Sucedió más o menos cerca del V Centenario (Día de la Hispanidad) del Descubrimiento de América por los intrépidos, aventureros y valientes españoles que atravesaron todo el Océano Atlántico hasta llegar a estas hermosas tierras. El caso es que alguien (de cuyo nombre  ni me acuerdo ni quiero recordar por cierta traición que me hizo al final) me invitó a entrar en un cuchitril cercano a la Universidad Central de Quito. Entré. El ambiente olía a raro, a consignas subversivas, a idioteces y a otras memeces más que decían los inocentes indígenas por culpa de ella. ¿Quién era ella? ¿Qué hacía ella entre los indígenas? Me la quedé mirando fijamente y no me gustó absolutamente nada. Era una vikinga envidiosa que no hacía más que hablarle a los indígenas en contra de la Hispanidad y los españoles. He de reconocer que en los países nórdicos de Europa hay algunas chavalas que son muy guapas y están de muy buen ver (por ejemplo mi amiga sueca cristiana llamada Carlota puesto que lo cortés no quita lo valiente) pero son una minoría comparadas con la enorme cantidad de latinoamericanas (incluyo a las de Estados Unidos y otros países americanos) verdadermente guapas y muy buenas por cierto físicamente hablando. El caso es que recuerdo que aquella vikinga envidiosa me gustó menos que un pimiento morrón ya caducado de su fecha de consumo y decidí no volver más a aquel cuchitril donde tan mal se hablaba de los hispanos y la Hispanidad que, gracias a Dios, fue cuando los españoles (y digo los españoles porque es la pura verdad) descubrimos al hermoso continente americano. El caso es que estoy seguro de que aquella vikinga envidiosa (que me perdonen las demás porque no tienen la culpa) estaba deseando, en el fondo de sus intereses ocultos, ligar con un español. Yo, por supuesto, ni pensarlo tan siquiera por dos razones muy poderosas: la primera es que estoy casado con una latinoamericana mil veces más guapa que ella y la segunda es que (dejando aparte a las vikingas guapas y de muy buen ver) ésta parecía el palo de una escoba y estaba más desmejorada que Santiago Carrillo (de España) que ya es decir.