Mucho, mucho terror... pero mucho terror. De: Abraham Arreola
Publicado en Nov 02, 2011
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Ay... creo que me enamoré... mejor como tunas.
 
 
 
Señores, en breve, en rápido, en donde sea…
 
Ver televisión es un asco.
 
¡Sí!
 
Y no daré puntos de vista locos: “porque hay violencia, programas de mala calidad o personas que no saben lo que dicen”. Porque lo cierto, es que muchos ni son comunicadores; sólo gente bonita.
 
Antes: qué bueno que sólo se quedó. Así como escuche, de manera personal al vicedirector de la RAE que no había tos. Sólo, está bien.
 
Ahora; esa televisión me ha hecho tanto daño como unos tacos de perro sin sal, con aguacate, huevo y mal humor.
 
Estaba yo; si señores, una narración en primera persona, simple hasta más no dar; estaba yo en el camión escuchando un poco de música instrumental, música clásica, música hip hop y algo de Amanda Miguel; sí, bueno, ahí estaba yo… una carretera oscura, obscura, negra y sin luces: avenida descolorida, llena de líneas intermitentes en el asfalto, puentes de vez en cuanto y el ajetreo común del romance entre los amortiguadores del autobús y los baches.
 
Ahí, en ese camión mágico y con seis pesos menos estaba yo pensando como todos los días.
 
Pero oh cruel destino que me hizo ver televisión.
 
Todo por buscar los defectos que esta misma tenía.
 
Mirad, lector, al hombre que escribe párrafos cortos e insípidos; mi energía la he gastado en soportar un programa que aunque su nombre lo indique, no tiene nada de alegre.
 
Así es, mi sufrimiento es tal, que he dejado de comer… bueno, ya terminé, pero no pienso comer más: eso es gula.
 
En fin.
 
Todo por buscar defectos en la televisión: donde no se está aplicando correctamente el derecho de réplica.
 
¡Si ya sé que la televisión mexicana da asco!
 
Sí, ¡caramba!, no importa que se repita la palabra: ¡es que en verdad, es horrible!
¡Es horrible ver televisión!
 
Toda, ni una cadena, ni otra cadena, ni las permisionadas, un típico “ni-ni”, Ni ninguna otra.
 
Y va de nuevo: ya sé que la televisión incumple de manera cruel con la ley: para que rayos voy a verla: mejor la modifico; mientras, ni me acerco a ella.
 
Porque en ese camión, donde los borrachos se suben y comparten asiento con los universitarios que de manera grosera pagan al chofer, ahí pensaba en una historia: debo hacer una, debí hacer una…
 
Pero la tarea es primero, y primero era ver un programa de televisión que no respetara el derecho de respuesta (réplica).
 
Y ahí comenzó el terror.
 
Mi mente se desactivo, porque al ver tanta burrada, mi cerebro tenía que bloquear la amenaza tan zopenca que provenía de aquellas señales malignas.
 
Te maldigo oh televisión: oh cadenas, productores de ideas repetitivas: el recordar a sus conductoras me da escalofríos: mujeres feas, escotadas, con una voz poco cuidada, con ganas de acostarse con el productor para ganar exclusiva, con ganas de calumniar el acto de “hacer teatro”.
 
Sí, eso ya lo sabemos… pero créanme.
 
En el final, el lúgubre televisor se reía de mí. Mirándome con sus programas de revista matutinos. A carcajadas miraba mi ira contenida, mi mente escondiéndose de tanta ignorancia: si de por sí…
 
Oh cruel destino: prométeme que no volveré a cruzarme con algún programa de televisión que hable de clases y concursos de canto, que los veinticinco lugares jamás atravesaran mi mente, que aquellas mujeres títeres no me llenaran de pesadillas mi sueño de semiótica armonía musical, que no se venga la alegría, que ni se atreva a hacer semejante cosa, que hoy sea un día sin televisión, que el televisor siga siendo de ornato, que Laura no está, que se fue y que ojala nunca vuelva, que aquel aparato ya no se encienda, que oír cantar a changos con traje y corbata los hace gorilas que asimilan el ruido al que nosotros denominamos lenguaje… que por favor, no me encarguen ver más televisión nacional para ver sus defectos.
 
Esto parece fallecer, ya escribo mejor, las tildes ya aparecen donde deben, ya…
Ya paso.
 
“Ya cariño, la tele no va a volver por ti…” “Es tan sólo (¡yupi!) una pesadilla… tranquilo corazón, tu amas, tú piensas, tu sueñas, tú tienes voluntad propia para hacer tarugadas, de esas de tamarindo y chile piquín…”
 
“Ya nene, no llores: te prometo que no veremos televisión mexicana nunca más…”
¿Ya ves? Esta apagada… sueña niño bonito, raro y loquito: que aunque no te guste la televisión puedes comer y sonríes más que todos los que ven comedia televisiva chilanga típica.
 
Anda y ve a jugar… esto es un sueño…
 
La televisión tiene programas culturales, no… no, no, no pienses en eso.
Olvida eso, que nunca pasó.
 
La vida comienza, cuando la televisión se apaga… eso dicen.
Sólo sé que… ¿qué?
 
Pinche televisión de mierda.
 
Oh, la RAE me respalda desde anteayer justamente con su nuevo diccionario “Mexicanismos”.
 
¿Consejo? No hacer esa tarea…
 
¿Final de este ensayo fúnebre?
 
Ninguno tan genial como este.
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Foto del autor Abraham Arreola
Textos Publicados: 109
Miembro desde: Oct 31, 2011
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Descripción

Terrorismo mediatico funesto.

Palabras Clave: terror mediatico funesto televisin vida muerte locura existencia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio


Derechos de Autor: reservados, los izquierdos son libres.

Enlace: abraham-arreola.blogspot.com


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