El Tarot
Publicado en Jul 15, 2009
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Sobre una mesa con dibujitos de soles y lunas, la Tía Laura echa las cartas. Detrás de ella está una pared blanca que sostiene una habitacioncita delimitada por biombos de madera y velos empolvados. A su derecha levantó un altar donde una virgen enorme llora lágrimas sucias y un indio tallado soporta los olores de la comida que le dejan. Flores marchitas, hierbas secas y vasos con agua que en sus fondos tienen monedas, completan el grupo aromatizado por barritas y triangulitos de incienso que se consumen y humean desde sus platos de cobre. La casa de un piso en la Colonia Victoria es sorprendentemente fresca, no tiene muebles más que unos sillones que parece que están orinados y que son ampliamente aprovechados por sus muchos clientes de todas las clases sociales. La Señora Laura (nosotros le pusimos lo de "Tía" porque nos trata rebien) dice que los espejos enormes que adornan sus paredes son para que los espíritus no se queden en esa casa, para que reflejen las vibras y se vayan, porque ya de por sí, esa casa está cargada de un millón de energías que uno siente al entrar. Ella habla muchísimo, abre sus ojos como de sapo y suelta carcajadas. No es vieja, ni fea, pero sí parece que es perrucha, alguien a quien no te gustaría tener de enemigo. Lo primero que dice cuando has de llegar por primera vez es: "El futuro se puede cambiar. Lo que yo te diga, tú lo puedes cambiar", y de ahí avienta el tarot sobre la mesa, tú pones la mano derecha encima de las cartas y dices tu nombre completo. Ella hace una cruz sobre tu mano y la mirada se le va para algun lado que tiene que ver con otras dimensiones me imagino yo, porque los ojos se le pierden y entonces, como si atrapara una mosca o matara un zancudo en el aire, sale de su trance y viene una serie de descripciones, nombres, lugares, ocasiones en que te sentías triste, razones para todo, fundamento para ideas que se te ocurrieron, episodios que sucedían mientras tú no te dabas cuenta, y casi siempre resultan ser una verdad tras otra verdad. Así una tarde, tu nombre cayó escupido sobre la mesa. Para José es más fácil soltarte de lo que es para ti. Él no te quiere. Hay que entender que existen sentimientos y emociones, si sabes separarlas todo saldrá bien. Tiene tantos años, mide tanto, lleva corbata. Él es una capa para ti en un lugar donde todos se comen vivos. No confíes en ti, tápate los pies cuando te duermas, por ahí entran en el cuerpo los sueños de otros. José, José de la Paz no puede ser, él no. Es José, niña, te estoy diciendo su nombre, el casado, el que se sienta cerquita de ti. No, José no puede ser, nada que ver. Miralo aquí, míralo, tú eres la alumna y él es el maestro. La verdad es que por esos tiempos yo estaba interesada en saber otras cosas del tarot, me interesaba saber sobre la otra mujer de mi novio, mi abuelo me preocupaba muchísimo porque en el panteón me había mandado a Tomás, quería saber si había hecho bien en quedarme en el periódico pues acababa de rechazar una oferta de irme a trabajar al Distrito Federal, el Gitano y yo teníamos altercados que cada vez eran más graves e involucraban a más personas, yo no tenía dinero y necesitaba pagar cosas... otras preocupaciones pesaban más que José, que fue un tópico fugaz comparado a otros embrollos que se trataron durante la sesión. El tiempo seguramente borró cosas de mi memoria, pero claramente recuerdo al José que me pintó sobre esa mesa. No pensé en ese episodio hasta el fin de año pasado, cuando un mensaje tuyo me llegó en año nuevo o Navidad, donde decías que lo mejor de este año había sido conocerme. Reflexioné sobre lo que sentía por tí a estas alturas de tu vida y a los desmadres de la mía, y me acordé de esto. No me sorprende mucho que la Tía Laura haya tenido razón. Aunque yo no soy una fanática, ella siempre ha estado correcta en casi todo lo que ve, y yo no cierro la puerta a la posibilidad de ver el futuro en sueños, en la carta o en lo obvio de mi cara. Dijo más cosas que recuerdo inexactamente y que no me atrevo a decir por temor a que mi mente me juegue trampas y caiga en la invención o en el relleno de lagunas mentales, pero mencionó a tu familia, tú esposa es idéntica, tus pies, mencionó un episodio donde tu eres niño y caminas descalzo en la tierra, te tropiezas y te llenas de lodo, lloras, eres niño, pero ahí se define tu personalidad. Quise hablarte de esto cuando me contaste una vez que de niño te habías enterrado ¿un vidrio?, ¿una varilla?, ¿una espina? (no recuerdo) en el pie. Esa vez me pareció que tu anécdota se parecía a la de la Tía Laura y como otras veces, fue descubrir un velo más, pasar a otro mundo de Nintendo, caer en la cuenta de que ahhh! con razón, así que de esto se trata, eres tú, es por ahí, somos así,... y con la tristeza de los tiempos también aceptar el final que viene repitiéndome "chingado, si esto va por aquí, vamos a terminar así", todo ahí va, cumpliéndose lentamente. Me acuso de no tener voluntad, de entregarme entera a tus conversaciones, de disfrutar el movimiento de tu cicatriz, de retratarme en los ojos tu sonrisa cuando estás cansado. No me queda de otra más que sucumbir, porque disfruto caer mientras me arrepiento. Estoy sonriendo al escribir esto, te estoy imaginando y estoy sonriendo... Siento yo que ha habido oportunidades para renunciar sanamente y me repito que esto no es de vida o muerte, que hay que ser menos trágicos, que hay que disfrutar cuando es la 1.34 de la mañana y te dedico unas palabras mientras espero la portada de Seguridad. Todo es tan leve siempre y si no se disfruta la vida se vuelve una carga, un constante azote católico, un llorar y llorar. Nada es de vida o muerte, todo se resuelve, lo que parece tan importante visto desde otro ángulo es tan insignificante... por eso me dedico a admirarte en secreto a hacer míos y nada más míos, algunos retratos vivientes de ti... ya veremos luego, cómo le hago con lo del futuro.
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Foto del autor Jos Garca
Textos Publicados: 24
Miembro desde: Jun 26, 2009
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Descripción

Palabras Clave: tarot suerte destino

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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