Textale

TRECE DE NOVIEMBRE

Publicado en Jul 20, 2009

Aquella mujer conducía como poseída, sin embargo yo no estaba asustado, iba algo relajado. Además de la mujer viajaba con nosotros un hombre joven de contextura gruesa, la mujer parecía algo excéntrica y decidí subir atrás aunque generalmente me gusta sentarme adelante, junto al chofer. El coche frenó en seco al encontrarse con un camión estacionado a la mitad del camino, los buenos reflejos de la mujer evitaron una tragedia. Ella bajó rápidamente y dejando la puerta abierta, se alejó en dirección del conductor de enorme vehiculo, segundos después regresó y cerró la puerta con furia, tomó el volante, efectivamente el obstáculo se movió.
Nuevamente a toda velocidad avanzábamos por una vía completamente vacía podría decirse que era una carretera fantasmal, no se escuchaba el más mínimo ruido, me pareció extraño, lo que sin embargo no me afectaba, estaba muy sereno, rato después llegamos a la parte alta de la ciudad, abajo se visualizaban algunas luces en las casas aún en penumbra en aquel amanecer. El coche se detuvo y la lánguida y oscura figura de la mujer descendió del auto, también lo hizo su acompañante, yo me baje despacio, y me estiré como un gato, luego me acerqué a los otros dos que miraban hacia abajo.
-¿Qué pasa?- pregunté con la voz apagada por el sueño.
-¡nada! ¡Sólo que hasta aquí llegamos!
-necesito llegar lo antes posible-dije con voz firme
-Ok, nosotros te acompañamos, será cuestión de media hora-dijo la mujer algo risueña.
-no es problema- dijo el joven regordete también con una sonrisa jovial, pero la suya era casi como de payaso.
descendimos por un camino tortuoso, menos mal no había llovido pues habría sido imposible bajar por allí, incluso me parecieron peligrosos algunos tramos, yo iba adelante, y la mujer me seguía y a unos pocos metros el hombre, quien vestía una chaqueta negra en la que guardaba sus manos como si tuviera frío, yo extrañamente no lo sentía aún cuando era muy temprano y la temperatura era baja, la mujer no parecía caminar, era como una sombra que se desplazaba flotando sin siquiera mover los pies.
Ahí junto a la iglesia me esperaban mi tía Liliana y su esposo Siervo, no me dijeron nada, y yo ni siquiera salude, sin embargo cuando caminábamos zigzagueando las calles conversaban animadamente mi tía y su esposo, yo iba muy callado. Nos detuvimos en una esquina junto a una ruinosa casona de tres pisos, parecía como si quisiera venirse encima de nosotros, una de sus ventanas bailaba agitada por un viento raro que no se sentía en la parte de abajo donde nos encontrábamos, empezamos a avanzar de nuevo y minutos después ya estábamos en el cementerio recorrimos una avenida de lápidas blancas y luego bajamos despacio por una escalinata que nos llevó a la parte inferior del camposanto, allí había una plataforma, a la que subió mi tía Liliana.
-suban y me esperan-dijo-yo me voy a cambiar de ropa- No nos apreció extraño, y atendiendo su orden subimos de regreso arriba por otras escalinatas de piedra que se encontraban del otro lado, íbamos ascendiendo cuando nos topamos con dos mujeres negras, ambas vestían atuendos oscuros que les cubrían hasta lo pies, y se movían lentamente hacia nosotros.
-¡buenos días!-salude afablemente, las mujeres no contestaron, y a pesar que eran de la misma estatura, pude ver que una de ellas era una adolescente, la otra que parecía ser su madre era una mujer muy delgada, a decir verdad ambas eran muy delgadas.
¡Este es nuestro hogar!, ¡desde que Uds. los blancos nos enviaron aquí!
¡Lo se nosotros somos los responsables!-no se porque dije eso con tal seguridad, ahora que lo pienso. Miré de reojo hacia la plataforma y allí pude ver a mi tía vistiéndose una túnica creo que blanca ahora no recuerdo bien, cuando regresé mi mirada al frente, ya no estaban las mujeres habían desaparecido y también Siervo.

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