El sueo nocturno
Publicado en Jan 28, 2013
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Llegada la noche, los párpados que deberían cerrarse, se abren en un movimiento rápido, audaz y sigiloso. Llegada la noche, las manos que se ocultaban en el manto de la luz, salen de su escondite para recorrer la oscuridad que el sol ha dejado como recuerdo de su pronto pero a la vez lento regreso. Llegada la noche, ¿Qué más? Ojos que no poseen color, una boca sin voz y un cuerpo inmaterial aparecen frente a la cama. Silenciosamente, transita alrededor de ella, como si buscara algo. No, no busca nada, pues en esa cama está lo que quería. Más debe llamar su atención y no tiene más remedio que levantar las sábanas; el resultado, negativo para él, significa que su boca malformada se tuerza y contorsione en una expresión de desagrado. Aquello que quería sigue inerte, no durmiendo sino dudando. Dudando sobre la vida, dudando si realmente ha sido cierto que alguien movió sus sábanas… No, sabe que las sábanas se han movido, por lo que su duda se reduce al quién. ¿Quién lo ha hecho? ¿Ha sido una esencia que debería marcharse de este mundo porque ya pasó su tiempo en él? ¿Es quizás una esencia viva que está intentando jugarle una mala broma? Tal vez sólo es producto de su imaginación, su psicólogo le dijo que las malas relaciones con su familia le incitaban a llamar la atención por medio de invenciones como esas. Sí, tal vez ha sido la imaginación que otra vez juega una mala pasada, y muy mala, así que – siempre sin abrir los ojos – tomo una píldora que me dormirá en unos minutos. El psicólogo se lo dijo, que todo era fantasía, que nadie levantaba las sábanas de su cama porque vivía sola y que por eso nadie podía golpear los muebles o encender su televisión, que era más probable que lo hiciera ella en un estado de subconciencia. Todo tenía sentido, después de todo el experto es él, pero todavía seguía despertándose con la televisión encendida, y se acuerda muy bien que un día había un papel con unas letras mal escritas que no pudo reconocer. Sí, es mejor dormir, y no pensar en ese tipo de cosas que sólo le hacen retrasar su sueño. Debería pensar en algo más lindo, una escena de alguna película, o una de las escenas que gusta de inventar, pero en ese momento no puede hacerlo. Siente que alguien se sienta sobre ella, y es que la esencia pérdida que esta persona no puede definir y menos caracterizar sigue insistiendo para llamar su atención. No puede entender cómo intoxica su cuerpo para no abrir los ojos, ni cómo puede creer a un sujeto que le cobra dinero por cada media hora para que le diga cosas lindas que la calme. Sí, está aquí pero se niega a verle. La frustración hace que la esencia se baje de ella y comience a jugar con un espejo, moviéndolo de lado a lado, mientras esa persona que tanto buscaba continuaba imaginando alguna escena que le agrade. En ella una mujer grita a su pareja, le grita porque la ha dejado embarazada y porque siempre es descuidado y por su culpa tiene que ser ella quien sufra de dolores de parto. Él debería estar en su lugar, claro está, pero el pensamiento de la mujer se esfuma en cuanto le viene otra contracción y debe aferrarse a su mano. Allí está él dándole apoyo y olvidándose de los gritos de la mujer a la que quiere. Ojala la persona que está en la gran cama de la gran habitación tuviera alguien como ese hombre porque así no tendría tanto miedo al ver que sus pensamientos se trastocan y se vuelcan hacia la muerte. Su corazón late con fuerza y opresión, se ha angustiado al pensar en lo que pasará al dormir, porque para ella la muerte es como dormirse, pero por la eternidad, y los sueños pasan a ser la reencarnación, o su consciencia navegando en un nuevo mundo que todos conocen como cielo. Pensar en la muerte le aterra así que vuelve a concentrarse en la pareja, ¡Pero oh! Craso error ha cometido al abrir los ojos. Sin embargo se siente aliviada al no ver nada, sólo la luz del exterior que se cuela por su pequeña cortina que no alcanza a cubrir toda la ventana. No puede decir que es un alivio, porque puede ver con detalle su habitación, y si apareciera cualquier cosa, se aterraría. Para ella es mejor la completa oscuridad, no ver ni su mano ni sentir nada, y así volver a dormirse sin miedos. Pero la luz entra, así que a la boca de ella entra otra pastilla. ¿Por qué le cuesta tanto dormirse a pesar de las pastillas? No es conveniente detenerse a pensar en ello, sino la sonrisa que una vez se hubo torcido, se contorsionará hacia una expresión de alegría, y asomado a su rostro, no le quedará más opción que acariciarle. Y el recuerdo de la muerte vuelve a ella, la sensación de ahogo y angustia crece con cada segundo, vuelve a tragar una píldora y se aprieta el corazón y los párpados. No reza, pero habla para sí misma para calmarse. No, la muerte no debería asustarme, porque la muerte no es más que el tránsito a otra vida en la que el cuerpo no es necesario. Debe ser algo terrorífico, aún así. El no saber qué hay después de la vida es simplemente terrorífico. Terrorífico porque nadie tiene una respuesta exacta a lo que viene después de la vida, cuando se cruza el umbral de la muerte. Su consuelo son dos cosas: que la vida es tan corta comparada con la eternidad que no vale la pena esforzarse en ella, y que además, si Dios existiera, éste no le daría una vida feliz porque sino nunca creería en el cielo, ni en la reencarnación ni en él mismo. Dios es egocéntrico, ¿no? Pero decirlo en voz alta sería altamente ofensivo, así que sólo se queda en sus pensamientos.
 
Ah, y no olvidar la sombra extraña que de pronto ha aparecido junto a ella, tomando las pastillas y ayudándola a depositarla en su boca. Ya van varias más, pero por cierta razón ella perdió la noción de que sólo debía tomar dos para dormirse. Y allí está el resultado… Un sueño eterno mientras observa su cuerpo del otro lado de la cama.
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Foto del autor Camila Jara
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Descripción

Palabras Clave: sombra fantasma sueo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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