Muchas veces me había yo preguntado si el más destacado Jaime que conocí en la modernidad del posmodernismo sería Jaime de Piniés, Jaime de Marichalar, Jaime de Armiñán... pero, mira por donde, surgió Jaime El Vasco y me derrumbó todas las teorías. Ya no tuve duda alguna. El más destacado Jaime que había conocido en la modernidad del posmodernismo fue aquel Vasco que fue capaz de tener trabajando a sus órdenes (siempre las órdenes que no falten por favor) a un periodista durante un año sin contrato alguno (aunque desconociese que el periodista se estaba dando cuenta), que dejó de pagarle el último mes trabajado (al igual que al resto de los empleados) y que nunca cumplió con su promesa de contratarle para 24 años seguidos (como si el periodista fuese lelo y se lo hubiese creído); pero eso sí, no tardó nada en nombrarlo Jefe de Redacción (quizás sólo para disimular que aquel periodista era el único escritor de la revista y quizás, si colaba el rollo, decir que era él el que había escrito).
Sin duda. Es el más destacado Jaime... porque El Vasco era tan patriota que dejó abandonados a todos sus empleados para irse a combatir por la Patria a la Guerra del Cenepa; aunque, gran caballero de la cruz de hierro, debió confundir la Cueva de los Tayos por el chalecito lujoso y coquetón de Tumbaco. Lo que no sabía es que muchos le estaban viendo, todos los días, pasear garboso por sus calles mientras los verdaderos soldados hasta ofrecían su vida por no ceder un centímetro de terreno más a los peruanos. A lo mejor estábamos equivocados y resulta que El Vasco pertenecía al Alto Mando de la Dirección de la Guerra desde el chalecito lujoso y coquetón.
Sin duda alguna Jaime El Vasco es superior incluso a Jaime I de Aragón (o al menos eso debe creer porque dice tener sangre azul pensando que nos engañaba a todos).