La amante fiel
Publicado en Jan 07, 2012
Lo encontró su amante fiel, una trágica mañana.
Impaciente de esperarlo y una sensación extraña. Sobre la verde llanura, negros pájaros volaban, en círculos. Se acercó, algo atrajo su mirada. Oscuro presentimiento, le cerraba la garganta y en el estómago, un nudo, nada bueno le anunciaba. Los ojos mirando al cielo, rígido, sin expresión, sobre tréboles marchitos, Albertina, lo encontró. Las manos sobre la herida, que le produjo el acero, como queriendo atrapar, la vida, que tomó vuelo. En los ojos bien abiertos, de sorpresa, la expresión El murió sin comprender que hubiera alguna razón. Los lamentos espantaron a los buitres carroñeros, el más audaz, alcanzó a arrancarle un ojo abierto. Vació la cuenca su pico, con restos sanguinolentos Como reguero de pólvora, la mala nueva corrió. Esa jornada, en el pueblo, de otra cosa, no se habló. Albertina, convocada, tendrá que ir a declarar y ventilar muchas cosas de su propia intimidad. La familia del difunto, ha prohibido, terminante, que se acerque al velatorio, esa perdida, la amante. Pregunta desconsolada, mesándose los cabellos, ¿quién pudo matar a su hombre? si era noble y era bueno. De negro velo, cubierta, descalza, sigue al cortejo, No la dejan acercar, triste observa, desde lejos. Cuando todos se marcharon, de entre las sombras salió Hizo palas de sus manos, la tierra floja, apartó descubriendo, sin esfuerzo la madera del cajón. El que cuida el camposanto, al día siguiente encontró yerta y fría a la mujer, abrazándose a su amor.
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