Textale

ECOLOGIA

Publicado en Dec 05, 2012

Amanecía un nuevo día del mes de Agosto. Olía a frescor, a campo y a flores silvestres.
Yo, me revolvía en la cama cual gusano sarnoso.
No había pegado ojo en toda la santa noche, gracias a concierto perruno que habían entablado los catorce perros, míos y de mis vecinos, que por lo visto tampoco podían dormir y se acordaban a voces y de mala manera de las madres de dichos perros.
En la antojana de mí casa, una escandalosa orgía de gatos, que con sus lamentos me ponían los pelos de punta, pues me recordaba los velatorios de antaño, en los que era obligatorio llorar a grito pelado.
Por si eso fuese poco; Una baca pedía a gritos ser ordeñada urgentemente.
Miré el reloj. ¡Dios mío, las siete! Ya casi no me quedaba tiempo.
A través de mí ventana abierta percibía el olor a naturaleza sana. Mis párpados se cerraban y todo mí cuerpo empezaba a relajarse.¡Dios mío! ¡A que me duermo ahora que es la hora de levantarme! Pensé medio ida.
Pues casi. Pero de pronto, un gallo contento saludaba al nuevo día con todas la fuerza de sus pulmones.
¡Maldita sea! Yo medio ida que estaba, me lleve tal susto que me tiré de la cama.
¡Ya no podía más! ¡Estaba en el colmo de la desesperación.
Para alegrarme el día , un coro de pajaritos, grillos y demás animalitos del monte, se pusieron de acuerdo para saludarme con sus cantares.
Mí nerviosismo aumentaba. Volví a la cama por si acaso. En esos mismos momentos se había hecho un silencio total.
¡A buenas horas! Pensé yo, mientras cerraba los ojos e intentaba tranquilizarme.
Casi lo había conseguido cuando una de esas moscas rabiosas y pequeñas que suenan como demonios, acabó con la poca paciencia que ya me quedaba.
Me levante resignada y me asomé a la ventana. Un fuerte olor a cucho me recordaba por si se me había olvidado que estaba en el campo.
Un lugar maravilloso y sano, pero que yo aquella madrugada odiaba y maldecía.
Hubiese cambiado los rugosos tomates y las frescas y sabrosas lechugas, Por los perfectos tomates del invernadero y las lechugas con sabor a plástico.
La madre naturaleza, se había pasado conmigo aquella noche.

                                                                                         Antonia Rico

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