Cuadernos Nuevos: Las "signares" de Gorée (Diario).
Publicado en Feb 01, 2013
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Al amanecer, el sol reflejaba mágicos destellos blanquiazules en los cristales de la avioneta. Divisábamos ya la ciudad de Dakar, pero nuestro destino no era la capital sino la pequeña isla senegalesa de Gorée que otros conocen como Gorea. A Felipe se le abrieron los ojos, puesto que fue durmiendo desde el inicio del viaje. Habíamos salido de la ciudad de Barcelona y ahora ya no podíamos hacer otra cosa sino esperar a que el aterrizaje fuese perfecto.  
 
- ¿Eso es Gorée, Diesel?
- Si tenemos en cuenta de que nos encontramos entre los paralelos 14 grados y 16 grados eso es Gorée. 
 
Estábamos, efectivamente, volando en círculos sobre la isla legendaria de Gorée; realmente diminuta y rodeada de aguas de color turquesa y abruptos acantilados. El problema era no tropezar con alguno de éstos.  Yo hice un cálculo mental y se lo expliqué al nervioso Felipe, que se encontraba, a pesar de lo grandullón que es, completambente pálido y comiéndose las uñas hasta la cutícula.  
 
- Felipe, si tenemos en cuenta que una hectárea es igual a diez mil metros cuadrados, sólo necesitas multiplicar por dieciseis para saber la totalidad de su territorio.
- Lo cual -respondió Felipe ya pasada la imprera impresión- equivale a ciento sesenta mil metros cuadrados. En medidas de la Castilla medieval estamos hablando de algo más de 24 fanegas. 
- Si lo traducimos a áreas equivale a 15.503'24 -pontificó Bárcenas. 
- Lo cual -volvió a replicar Felipe- viene a ser 15,503 hectáreas. 
- Luego son algo más de 24 fanegas. 
- ¡Lo que yo decía! ¡Lo que yo decía! -contestó, iracundo, mi buen amigo Felipe.
- Dejaos ya de hectáreas, áreas y fanegas y a ver si nos calmamos un poco los tres -corté la discusión.  
 
¿Qué buscábamos Felipe y yo en la hermosa isla senegalesa de Gorée? Abrí mi computadora portátil y me dirigí a ambos a la vez.  
 
- Aquí dice que se trata de la Isla de Gorea y que tiene una superficie de diecisiete hectáreas. Estamos a tres kilómetros de Dakar. ¿Sabéis qué significa Dakar?
- No tengo ni la menor idea, y eso que yo soy un expertísimo conocedor de los idiomas africanos -masculló Bárcenas. 
- Garantizado Cómodo Precio. 
 
La broma no le hizo ni la menor gracia a Bárcenas, pero Felipe se partió de risa.  Con esto evité, a pesar del enfado de Bárdenas y de las carcajadas que soltó mi buen amigo Felipe, que volviesen a enzarzarse en cuestiones de las dichosas hectáreas, las dichosas áreas y, sobre todo,  las dichosas fanegas de la Castilla medieval. 
 
- ¿Se puede saber a qué hemos venido hasta Gorée? -me preguntó Felipe una vez pasado su ataque de risa.  
- En francés se pronuncia "gogué". A ver si estudiamos un poco más, Felipe...
- ¿De qué te las das tú, Bárcenas, si me han dicho que sólo eres un chorizo?
- No te pongas nervioso, Felipe, y deja de discutir con el piloto o nos estrellamos contra uno de estos abruptos acantilados.
- Es que, como dijo Platón, hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad... y me parece que este tal Bárcenas se cree que la verdad sólo la tiene él. ¡Toma del frasco Carrasco y chúpate esa María Teresa!.
- Como buen catalán que soy...
- Pues yo como buen extremeño que soy y, además, madrileño de crianza, te digo que no todos los catalanes sois verdaderos porque hay algunos como tú que... 
- Dejad ya de discutir o nos estrellamos sin remedio alguno -y tuve que taparme la boca para no soltar, yo ahora, la carcajada. 
- Os informo a los dos -nos dijo, con aires de superioridad, Bárcenas- que nos encontramos en la región de Cabo Verde, a 3 kilómetros de la capital Dakar, en los 14 grados y 2 minutos de latitud norte y los 17 grados y 24 minutos de longitud oeste y la extensión total de la isla es de 27 hectáreas. 
- ¡No le soporto, Diesel! ¡Cuando se pone así de pedante, no le soporto!
- Y para que sepas tú, Felipe el de la gripe, la latitud norte es la distancia angular al ecuador desde un punto situado en el hemisferio Norte y esta distancia se considera positiva y varía de 0 grados a 90 grados; mientras que la longitud es la distancia angular en grados, minutos y segundos, desde un punto de la Tierra al meridiano central, también conocido como meridiano Greenwich, que cuando es oeste se llama longitud positiva. 
- Yo seré Felipe el de la gripe pero tú eres El Tonto del Bote. ¡Más tonto no puedes ser porque no has nacido antes aunque pareces un antediluviano! 
 
Al final, en medio de estas discusiones bizantinas, tuvimos que hacer un aterrizaje forzoso en la explanada situada en el sector de la Batería Norte, en el extremo septentrional de la isla.  
 
- ¡Esto es lo que pasa cuando te las das de tan listo, Bárcenas!
- ¡Esto es lo que pasa cuando no tienes la boca cerrada, Felipe!
- Ya está bien de discusión. Felipe y yo nos bajamos aquí y que sea lo que Dios quiera... 
 
Fue nada más poner los pies en la tierra cuando, de repente, surgiendo de algún lugar desconocido, una banda de forajidos nos salió al encuentro. 
 
- ¡Yo me largo de aquí en menos que canta un gallo! -se atemorizó el antes bravucón Bárcenas- ¿Cuándo vengo a recogeros si vivís lo suficiente?
- Exactamente dentro de una semana -le dije a Bárcenas quien, poniendo en marcha otra vez a la avioneta, se perdió entre las nubes; justo al mismo tiempo en que el jefe de los forajidos nos miraba, a Felipe y a mí, de arriba hacia abajo.  
- ¿A qué habéis venido aquí? -gruñó el fiero jefe de los forajidos.  
 
Tuve que constestar yo porque Felipe, tan grandullón él, temblaba de miedo.  
 
- Yo no sé a lo que ha venido mi compañero ni qué intenciones tiene, pero yo he venido a conocer a las "signores". 
- ¿Y cuáles son tus intenciones al querer conocerlas? -volvió a gruñir el feroz jefe de los forajidos mientras escupía un poco de tabaco que mascaba, continuamente, con sus dientes completamente amarillentos.  
- Saber si es verdad que permanecen vivas o las habéis matado a todas. 
 
Felipe se santiguaba de puro pavor que le entró; pero el feroz jefe de los forajidos se quedó sorprendido de mi valentía y no se dio por aludido.  
 
- ¿Y qué vas a hacer si existe alguna viva? 
- Por supuesto que solamente entrevistarla.  
 
Saqué mi carnet de periodista profesional y se lo puse delante de sus miopes ojos; hasta que el feroz jefe de los forajidos se dio cuenta de que yo hablaba en serio y había conseguido asustarle. 
 
- ¡Está bien! ¡Seguid todo el camino recto hasta que lleguéis a una ciudadela formada por un laberinto de estrechas callejuelas de arena y, una vez llegados hasta allí, os será muy fácil encontraros con las señoriales mansiones, coloridas y pintadas en tono pastel, ocultas tras los exuberantes jardines tropicales y las altas murallas de buganvillas. Allí os encontraréis con las damas que buscáis. 
- ¡Vale, Salomón! ¡No hace falta que nos des tantas explicaciones! 
 
El feroz jefe de los forajidos hizo un gesto a todos los demás y desaparecieron tal como habían llegado. Por arte de magia.  
 
- ¿Cómo supiste que se llama Salomón, Diesel?
- En realidad no sé si se llama Salomón o Solomon; pero era muy fácil adivinarlo. 
- ¿Cómo lo adivinate?
- Porque Salomón o Solomon es un nombre que abunda mucho en África Negra y se les conoce por dicho apelativo a quienes se hacen jefes llaménse como se llamen. 
- ¡Jajajajaja!- rompió a reír mi buen amigo Felipe- ¿Han sido de verdad unos forajidos o ha sido una alucinación nuestra, Diesel?
- Sea una cosa o sea la otra, el asunto es que ya estamos en el buen camino, que falta nos hace, Felipe.  
 
Ya a salvo de los feroces forajidos asaltantes de caminos, que Felipe creía que habían sido fantasmas salidos de la nada, conseguimos llegar, sin mayores contratiempos que unas pequeñas picaduras de mosquitos en los brazos, al laberinto. Pasamos tranquilos por la rue de Boucaniers, por la rue de Batteries, por la rue Louis XIV, por la rue de la Compagnie y, por fin, llegamos a la rue de Saint Germain, donde encontramos a una guapisima "signare" que estaba cosiendo una tela, sentada en una cómoda silla de madera de ébano con cojinete incluído, en la puerta de "La Casa de los Esclavos". Vestía una túnica a cuadros negros y grises, con una banda de tela que le cruzaba, por delante y por detrás, desde el hombro izquierdo y, en su mano derecha, sostenía una especie de matamoscas hecha con mimbres de anea. La banda de tela, que le cruzaba el pecho y la espalda desde el hombro izquierdo, estaba compuesta de dos tiras blancas y una central de color azul. 
 
- ¡Buenos días, señorita! -comencé a hablar yo, puesto que Felipe se había quedado mudo de la sorpresa. 
- ¿Cómo sabes tú que yo soy una señorita?
- Porque veo que el turbante que lleva en la cabeza y ese colgante de joyas que lleva en el cuello es señal de que está buscando novio. 
- ¡No metas la pata, Diesel, y vámonos de aquí antes de que el asunto se ponga feo!
- Calla Felipe y aguarda un poco... ¡caramba!
- ¿Qué es lo que le asusta tanto a tu amigo? -me dijo, algo furiosa, la "signore". 
- Perdone señorita... pero Felipe todavía está muy verde...
- ¡Pues yo le veo más bien blanco!
- Es que ha pasado mucho miedo durante el viaje. 
- ¡Vámonos de aquí, Diesel, antes de que aparezca su maromo! 
- Cállate, por favor, y a ver si aprendes un poco...
- ¿Qué es lo que tiene que aprender tu amigo de ti?
- No tiene ninguna importancia; por lo menos de momento. ¿Estudias o trabajas, monada?
- ¡Lo primero que tienes que preguntarme, si es que tienes educación, es cómo me llamo y tratarme de usted! 
 
Conseguí mantener la calma pero sin perder la sonrisa... 
 
- ¿Cómo se llama usted, monada? 
- ¿Eso de monada es un piropo de bien educado o una indirecta de mal educado?
- Por supuesto que es un piropo muy español. 
- ¿Qué quiere decir español?
- Que somos de España. 
- ¿Y se puede saber en qué parte del Senegal está España?
- Ya veo que no estudia. 
- Ni estudio ni trabajo. 
- Entonces... ¿cómo se llama usted, ricura? 
 
Felipe volvía a morderse las uñas hasta las cutículas.  
 
- ¿Qué le sucede a tu amigo? ¿No es ya lo suficientemente mayorcito como para morderse las uñas de esa manera?
- Perdónele usted. Son los nervios de primerizo.
- ¿Es la primera vez que viene a África?
- ¡Vámonos de aquí ya de una vez por todas, Diesel!
- Veo que es la primera vez que tu amigo Felipe viene al África. ¿Se cree que aquí nos comemos a todos los turistas?
- No. Pero ha visto muchas películas de salvajes.  
 
La "signare" estalló en una sonora risotada mientras Felipe dejó, instantáneamente, de morderse las uñas.  
 
- ¡¡Jajajajajaj!! Mi nombre es Anne Pepin, hija de Anne Pepin, nieta de Anne Pepin, bisnieta de Anne Pepin y tataranieta de Anne Pepin.
- ¿No es demasiado Pepin para ser cierto, señorita?
- Pues es cierto. Lo que sucede es que en nuestra tribu somos una sociedad matriarcal desde tiempos inmemoriales.  
 
Me atreví a volver a tutearla una vez roto ya el hielo de la desconfianza mutua. 
 
- Entonces... ¿ni estudias ni trabajas?
- No. Ninguna de ambas cosas. Sólo estoy buscando novio. 
- Esto... ejem... ejem... ejem... -carraspeó Felipe. 
- No interrumpas ahora, Felipe. 
- ¿Hablamos de posibles novios?
 
Nos dejó cortados la "signore" a los dos; pero pude reaccionar a tiempo y desviar la conversación... por lo menos de momento... 
 
- ¿Cuándo se inició la historia de Gorée? 
 
A ella no le quedó otra alternativa que seguirme la onda. 
 
- Nuestra época dorada fue mucho antes de 1848. 
- ¿Me estás hablando de la época de la esclavitud?
- Sí. Cuando esta señorial mansión de color rosado era un enorme bullicio con la vida que le daban los comerciantes de esclavos y sus familias. En la planta superior habitaban los señores, rodeados de todos los lujos de aquella época; abajo los esclavos se hacinaban en húmedas y estrechas mazmorras, algunos encadenados de pies y manos, a la espera de su fatal destino... pero las más hermosas "signares" de Gorée llegaron a ser muy ricas, independientes y eran propietarias de las mejores mansiones. 
- ¿Y a qué se dedicaban las dichas "signares"?
- ¡Déjalo ya, Diesel, no vaya a ser que la molestemos demasiado!
- Te repito que calles y aprendas un poco Felipe. ¿Te están molestando mis preguntas Anne Pepin, hija de Anne Pepin, nieta de Anne Pepin, bisnieta de Anne Pepin y tataranieta de Anne Pepin? 
 
Esto hizo que ella volviera a soltar otra carcajada mientras yo lograba seguir "tirándole de la lengua".  
 
- ¡¡Jajajajaja!! El comercio estaba en sus manos y participaban activamente en el tráfico de esclavos y... 
- ¡Para! ¡Para un momento y vayamos por partes, ricura, vayamos por partes y no te lances tanto porque carrera de caballos es parada de burros! Más despacio, por favor, para que mi memoria pueda recordarlo todo. ¿Cuándo comenzó el tráfico de esclavos en esta zona?
- En 1444 exactamente. 
- Si no estudias... ¿cómo sabes tan exactamente la fecha?
- Porque, de generación en generación, todas las "signares" sabemos que ese año llegó hasta aquí el portugués Dinis Dias. ¿Sabes tú, que pareces el más inteligente e interesante de los dos, quién fue Dinis Dias? 
 
Por un momento quedé indeciso. ¿Le contaba a a quella preciosa criatura lo que yo sabía de Dinis Dias o me hacía el tonto para que no se fijara tanto en mi persona? Decidí contarle solamente un poco para no pasarme ni quedarme corto. Lo mejor era quedar en un término medio y así poder sacar más información.  
 
- Según he aprendido de mis estudios, Dinis Dias fue una navegante portugués del siglo XV, conocido por haber sido el primer occidental famoso que alcanzó el cabo Verde, el punto más occidental de África. Creo que con esto ya es suficiente.
- ¡Yo seré la que diga lo que es suficiente o insuficiente! ¿Sabes algo más de Dinis Dias? 
 
Me di cuenta de que si quería sacarla alguna otra información interesante tenía que contarle algo más sobre aquel portugués al cual parecía tenerle idealizado más de lo necesario. Me di cuenta de que para aquella beldad senegalesa, Dinis Dias era algo así como su dios o, por lo menos, un mito al que reverenciar.  
 
- ¿Sabes algo más o no sabes nada más de Dinis Dias?
- Sé algo más pero no sé si debo contártelo. 
- Debes contarme todo lo que sepas de él si quieres que sigamos siendo amigos. 
 
Miré el rostro de Felipe, el cual volvía a poner más blanco de lo normal.  
 
- Está bien. Tú lo has querido, aunque te vas a decepcionar bastante. En 1445, un Dias que comenzaba a hacerse viejo decidió comenzar a explorar el mundo, porque "no quería envejecer en un estado de bienestar y reposo". Dias entonces dejó Portugal y navegó hacia las costas de África occidental, consiguiendo un récord al llegar a un punto de la costa alejado unos 800 kilómetros al sur de cabo Blanco. ¿Sigo o ya es suficiente?
- ¿Me estás diciendo que era un viejo casi decrépito en lugar de un joven bien robusto?
- Pues sí. Aquel tal Dinis Dias, cuando llegó aquí, era ya un viejo casi decrépito. ¡Te dije que te ibas a desilusionar! 
- Pero era un héroe...
- Bueno... eso sí... era un héroe gracias a sus compañeros...
- ¿Es que no fue el sólo el que vino hasta estos lugares?
- Por supuesto que no. Dinis Dias no hacía los esfuerzos sino que eran sus empleados los que los hacían.
- Me estoy decepcionando bastante pero... ¿sabes algo más?.
- Es mejor que dejes ya de idealizarle. Si no fuese por sus compañeros no hubiese llegado aquí jamás de los jamases. 
- Pues quiero saber más o te marchas de mi vista...
- ¡Vámonos, Diesel, la has molestado de verdad! ¡Vámonos ahora que estamos a tiempo!
- Ella quiere saber y no seré yo quien le deje en la ignorancia. 
- ¿Yo soy una ignorante?
- No te preocupes. Le sucede a muchas.
- No sé si levantarme y darte un par de bofetadas o seguirte escuchando.  
 
Debido a que la ví dispuesta a abofetearme decidí que lo mejor era seguir contando.  
 
- No. Es mejor que sigas sentada. Te cuento  más. Este punto, el más occidental del continente africano, fue bautizado por él como Cabo Verde,  una referencia a la frondosa vegetación que encontró en el área de Guinea. Debes saber que Dias no descubrió el archipiélago de Cabo Verde  sino la península conocida con el mismo nombre.
- ¿Y qué diferencia existe?
- La diferencia de que estás completamente equivocada porque resulta que el éxito de esta expedición se debió probablemente al hecho de que Dias se concentró en la exploración, más que en la toma de esclavos, algo que centraba la atención de la mayoría de los exploradores portugueses de la época. Mientras que algunas expediciones volvían a Portugal con docenas de esclavos, Dias tomó sólo cuatro cautivos.
- ¡Qué decepción y qué disgusto me acabas de dar! ¿Eso quiere decir que no fue un héroe luchador y que sólo vino a ver los paisajes en vez de dedicarse a la caza de esclavos como haría un verdadero hombre de coraje?
- Ya te dije que no era bueno que supieses tanto. Pero, la realidad verdadera, para no destruir demasiado su mito, es que más tarde, aquel mismo año, Dias navegó con el explorador Lançarote, en una larga expedición a la isla de Arguin, frente a la costa oeste de Mauritania, con propósitos esclavistas.
- ¿Eso quiere decir que el que era en realidad un héroe era Lançarote y no Dinis Dias? 
- Efectivamente. 
- ¡Menuda estás armando, Diesel!
- Que no te pongas otra vez nervioso Felipe... que la tenemos muy interesada en el tema... 
 
Ella volvió a preguntarme.  
 
- ¿Puedo saber quién fue ese valeroso Lançarote?
- ¿Cuál de ellos? 
- ¿Es que hubo dos?
- Sí. Pero uno era verdadero y el otro sólo una ficción. 
- ¡¡Estoy harta de ficciones!! 
- ¡La acabas de armar del todo, Diesel! ¿Ahora cómo salimos de ésta?
- Calma Felipe. 
- ¡Tu amigo Felipe me está poniendo nerviosa! ¡Cuéntame la historia del verdadero! 
- Pues verás, preciosa chiquilla... Lançarote de Freitas, más conocido como Lançarote de Lagos o Lançarote da Ilha, y que no era Lanzarote de Camelot, fue un explorador portugués de siglo XV y el negrero de Lagos. Él era el líder de los esclavistas portugueses que hacían incursiones sobre la costa de África occidental entre 1444 y 1446. Pero ahora te toca a ti seguir contándome porque para eso yo soy el que entrevista. 
- Está bien. Ya que estoy tan decepcionada no me queda otro remedio. ¿Qué quieres saber?
- ¿Quién fue el que vendía los esclavos negros a los portugueses?
- Cuando todo esto estaba prácticamente deshabitado los nativos lo llamaban Bézeguiche si no me equivoco. 
- ¿Y qué significa Bézeguiche?
- Pues no lo sé exactamente pero me parece que era uno de los más famosos jefes de todo el Senegal cuando llegaron los europeos. 
 
Yo aproveché para darle más ánimos y levantarle la moral a la "signare". 
 
- ¿Es cierto eso?
- ¡Si sabes tanto por qué me preguntas tanto!
- Es que no sé tanto...
- ¡Vámonos ya de aquí, por Dios, Diesel, que se está mosqueando con nosotros!.
- ¿Qué quiere decir mosquearse?
- No te preocupes por eso, Anne Pepin. Lo que sucede es que a mi amigo Felipe le han picado mucho las moscas que hay por aquí. Por eso dice lo de mosquearse. ¿Entiendes?
- Lo entiendo. 
- ¡Que nos vayamos de aquí, Diesel!
- ¿Así que tú eres el famoso aventurero conocido como Diesel?
- ¡Haz el favor de callarte, Felipe! ¡Qué importa saber quién soy ni de donde vengo ni a donde voy!. 
- ¿Eres o no eres?
- De momento eso no tiene ninguna importancia; así que sigamos con Bézeguiche... ¿qué más sabes de el? 
 
Ella volvió a tranquilizarse y conseguí que soltara una buena párrafada.  
 
- Pues que, bajo la bandera portuguesa, en 1536, se construyó la primera "Casa de Esclavos" aquí, en Gorée, por un acuerdo firmado entre Bézeguiche y los portugueses. Es imposible saber la cantidad... pero se habla por esta isla de que hubo hasta veinte millones de hombres, mujeres y niños secuestrados de las aldeas por los musulmanes dirigidos por el tal Bézeguiche, humillados y vendidos a tratantes que se establecieron en esta isla. Aquí eran aprisionados en calabozos, eran encadenados como animales y colocados espalda contra espalda, como sardinas en latas, para esperar a ser vendidos, antes de que decayeran físicamente. Fueron separados de sus familias y los enviaban hacia los Estados Unidos de América, el Caribe y Brasil. Sólo llegaban vivos uno de cada cuatro. Al menos desde entonces, y hasta 1848 en que Francia abolió la esclavitud, en esta isla se estableció una base de comercio de esclavos, en esta misma Casa a cuya puerta me ves sentada y que fue construida por los holandeses en 1776. 
- ¡Arrea castañas! O sea, que los paìses europeos que se consideraban los más cultos de todos, estaban metidos en el ajo arriero. ¿Qué decía entonces el famoso humanista y humano Erasmo de Rotterdam, tanto que fardaba en contra de España? Y vosotras, las "signares", ¿qué hacíais además de holgazanear y folgar con todos ellos?
- ¡Cuidado, Diesel, que no salimos vivos! ¡Vámonos antes de que se enfade del todo!
- Nadie debe enfadarse por decir la verdad... ¿no es cierto, Anne Pepin? 
- No sé si enfadarme o no enfadarme.
- Pues mientras lo decides y lo piensas... sigue contándome más cosas interesantes. 
 
Y ya pillada de improviso lo soltó todo... 
 
- Además de holgazanear y folgar con todos los europeos, íbamos y seguimos yendo con vestidos de lujo gracias a los holandeses; dedicando gran parte de nuestro tiempo al aseo y algunas, como yo, fumamos en pipa, usamos abanicos de tela, nos bañamos en perfumes, con sales de baño, aceites y jabones franceses. Antes, nuestras antepasadas, caminaban por toda la isla  con una verdadera corte de esclavos cristianos de cabello trenzado que nos llevaban la sombrilla y cuidaban de nuestras joyas. 
- ¿Y te parece bonito eso, Anne Pepin, hija de Anne Pepin, nieta de Anne Pepin, bisnieta de Anne Pepin y tataranieta de Anne Pepin?. Supongo que alguna hasta alcanzó la fama.
- Pues sí. Además de Anne Pepin... por ejemplo, Cathy Louette, esposa del capitán francés Aussenec, que poseía en 1767 hasta 25 esclavos machos y 43 esclavos domésticos para su servicio personal. 
- Por lo de folgar con ellos... ¿no es cierto?
- ¡¡Diesel!! ¡¡Va a terminar por enfadarse de verdad!! 
 
Pero Anne Pepin no se enfadó conmigo sino que se mostró orgullosa y, perdida en su desmedida vanidad, siguió contando... 
 
- O Victoria Albir, que se hizo construír, en 1776, una de las casas más originales de la isla en la actual rue Saint Germain, cuya fachada imita la proa de un barco negrero. Pero la más interesante de todas fue mi tatarabuela Anne Pepin, quien cautivó al famoso Chevalier du Bouffers, gobernador en Senegal desde 1785 a 1787. Y no te creas que era un inculto.
- No sería un inculto pero bruto, lo que se dice bruto, debería ser un mogollón. 
- No sé lo que es un mogollón pero... ¡nada de bruto!... porque has de saber que era Miembro de la Real Academia Francesa y autor de poesías ligeras muy apreciadas en París. ¡Era todo un romántico y dedicó un romance entero a mi tatarabuela, que era una mulata e hija de un cirujano de la isla! Tengo que hacerte conocer que hay aquí una calle con su nombre y el único hotel de la isla también lleva su nombre. 
- ¿Y qué decía a todo esto su señora esposa francesa? 
- Eso no le importaba en absoluto. Sólo éramos sus amantes hasta que se largaban de nuevo a sus países.
- ¡Caramba con el culto señor Boufflers! O sea, todo un barragano rodeado de barraganas por los cuatro puntos geográficos de la isla mientras su señora esposa francesa creía que era todo un personaje noble porque formaba parte de la señorial nobleza francesa. ¿Es eso o me equivoco? 
- ¡¡Que se va a enfadar, Diesel!!
- Si se enfada que se enfade y que luego se dé una ducha que buena falta le hace porque aquí sentada y cosiendo todo el santo día, bajo este calor asfixiante, pues la verdad sea dicha... 
- ¡¡Cállate, por favor, Diesel!!
- Que no es bueno callarse tantos siglos, Felipe... 
 
Yo veía que la "signore" se abanicaba, totalmente descompuesta, y que estaba dispuesta a utilizar el matamoscas contra mi cara si era necesario... así que decidí seguir adelante pero cambiando de tercio por si las moscas... puesto que no estaba dispuesto a servir de carne de cañón.
 
- Hablando de carne de cañón, "signare" Anne Pepin... ¿qué clase de carne se come por aquí, además de carne de hombre?.
- ¡Dios mío, Dios mío y Dios mío!
- Que no pasa nada, Felipe, que Dios está de nuestra parte; así que deja de clamar tanto.
 
Ella no entendió lo de carne de cañón y se volvió, de nuevo, locuaz.
 
- Tenemos cuatro sabrosos platos de carne. El yassa, el bassi-salaté, el maafe y el dibi.
- ¡Atiza! Vayamos por partes y espero que no se le abra ahora el apetito. ¿Qué es el yassa?
- El yassa puede ser de pollo y se sirve con cebollas, ajo, mostaza y salsa de limón.
 
Pasé el primer apuro y seguí preguntando esperando que no se lanzara contra nosotros dos.  
 
- ¿Qué es el maafe?
- Pollo o cordero o ternera, pero con vegetales en una salsa de cacahuetes. 
 
Pasé el segundo apuro y seguía orando a Dios para que se fijara en Felipe y no tanto en mí. 
 
- ¿Qué es el bassi-salaté?
- Un couscous local.
 
Respiré profundamente antes de explicarle para que no me considerara un ignorante del todo en cuanto a comidas africanas.  
 
- Perdona que te corrija, belleza goreana, y no te enfades conmigo pero sé muy bien que el couscous es un alimento que consiste en granos de sémola de trigo cocinado, luego no lleva nada de carne. A ver si te crees que estás hablando con alguien que no sabe nada de nada en cuanto a África.  
 
Ella se dio cuenta de que no podía engañarme y yo seguí preguntando como haciéndome el longuis.    
 
- ¿Qué es el dibi? -pregunté apurando mis últimos esfuerzos para que se fijara en Felipe y no tanto en mi persona.  
- Cordero a la parrilla.   
 
Entonces me di cuenta que era mejor no seguir con lo de las comidas porque le estaba entrando apetito a Anne Pepin y volví a la Historia y otros temas variados cuando observé un conato de ira en el rostro de ella ante el nuevo espanto de Felipe.  
 
- ¡Que nos atiza con el matamoscas, Diesel!
- Confía en mí, Felipe... que estoy seguro de que salimos vivos de ésta...
- Creo que es normal que cambiemos de tema -dijo ella.
- ¡Menos mal que entramos en razón, beldad! Resulta que veo en tu rostro un poco de ira y ahora recuerdo que Ira es el comienzo de Irapuato, donde alguna vez tuve yo una aventura. ¿Conoces Irapuato?
- ¡No tengo ni idea!
- Pues sólo te diré que es una ciudad de Méjico... pero como eso a ti no te va ni te viene pues... deja ya de mirarnos con tanta ira porque nosotros no tenemos la culpa de que esté en Méjico y no en Senegal... ¿estamos o no estamos? 

Entonces sobrevino algo sorprendente, algo que salía de mis esquemas mentales y, todavía en mayor cantidad, salía de los esquemas mentales de Felipe. Fue cosa vista y no vista, pero el rostro de Anne Pepin cambió de repente comenzando a dulcificarse y, ante nuestro asombro, ella se levantó de su asiento, se introdujo en la Casa y regresó con una kora, que es una especie de mandolina, y en sentándose de nuevo comenzó a tocarla por ver si Felipe caía enamorado entre sus brazos. Yo había conseguido que, por fin, se fijara más en él y me dejara tranquilo a mí, así que me limité a sacar un cigarrillo, lo encendí y quedé escuchando mientras Felipe no sabía ni donde esconderse.  
 
- Perdone, señorita, pero yo...
- Calla, Felipe, y ten la delicadeza de dejar que termine de tocar...
- Si, pero... ¿por qué a mí?
- Porque le caes más simpático que yo.
- ¡Pues ya me está tocando a mí las narices toda esta musiquilla!
- Pero Felipe... si nos encontramos en medio de un verdadero paisaje paradisíaco...
- ¡Ya está bien de cachondearte, Diesel! ¡O nos vamos ya de aquí o me da un ataque de nervios!
 
Anne Pepin no dejaba de mirar dulcemente a mi gran amigo Felipe y tocar aquella especie de mandolina, mientras yo le explicaba a éste lo que era la kora.
 
- Escucha, Felipe. La kora es un instrumento generalmente de 20 o 21 cuerdas, mezcla de arpa y laúd del África occidental. La kora se construye a partir de una calabaza grande cortada a la mitad, con una cubierta de cuero para lograr la caja de resonancia  a lo que se le agrega un puente con muescas para transmitir la vibración de las cuerdas sujetas al mástil.
- ¡Basta ya, Deisel, y haz el favor de decirle a esta bruja que deje de querer enamorarme como si yo fuera Ulises y ella una sirena loca! 
 
Yo seguía, imperturbable y haciendo como que fumaba, dándole informaciones sobre la kora.  
 
- El sonido de la kora recuerda el del arpa, aunque cuando se toca de forma tradicional, se asemeja más al estilo de las guitarras flamencas. El músico, que en este caso es una música, como estarás observando utiliza solo el dedo pulgar y el índice de ambas manos para pulsar las cuerdas de forma rítmica, mientras que los restantes dedos se sujetan a los palos por ambos lados de las cuerdas para mantenerlo fijo.
- ¡¡Que ya basta de tanto y tanto y tanto, Diesel!!
- Está bien. Termino explicándote que los músicos de kora, en este caso como ves es una música, han provenido históricamente de familias de griots que pasan su arte a sus descendientes y también de las tribus mandinga. En otro momento de nuestras aventuras amistosas te contaré algo sobre lo que eran los griots africanos y lo de los mandinga. 
- ¡¡Déjate de mandingas y de mandangas y dile que deje ya de tocar lo que sea!! 
- Pues aunque no te lo termines de creer, Felipe, este instrumento se toca en Mali, Guinea y en la Senegal en donde nos encontramos pero también en Gambia. Y, además, al intèrprete de kora tradicional se lo llama "jali" lo que equivale a bardo o historiador oral. ¿Quieres que te explique lo que era un bardo?
- ¡¡Prefiero mil veces la muerte!!
- Me parece que estás decepcionando a la señorita Anne Pepin. Por lo menos le podías dar las gracias ya que está tan interesada en deleitarte.
 
Felipe se decidió a terminar con aquello y se dirigió a la "signare"
 
- Perdone señorita, pero usted se está equivocando... 
 

Ella, de repente, dio un golpe seco a las cuerdas de la kora y se le quedó mirando antes de lanzarle la propuesta amorosa con voz dulce y melosa...
 
- Escuche, gran caballero. Me urge comprar esclavo macho, de un metro sesenta y dos, como mínimo, de estatura, sin nigún defecto físico, que tenga todos los dientes y todos los dedos, una excelente salud y sin membranas en los ojos.
- Pero olvida usted algo muy importante, señorita...
 
Yo ya no podía contener la risa mientras que seguía haciendo como que fumaba.
 
- Déjeme continuar, gran caballero español. ¿No le gusta admirar este bello paisaje paradisíco, como dice su gran amigo Diesel? Aquí los viejos cañones de la isla se utilizan ahora como bancos en las calles y las plazas  donde se sientan, para arrullarse cual palomos y palomas, las parejas de enamorados.
- Pero es que yo...
 
El despavorido Felipe no sabía ya ni dónde esconderse mientras yo seguía conteniendo la risa.
 
- ¡Sálvame, Diesel! ¡Por nuestra gran amistad, sálvame!
 
Ella seguía arrebolada con Felipe...
 
- Además los túneles y pasadizos son excelentes lugares para las parejas de enamorados.
- ¿Quiere usted decir para pelar la pava?
- No sé qué significa pelar la pava, gran caballero español. Yo lo que quiero hacerle notar es que ahora en ellos se alojan talleres de artistas y, para mayor conocimiento suyo, los fuertes construídos por los holandeses y destruídos una y otra vez, se han convertido en museos de historia. ¿No le interesaría, señor Felipe, entrar en la historia conmigo?. Usted pasaría a ser Felipe I de Gorée y yo su querida Anne Pepin V. ¿No le ilusiona?
 
A Felipe le dio un fuerpe golpe de tos...
 
- ¡¡Ajum!! ¡¡Ajum!! ¡¡Ajum!!
 
Entonces decidí acudir en su auxilio tras apagar lo que quedaba de cigarrillo y esconder la colilla en una maceta de buganvillas sin que ella se diera cuenta...
 
- Señorita Anne Pepin, hija de Anne Pepin, nieta de Anne Pepin, bisnieta de Anne Pepin y tataranieta de Anne Pepin... ¿puede decirme quién fue Michel Adanson?
 
Anne Pepin dio un sobresalto y volvió a la realidad...
 
- ¡Mon Dieu! ¿Todavía estás tú aquí?
- En efecto, y no por defecto, todavía estoy aquí realizando mi entrevista; y espero que pueda responderme a esta pregunta. ¿Quién fue Michel Adanson?
- El naturalista francés que ideó nuestro jardín botánico donde destacan las hermosas buganvillas. 
 
Yo necesitaba que se expansionara más en sus explicaciones para conseguir que olvidara, por completo, a mi gran amigo Felipe... aunque corría el riesgo de que entrara yo, de nuevo, en sus pensamientos. Era peligroso pero tenía que hacerlo por Felipe. 
 
- ¿Qué quieres saber más de Michel Adanson?
- ¿Dónde nació? ¿Dónde murió? ¿Qué hizo de importante en su vida aparte de zangolotear con las "signares" goreanas?
 
Me estaba jugando el todo por el todo con tal de sacar de aquel follón a mi gran amigo Felipe. 
 
- Michel Adanson nació el 7 de abril de 1727 en Aix-en-Provence y murió el 3 de agosto de 1806 en París.
 
Era una gran oportunidad para distraerla y que se concentrara en sus recuerdos. 
 
- Estamos hablando de que vivió un total de 79 años y casi 4 meses más... ¿no es cierto?

- ¡Sé perfectamente sumar y restar!
- No quise decir que no sepas sumar y restar, pero si no estudias era oportuno dudarlo. 
 
No la dejé reaccionar...
 
- ¡Más! ¡Necesito más información complementaria, preciosa!
 
Felipe miraba asombrado, de nuevo, por mi valentía. Supongo que se estaba dando cuenta de que sólo estaba haciéndolo por salvarle a él y no para ligar con la bella Anne Pepin.
 
- Fue un botánico, micólogo, algólogo y pteridólogo francés de origen escocés. 
- O sea, con faldas y a lo loco...
 
Ella no entendió la indirecta y solamente sonrió.
 
- Ahora déjate de cosas complementarias y cuéntame todo lo que sepas de su vida. 
- Adanson estudió en la Universidad de París, siendo discípulo de René Antoine Ferahult de Réaumur y de Bernard Jussieu.
- Cuando quieres ers una biblioteca abierta; pero necesito algo más concreto aunque no esté relacionado directamente con esta hermosa isla. 
 
Cuando Anne Pepin escuchó que su isla era hermosa se volvió locuaz del todo. Si me salía bien la estratagema, mi gran amigo Felipe quedaría definitivamente salvado. 
 
- Emprendió un viaje de investigación, en 1748, por las islas Canarias y a la colonia francesa de Senegal, donde permaneció hasta 1753.
- Tiempo tuvo el pollo de dedicarse a los picos pardos. 
- No sé qué quieres decir...
- Digamos que 8 años de farra en farra con las "signares".
- Sigo sin entender nada da nada...
- Tú sigue y luego ya veremos cómo acaba el asunto. 
- ¡Dios mío, Dios mío y Dios mio, Diesel, que nos jugamos el cuello!
- No te vuelvas a poner nervioso Felipe que ya estás casi a salvo. Va bien el asunto. Cuadran perfectamente las fechas.
 
Entonces volví a dirigirme a ella como si la cosa no tuviera importancia alguna.
 
- ¡Más! ¡Cuenta más que estoy emocionado del todo! -creí que decir esto serviría para emocionarla también a ella. Y se emocionó del todo hasta el borde de las lágrimas. 
 
- Durante su estancia entre nosotras se dedicó a estudiar la Naturaleza.
- Ya. Ya lo imagino. ¿Incluída la naturaleza de las bellas "signares"?
- Incluídas ellas también. ¿Puedo seguir sin que me interrumpas?
- Perdone, linda "signare", pero sólo estaba pensando en qué diría de todo eso el racionalista Descartes?
- ¿Descartes? ¿Quién es Descartes?
- Descarta el tema, Anne Pepin, porque si no has estudiado ni estás estudiando no lo comprenderías... pero me gustaría saber qué tienen que decir a todo esto los racionalistas que lo racionalizan todo. Descarta a Descartes y, si es posible, en otro momento jugaremos a las cartas no cartesianas como el tute, el mus o la brisca pero... ¡mañana!.
 
Me di cuenta de que, ahora, era mejor guardar silencio y solamente escuchar.
 
- Estudió la Naturaleza, efectivamente, de las gentes senegalesas incluídas las "signares". Y publicó sus observaciones en la "Histoire naturelle du Senegal", en el año 1773.
- ¿También incluyó en esa "Historia" sus aventurillas extramatrimoniales con las "signares" o fue tan falso como los demás?
- Eso no se le debe preguntar a una señorita como yo.
- Está bien. Digamos que se lo calló el muy lagarto.
- ¿Lagarto? ¡Sí! ¡También estudió a los lagartos del Senegal! ¿Cómo lo has sabido?
- Pues porque en aquel entonces debía haber muchos lagartos por aquí... ¿no es verdad?
- ¿Te refieres a los reptiles o a los humanos?
- Digamos que a los reptiles porque lo de los otros es mejor no contarlo ahora porque me dan verdadero asco.
- ¿Te refieres a los musulmanes que atrapaban a los inocentes nativos y a las inocentes nativas?
- Sí. A esos me refiero. Así que hablemos de los lagartos reptiles porque de los lagartos humanos ya sé demasiado gracias a mis estudios en la Universidad.
- Aquí hay infinidad de lagartos de muchos colores diferentes. El más cotizado en el mercado es el "chamaeleo senegalensis". 
- ¿Te refieres al camaleón de Senegal? ¿Son tan sabrosos para el paladar? Ya he visto a unos cuántos por aquí cuando veníamos de camino. ¿Tienes algo que contarme sobre los lagartos comunes?
- Pues sí. Lo más triste es lo que está sucediendo con el lagarto gigante de Cabo Verde. 
- ¿Qué sucede con los lagartos gigantes de Cabo Verde?
- Que o se han extinguido ya o están a punto de extinguirse. 
- ¿Quiénes los matan?
- Es una triste historia. 
 
Anne Pepin volvió a llorar... 
 
- Pues si que estamos arreglados con tanto lloro y con tanto lloro. ¿Se puede saber o no se puede saber quiénes los matan?
 
Anne Pepin se secó sus lágrimas que, para mi entender, eran más bien lágrimas de cocodrilos que verdaderas lágrimas. Por eso no caí en su trampa. 
 
- A esta clase de lagartos, llamados "Macroscincus coctaei" se los están comiendo los gatos. El último ejemplar que se ha visto vivo fue durante los años 40 del siglo XX, en la isla de Branco.
- No me creo que los gatos sean los únicos que se los comen. Alguien más come lagartos por acá.
- Bueno, sí. Llevas razón, ¿Para qué ocultar lo evidente? También los esclavos comen toda clase de lagartos porque pasan hambre. Otro de los lagartos en peligro de extinción, porque se los comen los gatos y los esclavos que pasan hambre, es el "Mabuya gigas".
 
Yo tenía que conseguir que Anne Pepin siguiera emocionándose con su historia y nos olvidara, definitivamente, a mi gran amigo Felipe, un poco gordillo por cierto, y a mí, que era mucho más delgado que él. 
 
- Dejemos ya a los lagartos que mueren por culpa del hambre -ella no entendió la indirecta y continué la frase- y cuéntame lo que te quede, en tu memoria, de Michel Adanson, por favor. 
 
Tuve la delicadeza de pedírselo por favor para que no se diera cuenta de que yo estaba ya ideando la mejor manera de despedirnos de ella...
 
- Su "Historia" fue publicada, más tarde, en Brandenburg, durante el año 1773, en una edición alemana de Martini... ¿os apetece un par de martinis?...
 
No podía caer en la trampa de su tela de araña porque si aceptaba los martinis, ni mi gran amigo Felipe ni yo mismo tendríamos salvación alguna.
 
- Te agradezco lo de los martinis pero como hoy no es martes...
- ¿Qué pasa los martes?
- Que Felipe y yo sólo tomamos martinis los martes -evité que se me escapara la risa mientras Felipe estaba cada vez más asombrado por mi astucia- asi que sigamos con la trágica historia de Michel Adanson.
- ¿Cómo sabes que es una tragedia?
- Simple deducción lógica viéndote a ti pero es mejor que sigas.
- En ese mismo año de 1773, la editó, en Leipzig, un tal Schreber. Adanson también escribió Monografías dedicadas a algunas especies de plantas, entre otras sobre el baobab, sobre los osciladores y en 1751 dio a conocer a los siluros por primera vez. Murió en condiciones de gran pobreza. 
- Porque se arruinó por culpa de vosotras, las "signares", al tener que complacer todos vuestros caprichos.
- ¡¡Calla, Diesel!! ¡No lo estropees todo ahora! Estábamos casi salvados...
- Tranquilo., Felipe, que sólo estamos desarrollando la amistad. Es necesario ser amigos de ella antes que enemigos de todas las que son como ella.
 
Anne Pepin estaba demasiado concentrada en la tragedia de Adanson como para darse cuenta de lo que yo hablaba con Felipe. Y continuó contando...
 
- Supongo que la causa de su pobreza fue por tontear con nosotras las "signares"... pero yo sólo puedo decirte que en el "Jardin des plantes" de París se erigió en su recuerdo una estatua de mármol en 1856.
- Espere señorita Anne Pepin... deduzco que quizás por todo esto es por lo que la abreviatura Adams. se emplea para indicar a Michel Adanson como autoridad en la descripción y clasificación científica de los vegetales.
- ¡Mon Dieu! ¡Veo que, además de guapo, atractivo e interesante, eres muy inteligente, Diesel!
 
Me di cuenta cuando parecía ya demasiado tarde para corregir y ahora fue Felipe quien soltó una carcajada.
 
- ¡¡Jajajajaja!!
- No... esto yo tampoco...
 
Ahora el que estaba realmente preocupado era yo.
 
- ¡Ya te lo decía yo, Diesel! ¡Ya te decía yo que esto no iba a terminar bien!
 
Entonces fue cuando Anne Pepin sacó un pito que tenía escondido debajo de su falda, lo hizo sonar con estrépito y, de repente, aparecieron una docena de "signares" corriendo, cuesta abajo, hacia nosotros dos.
 
- ¿Y ahora que hacemos?
- ¡Déjate de preguntas filosóficas, Felipe, y sal de naja más rápido que el cemento! ¡¡A correr, Felipe!! ¡¡A correr si quieres salvar tu pellejo y así, de paso, te sirve para adelgazar!!
 
No dije nada más y, de repente, los dos corríamos, corríamos y corríamos, en dirección a la costa y perseguidos por aquellas trece furibundas mujeres.
 
Anne Pepin dirigía a todas las demás mientras gritaba como una loca...
 
- ¡¡¡No vais a salir de aquí jamás de los jamases!!! 
 
Casi al borde de la extenuación llegamos hasta la playa. Al fondo se divisaba la ciudad de Dakar. Tres interminables kilómetros de agua que a Felipe de hicieron explotar.
 
- ¡¡Imposible, Diesel!! ¡¡No tenemos escapatoria!!
- Habla siempre por ti, Felipe, y no por los demás. Si no quieres morir despellejado por esas neuróticas no te mojes pero yo me mojo con tal de salvarme.
 
Sin decirle nada más me metí en el mar y comencé a nadar. Esto hizo que mi gran amigo Felipe siguiera mi ejemplo. Esta vez había razonado bien; porque, a pesar de los graves insultos que nos lanzaban las bellas "signares" desde la playa y que son realmente impublicables, los dos braceábamos en el agua como desesperados... hasta que conseguimos llegar a la playa de Plateau. ¡Estábamos, sanos y salvos, en Dakar!
 
Éramos todo un espectáculo por la calles de la capital de Senegal, poque íbamos chorreando agua por todas partes.
 
- ¡Al Parque Hahnn, Felipe! ¡Al Parque Hahnn!
 
Y una vez llegados a dicho Parke nos tumbamos en la hierba. A mí me entró la risa...
 
- ¡¡Jajajajaja!!
- No ha sido tan gracioso, Diesel... hemos estado a punto de pringarla.
- No. Si no me río de eso. Me río del pringado de Bárcenas.
- ¿Qué sucede con el pringado de Bárcenas?
- Que no quisiera yo estar dentro de su piel cuando, dentro de una semana, aterrice en Gorée para buscarnos en el Hotel Bouffers y salgan a su encuentro estas "signares" tremendamente enfadadas. 
 
Felipe se agarraba el estómago de la risa que le entró sólo de pensarlo...
 
- ¡¡Jajajajaja!! ¡Le van a convertir en un fiambre a ese chorizo!
 
El sol se ocultaba en el horizonte. 
 
 
 
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