Ring, ring. Correr desesperada esquivando cada uno de los objetos que hay en el camino para contestar esa llamada tan especial que hemos esperado por horas, esa llamada que sabes automáticamente te teletransportará a un mundo donde no existe la distancia ni el tiempo, un mundo donde solo existen los dos. Tenerlo en la línea y no saber que decir porque los nervios invaden tu cuerpo como una enfermedad sin cura. Él inicia la conversación, esa cálida  y dulce voz que te hace vomitar mariposas porque ya no hay lugar para sentir una más en tu estómago. Terminas perdiéndote en la conversación porque lo único en lo que piensas son en sus gestos, movimientos, en su rostro y lo bello que es. 
Te mueres de sueño pero no eres capaz de cortarle la llamada, esperas a que él lo haga, de pronto ese momento llega y sientes que el mundo se te viene abajo porque és el quien con sus palabras pinta tu mundo de colores.