HOJA DE DIARIO (13)
Publicado en Aug 23, 2012
Lunes 30.- En su ensayo sobre Pessoa, Fernando Pessoa: el desconocido de sí mismo, Octavio Paz relata, refiriéndose a este como un "taciturno fantasma del mediodía portugués": Pierre Hourcade, que lo conoció al final de su vida escribe: "Nunca, al despedirme, me atreví a volver la cara; tenía miedo de verlo desvanecerse,disuelto en el aire". Para mí, estas 18 palabras escritas por Hourcade describiendo una partida suya después de dialogar con Pessoa en alguna calle de Lisboa, es uno de los más bellos y reales cuentos atómicos de fantasmas. Poético como pocos. La anécdota convertida en ficción. Nada distinto podía sucederle a quien compartía algún momento con tal poeta. No hubiera querido uno encontrarse con Pessoa bajo la lluvia. O antes de la lluvia. Ni después de la lluvia. Hubiera querido encontrarse uno con Fernando entre la tempestad de cualquier aguacero real o imaginario. Es la verdad. Esto último es la verdad, no cuanto expresé al principio. He soñado, reiterativo, encontrándome con Pessoa bajo la lluvia y con Robert Walser bajo la nieve. "Ser algo que no sienta el peso de la lluvia exterior, ni la congoja del vacío íntimo", desea el poeta portugués , confesándonoslo en Intervalo doloroso, del Libro del desasociego. Volviendo al temor de Hourcade, estoy seguro que si desde su mundo hubiera sido Pessoa quien hubiese intentado volver la cara para ver a Hourcade, no le habría encontrado por ningún lugar. En el universo de Pessoa, éramos nosotros quienes no existíamos. Escuchémosle con atención esta confidencia: "Y veo que todo cuanto he hecho, todo cuanto he pensado, todo cuanto he sido, es una especie de engaño y de locura. Me maravillo de lo que conseguí no ver. Extraño cuanto fui y que ahora veo que al final no soy".
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