Manchaste el cáliz puro de su sexo
con tu engendro de verraco inmundo,
no pensaste ni siquiera un segundo 
para abordar el amoroso plexo.
 
Tu no merecías ni siquiera el nexo
porque eres vicioso y vil vagabundo
con tu dinero,  macho inverecundo,
que llevas la maldad en tu ser conexo.
 
Fue mala suerte en su vida herrada
por tu búsqueda  fiera y obstinada,
te  llevaste en vilo el fruto fragante. 
 
 
 
 
Cuando enternecía de  puro y lozano,
y por  asedio de tu ser insano, 
lograste el trofeo del fauno triunfante.