El movimiento de tus caderas me enloqueció,
No podía dejar de ver su movimiento,
Estaban clavados mis ojos enceguecidos,
No miraba más que eso.

Tu bella figura me inspiraba,
A escribir poemas en cadena,
La llegada de palabras bellas,
Hermoseaban mi rostro al leerlas.

Nació un poema, un escrito con sentimiento,
Pensando en ese momento,
Cuando te vi caminar, como si fueras un espejo,
Donde se reflejaban mis deseos.

No tenía el nombre del poema,
Momento de sufrir un dilema,
De encontrar una identidad,
Para lo expuesto con humildad.

Mejor nombre que este no encontré,
Que llevara las letras al cielo,
Realmente satisfecho quedé,
Al tener este escrito bello.