A tí, a tú [23-Febrero-2011]
Publicado en Nov 07, 2011
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Definitivamente…
 
Revisando sucesos que han acontecido en los últimos dos años, me doy cuenta de.
 
Créeme mujer que cuando te digo que esta ausencia que ha hecho que te llenes de corajes, de incomprensión y finalmente de decepción, no fue ni es por causa mía.
 
Cierto, tristemente ya no hay vuelta atrás.
 
Aunque muchas vueltas hacia adelante.

No prometo nada, sé que lo haré. Me intriga si me aceptas esta vez.
 
En aquella época estaba demasiado contaminado, y lo sabia; no me acerque a ti por orgullo, sino porque al ganar tu confianza te sometería a angustias amorosas terribles. Como cualquier patán. ¿Crees acaso que quería eso para la mujer a la que amo?

¿Acaso crees que fue por un juego que haya decidido esperar tanto tiempo para decirte lo que siento? ¿Insinúas, tal vez, que mentía en aquella carta?
La canción es mi lenguaje predilecto y en ella te exprese, me exprese.

Ya para ese entonces, estaba reponiéndome la enfermedad. Por esa razón me bastó con decirte “te amo”.

No es necesario comenzar una batalla épica a caballo por el amor, cuando no hay armadura suficiente.

En esta época, tengo un recipiente donde deposito los ensayos de mi verdadera esencia; ese recipiente pareciera encantarte, porque aparece brillante en medio de mí ser. Lo tocas, lo observas y te aburre al ver que, sólo es un recipiente.

No me molesta que dicho trasto aparente tener vida propia y más encanto que yo; funciona a control remoto: cuando me encuentre lejos, se habrá vaciado, volverá a su forma oscura esperando ser llenado por cualquiera: como cualquier vaso sucio. Llévatelo si quieres, no te servirá ni un momento; es la coladera emocional, funge como el espejo que cree ser real.

En cambio…

Soy heredero de todos aquellos hombres golpeadores de mujeres. Aquellos hombres de bigote grande. Hijo de atrevidos y osados en la vida, familiar de vulgares y pendencieros, de peleoneros y asesinos: de allá, pero estoy aquí, lejos de ellos.

Revelación divina, seguramente, la que me hizo alejarme de mi herencia. En aquellos años, vi en lo que me convertiría, un monstruo seductor de mujeres incapaz de retener a una sola; esa no es la vida que quiero yo. Ser un Don Juan, encantado estaría; aunque limitado, con todas menos contigo, aunque estés en mi cama al amanecer: no es como yo te quería llevar.

No lo entiendes, menos yo.

Y ahora, otra vez, me pregunto en donde habrán quedado.

¿Dónde están mis sentimientos?

La sensación de sonreír la recuerdo vagamente; como un extraño me siento, cuando una bella dama se acerca hacia mí por un saludo y afecto: un saludo solamente puedo brindar.

Imagínate cuando me acerco hacia ti. Quiero amarte, hacerte reír hasta el fin, ser viejos y andar en patineta, hacerle travesuras al vecino junto a nuestros hijos.

Pero. La palabra de día. No llego a provocar en ti más que un espasmo chusco, una leve sonrisa.
 
En viejos videos que mi memoria a largo plazo tiene, busco esperando encontrar el motivo de aquel daño en mi vida. Y recuerdo, la esencia que de niño tenía, aquellos rizos negros que intento recuperar dejando más largo mi cabello; la sensación de paz, ante la tempestad.

De aquel niño de rizos oscuros con un girasol en mano en medio de una milpa solitaria, quedó un galán promedio de pelo lacio sosteniendo su mochila roja.

Así que discúlpame si parezco una vez más un ser malvado o despiadado. Pero esta vez ya sé dónde está el problema: no me voy a detener. Teniendo como única motivación aquellas palabras fútiles que diriges hacia mí…

Recordando en cámara lenta el ir y venir del caoba de tu pelo, imaginando nuestro mundo entre azul y amarillo, escuchando la voz sigilosa que atraviesa e inmoviliza mi cuerpo y lo hace temblar cuando mencionas mi nombre.

Garabateo al cielo, conversando con el viento me entero de todo lo que he dejado atrás. A cada paso el latido de mi corazón se ralentiza, luchando contra un mareo mortal, familiar por el rojo real y no soleado de tu pelo, mareo rojo que entra en mi cabeza y amenaza con hacer pedazos mi cerebro, colapsando mi respiración en un último aliento, tu nombre: me queda poco tiempo. No habrá pérdida alguna, en mi muerte, habitará mi éxito: volveré, de la fatalidad, mejor que antes; recuperado de una embolia emocional en la que tu esencia de mujer será mi salvación.

Me es imposible determinar en qué momento debo terminar, tal vez… ya sea la hora.
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Foto del autor Abraham Arreola
Textos Publicados: 109
Miembro desde: Oct 31, 2011
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Descripción

A tinas, a tunas.

Palabras Clave: amor falso realidad increible te amo no tanto

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales


Creditos: Abraham Arreola

Derechos de Autor: reservados, los izquierdos son libres.

Enlace: abrahamarreola.com


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