La primavera es, por excelencia, una estación cultural. A la par que las plantas abren sus flores, los libros abren sus páginas y las palabras vuelan de cerebro en cerebro como colibrís multicolores que nos llenan de ideas bellas y brillantes. !Eso es la Literatura!. !El Arte de la expresión escrita que encontramos en los libros cuando abrimos sus páginas!.
Un día ya algo lejano (aunque no mucho) mi maestro de escuela Don Florencio Lucas Rojo (que en paz descanse) me miró a los ojos y me dijo: "Escribe, pequeño, escribe. Nunca dejes de escribir. No tengas ningún temor ni ningún miedo a ninguna de las palabras que existen en el diccionario. Escribe de todos los temas que desees. Escribe de todos los asuntos sin prejuicios ni complejos. Escribe de todo... absolutamente de todo... pero prométeme que tu pluma (sea cual sea el tema que estás escribiendo), nunca se ensucie de porquería. No tengas miedo en llamar al pan pan y al vino vino porque pan y vino son dos palabras más del diccionario... pero no llames nunca al pan y al vino algún tipo de porquería porque eso es lo que algunos hacen. Sé honesto en todo lo que escribas. Sé valiente en todo lo que escribas. Y llama a cada cosa por su verdadero nombre, sin temor ni complejo alguno... pero jamás ensucies tu pluma de basura literaria. Manténla siempre vigorosa y firme pero siempre tan limpia como la tienes ahora. Prométemelo que lo harás así durante toda la vida.
Aquel día se lo prometí a Don Florencio. Le prometí a mi querido profesor de infancia que siempre escribiría de cualquier tema sin temor. Que nunca tendría miedo ni complejo alguno sobre ninguna palabra del diccionario (incluyendo en ella a la palabra Eternidad) pero que, a pesar de ello, nunca mi pluma se mancharía de porquería ni de inmundicia. Y se lo volví a prometer ante su tumba (cuando murió mi viejo y querido profesor que le descubrió a mis padres que yo sería con el tiempo escritor).
¡Y aquí estoy, querido Don Florencio! En pie. Sin miedo a ninguna palabra sea cual sea (incluída la palabra Eternidad), escribiendo de todo... pero con mi pluma siempre limpia y honesta y respetando a todos los seres vivos sin usar nunca insultos barriobajeros ni faltarles a la dignidad a ningún ser humano pero llamando al pan pan y al vino vino para entendernos todos perfectamente y pararle los pies a tantos indecentes que hay por ahí escribiendo marranada y media ¡Gracias Don Florencio por haberme educado así! ¡Y gracias a Dios Padre también!. Y estoy refiriéndome al Dios cristiano.
Chao Don Florencio. Seguiré siempre hablando con usted a través de las palabras que vuelan en la primavera, se elevan por los aires y llegan hasta el "más allá" donde usted se encuentra. Su pequeño alumno sigue prometiéndole que nunca le defraudaré...