"El final del verano llegó y tú partirás yo no sé hasta cuándo este amor recordarás pero sé que entre mis brazos yo te tuve ayer y eso sí que nunca nunca yo olvidare". Una canción era tu sonrisa y los besos a escondidas todavía me llegan a mí. Final del verano 84. Hasta 84 razones para recordar. Era época de aprender que el amor nunca se olvida y que es ese mismo amor el que recoge sus frutos cuando llega la Navidad en tierras extranjeras, rodeado de personas de otros lares y de otros lugares con otros cantares diferentes pero semejantes a los cantados siempre en cuestiones de amor. La verdadera canción del verano del 84 sólo era para mí la que habla de lo verdadero, de lo no fingido, de ese amor real que inunda los recuerdos de la armonía del sentir cuando, al fin, se alcanza esa cumbre que desde tiempos pasados, como creer en la Verdad, queda grabada en mis pensamientos.
Tardes de verano del 84 con besos de tierra y de mar y de aire. Recordando me quedo yo con el cigarrillo encendido mientras se despide la madrugada con un pañuelo flotando en forma de nostalgia y esa esperanza grande de ser de nuevo una vez más un misterio sin cesar en esta clase de amor que no cabe en el espacio y se convierte en un lugar sin límites. Fue junto a la universidad, en la iglesia, donde uní con Ella mi Destino.
"Cuéntame como te ha ido y si has conocido la felicidad". Silencio. Las demás son solamente un silencio de contares y cantares ya orillados junto a las riberas del bulevar donde la conocí, por primera vez, con mi Sueño.
Todos han cambiado, han cambiado. ¿Qué tal te va con el tío ese?. Espero que muy bien. Yo, ya ves, como siempre...
Sigo soñando... sigo soñando... pero ya acompañado de mi Princesa y mis dos princesitas al lado... aquí... dentro de mi corazón.