PIROMANIACO
Publicado en Mar 27, 2012
La oscuridad en que se le precipitó, pretendió compensarla con fuego exterior. Incendió bosques. Aunque las llamaradas se agigantaban frente a sus ojos y el humo coronaba de nubes los pueblos, aquel crepúsculo tampoco le satisfizo. No era su fuego original. La derrota no sería tan humillante si encendiendo el fuego original tendía con este un puente entre su aislamiento y el insoportable amor de su enemigo. Ciudades e imperios ardieron por iniciativa suya. Millares de discípulos, sumisos a sus doctrinas, le arrancaron una leve sonrisa. Pero tampoco esa luz era su fuego original. La ciencia fue su última esperanza. Concentró la energía de su espíritu en aquellas infinitesimales partículas, sumergiéndose en simas del átomo para escapar a la mirada de su antagonista. Cuando el hombre fisionó el átomo y probó su energía sobre otros hombres, observando ese resplandor que tampoco tenía la intensidad de su luz perdida, Lucifer comprendió que estaba derrotado.
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