EL REGAO
Publicado en Mar 28, 2012
Era la consentida de su abuela quien por todas las habitaciones tenía muñecas. Esta que estrujaba con intención de asfixiarla era su juguete mimado. La anciana dormía con ella. Rezando el infinito rosario del atardecer la sentaba a su lado o la arrodillaba para que la acompañara en su devoción crepuscular. Su abuela se sobrepasó al regañarla. Al cerrar las puertas e impedirle salir. Esto lo habría soportado pero abuela me reiteró que parecía una niña. Tan pronto se durmió, le atrapó su muñeca y la llevó para su alcoba y la violó sobre la cama. La abuela, que fisgoneaba por una rendija de la puerta, regresó a su habitación donde se desvistió mirándose en el espejo. Con voz insinuante llamó a su nieto para perdonarle una vez más que raptara y violara a su muñeca preferida. Y una vez más, la niña obedeció excitada.
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