Como no había chavalas, por aquel entonces, en el madrileño Instituto de Enseñanza Media San Isidro, justo muy cerca de la famosa Plaza Mayor y también bastante cerca de la estatua de Esparteros, el del caballo con cataplines de acero, que da entrada al también famoso Rastro de chamarileros y otras gentes del vivir ladino; pues entonces teníamos que asomarnos a las ventanas y verlas pasar por la calle Toledo, a la altura del número 39, y aprovechar para lanzarlas rollos enteros de papel de water. Y, aunque mentira parezca pero es verdad, en una de las trifulcas que liamos, entre todos, en el aula... uno lanzó la papelera de mimbre hacia la cabeza de otro, con tal mala fortuna que se llevó por delante las gafas de éste y salió por la ventana desde la que tirábamos, a las chavalas, los rollos enteros de water (para ver si podíamos ligar aunque fuese "a la distancia" que es forma madrileña curiosa y muy habilidosa de ligar con chavalas de buen ver) pero las gafas no se rompieron porque estaban atascadas en el borde de los mimbres de la papelera.