ALICE
Publicado en Nov 23, 2012
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-Bien Sharon. Respira hondo y tranquilízate.- Murmure para mí, para ser exacta, tres veces.
 
Encendí las velas blancas que había puesto, con anterioridad,  por todo el baño y me posicione frente al espejo. Volví a mis ejercicios de respiración y trate de entrar en trance. Cerré los ojos y comencé.
 
-Alice.-Mencione su nombre dos veces más. -Tienes que saber que te extraño mucho. Quiero entender tu muerte.-No pude resistir más en ese momento y comencé a llorar.- Me haces tanta falta.
 
A simple vista me veía tranquila, serena y confiada en que lo que estaba haciendo realmente funcionaria pero en mi interior había una inquietud muy persistente y dudaba de mi capacidad de poder llamar a Alice. Ella siempre me decía que me protegería y que nada me pasaría. A pesar de ser gemelas ella en ocasiones se comportaba como mi madre. Claro, eso se entendía perfectamente cuando carecías de padres que lo hicieran por ti.
Antes de proseguir pensé en los momentos que pasamos juntas antes de su muerte. El jardín de la abuela en primavera y las tres comiendo sándwiches de jalea de fresa y vasos con refresco de manzana.
Volví a concentrarme y dije su nombre de nueva cuenta.
 
-Tú te has ido. Ayúdame a comprender todo. Alice, te extraño demasiado y ojala escuches lo que te he pedido y me ayudes a salir adelante. La muerte de nuestros padres y ahora la tuya ¡Ya es demasiado!
 
No me contuve más y rompí el espejo del baño. Por increíble que parecía no sufrí ninguna herida. No había sangre ni nada. Salí de ahí y le llame a Siena que era la que sabía cómo invocar a un espíritu. Ella me había dicho los pasos a seguir para poder hacerlo con el espíritu de mi hermana. Obviamente no había funcionado. Estaba decidida a reclamarle cuando escuche un ruido casi armónico en la soledad de la cocina de mi departamento. Mi corazón dio un vuelco y trate de tranquilizarme torpemente. Camine lentamente aun con el teléfono en la mano, me acerque a la puerta y la abrí sigilosamente como si tratara de no despertar a nadie. Para cuando llegue a la cocina no había nada. Encendí la luz para ver mejor y seguía sin poder percibir algo anormal ahí. Camine otro poco. Para cuando di el paso sentí algo filoso inundándose en la suela de mi pantufla. Di un gritito que ahogue enseguida con mi mano y cuando vi mejor de que se trataba no lo podía creer. Era una cajita de porcelana con imágenes de flores azules y negras. Se trataba de la cajita en donde Alice guardaba sus alhajas más importantes entre ellas un camafeo que mi madre le había regalado en su primer cumpleaños. A mí me había regalado uno también pero el de ella tenía la letra inicial de su nombre al igual que el mío llevaba mi inicial. Siempre lo llevábamos puesto. Jamás nos lo quitábamos e inclusive yo le advertí al encargado de la funeraria que no dejara que nadie le quitara el camafeo. Se suponía que debía de estar con ella y no aquí guardado. La cajita se hizo añicos y no me quedo más remedio que recogerla y tirarla en el cesto de basura mientras que el camafeo lo guarde en la bolsa trasera de mis vaqueros. Me volví hacia mi cuarto, decidida a olvidar el incidente y seguir en la tarea de llamar a Siena. Pase por el pasillo que daba a mi habitación y al cuarto de baño en donde solo se podía ver la tenue luz que las velas brindaban a la oscuridad predominante de mi departamento. Seguía en mi camino y trataba de marcar el número de celular de Siena. El teléfono no me dio línea. Para cuando llegue a mi habitación me acosté y caí en un profundo sueño sin darme cuenta de cuando había soltado el teléfono de mi mano.
 
Estaba tan cansada pero aun así no era capaz de dormir plácidamente. Supuse que aun era de madrugada porque la oscuridad de la noche aun devoraba mi alcoba. Estire el cuerpo y me enderece y al momento de hacerlo logre divisar un bulto que parecía observarme desde el pasillo. Me exalte y corrí a ver si en realidad el contacto había surtido efecto, si en verdad se trataba de Alice. Ya no logre alcanzarla pero aquel ente siguió dándome señas de que continuaba en la casa. Una voz suave pero profunda estaba llamándome. Provenía del teléfono que momentos antes había dejado caer al piso. Corrí hacia él, lo levante y escuche atentamente lo que trataba de decirme. Sin duda era ella.
 
Era Alice.
 
-Sharon, tu… Ayudarme… Necesito… Libérame… -Su voz se cortaba. Como si pusiera demasiado esfuerzo en ello y de fondo otras voces se escuchaban como si se encontrara en un lugar con demasiada gente alrededor. Un estadio o algo parecido.
 
Trate de hablar pero descubrí que no sabía cómo articular las palabras adecuadas, en pocas palabras me sentía inútil ante esa situación, no me quedo más que seguir escuchándola pero la comunicación se corto. Inmediatamente después busque mis botas, fui a la sala y tome las llaves que estaban en el buró y salí corriendo hacia el auto aun con imágenes en la cabeza del estado de Alice cuando los policías la encontraron muerta en su departamento. Me mantuve al margen de esos recuerdos y minutos después ya estaba en el auto, manejando a más de 60 km/h, dirigiéndome a la casa de Morgan, mi mejor amigo desde la escuela secundaria, y aun tratándome de comunicar con Siena pero esta seguía sin contestar el maldito móvil.
 
Eran ya pasadas las dos de la mañana cuando llegue a casa de Morgan. Sabía que lo encontraría despierto, fumando y viendo películas sobre el viejo oeste. Morgan, al igual que yo, era una persona convencida de que los fantasmas o almas vagando esperando a ser vengadas existían. En pocas palabras compartíamos los mismos intereses.
Toque incesantemente a su puerta esperando a que me abriera, ya había comenzado a llover, y él se acerco confuso de mi presencia a esas horas en su casa hasta que finalmente me abrió.
 
-Morgan… -Respire, trague saliva y continúe. –Hice… Hice contacto con Alice ¡En realidad lo hice!
 
-¿Qué? – Realmente estaba confundido y asustado. -Sharon cálmate. Estas hecha un manojo de nervios. Pasa, siéntate. Te traeré un vaso con agua.
 
Morgan salió disparado a la cocina a traerme el vaso con agua mientras yo no dejaba de temblar. El siguió hablándome desde la cocina.
 
-¿Condujiste hasta acá tu sola y a esta hora? ¿Estás loca? –Su voz perdía firmeza y se volvía aguda en ocasiones.
 
-Necesitaba venir a decirte que por fin Alice me escucho. Por fin hice contacto con ella Morgan. ¡Oh dios! Por fin. –Me sentía fuera de sí y hablaba como si se me fuera la vida en ello. Temía que en verdad me estuviera convirtiendo en una <> –Ella me hablo y me dijo que tenía que liberarla… -Pero antes de terminar Morgan ya estaba abrazándome. Olvido por completo el vaso con agua.
 
-¿Estás segura de que era ella Sharon? –Me lo dijo de una manera tan seria que comencé a dudar de mi afirmación. De lo que había presenciado.
 
-Sí. Incluso antes de que me hablara, en la cocina se escucho como algo caía y se rompía. Cuando fui a ver… Se trataba de la cajita de porcelana en donde ella guardaba sus joyas importantes y –Trague saliva y proseguí. –Y ahí estaba su camafeo. Solamente el camafeo. Recuerdo perfectamente habérselo visto en su cuello antes de que prepararan su cuerpo en la funeraria. Nunca se lo quitaron.
 
Y se lo mostré. Morgan encendió la lámpara junto a la sala, lo abrió y lo vio detenidamente pero sus ojos estaban tan abiertos que parecía que se le saldrían de las orbitas. No pudo hablar hasta instantes después.
 
-¿Qué ocurre? –Con ver su reacción ya me había hecho temblar otra vez.
 
-¿Cómo era el camafeo de Alice? –Me miro a los ojos. Sus pupilas se dilataban con la luz de la lámpara y ahora parecían totalmente negros y no verdes.
 
-Tenía su inicial. Así… como el mío.
 
El solo me miro y yo no comprendía lo que quería decirme hasta que yo me toque el cuello para mostrarle mi camafeo pero no estaba. Mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal, le arrebate el camafeo y me di cuenta al abrirlo que no era el de Alice sino el mío.
 
-¡No! –Grite y lo solté.
 
Yo brinque, pataleé, llore y me sentía demasiado frustrada y confundida como para pensar bien las cosas. Morgan me detuvo entre sus brazos pero yo no sé cómo conseguí las fuerzas para zafarme. Y lo hice. Salí de la casa de Morgan tan asustada y gritando que no podía creer lo que pasaba. Sentía que todo daba vueltas. Me encerré en el auto y trate,  desesperada, de encenderlo pero este no lo hacía. Golpee el volante tantas veces como pude hasta que sin previo aviso volvía a estar en los brazos de Morgan.
 
La lluvia no cesaba. Cada vez era más fuerte y la casa se inundo con el ruido de las gruesas gotas al caer. Obviamente ambos nos habíamos empapado y dejamos nuestras ropas a secar junto a la chimenea que momentos antes Morgan encendió. El me prestó una playera con una leyenda <> y unos pantalones deportivos blancos. En cierta forma aquella leyenda me daba un escalofrío extraño. Pensaba en lo que me había dicho Alice. Bueno, lo que trataba de decirme instantes atrás. También tenía la sensación, desde que salí de mi casa, de que alguien ajeno a mí me observaba y no se trataba, para nada, de Alice.
 
-Siena me dijo que pasos debía seguir para poder hablar con Alice. –Murmure temiendo que Morgan pudiera escucharme pero aun así lo hiso.
 
-¿Y qué paso? –Dijo el de una forma tan calmada que me sentí por algunos instantes como en el consultorio de un Psicólogo y no en la sala de mi amigo.
 
-Pues… –Lo mire fijamente a los ojos tratando de no soltarme a llorar. –Al principio me desespere. Tanto que hasta rompí el espejo del baño con el puño. –Y le mostré mi mano derecha. Morgan la observo detenidamente y le sorprendió el que no hubiera ni rastro de heridas provocadas por el golpe. –Después trate de llamar a Siena de nuevo pero no daba línea el maldito teléfono y de ahí… bueno, tú ya sabes el resto.
 
-Ya.
 
-¿Crees que me estoy volviendo loca? –Jugaba con mi cabello enredándolo en mis dedos. Era una especie de manía que tenía cuando estaba nerviosa y asustada.
 
Morgan tardo unos segundos en contestarme… Sabía que era broma lo que me iba a contestar puesto que era común en el decir cosas sin sentido en ocasiones serias. Lo que me dijo me dejo helada.
 
-No debiste hablar con Siena.-Me miro a los ojos de una manera tan misteriosa, tan profunda, tan seria. Siendo sincera ahora mismo no sabría como describirlo.
 
-¿Por qué lo dices así Morgan? Me estas asustando.-Y en realidad lo estaba logrando. No me contesto y no vacilo en sus palabras. En pocas palabras, él sabía algo que yo pasaba por alto.
Me dejo más desconcertada por su cambio de actitud…
 
-¿Quieres cerveza? –Sus ojos ahora estaban serenos, con un brillo inocente y seguía con su ecuanimidad.
 
Ahora la que tardo en contestarle fui yo. Realmente estaba sorprendida.
 
-Está bien.- Murmure.
 
Me levante para estirar el cuerpo y también para dar una especie de mini paseo turístico alrededor de la sala. Hace mucho que no visitaba su casa y solo recordaba la foto que nos habíamos tomado cuando fuimos al campamento de la preparatoria. Alice estaba en la foto también. Morgan sentía algo más que amistad por ella y yo lo sabia pero ella en cambio no y además nunca mostro interés por él más que hermandad.
Mire la foto y trataba de recordar lo que habíamos hecho en aquel campamento junto al lago. Alice llevaba puesto unos pantalones cortos de mezclilla, un blusón blanco y botas vaqueras, mientras que yo llevaba puesto mi traje de baño. En la foto yo aparecía con la toalla enrollada en  la cintura ya que apenas había salido del lago y Morgan con una playera de “La Guerra de las Galaxias”, bermudas negras y sandalias.  Los tres sonreíamos a la cámara mientras yo hacia mi símbolo roquero con las manos y al fondo estaba el lago y las tiendas de campaña que habíamos instalado y cuando pase la vista de nuevo hacia el rostro de Alice vi a alguien conocido detrás de ella.
 
Siena.
 
Estaba ahí sin emoción alguna plasmada en la cara, parecía ver hacia la nada pero en realidad veía a Alice. Lo único que alcance a notar fue que sus puños estaban cerrados y me dio a entender de qué estaba conteniendo una ira espantosa.
 
-¡Sharon!
 
Mi corazón dio un vuelco cuando escuche la voz de Morgan llamándome. Me asusto tanto que hizo que la foto trastabillara entre mis manos hasta que pude ponerla en su sitio nuevamente.
 
-¿Qué ocurre? –Morgan traía dos latas de cerveza en ambas manos y me miro preocupado.
 
-Morgan.-Me aclare la voz, tome la lata de cerveza y le di un sorbo.- ¿Recuerdas si Siena fue al último campamento de la preparatoria? Quiero decir, si en verdad recuerdas.
 
-Solo recuerdo que vi a Sally y a Peter ahí mas no a Siena ¿Por qué la pregunta?
 
No le respondí. A lo que él agregó.
 
-Creo que ya es suficiente por hoy, son casi las cuatro de la mañana. Deberías dormir un poco. Usa mi cama y yo dormiré en el sofá.
 
-¡No! Yo dormiré en el sofá. Me gustaría estar cerca de la foto donde estamos los tres.
 
-Puedes llevártela a mi habitación y dormir con ella. Da igual ¿No crees?
 
En realidad fui bastante estúpida en creer que se tragaría mi pretexto. Al final accedí.
 
Tome la foto y deje la lata de cerveza en la mesita de centro de la sala y me fui a la habitación principal.
 
La habitación estaba tan fría que me abrase para calmar mis temblores y me recosté. Deje la foto en la mesita de noche y me quede mirándola hasta que por fin me quede dormida.
 
 
 
Un ruido peculiar me despertó. Al principio pensaba que era Morgan en la cocina preparándose el desayuno pero al ver que la habitación seguía oscura se me hizo imposible. Morgan dormía como un tronco pero era capaz de escuchar el sonido del despertador hasta a un kilometro de distancia.
Chequé el reloj despertador y me di cuenta que solo había dormido treinta minutos.
Ya no me importaba el frio de la habitación así que me fui descalza a ver qué había ocurrido pero mientras más me acercaba a donde creía era el origen de aquel ruido este se escuchaba más lejano en lugar de hacerse más fuerte. Sentía como si me hubieran taponado los oídos. La puerta de la habitación de donde provenía estaba cerrada, la luz se escabullía por las orillas de la puerta y cuando me disponía a abrirla vi de reojo algo parecido a un collar que estaba colgado en el pomo de la puerta. Se trataba del collar que siempre le había visto puesto a Siena… Significaba mucho para ella. Era un regalo de parte de su madre. Un cuarzo realmente transparente, puro. Las preguntas comenzaban a bombardear mi cabeza. ¿Qué hacia el cuarzo de Siena colgado en el pomo de la puerta? O mejor dicho ¿Qué hacia ese collar en casa de Morgan? Sin más abrí la puerta y de inmediato una luz blanca y muy brillante me cegó unos instantes. La luz fue desvaneciéndose y mis ojos se acostumbraron rápidamente al cambio de ambiente. Cuando pude recuperar mi estabilidad visual lo primero que note es que ya no estaba en la casa de Morgan sino que me encontraba en el apartamento de Alice. La puerta se azoto detrás de mí y el corazón me dio un vuelco, escuchaba a dos personas discutiendo. No entendía que pasaba pero una de las voces se me hizo bastante familiar, era Alice discutiendo con otra mujer. Al principio me sentí temerosa de continuar avanzando hacia donde se oían las voces y también estaba confundida con lo que pasaba. A los minutos de haber entrado escuche como varias cosas se rompían como si las hubieran arrojado a la pared. Creo que eso exactamente había pasado. Alice lanzo un chillido que trató de contener demasiado tarde y la otra persona solo le dirigía maldiciones.
 
-¡Tú, maldita! –La mujer gritaba con voz ronca y obviamente enfadada. Era como si el fuego pasara por su garganta. -¿Cómo pudiste? –Ruido de otro objeto rompiéndose. -¿Cómo te atreviste a defraudarme así?
 
-¿Pero de qué demonios hablas Siena? –Alice estaba asustada, trataba de cubrirse el rostro con las manos para que los pedacitos de vidrio y metal no le cayeran encima. Su voz era más fina de lo normal.
 
-Tú te metiste con él. Sabias que yo lo amaba. ¡Lo sabías! Y aun así… aun así me lo quitaste.
 
¿Amaba? ¿Quitárselo? ¿De qué demonios acusaba a Alice? Siena debía de estar loca.
 
-¡Maldición Siena no se dé que me estás hablando! Te juro que no se qué sucede contigo. ¡Auxilio! –Se escucharon sus pasos apresurados y después los golpeteos en la puerta para poder salir y pedir ayuda. Siena la había encerrado y pude observar que solo una lámpara las alumbraba.
 
Para ese momento yo, inexplicablemente, me encontraba viendo aquella escena desde la ventana de la sala del departamento. Estaba flotando pero podía moverme con facilidad. Abrí la ventana con sumo cuidado de no hacer ruido pero me di cuenta de que todos mis movimientos eran totalmente silenciosos como si se tratara de una película y a mí, solo a mí, me hubieran puesto en el modo “silencio” con el mando a distancia del televisor. Trate de hablar con Alice, de decirle algunas palabras, pero estaba totalmente muda. Gritaba pero ningún ruido salía de mi boca.
 
-Vaya. Ahora sé lo que sienten los fantasmas cuando nadie los oye ni los ven. –Pensé.
 
La escena continuaba. Alice se dio vuelta pero Siena ya no estaba. Ella trato de buscar algo con que violar el cerrojo para poder salir pero no vio venir a Siena que estaba detrás de ella y la empujo haciendo que Alice cayera estrepitosamente al piso, doblándose un tobillo y ahora mas indefensa. Siena se puso arriba de ella y con un abrecartas le rasgo las mejillas.
 
-Siena… te juro de que no se dé que me hablas… ¿A quién amabas? –Alice trataba de controlar su respiración pero se le hacía imposible.
 
Yo podía sentir como estaba su corazón. Era algo que me apretujaba el pecho con fuerza y hacia que me doliera.
 
-Se suponía que éramos amigas Alice –Siena hablaba de una manera calmada pero sería más creíble su calidez en las palabras si no estuviera llorando y con un abrecartas en mano peligrosamente cerca del rostro de mi hermana.
 
-¡Claro que lo somos Siena! –Sus ojos tan abiertos. –Aun somos amigas…
 
-¡No! Tú me quitaste a Tim.
 
¿Tim? ¿El amigo de Morgan? ¿Qué tenía que ver el aquí? Alice nunca me había mencionado nada acerca de él. Ni mucho menos de su amistad con Siena. Vivíamos separadas desde que terminamos la secundaria pero nos contábamos todo. Eso quería pensar.
 
-¿Tim? ¡Oh por dios Siena! Ya comprendo todo. –Mi hermana comenzó a reírse. Coqueteaba con la situación. -¿Crees que yo te lo quite? Debes de estar bromeando. –Sorpresivamente la voz de mi hermana pasó de lo más débil a lo más burlón. Nunca la había escuchado así de cínica.
 
La expresión de Siena cambio completamente, pasaba de lo agresiva a lo realmente confundida. La chica no sabía ni que responder. Estaba realmente sorprendida del cambio tan repentino en la expresión de Alice.
 
-Tu… Tú me lo quitaste. Aquel día que vine a tu departamento. Me sentía mal, buscaba compañía. ¿Y que encontré? A mi amiga besuqueándose y abrazándose con el chico que más me importaba en el mundo. Y te haces la que no sabes. ¡Eres una maldita zorra! –Siena trato de clavarle el abrecartas en el cuello pero Alice hizo un movimiento tan rápido que me fue imposible ver. Cubrió su cuello y Siena perdió el control que ya había logrado para ese momento.
 
Siena perdió el equilibrio y cayó, se levanto rápidamente para alcanzar a Alice pero ella ya estaba de pie aun sin importarle su tobillo lastimado. Mi hermana tenía lo que parecía ser una navaja suiza en la mano. Yo trate de gritar nuevamente pero no podía, la angustia me estaba matando. Tanto Alice como Siena estaban llenas de enojo, furia. Siena, con esos ojos grises y apacibles ahora los tenía inundados de lágrimas y mostraban una fuerza inconmensurable mientras que de los de Alice estaban realmente llenos de odio. La situación debía de ser al revés.
 
-¡Siena ya déjame en paz! Estas obsesionada conmigo. ¿Que no lo entiendes?
 
-Nunca me obsesione… En realidad… -Su voz era el menor de los susurros –Eras mi única amiga.
 
Alice cerró los ojos un instante y para cuando los abrió era demasiado tarde… Siena le había clavado el abrecartas en el estomago.
 
Yo no pude contener el llanto y solamente me quede ahí congelada. Veía como Alice caía al suelo lentamente, Siena le había hecho una herida considerablemente grande. Tiro el abrecartas y se agacho a ver a Alice. Sus miradas se encontraron y Siena murmuraba una y otra vez que serian por siempre amigas aunque Alice la odiara.
Sentía como todo se desarrollaba tan despacio, en cámara lenta. No podía creer que acababa de presenciar los últimos momentos de mi hermana gemela. Odiaba tener encima todas las emociones pero en ese momento era más que inevitable. Alice había hecho mal a Siena en engañarla pero Siena… ¡Oh Dios! Ella no debió matarla. Ese tal Tim, ni siquiera sé dónde diablos esta. Desapareció tras la muerte de Alice. Ni una nota ni una llamada, simplemente se fue.
 
Pronto mi vista se fue haciendo más torpe. Todo se nublo por completo y me fue imposible seguir presenciando el momento. Recordé que en aquella espantosa visión yo flotaba pero aun así di unos cuantos pasos hacia adelante, tratando de alcanzar a Siena, antes de caer al vacío. Desperté en la cama de Morgan pero con el collar de Siena entre mis dedos. Trate de ponerme en sus zapatos un momento, quise comprender lo que había hecho, pero me fue más que imposible, no debió hacerlo, no debió matarla ¡Maldición! No tenía porque hacerlo.
 
Yo murmuraba una y otra vez el nombre de Siena con rabia, con tristeza, con angustia de no poder haber hecho nada para evitar la muerte de Alice. Tenía que encontrarla, tenía que saber que más paso esa noche… Todo.
 
No me importo la hora. Morgan aun dormía en el sofá y trate de no hacer ruido para no despertarlo y evitar que me acompañara. Esto solo le incumbía a dos personas; Siena y yo.
Tome las llaves de mi auto, me colgué el cuarzo de Siena en el cuello, y salí de la casa de Morgan decidida a encontrar respuestas por las buenas o por las malas. Ya no me importaba nada, mi único objetivo era terminar con todo eso y así podría liberar a mi hermana de una dimensión que ya no le correspondía.
 
Maneje lo más rápido que pude, ya había dejado de llover y ya comenzaba a amanecer. La casa de Siena era algo tétrica y misteriosa, su madre no vivía con ella pero se frecuentaban solamente los fines de semana, eso lo sabía por mi querido Morgan que siempre parecía saber todo acerca de todos los que lo rodeaban. Era un maldito metiche pero eso me servía muchas veces… como me servía en ese momento. Para mi suerte el auto de su madre no estaba. Aparque mi auto en su cochera y lenta pero decidida me acerque a la casa. Un gato negro maullaba desde el techo y me acechaba con la mirada, yo no preste atención y me concentre en cómo controlar mi reacción al ver la cara de Siena. Las dos frente a frente.
 
Llame a la puerta solo dos veces, respiraba hondo y fuerte y trataba de calmar mis nervios pero me era difícil hasta que por fin ella abrió. Aun la dominaba el sueño y vestía un camisón blanco cuando pudo mirar bien la cara de su visitante matutino rápidamente trato de cerrarme la puerta como si ya supiera a lo que venía.
 
-¿Por qué lo hiciste Siena? ¿Por qué?  -Yo no hablaba, rugía y sentía como mi garganta se rasgaba con cada palabra y con cada sonido articulado. Hasta para mí se me hacia irreconocible.
 
-Déjame… Tú no tienes idea de lo que yo sentí. Tu hermana era mala conmigo. –Ella solo lloraba y trataba de defenderse de mis golpes.
 
-¡¿Entonces porque rayos la soportabas?! ¡No! Ella no era así.
 
-¡Ella también era lo único que tenia Sharon! Lo único. ¿Acaso no fue suficiente con lo que te mostré? –Su voz parecía tomar fuerza y yo no podía más, las piernas me temblaban y me quede pasmada con lo que había dicho.
 
-¿Qué?
 
-Tú ciegamente confiaste en mí para poder contactar a Alice. Lo hiciste, pero quería que supieras lo que me había hecho y para que la bajaras de ese maldito pedestal en el que la tenias.
 
-¡Era mi hermana! Mi familia… ¡Tú me la quitaste! -Lloraba sin poder controlarme. No sabía que mas decir.
 
-Ella me engaño. Dijo que era mi amiga cuando en realidad solo me hacia sufrir.
 
-No… Estas mal… Estas mal. –Yo solo balbuceaba.
 
-¡No! Todos aquellos que la querían y la idolatraban están mal, no saben por lo que yo he pasado a partir de haberla conocido pero aun así la soporte porque no podía contar con nadie más, ni siquiera mi madre, todos se burlaban de mi en la escuela y ella al menos me daba cobijo en sus palabras…
 
Yo estaba derrumbada, en el piso, la miraba, sus ademanes, sus gestos, su ir y venir de un lado a otro y me reclamaba una y otra vez porque no le creía si lo que acababa de ver yo en sueños era lo que en realidad había pasado.
 
-Yo no sabía nada sobre tu amistad con Alice. Ella nunca me dijo nada sobre ti y en la escuela siempre… -Trague saliva, respire e intente controlarme. –Cuando estaba conmigo o con Morgan te evitaba. Yo no me di cuenta.
 
Ella estaba a punto de decirme sus razones cuando vio su cuarzo colgado en mi cuello. Se quedo congelada y me miro de arriba abajo y se abalanzo contra mí para tratar de quitármelo.
 
-Dámelo. ¡Dame mi cuarzo!
 
-No.
 
-¡Que me lo des!
 
Le di un golpe en la entrepierna y ella se retorció por el dolor y así me dejo el camino libre para correr hacia la puerta principal, en cuanto puse una mano en el pomo de la puerta ella jaloneo de mi cabello con fuerza y me arrebato salvajemente el cuarzo de mi cuello. Corrió y tire de su camisón para detenerla y ambas caímos, reviví el momento justo cuando Alice forcejeaba con ella. Sentí la presión por solucionar aquel incierto destino momentos antes de que ella muriera. Pensaba en como quitármela de encima cuando sentí un ligero bulto en la bolsa de mis pantalones, la empuje y así me dio tiempo para ponerme de pie y averiguar de qué se trataba.
 
-¿Pero qué rayos…? –No me dio tiempo terminar de preguntarme qué hacia la navaja suiza de mi hermana en mis pantalones. Siena venia hacia a mí con una furia impresionante como cuando una leona persigue a su presa.
 
Sin mas abrí la navaja y corrí lejos de ella pero me alcanzo e hizo que me doblara el tobillo al caer, me golpee la cabeza y solo sentí como un hilo de sangre emanaba lentamente de mi frente. El forcejeo se hizo presente otra vez, me decía que yo también debía morir por el simple hecho de no creerle y también por ser la igual de Alice. Ella estaba reviviendo también el momento de cuando luchaba con mi hermana y sus ojos eran el espejo de su alma furiosa.
El tobillo me dolía y aun tenía la navaja en mis manos pero era incapaz de usarla a mis anchas ya que Siena me había acorralado las manos con sus piernas y era incapaz de moverme y el silencio se hizo presente cuando me tapo la boca con la mano y me dirigió unas cuantas palabras. Yo solamente la veía horrorizada, no quería morir.
 
-¿Ahora ya me crees? Alice era mi amiga aunque ella jamás lo acepto pero aun así estuvo conmigo de una manera u otra… Siempre estuvo presente. Y si, si sabía que vendrías aquí a cobrar venganza por lo de tu hermana, en cierta manera yo lo habría hecho también pero trataría de ponerme a pensar que es lo que la persona culpable –Remarco esas palabras.-sentía… No me justifico por lo que hice pero no te negare que me sentí algo aliviada después.
 
Trataba de quitármela de encima y lo único que conseguía era dar pequeños grititos ahogados por su mano. Ya no quería escuchar más.
 
-Déjame terminar… Te juro que será lo último que escuches de mí. Escape del apartamento de Alice sin saber qué hacer más que refugiarme aquí y esperar a que todo pasara como cuando ves una película de terror y el miedo se queda refugiado en tu mente y tu esperas con el sueño a que el miedo se vaya, pues bien, eso mismo hice me refugie y espere a que las cosas pasaran y cuando me llamaste para pedirme ayuda sentí la segunda parte de ese alivio del que te hable antes… Sabia, desde un principio, que surtiría efecto la invocación de aquel momento clave, para que supieras que había pasado sin que otra persona o inclusive yo interfiriera. Solo el pasado y el presente juntos… Sé que amabas a tu hermana y que era lo único que tenias en el mundo y ya no te pediré que me comprendas, solo hazme un favor… déjame ir.
 
Me quede fría con esas últimas palabras. En ese momento no sabía a qué se refería con dejarla ir. Hasta que comprendí porque lo había dicho… El cuarzo se lo había regalado su madre, y llevaba un pequeño moño negro prendido en su camisón. Ella suavemente me quito la mano de mi boca y así pude darme cuenta de todo… Meses después de la muerte de Alice, su madre enfermo de gravedad de manera misteriosa. Siena luego comprendió el porqué le pasaba eso y fue porque ella me había quitado a Alice y sabía lo de “Causa y Efecto”. La persona a la que Siena mas amaba se iría al igual que la persona que yo más amaba se había ido.
 
Levante mi cabeza y pude ver flores blancas; claveles, rosas, margaritas, en un florero de vidrio en la mesa de centro y ahí estaba un retrato de su madre y ella abrazadas y sonriendo, el rostro de Siena se me hizo tan apacible y hermoso al comparado con el rostro que daba a relucir en ese momento de tensión.
 
Lentamente ella se levanto dejándome libre de hacer cualquier movimiento. Podía haberle clavado la navaja sin más pero me fue imposible moverme emocionalmente. Si, ella había sido la culpable de la muerte de mi hermana y aun pensaba que necesitaba un castigo por su crimen pero… Aquellas palabras me hicieron saber que en verdad estaba arrepentida. Yo mientras tanto me levante y trate de volver a la normalidad, estaba a punto de dar el paso cuando recordé que mi tobillo estaba lastimado así que me apoyé en la pared y la sangre que había salido de mi frente momentos antes ya había cesado aunque quedaban rastros de ella en mi cara. Siena no dejo de mirarme ni un momento y el simple hecho de que me viera de esa manera me asustaba más y creaba mas dudas en mi cabeza.
 
Sin embargo yo no soltaba la navaja.
 
-Las cosas se hubieran podido arreglar de otra manera ¿No lo crees? –Ya podía articular las palabras más tranquilamente. El tobillo me dolía demasiado. No podía dejar de pensar en lo que había visto y el cómo un  hombre, que después se hizo el desentendido, había “arruinado” una amistad.
 
-No lo sé. Lo hecho, hecho esta… -Siena se puso el collar con el cuarzo en su cuello y se dibujo una ligera y casi invisible sonrisa en su rostro cuando lo sintió. Yo veía todo eso como si ella se alimentara de una especie de poder que le daba ese cuarzo. Me miró de nuevo más serena y agregó. –Vete tranquila Sharon. Yo no diré nada de lo que ha pasado aquí. Sera un secreto o si lo prefieres lo olvidaré pero tú también asegúrate de hacerlo y no quedarte con el odio encerrado en el corazón… Eso no es bueno y tú lo sabes perfectamente, puede convertirse en una bomba de tiempo.
 
Era como si mi madre estuviera hablándome. ¿Mi mente jugaba conmigo? No lo sé, pero realmente sentía su presencia y la de Alice. Juntas y a mi lado.
 
Sin más me fui, aun batallando con caminar correctamente sin que mi tobillo me molestara demasiado. Me temblaba todo el cuerpo y me costaba sacar las llaves del auto que estaban en el bolsillo de mis pantalones. Cuando por fin pude hacerlo me detuve unos cuantos minutos para mirar atrás; por alguna razón sentía que esta sería la última vez que veía a Siena. La vi ahí, contemplándome desde la ventana. Las nubes que momentos antes habían despedido su furia con la lluvia amenazaban de nuevo con  descargarse, así que mejor  me di prisa en meterme al auto. Maneje tranquilamente varios minutos, me dirigía hacia la casa de Morgan, me puse a pensar en los acontecimientos tan inoportunos que desataron la furia de Siena y en como Alice, aun sabiendo los sentimientos de Siena hacia Tim, no hiso nada por detenerlo. Claro, Alice no se pudo dar una idea de lo que pasaría después.
 
Me concentre por algunos momentos en sintonizar algo en la radio, quitando la vista del camino, por más que quise solo se escuchaban interferencias y estaba determinada a conseguir algo que me distrajera hasta llegar a la casa de Morgan. Cuando por fin pude poner algo de música dentro del auto, mientras acomodaba el espejo retrovisor, pude ver a Alice. El corazón me dio un vuelco e hizo que me desconcentrara de la carretera y en lugar de pisar el freno le di a fondo al acelerador. Escuchaba murmullos, sentía como el corazón me palpitaba más de lo normal, era como si tuviera un tambor por corazón, trataba de controlarme y de pisar el freno pero este no respondía y la carretera se había convertido como en una pista de hielo por lo resbaloso que se había puesto por la tormenta, manejaba en zigzag aun sin poder controlarme y al echar un vistazo rápido al espejo retrovisor vi que Alice ya no estaba. Escuchaba el pitido de los carros en sentido contrario, no podía detenerme… Hasta que un poste de energía eléctrica lo hizo por mí.
 
 
 
Desperté en un lugar bastante familiar. Aquel lago en donde nos habíamos ido de campamento en la preparatoria. Era de noche y la luna daba todo su esplendor y ni siquiera la fogata que estaba a pocos metros de mi opacaba su luz.
 
Y ahí, sentada junto a la fogata estirando las manos para recibir su calor, estaba Alice.
 
Di unos cuantos pasos… Nerviosa, ansiosa, temerosa, todos los sentimientos juntos de nuevo. No lo soportaba ya que así  no podría decir ni hacer nada.
Ella se giro y me regalo una sonrisa como solía hacerlo cada vez que iba a su departamento a visitarla.
 
-Ya estás aquí. –Me sonrió de nuevo y palmeo el tronco en donde estaba para que yo me sentara junto a ella. -¿Quieres saber porque lo hice? –Agrego ella con tono sarcástico. Yo solo me limite a asentir suavemente con la cabeza sin dejarla de mirar a los ojos. –Lo hice por miedo a que ella se alejara de mí… Para salvarla.
 
Me quede helada, eso  me dejo mas confundida.
 
-¡¿Qué?!
 
-Sí, te costara trabajo creerlo pero así es. Y además, ese cretino no valía la pena. Por eso lo cite en mi departamento y lo seduje y cuando Siena entro fue cuando todo estallo y supe que había hecho efecto. Él solo quería a Siena por apuestas, para llevársela a la cama y después votarla. De eso me di cuenta cuando lo escuche hablando con Eric en el aula de Literatura. –Rió- Siena es débil en ciertos asuntos pero tenía que hacerlo. No vi otra manera y mira como acabe.
 
Agacho la cabeza, estaba sollozando en silencio. Así había sido Alice siempre, se guardaba todo para ella. Yo le puse mi mano en la espalda para reconfortarla.
 
-Entonces, ¿Por qué la frialdad con ella siempre que las veía juntas? –Repliqué en voz baja y aun con mi brazo en su espalda, abrazándola.
 
-Tú lo sabes Sharon. Desde la muerte de nuestros padres no he sabido cómo expresarme con eficacia. Lo más irónico de todo es que cuando tuve oportunidad… cuando todo eso paso no le explique nada. Solo me reí en su cara pero me dolió el hecho de que ni aun así no quisiera creerme. –Se seco las pocas lágrimas que había derramado y me dio su camafeo, no me acordaba de cómo ni cuándo lo había perdido. Me lo colgó al cuello y de pronto sentí que algo me oprimía el pecho con mucha fuerza, me dolía hasta las costillas. Trataba de hablar pero se me hacía imposible y sentía que el corazón me iba a explotar.
 
-Aun no Sharon… -Exclamo Alice en un suspiro.
 
<>  Pensé confundida.
 
-Nos veremos las caras de nuevo Sharon pero esta vez no es el momento…
 
-¡Alice! –Pude gritar por fin.
 
El aire se agito y comenzó a soplar con fuerza, la luz de la fogata se iba de un lado a otro y conforme el fuego empezaba a perder fuerza escuchaba una voz a lo lejos; contando del uno al diez.
 
-¡Aléjense! –Exclamo la voz que parecía provenir de un hombre y conforme hablaba me alejaba más y más de Alice como si en cada palabra articulada Alice se moviera, así, pausadamente. -¡Uno, dos tres…!
 
-No hay respuesta –Aseguro otra voz. Ahora se trataba de una mujer.
 
-De nuevo ¡Uno, dos, tres! –Exclamo el hombre de nuevo. Sentía algo muy raro en mi pecho como si me tocaran con algo que estuviera conectado a una corriente eléctrica.
 
Ahora las voces se escuchaban cada vez más cerca.
 
-Te quiero Alice. –Murmure. La fogata se apago por la corriente de aire y yo me deje llevar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
-Cállate o la despertarás. –Alguien murmuro a lo lejos.
 
-Ya se idiota, mejor dicho, cállate tu… -Replico Morgan. Aun estando yo inconsciente podía reconocer perfectamente su voz.
 
-¿Y si mejor me traen algo de comer? –Interrumpí y para mi sorpresa, cuando pude abrir bien los ojos, la persona con quien discutía Morgan se trataba de Sally.
 
-¡Vaya! Por fin despiertas cariño. Llevas casi un día y medio dormida –Exclamó Morgan aun exaltado; cuando hable lo había asustado.
 
-Me despertaron –Replique con humor. Sally le dio un golpe en la cabeza a Morgan como queriendo decir <>. -¿Qué paso? –Añadí. Me dolía todo el cuerpo y me costo enderezarme para poder estar más cómoda al hablar con ellos.
 
-¡Oh, no te muevas tanto Sharon! Te lastimaras más.  –Sally corrió a auxiliarme para que eso de la enderezada no se me hiciera tan pesado.
 
-Gracias.
 
-Tu auto se salió de la carretera y chocaste contra un poste de energía eléctrica… -Contesto Morgan.
 
Gruñí por el dolor.
 
-¿Estás bien?
 
-Sí. ¿Cómo supiste? –Lo mire. El siempre con su pinta de serenidad. Siempre me reconfortaba.
 
-Casi una hora después de que te “fugaste” –Se sentó a lado de Sally y comenzó a beber el zumo de naranja de la bandeja que me habían traído para el almuerzo. –Recibí una llamada y me dijeron que estabas aquí.
 
-¿Una llamada? –Repliqué confusa. No creía que Siena fuera capaz de seguirme hasta el lugar en donde había chocado.
 
-Si. Al parecer cuando recuperaste el conocimiento mientras te conducían al hospital balbuceaste algunas cuantas cosas… Entre ellas mi nombre. Buscaron mi número en tu móvil y por eso estas aquí. Sana y salva. –Sonrió satisfecho por saber que el era mi salvador.
 
-Ya. –Apoye la cabeza en la almohada y suspire aliviada de que al menos alguien que estaba dentro de sus cabales viniera por mí con un sequito de paramédicos.
 
-Nosotros ya nos vamos Sharon, además, necesitas descansar. El doctor me dijo que posiblemente en tres días te dan de alta así que… -Morgan me dio un beso en la frente y me miro fijamente con una ternura que solo había visto en los ojos de mi madre.
 
-Cuídate linda –Sally me lo dijo al oído y después avanzo a la puerta y se quedo unos cuantos segundos mas mirándome y se fue. – ¡Hey! Te espero en el estacionamiento.
 
Aunque Morgan tardo más.
 
-No quise comentarlo delante de Sally pero… -Murmuro como si aun estuvieran en la habitación escuchando.
 
-¿Que sucede? –Me erguí sin importan el dolor de mi cuerpo. Sus gestos revelaban que estaba realmente pensativo y hablaba muy en serio.
 
-Siena desapareció.
 
Yo solo abrí los ojos como platos y las manos comenzaron a sudarme.
 
-¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Quién te lo dijo? –Esas fueron algunas preguntas con las que lo bombardeé. Mi corazón estaba tan agitado y comenzó a sentir los reclamos de mi cuerpo por haberme movido así de brusco.
 
-Como te dije hace un momento; llevabas más de día y medio dormida. Cuando me desperté fui a buscarte a mi habitación y no te vi y después de ver la foto de nosotros en la cama supe a donde te habías dirigido.
 
-A buscar a Siena –Termine por él.
 
-¡Bingo! –Exclamo chasqueando los dedos y sonreía. –Y creo que es de sobra el preguntar porque fuiste a verla ¿O me equivoco?
 
-No. Estas en lo correcto Sherlock Holmes –Nos echamos a reír y por primera vez me sentí mucho mejor, aliviada, sin preocupaciones de ningún tipo.
 
-Seamos serios –Respiro hondo y continuó- Siena desapareció en ese lapso de tiempo. Cuando te trajeron al hospital me dispuse a indagar un poco en el asunto Me dijo uno de sus vecinos que la vio salir muy temprano con una bolsa de lona y lo que parecía ser una foto. Pude meterme a su casa y note que la lucha se puso dura.
 
Me quede en silencio, no sabia que responder así que me limite a mover la cabeza en señal de que estaba en lo cierto. Ni siquiera lo mire a la cara; me quede viendo hacia la nada.
 
-Por alguna extraña razón siento que todo esto ya pertenece al pasado –Dijo el antes de inclinarse y volverme a dar un beso pero ahora en la mejilla.
 
-Sea donde sea que este… -Mi voz se me hizo extraña y lejana. –Solo le deseo que su vida vaya mejor de ahora en adelante. Acabo de darme cuenta de algunas cosas Morgan –Cuando salí de mi trance lo mire – Siena estaba tan confundida como yo y Alice por fin me revelo lo que en verdad paso, así que ahora ya no tengo ningún reproche hacia ella. Puedo decir con mucha certeza de que Alice piensa lo mismo que yo respecto a este tema.
 
-Entonces, quieres decir que… ¿La has liberado? –Exclamo el asombrado por lo que le acababa de decir.
 
-Creo que eso no era lo que necesitaba –La lluvia se había desatado de nuevo y podía ver como se formaban canales en la ventana y el sonido de las gotas al golpearla. –Siena me hizo ver lo que había pasado en verdad al enterarse de lo que Alice le había hecho y mi hermana también hizo su parte; me aclaro las dudas que tenia respecto a ella. En realidad ellas nunca quisieron que pasara eso pero tanto Siena como Alice no sabían de qué forma había que terminar con aquellos sentimientos tan profundos que sentían una hacia la otra. De todas formas ya no me sirve tenerle rencor, mejor dicho, ya no le tengo ninguna clase de resentimiento. No era realmente mi intención ir a su casa y reclamarle salvajemente el porque lo había hecho aunque si no hubiera sido por eso jamás me habría dado cuenta de las cosas.
 
-¿Qué quieres decir con todo esto Sharon? – Hablo confundido.
 
-No vale la pena seguir pensando en el pasado con odio y reclamos. Todas aquellas experiencias servirán, de una u otra forma, en el futuro. El destino se encargara de todo lo demás. Siempre he creído que cada quien forja su destino pero también puede que en el camino haya pequeñas zanjas de las que será muy difícil salir mas no imposible. La vida pone pruebas difíciles y esta es una de ellas. Lo único agradable aquí es que toda esta experiencia me abrió los ojos.
 
-Me alegra que pienses eso, no todas las personas son así, algunas se dejan llevar muy al fondo por sus emociones negativas. –Camino hacia la puerta y me miro con esa clase de mirada como la que tus padres te dan al ver tus buenas notas del instituto. –Vendré mañana para saber como sigues y ver si ya te dan de alta. ¿Estarás bien hasta entonces?
 
-Si, ya estoy bien. –Lo dije con un aire de confianza que jamás había sentido desde la muerte de mis padres.
 
Morgan cerro la puerta tras de sí y ahora lo único que se escuchaba era la lluvia caer y golpear la ventana. Suspire de nuevo aliviada y me quite el camafeo de Alice y lo puse encima de la foto que Morgan me había traído, la que mas me gustaba y la que había dejado encima de su cama cuando fui a ver a Siena; Alice, él y yo abrazados y sonriendo a la cámara con el lago como fondo. La mire unos cuantos minutos y después cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.
 
-Ahora ya todo esta bien –Susurre y de nuevo la habitación se sumió en el silencio.
 
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Foto del autor Mara Santiago
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Descripción

Palabras Clave: alice hermanas suspenso

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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raymundo

Hace un año que perdí a mi esposa...conozco esos pesares y solo el tiempo se encargará de mitigar esa pena que se lleva muy dentro del alma. Felicitaciones por la publicación y saludos cordiales desde el Perú.
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April 18, 2013
 

Flor de Maria Arango Santiago

Tienes razón. Sólo el tiempo es capaz de curar cualquier herida.
Muchas gracias por leer mi texto.
Saludos desde México.
Responder
September 11, 2013

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busy