MHOMJE - 2. A pico y pala
Publicado en Nov 26, 2012
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A pico y pala
¿Sólo vemos…? Sí, lo que queremos.
 
                No sólo inocentes se presentaban aquellas palabras; palabras que no había logrado asimilar desde el principio. ¿El amor de su vida había dicho? ¿Qué coño le estaba pasando por la mente a Steve?  No, no. De seguro que lo estaba exagerando más de la cuenta. Seguro de que se refería simplemente a que necesitaba al amor de su vida. No tenía por qué ser yo ¿Verdad? No debía engañarme. Habría que ponerle fin a la situación.
                Caminaba por las calles de Hitachi, cerca del plantel. Acababa de salir de las tormentosas clases, sin haber logrado concentrarme en más que no fuese las palabras del capitán del equipo. Y ahora, unas horas después de eso, aún no lograba sacármelas de la mente. Busqué la manera de distraerme mirando a mí alrededor. Las calles a pleno crepúsculo eran un paraje casi afrodisiaco si no fuese porque hubiese mucha gente. Una plaza no muy lejos cernía la oscuridad en esquinas vacías. Las farolas de un aspecto antiguo daban una fuente tenue de luz eléctrica, confundiendo así el trémulo albor de luna. Agua chapoteaba en una fuente de marfil pulido, con fluidez.  Ella, representaba martiriad quizá no figurara mucho ante mis ojos; pero sabía de quién decía que sus ángeles en posición fetal, le resultaban un emblema a la tristeza, al mundo interior. No había más que unas cuatro bocas que chorreaban agua. Para mí, nunca había tenido esplendor, y ahora menos que aquellos marmoleados seres parecían babear a causa de la poca fuerza del agua.
                Me obligué a quitar la mirada de aquella asquerosa escena, antes de que me entraran arcadas…
                No era la fuente digna de que el lugar tuviese mi total aprobación; de hecho, siquiera lo era del todo las luces, las lozas del suelo, el boscaje desaliñado por naturaleza y no por descuido… en fin, no eran aquellos elementos los que me hacían regocijarme al pisar su primer escalón de granito negro. No, que va.
                La tranquilidad era palpable, tanto así que esperaba que quisiese menos de lo normal; de su estadía estaba claro. Era aquel lugar antiguo el que consumía las energías negativas de mi vida, y las convertía en una gran fuente de un derroche que no me atrevería a clasificar. Quizá porque me preocupaba mucho lo que algunos “lectores… de mente” pudiesen estar diciendo. Bueno, la verdad de las verdades, siéndome sincero a mí mismo; el qué decir de la gente no me preocupaba más allá de afectar a los demás. Y digo demás, pues no querría que por casualidad llegasen a pensar en alguna persona en especial.
                Eso estaba muy alejado del sentimiento de bienestar en aquella plaza; así que evité preocuparme una vez la alfombra de polvo marcaba mi huella en un burdo intento de reconocer quién estuvo allí. Me hizo sonreír que aquella huella franjada perdurara con el tiempo y así al verla, regocijarme de una nueva visita al lugar. Pero aquella mueca se esfumó rápidamente.
                Para cuando había mirado la esquina opuesta de donde me encontraba, el sol ya se había puesto. La sombra era propicia, la luz daba baja, interpretando con ello una escena acogedora y casi erótica. Pues aunque nadie lo dijese, aquella era la esquina del “amor”
                Más que eso, dejando de un lado aquel sentimiento viril y nebuloso; existía el hecho de encontrarse en la esquina quizá más caliente de la población. La poca luz era más que perfecta para el romance encontrado, y hasta para el sexo no planificado. Lo decía por experiencia propia. Sus bancos negros, ocultaban la posición de los cuerpos que se funden allí; la oscuridad encierra en un manto borroso los destellos del manantial de sudor que corre por el pecho de ambos, por sus brazos y por sus piernas; por donde se unen en un placentero golpe en vaivén. ¿Cómo no recordar su voz oscura en juego con el placer? ¿Cómo no pensar en sus labios cuando me muero de las ganas de besarlos? Su piel… la expresión de su rostro mientras me pedía quitarme la ropa con desenfreno.
                Comencé a llorar sin saber por qué. Me sentía a gusto vislumbrando nuestro primer encuentro de amor, que… dejé pasar el mejor detalle.
                No estaba allí.
                Algo se rompió dentro de mí, como si el mecanismo de movimiento de alguna máquina sexual se hubiese partido sin previo aviso. Ya no vibraba, mi función básica había caducado en un abrir y cerrar de ojos. Me había desinflado; yo y mis atributos que fueron utilizados y desechados como cualquier juguete adúltero que ya no da placer.
                Me dejé caer en el suelo, simplemente deseando morir allí; pero ese era el punto. La agonía se sumía sobre mí, bañando con su dolor mis sentidos. No moriría, lo sabía. Pero hubiese preferido que fuese así. Saberme tan lleno de dolor y no perecer, era como clavar un alfiler en el punto exacto. No donde sangraba mi herida, no donde paralizase mis sentidos; sino que en el fondo de mi alma, donde ni la muerte aliviaría mis penas.
                Lloré y lloré.
 
 
                Se sentía mal, yo lo supuse. Como cuando mis lágrimas dejasen de caer, sería el fin de todo. Mi vida seguiría igual: la casa, el liceo, el entrenamiento... la casa. Pero no el que mi amor me haya abandonado. No sabía cuánto tiempo había estado llorando, así como tampoco cuánto más duraría aquello. No me importaba.
                Mi habitación estaba a oscuras. Yo sólo me había lanzado como fuese en  la cama, después de haber cerrado con llave.  No me acuerdo de lo que haya pasado, y no me interesa saber qué fue lo que me obligó a levantarme de aquella plaza y llegar a mi casa. No recuerdo por dónde pasé, como caminé, ni como no seguí de largo a divagar por las vacías calles de la población; sólo sé que estoy aquí.
                Lanzado en el colchón como un moribundo; ahogándome en mí pena. Casi no respiraba a causa del frío de mi alma; con las miles de gélidas agujas que golpeaban mi cuerpo; traspasando mi ropa mojada entre las babas y el llanto.
                Me estaba cansando de estar así. El sueño vencía a mis lágrimas. ¿Cuándo todo se acabó?
                No lo sé… 
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Foto del autor Nelson Prez
Textos Publicados: 8
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Descripción

Palabras Clave: homoertico

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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