Me quedo ausente en tu perfil cada vez que puedo. Me quedo sin pensar nada más que en ti. Qué lamento se desborda en mi mirada y se deleita con tus ojos. Mar quieto y cálido de sabrosa y  malvenida distancia. Más placentero es tu cálido paseo por mi enmarañado pelo. Y la brisa de tu aliento que me envuelve... me envuelve y no lo alcanzo. Y tu aroma qué decir. Añoro el instante en que invada mis sentidos y me arrastre hacia el deseo. Cuánto extraño no extrañar lo que nunca ha sido mío. Cuánto adoro no adorarte. Mis manos no te tocan, y así se deleitan con tu suave tacto. Y vuelvo a perder la poca razón de mi pobre y extinta conciencia al ausentarme extasiada en tu perfil. Tú, maravilloso y distante. Tierno y cálido hielo que me invade por completo. Podría decir cuánto te amo… pero palabras para que lo entiendas no encuentro. O quizás no se comparan al sentir que me aprisiona quitándome el aliento. El casi extinto aliento que me dejas sometiéndome a esta desdicha. Arrebatándome hasta el cansancio. Y caigo, inevitablemente en esta horda de pasión y lamento. Cúbreme, te ruego. Cúbreme de una vez. Entreteje con tus labios y mi lengua la cobija que me abrigue de este frío. Este frío que me cala adormeciendo mis sentidos para llevarme hasta la muerte. La muerte que no evito para dejar este letargo. Finalmente expiro. Expiro para llegar hasta tu lecho. Tibio y cálido. Y entre las maravillosas y ansiadas horas en que al fin me entrelazo con tu cuerpo, no hago más que extasiarme. Y me quedo ausente en tu perfil…