La caída
Publicado en Nov 13, 2011
I. No más palabras se entrelazan para describir lo que pasa dentro. No más. Es aterrador, a tal punto que no se qué hacer. Me mantengo despierto perseguido por un sueño, repitiendo los mismos gritos a aquella vieja almohada. Ya no aferra con fuerza el lápiz la mano ¡Ya no! Es miserable no poder hacerlo, sentir como el alma se desvanece con cada palabra no dicha ¡Mudos ojos, mudo corazón, muda alma! Los recuerdos que nunca regresarán, los recuerdos que sólo la memoria recordará, los recuerdos que en hojas se perderán... Y sí, los recuerdos que claman ser dichos ¡Pero no! Desaparecerán contigo. Ya no se qué hacer, a veces clamo a aquella musa enfermiza que me dicte de nuevo sus palabras ¡Pero no, no lo hará! ¡Oh, si simplemente estuvieras por una noche más! ¡Si la luna iluminase tu rostro sólo una vez más! ¡Si mi mano tocase tu aliento una vez más! ¡No! ¡No! Todo desaparece, y cae contigo. II. (...) ¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevar de la vida una carga tan pesada? Nadie, si no fuera por ese algo tras la muerte. Hamlet. Grité tu nombre pero no estabas allí, no, no estabas. No me escuchaste cantar. No me dejaste comenzar. Entonces ahora me voy arrastrando lejos de aquí, nunca te olvidaré, lo juro. Es tarde, ya encontré lo que buscaba, y no estabas allí, no, no estabas. Me arrastraré hasta olvidarte, se que lo lograré. Voy desapareciendo con cada palabra no dicha, es demasiado tarde. Pero sabías muy bien que yo estaba aquí. Pero no me escuchaste clamar. Juro que nunca olvidaré tu nombre. Desapareceré. Caeré. Contigo. Caeré hacia el cielo.
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