabras en Wichita. Provenían de las minas de Wyoming y se lo estaban pasando en grande en una tasca de mala muerte. Sobre todo un tal Mike Johnstone Gladstone Marlone al cual tuve que eliminar del mapa de los vivos cuando me enteré que violaba a niñas menores de edad. 
- ¡Atiza! ¡Es imposible!
- ¿Me estás llamando mentirosa?
- ¡No! Debe de ser verdad si usted me lo cuenta tan seria... pero lo que digo es que me resulta imposible de creer que una chavala tan preciosa como usted sepa meter en cintura a unos mineros borrachos y pendencieros.
- ¡Corrije lo que dices, mentecato! No a todos los mineros sino a uno que violaba a niñas menores de edad.
- Pero... ¿si ellas lo querían a cambio de unos buenos dólares?
- ¡Peor todavía! ¿Puedes decirme ya, de una vez por todas, y conste que me estoy hartando de esperar, dónde puedo encontrar a Joe... o es que tengo que hacerte bailar una cumbia con las balas de mis pistolas para que me lo digas más rápido?
- Es que...
- ¿Qué te sucede ahora, "Parrales"?
- Es que para encontrarse con él tendrá usted que dejarme sus dos pistolas. "Triple A" tiene prohibido que quien venga a buscarle a su rancho lo haga con pistolas y con cualquier tipo de arma de fuego o arma blanca. Así evita tener que matarlo si es que viene con ganas de camorra. Así que... si no le importa señorita preciosa... estupenda mujer... tía buena y etcétera etcétera mas etcétera... tiene que entregarme sus dos pistolas y después de terminar la entrevista, señorita linda, cuando ya tenga que irse tal como ha venido yo se las devuelvo. 
- ¿Quieres intentar quitármelas tú? Si quieres bajo de mi caballo e intentas quitármelas tú personalmente. Te doy la oportunidad de que puedas ponerme tus sucias manos sobre mi cuerpo con todo lo que te está enloqueciendo mirarlo... así el placer será mucho más agradable...
 
"El Parrales" se da cuenta, de pronto, del peligro que corre. Reconoce que el color de las pistolas de "Escarlata" hacen honor a la mejor pistolera del Oeste.
 
- Esto... está bien... ¡pero se va a enfadar mucho!
- ¿Quién se va a enfadar mucho? ¿Tal vez su señora esposa?
- Yo no tengo esposa. No he llegado a casarme jamás.
- Enrtonces... ¡dime de inmediato quién se va a enfadar mucho! ¿Quizás algunas de tus novias de tu perdida vida anterior?
- Que no... que no... que tampoco tengo ni tan siquiera una novia que llevarme a la boca.
- Pues dime quién se va a enfadar mucho o calla la boca para siempre.
- "Triple A". Ya le he dicho antes que tiene totalmente prohibido que alguien, sea quien sea, que viene a este rancho a entrevistarse con él no puede ir más allá de esta puerta si no entrega todas sus armas de fuego o armas blancas. ¡Cómo puedo hacerle yo entender a usted, señorita Jara, que se lo toma totalmente en serio! Como veo que no está usted dispuesta a dejarme sus pistolas es mejor que yo monte en mi caballo y la acompañe a usted para poder calmarle en lo posible.
- Espera. No montes todavía en tu caballo porque no quiero la compañía de ningún hombre, aunque sea tan rudo como tú, sin que yo se lo pida. Me basto y me sobro yo sola para encontrar a Joe Atienza Arteche y Argoitia sin necesidad de compañía alguna. Tú sólo dime dónde se encuentra ahora y el resto es de mi responsabilidad.
- Pero... ¡es capaz de colgarme por los pies de una encina y tenerme colgando así durante un mes entero!
- Eso es un problema tuyo y no mío.
- Es que te puede matar si yo no lo evito. Creo que se enfadará mucho y por eso es necesario que yo le explique lo que sucede.
- Si alguien tiene que explicarle algo a "Triple A" seré yo misma. No te preocupes tanto por tu vida que, a decir verdad, sólo vale un puñado de centavos... así que dime ya dónde está. No admito héroes que den su vida por mí. Me dices dónde se encuentra y yo sola le calmo los nervios si se enfada. Por eso necesito mis dos pistolas.
- Pues... explicado de esa manera... lleva usted toda la razón, señorita Jara... así que le cuento que está domando unos caballos salvajes que atrapamos ayer.
- ¿Sabe domar caballos salvajes?
- Sabe domar caballos salvajes y sabe domar mujeres indómitas sin tener en cuenta que sean chavalas guapísimas y sexys... ¡así que el encuentro puede resultar fatal!
- ¿Para quien?
- Para uno de los dos. O usted le mata a él o él, sintiéndolo mucho, tendrá que matarla aunque no quiera. No puede defraudar a sus hombres y si ha dado una orden tiene que mantener esa orden.
- Ese es otro asunto que no me interesa para nada. Te adradezco los buenos y sabios consejos pero estoy harta de soportar buenos y sabios consejos de hombres que se las dan de muy hombres pero que cuando ven mis pistolas se hacen caca en los pantalones. ¿Entendido que es un problema que tendremos que solucionar solamente entre "Triple A" y yo y nadie más?
- Qué lástima. Eran buenos consejos...
- Te vuelvo a repetir que no necesito buenos consejos aunque sean sabios. Sólo necesito a mi caballo y a nadie más para encontrar a ese feliz y dichoso Joe. Hago más caso a los consejos de mi caballo que a los consejos de las personas, sean hombres o mujeres o sean buenas personas o personas malas. O sea que este asunto no le interesa a nadie salvo a él y a mí.
- En verdad que es usted terca, señorita Jara. Terca y dinamita pura.
- Pues entonces ten cuidado con lo que dices. Puedes pensar de mí todo lo que ten venga en gana pero cuidado con lo que dices de mí. Por esta vez, y porque me caes bien "Parrales", voy a hacer como que no he escuchado nada.
- Gracias por perdonarme la vida. No comentaré ninguna tontería más con usted. Siga todo el camino recto y cuando llegue al abrevadero para caballos doble hacia la izquierda. Encontrará fácilmente a "Triple A".  
- ¡Vamos, "Cabriola"! 
 
El caballo de "Escarlata" Jara da un brinco pero, hábilmente dominado por ella, empieza a caminar lentamente hacia el interior del rancho.  
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela y Guin literario para Cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Novela Relatos Narrativa Guin Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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