¿Por qué pinto paredes viejas?

Monólogo de justificación de una actitud extravagante
 
Dedicado a Juan Carlos Matto, colega y amigo en la literatura, la historia y la filosofía.
Estimado amigo:

Un día le dije que le justificaría mi actitud de pintar paredes viejas de un edificio "cuelelé", venido a escuela debido a la desidia de los que mandan; o la necesidad de la gente. Pero cualquiera sea el  motivo , acá estamos ejerciendo el magisterio.

Sobre el  tema le digo: pinto paredes viejas de la escuela, por que la pintura es orden, progreso, disciplina. Por que a la escuela la siento como Almafuerte  (Pedro B. Palacios-Escritor  y docente argentino) quien de ella decía:

... "Allí donde quiera
La ley del ambiente
Nimbar nuestras  vidas
Clavar nuestra cruz
La escuela ha de alzarse
Fantásticamente
Cuan una suntuosa
Gran torre de luz".

¿Ud. Cree que este lugar no es un faro de luz? Si lo es, desde el  intelecto , pero quiero que también lo sea en lo material y brille entre las casas, cuyas desnudas paredes están huérfanas del inmaculado manto de la cal, en este paraje tan cercano y tan lejano de la civilización.

Pinto con amor, con denuedo y entusiasmo estas paredes viejas.  ¿Acaso los incas no fueron  más extravagantes y pintaron las montañas que eran infinitamente  más viejas que estas tablas carcomidas por el tiempo, el clima y el olvido; dejando para los siglos los símbolos que tal vez sean leídos por un Dios poderoso o seres de ultratierra con quienes tal vez convivieran. También pintaron las grandes civilizaciones la grandeza y decadencia de sus pueblos.

Asimismo voy a permitirme una incivilizada actitud, aunque humana, pinto estas paredes para que dos genios coincidentes en el amor a la poesía, los libros, la filosofía y la historia tengan un ámbito digno a sus charlas, debate, cavilaciones y ensayos filosóficos.

Pero sobre todo pinto para que pasado el tiempo, cuando las canas invadan nuestros cabellos  y la debilidad se adueñe de nuestros cuerpos, volvamos a este lugar y veamos estas paredes, tal vez no estén pintadas, quizá ni haya paredes, sin embargo sin  estar, estarán siempre presentes, porque esta actitud de pintarlas está en nuestras almas.

¿Sabe amigo, que pinta conmigo? Pues me ha despertado el amor por la filosofía.
Pinto paredes viejas, para que algún niño transgresor  con la pintura más vieja  y hermosa de la humanidad: la tierra; como en Altamira  deje la huella  más importante del cosmos: la palma de su mano.

Se que este es un hecho intranscendente y digno de olvido, sin embargo pinto paredes viejas, como escribo, algún día alguien leerá mis escritos y otros pintarán paredes viejas.
Como dijera Borges, a quien Ud. Tanto admira y promociona:

"Mirar el río hecho de tiempo y de agua
Y comprender que el tiempo es otro río
Y saber que nos perdemos como el río
Y los rostros pasan como el agua".

Nuestra verborragia es como el río, que discurre anónimo  y perenne, aguas abajo del tiempo ¿alguien los beberá?

Con la misma ilusión que pintamos paredes viejas, creamos que sí.
 
Prof. Diego Luján Sartori
Ejerciendo la docencia en una escuela rancho