Bien, que es lo que quieres? Ni siquiera sabes... por ahí empieza todo. 

Quieres ver o arrancarte los ojos? Respirar o quedarte sin aire? 

Si pudieras masticarías tu lengua para ya no excusarte. Si pudieras quemarías tus oídos para ya no idiotizarte, si pudieras... cortarías tu mano para ya no soltarte sobre el papel y enmudecer sobre lo único bueno que crees tener. 

Pero no puedes, eres tan frágil, eres... como papel viejo, oloroso, amarillento, feo, inservible y quebradizo. 

Eres como de agua y tu corazón un reloj de arena, eres de cuche y tu interior espina herbívora. 

Si pudieras, si pudieras... pero no puedes, vives en la estática del tiempo cuando se detuvo y tú te equivocabas maldiciendo, rompiste el reloj que ya no pudo avanzar y te quedaste en este instante que ahora interminable estará, en un corazón con el constante palpitar, de la nostalgia al mirar atrás. 

Y te amargas, y te maldices, y te contradices, y te das golpes de pecho, como si eso fuera a calmar tu conciencia, pero lo único que obtienes es envenenar más tu alma y contagiar tu enfermedad con la mirada. 

Arráncate los ojos, principio de tu mal, cosas que no debiste leer, cosas que no debiste buscar, cosas que simplemente no era el momento de abordar, quémalos y maldice el día de tu desdicha y la amargura de tu vida cuando un duelo de palabras comenzó... por... por no salir. 

Y después corta tus manos, para no volver a pensar en letras, corta el lazo entre el mundo y tu mundo. Manos malditas que expresaron pesar, aunque también en su tiempo, algunas formulas lindas que después se olvidaron y no volverán a emocionar. 

Manos inútiles, pecado es escribir y no el pensar, que prefiero pudrirme por dentro, a escribir y no ser leída.