Dos de la madrugada, de una noche de invierno, en alguna parte del mundo.

Ya lo estoy haciendo otra vez. ¿Qué diablos me pasa? Me dije la última vez que no volvería hacerlo. ¡Dios, debes y quieres! – Los ojos le están saliendo de las orbitas cuando termina la frase.
La voy a esperar aquí y cuando salga del trabajo; le apunto con la pistola, la amenazo, la meto en el coche y la llevo hasta las afueras. Todo rápido y sin llamar la atención. No le daré tiempo ni a que grite, y si grita le pego con la culata. – Con un movimiento rápido de brazo golpea el aire fingiendo la agresión.

¡Dios, otra vez con lo mismo! No puedo más, no puedo hacerlo. Es un ser humano. ¿Tal vez tenga hijos? – Su empatía y bondad entra en conflicto con sus otros yos.

Da igual, tú no la conoces de nada, tal vez sea hasta una mala persona. Tal vez le es infiel a su marido o es una mala madre, estarías haciéndole un favor al mundo. ¿Imagínate todo lo que le podrás hacer de todos modos? Y nadie se dará cuenta. Procura que no te vean. ¿No querrás acabar encerrado de por vida? – Su parte oscura como un pozo sin fondo, le replica.

Ella siempre es la última en irse. Ya lo he comprobado otros días pero hoy se está retrasando.  ¡Dios, que ganas tengo! Pero esta es la última vez que lo hago, ¿De acuerdo?
Si, si. Es la última. – Parece que se intenta auto convencer.

La última vez fue una chapuza, casi me cogen. ¿Lo recuerdas? Y el cadáver todavía lo tengo en casa. Lo sé, tu eres yo. Deja de pensar ahora en eso. Va a salir en cualquier momento. Que ganas. Hoy la disfrutaré hasta el final.
¡Calla! Ahí sale. – Lo dice girando la cabeza hacia un lado como si alguien lo acompañase.
Espera. ¿Quién la acompaña? – Gritan todos en el interior de su cabeza.

¡NO ESTA SOLA! ¡MIERDA!. Hoy no podré hacerlo. Mañana lo vuelves a intentar.
FIN