Dos pistolas escarlatas (Novela y Guin literario para Cine) -3-
Publicado en Feb 04, 2013
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"Escarlata" Jara se presenta, antes de que lleguen los demás invitados, a la lujosa mansión privada del sheriff Ben Saltz. La hermana del sheriff la recibe cortés y amablemente, con una demostración de entusiasmo demasiado elevada para la propia "Escarlata".
 
- ¡Dios mío! ¡¡Qué bonita es usted!!
- ¿Es pecado ser demasiado bonita?
- No... pero... la verdad...
- Déjese de pamplinas ahora. Vengo a esta lujosa mansión privada porque me ha invitado mi admirador Ben Saltz.
- Pero... ¿de verdad es usted la super famosa pistolera conocida como "Escarlata"?
- Eso ahora no tiene ninguna importancia. El caso es que no he traído, en mi equipaje, ningún vestido femenino, así que tendrán que conformarse con verme vestida de cowboy o que miren para otro lado. Preferiría que mirasen para otro lado...
- ¡Ah, no! ¡Eso si que no! ¡Demasiado sexy! Tal como va vestida no sólo la mirarán todos los hombres sino también todas las mujeres.
- Pues no sé qué otra solución puede tener este grave problema...
- Conozco una solución muy fácil. Tengo toda una colección inmensa de vestidos para chicas tan jóvenes como tú que, por supuesto, yo ni me los he probado nunca. Sube al primer primer piso, entra en mi habitación privada y pruébate todos los que quieras. Elija usted el vestido que consideres más oportuno...
- Por favor. O me tutea siempre o me trata siempre de usted pero no se quede a medias... porque me duele la cabeza cuando no sé si se me trata con amistad o sólo con respeto, Prefiera lo que usted más desee...
- Por supuesto que la llamaré de usted. No me atrevo de tutear a una pistolera. 
- Le vuelvo a decir que eso ahora no tiene importancia alguna. 
- Está bien, señorita Jara. Elija el vestido que más le guste pero... por favor... sea usted lo más prudente que pueda.
- ¿Qué quiere decir con eso de lo más prudente que pueda?
- Que no llame demasiado la atención. Es imposible que usted no llame la atención de los hombres e incluso de las mujeres, pero que sea lo menos llamativo posible.
- ¿Cometo algún pecado si me presento demasiado atractiva y sexy esta noche?
- Es pecado llamar demasiado la atención de los demás. 
- ¿De qué libro religioso ha sacado usted esa idea? En mi Biblia no viene nada de eso. 
- Pero eso es lo que dice el padre Forent Carmichael Gomewz y tenga presente que él va a estar también de cuerpo presente en la velada.
- ¡Que bien! ¡Que gusto me da saber que ya vamos a ser dos los que vamos a estar de cuerpo presente en la fiesta! Por cierto... pensando en el tal padre Florent... ¿a qué religion pertenecen ustedes?
- Al puritanismo cuáquero. El padre  Florent Carmichael Gomewz, cuyo padre fue un lord inglés y su madre una fregona polaca, se preocupa mucho por la pureza de nuestros pensamientos. 
- ¿También se preocupa mucho ese tal padre Florent por la pureza de sus acciones o las considera pecadillos sin importancia que se pueden perdonar reazando diez padres nuestros y diez aves marías?
- ¿Qué quiere decir, jovencita?
- Quiero decir que elegiré el vestido que me haga más atractiva, más sexy y más apetitosa o me marcho ahora mismo de aquí. Tengo otra cosa más importante que hacer.
- ¡¡No!! ¡Mi hermano Ben me ha rogado, me ha suplicado, me ha pedido hasta de rodillas, que  no se vaya usted por nada del mundo!
- Compruebo que el sheriff de Phoenix se ha convertido en un asiduo admirador de mi cuerpo... quiero decir de mi persona... ¿Tanto interés despierto en su herrmano Ben Saltz? 
 
Rose Saltz no sabe qué contestar. 
 
- Está bien. Me quedo o me voy. Le repito que tengo algo más importante que hacer. 
- ¡Quédese, por favor! ¡Se lo pido, se lo ruego, se lo suplico! Mi hermano Ben no ha hablado durante todo el dia nada más que de usted.
- ¿Es que todo un sheriff de una gran ciudad como es Phoenix no tiene otros temas más interesantes de qué hablar?
- Eso mismo me preguntaba yo... ¡hasta que la he visto a usted en persona!. ¡Ahora comprendo por qué mi hermano Ben no habla de otra cosa más que de usted!
- Pero resulta que yo no soy una cosa...
- No quise decir eso... pero lo que pasa es que usted conturba a cualquiera... sea hombre o sea mujer... y no piense mal de mí, por favor. 
- Yo no tengo por qué pensar mal de nadie antes de conocer bien a la persona y, desde luego, ni soy una cosa ni me he considerado nunca una cosa. Si todos los invitados son así prefiero largarme cuanto antes de este lugar.
- ¡Quédese, por piedad! ¡Si mi hermano Ben se entera de que usted no acude a la velada me corta la cabeza!
- ¿Esas son las formas y maneras con que Ben Saltz ejecuta su cargo de sheriff de esta grande y famosa ciudad de Phoenix?
- No es hora de discutir ahora sobre esos asuntos...
- Ya. Entonces permítame que suba y entre en su habitación privada. Deme la llave para cerrar por dentro. Es para elegir con total liberación.
- ¡Eso, eso, elija usted con total libertad!
- Creo que no he dicho con total libertad sino con total liberación. ¿Conoce la gran diferencia?
- ¿No es lo mismo?
- Pues resulta que no... que no es lo mismo... pero como dice usted muy bien no es cuestión, ahora, de discutir sobre esos asuntos...
 
Una vez que Rose Saltz entrega la llave de su habitación privada a "Escarlata" Jara y ésta, entrando dentro, ha cerrado ya con lllave, comienzan a llegar los más ilustres cudadanos y las más ilustres damas de Phoenix y de toda Arizona. 
 
- ¿Ha venido "Escarlata"?
- Si, Ben... pero te recomiendo que la llames señorita Jara si quieres tener alguna oportunidad con ella. Es una mujer con carácter muy firme y tiene una personalidad que nunca he visto jamás en una chica tan joven. No creas que porque sea tan preciosa es tonta. Creo que, por el contrario, es demasiado inteligente para todos vosotros.
- Vale, Rose. Gracias por tu aviso. A veces se me olvida que la etiqueta es la etiqueta.
- Pues vas a tener que andar con mucho cuidado si quieres algo de ella.  
- No volveré a cometer esa imprudencia. 
- ¿Crees que ha sido una buena idea invitarla?
- ¡Ha sido la mejor idea que he tenido en mi ya larga vida!
- Pues yo ya he visto a muchos hombres que hablan de tener una larga vida caerse al abismo.
- ¿Qué quieres insinuar, Rose?
- Que creo que es muy inteligente, demasiado inteligente...
- Mejor que mejor. Cuanto más inteligente sea, más y mejor comprenderá mis intereses. Todas las que son tan preciosas son siemrpre muy vanidosas y eso las hace sucumbir ante un verdadero hombre. 
-  Pues yo no he visto que tenga ninguna vanidad ni que se le haya subido a la cabeza el orgullo de ser tan hermosa, Pero... aquí se acerca el padre Florent, así que te dejo en buenas manos. Hasta luego, Ben. 
 
El cuáquero y puritano padre Florent Carmichael Gomewz se acerca, caminando como un verdadero y elegante dandy inglés, excesivamente estirado como buen orgulloso que es, y con una forzada sonrisa luciendo su muy completa, brillante y limpia dentadura postiza. 
 
- ¡Mi querido sheriff Ben Saltz! ¡Cuánto tiempo sin verle! ¡Me produce una enorme emoción verle tan bien plantado todavía! Se nota que el paso de los años te pesan bastante pero, dentro de lo posible, todavia te veo en forma.  A ver si ahora nos vemos más a menudo en las misas dominicales. 
- Es que siempre estoy muy ocupado. Por eso es muy bueno hacer, para mantener las excelentes relaciones sociales, este tipo de veladas. De vez en cuando se pueden celebrar este tipo de fiestas.
- ¿Y me pondrá al dia en cuanto a las noticias más interesantes?
- Sabe usted muy bien que la prudencia es mi mejor virtud. Sólo puedo contarle una noticia extraordinaria. ¡Está invitada la señorita Jara!
 
El padre Florent Carmichael Gomewz no disimula su entusiasmo ni su excitación. 
 
- ¡¡¡La hija del gran empresario multimillonario Don Armando Jara de Durango!!!
- ¡La misma, padre Florent!
- No me llames padre delante de ella, por favor, Me gustaria tratarla solamente de hombre a  mujer. 
- Le advierto que, según sus sermones dominicales, para usted es una fruta prohibida. 
- Hijo mio, no he querido dar a entender nada de eso.
- Pues lo ha dejado entender con total claridad. 
- Por favor, Ben, que son muchos ya los que nos están escuchando y no vaya a acabar esto en un malentendido.
- Entonces procure también usted guardar silencio y no irse demasiado de la lengua. Le recomiendo que esta noche no beba demasiado champán.
- ¿Estás intentando decir que tengo ocultas intenciones?
- Estoy diciendo, bien claro por cierto, que tiene usted intenciones... ocultas o no ocultas... pero intenciones. 
- Si vamos a comenzar la velada de esta manera, mejor me marcho. 
- Sí. Es mejor que se marche lo más rápido posible y use, por favor, la puerta del servicio doméstico. Si alguien me pregunta por usted, aunque dudo mucho de que alguien pregunte  por usted esta noche estando ella, le diré que sufrió una fuerte jaqueca y tuvo que irse a dormir a casa. 
- ¡Pues no! ¡Va a ser que no! De mi padre inglés heredé la fuerza de voluntad y de mi madre polaca heredé su tozudez. Lo mejor es poder demostrarte que tengo dominio propio y ninguna belleza femenina va a hacer que pierda mi dominio propio. 
- Ya. ¿Hay que entender eso del dominio propio como que alguna chavala guapísima es la tentación oculta que no puede disimular, padre Florent? 
- Si sigues insinuando cosas de ese jaez soy capaz de llegar a excomulgarte, el próximo domingo, delante de toda la comunidad de feligreses, 
- Está bien. Serenemos los ánimos. Pero si usted se va de la lengua yo también. ¿Entendido, padre?
- Entendido, hijo. 
- Así que quedamos, de momento, los dos empatados. Ni usted ni yo. Ni para usted ni para mí si la la cuestión se pone fea.
- ¿Otra insinuación? Si vuelves a insinuar otra vez algo de este estilo soy capaz de abofetearte en público y entonces sí que se van a enterar todos y todas lo que es dar una hostia a tiempo. 
- No es eso, padre, Lo que quiero decir es que ni usted ni yo debemos quedarnos a solas con ella-
- Perdona, hijo, Pero yo necesito estar con ella a solas para decirla que es la mujer más bella, atractiva y sexy qye he conocido en mi vida, antes de ser clérigo y después de serlo. 
- Sí. Pero eso será muy peligroso para usted porque no quedará como secreto de confesión. La conozco lo suficiente como para que eso no quede como un secreto de confesión. ¡Allá usted si se quiere estrellar solo y perder su reputación de santito!
- Menos mal que la haré jurar que no se lo cuente a nadie. Sé que es una chavala estupenda que sabe cumplir sus promesas. ¿Crees que cometo un pecado por decirle lo que me parece como mujer?
- Bien sabemos todos que es completamente virgen  y que no tiene compromiso alguno con ningún varón
- Entonces... ¿se puede saber qué viene buscando por estas tierras tan peligrosas de Arizona?
- Supongo que ha venido por asuntos de familia. 
- ¡No me irás a decir que ha venido al duro Oeste americano, lleno de patanes sin medio gramo de cultura, para consseguir marido cuando puede elegir a cualquiera de entre los mejores y más selectos caballeros de las más finas y cultas ciudades del mundo!
- ¿Es que todos los asuntos de familia se refieren sólo a las bodas?
- No puedo enender qué otros motivos tiene para estar aquí. 
- ¡Escuche, padre Florent, no se vaya usted demasiado de la lengua y no tendrá usted nada de qué arrepentirse en esta ocasión! 
- ¡Yo no tengo nada de qué arrepentirme ni en esta ocasión ni en cualquier otra ocasión de mi vida pasada!
- No levante la voz no vaya a ser que alguno de estos indiscretos o interesados caballeros se entere...
 
El padre Florent Carmichel Gomewz agarra una copa de champán que le está sirviendo una linda camarera, una deliciosa rubia, que forma parte del servicio de la casa  de Ben Saltz y que, en sus horas libres, trabaja en el más lujoso "saloon" de Phoenix, que regenta el mismo sheriff, y de la cual todos murmuran que es una de las queridas amantes de éte a escondidas de la comunidad de feligreses. El padre Florent se bebe de un solo trago todo el champán de la copa, coge otra y se va al otro lado del Gran Salón de Baile mientras que el sheriff Ben Saltz se queda hablando consigo mismo. 
 
- ¡Desconsiderado! Ya sé que solamene es un desconsiderado aunque se haga pasar por un santurrón bien educado y galante. Quizás hasta algún día pidan su beatificación. Pero como se me cruce soy capaz de hacer que el arzobispo de  Arizona dé la orden para que sea recluído de por vida en alguna abadía de Francia ya que le encanta beber tanto champán. 

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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela y Guin literario para Cine al mismo tiempo.

Palabras Clave: Literatura Novela Relatos Narrativa Guin Cine.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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