me reclino y medito sobre el collado ardiente.
con dignidad soporto el sol que escose mi piel.
estoy engendrando mi espíritu para darte vida.
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disfruto de una dicha inmensa
al  resbalarme  por tu garganta seca,
quizá desgastada por la vida.
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tu pecho caliente es mi dulce cuna.
me complace más que las frías bodegas donde yazgo.
¿escuchas el eco resonante de los domingos?
¿ el gorjear de la esperanza tinta de mi seno violento?
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pon los codos en la mesa y remángate.
aflójate el cinturón que te ciñe.
en cada regalado sorbo me glorificarás.
te alegraré como cascabel festivo.
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degustas con calma y fruición.
y pondré en tu boca palabras amenas.
esas que guardabas con cierta timidez. 
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daré fuerza al corazón, calor a tu rostro.
quitaré la melancolía, te aliviaré en el camino.
pondré coraje al que carece de valor.
haré olvidar todos los pesares.
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encenderé los ojos de tu mujer,
la llenaré de dicha.
devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores.
seré para ese frágil atleta de la vida
el aceite que pule los brazos del luchador.
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regalaré a tu paladar toda mi vegetal ambrosía.
el precioso néctar que destila el sembrador.
y recuerda...
de nuestro amor nacerá la poesía
que elevará una bella flor
la más preciosa...  ¡la auténtica!
Ω