Sabes, hace una época existió algo llamado la época de oro en el cine mexicano.
 
Quisiera saber si es necesario que te excuses con todos para hacer tu vida, mira qué situación: tú te mortificas porque no tienes tiempo para publicar historias, lo de menos es el tiempo, pues siempre hay bastante cuando se ha logrado el objetivo: hacer historias.
 
Mi escritor amigo, mi amigo oprimido, que importa si hoy no leo algo tuyo, sé que estarás bien, vivo y recopilando historias, personajes o situaciones.
 
Conocí un escritor, ¡cielos, era bueno!; en aquellas ocasiones en las que nos reuníamos para leer nuestros textos, los de él siempre estaban por encima de nosotros, con estructuras narrativas novedosas e historias de tres giros. Caray… creo que fueron nuestros aplausos los que lo volvieron al fracaso.
 
No supo ser fuerte ante sí mismo, se impresionó tanto ante el espejo que se exigió más hasta reventar.
 
Y se parece a ti. Y se parece a ti…
 
Logró escribir más de cien historias, en más de tres géneros, con más de quinientos caracteres en cada obra.
 
La que le seguía era igual a la que le sucedía.
 
La respuesta es simple: cuando comenzó, su universo mental era enorme, con decenas de combinaciones… “Logró escribir más de cien historias…” Si pudiéramos ver su imaginario, y subrayar con rojo aquellas unidades narrativas que ya utilizó, nos daríamos cuenta de que a la tercera decena de cuentos se había agotado toda novedad.
 
Su mente exigía salir con los amigos, con los de verdad y los de a tequila, coquetear a la chica que atiende en la frutería, inventar conversaciones para animar la fila antes de entrar al cine con un hermano menor, real o putativo.
 
Sé bien que existen autores famosos cuya trayectoria es increíblemente larga e increíblemente aburrida: lo hacen por dinero, reestrenan sus personajes en cada historia: ahora el valiente es el caballo, ya no el padre abandonado y la bella hija malévola pero con bondad en su corazón se vuelve un jinete: se parecen. A ti: la misma gata, un poco revolcada tal vez.
 
Por eso no los leo y ya no te leo a ti. Con el afán de llenar tu virtual mundo de literatura has reescrito tu mismo primer cuento, una y otra vez.
 
Aunque entre tantos escritores, debes reconocer y adoptar la siguiente práctica: como la gente común prefiere lo mismo para soñar siempre con la misma fantasía inalcanzable y ante la necesidad de algunos autores por superar sus propias monotonías… se han creado textos ocultos, escondidos de la masa, que si bien no dan dinero, enriquecen el alma.
 
Ya eres popular, tal vez te publiquen algo, y si el éxito llega a ti, te pedirán que lo repitas y que nunca cambies; aunque si llegas a aburrirte de contar tú misma historia de otras tantas maneras, y: si llegas a escribir algo totalmente distinto a tu bibliografía y totalmente similar a tu avanzada personalidad
 
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