Desconocida de Funeral
Publicado en Feb 02, 2009
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Entre el leve sonido del llanto de la gente se escucho no muy lejos el tambalear de unos tacones, retumbaban por toda la  capilla.
A luego se aproximo una mujer que se veía bastante débil; totalmente vestida de negro, de pies a cabeza, solo se dejaba ver una pequeño pedazo de piel que se dejaba  por debajo de de los enormes lentes que llevaba sobre sus ojos. Tan delgada que era ella como una vara de nardo, parecía la muerte que al momento vendría a llevarse el cadáver de mi recién fallecido padre.
 
Se me erizaba la piel de solo imaginar su fúnebre figura frente a mí. Y no es que solamente yo hubiera notado su presencia, pero es que todos los demás estaban tan ocupados de llorarle a mi padre que no notaba nada de lo que ocurría en el entorno mas haya de la inerte caja que estaba delante de todos nosotros.
 
La vi acercarse lentamente a la caja, se detuvo a unos tres metros o menos, empezó a llorar en silencio, parecía muy triste por la muerte de mi padre. Cuando entonces saco de un bolso que me parecía ser el más elegante que alguna vez hubiese visto un rosario plateado, lo acomodo entre sus manos y sin hacer ningún ruido mayor al de su respiración comenzó a rezar. Solo se le veía pasar las cuentas del rosario con habilidad entre sus finos dedos, con la cabeza agachada y le escurrían unas cuantas lágrimas del rostro.
 
Me pareció muy extraño que no diera sus condolencias a ninguno de la familia, ni a mí, ni a mi madre o tan siquiera con mi tío, no se había acercado a ninguno al llegar a la capilla, con excepción de mi ya muerto padre.
La mujer que se encontraba justo delante de la familia. Era una mujer de edad tan mayor como la de mi padre, parecía ser de la misma generación que la de él.
Quizás solo seria una amiga que ninguno de nosotros hubiera conocido por su mala fortuna. Ya que si así hubiera sido al menos alguno se le hubiera acercado a poner su mano sobre de su hombro es señal de su compañía. La vi tan quieta que no quise interrumpir sus rezos al acercarme y me retire al lado de mi hermana.
Triste al igual que yo pero con una desesperación y un desconsuelo mayor mi hermana lloraba sostenida un pañuelo verde, ahí dejaba sus lágrimas. Mi madre que estaba justo al otro lado de ella sollozaba con las manos entrelazadas y sin abrir los ojos. No parecía buen momento para preguntar sobre la extraña mujer.
 
Encontré al mayor de mis tíos en la cafetería con los ojos secos.
-        Tío – le dije para llamar su atención
-        ¿Como te sientes? – me pregunto
-        Tal como debiera de sentirme con la muerte de mi padre, pero lejos de ello estoy tranquilo por que se que di lo mejor que pude dar a mi padre. Además se que ahora él se encuentra mejor –
-        Que bueno que pienses así. Yo hubiera querido pasar mas tiempo con mi hermano pero el maldito trabajo de los dos no nos daba mas tiempo para vernos –
-        Ande tío, no se ponga así, mi padre sabe que usted lo quería mucho y usted sabe que él a usted. No se aflija ahora –
-        Tienes razón, pero aun así lo triste no se quita –
-        Ya vendrá la resignación para todos nosotros –
Apenas quería asomarse una lagrima de los ojos de mi tío cuando lanzo una pregunta par dejar de lado del tema.
-        ¿Sabes tú quien es esa mujer que reza frente a tu padre? –
-        No, justo tenia la curiosidad La vi entrar sin hacer ruido y así ha estado desde que llego, solo ha rezado, trajo algunas flores. Aun no se ha acercado a mirarlo dentro de la caja –
-        ¿No se acerco a ti o a tu madre? –
-        No, no creo que mi madre o mis hermanas la conozcan, ninguna la ha mirado siquiera. Mas bien me pareció que usted al ser mayor que mi padre podría saber mejor quien era ella –
-        Nosotros no conocíamos gente así de elegante hasta que llegaron nuestros hijos, las personas mas elegantes son las que ustedes nos presentan –
-        Entonces quien podrá ser ella. La verdad es que la he visto tan triste, incluso mas que yo que no me he atrevido siquiera a preguntarle, además considero grosero hacerlo en esta circunstancia –
Detuvo la plática pensando mientras que meneaba su café.
-        Quizás era una amiga de tu padre –
-        Él siempre nos presentaba a todas sus amigas, así que si lo fuera la conoceríamos. Yo que soy buen fisonomista la recordaría del todo –
-        Tal vez no se las presento por algún motivo especial. Valla a saber Dios quien era ella –
-        Imposible, mi padre era un santo y no es por vanagloriarlo pero él era incapaz, si ni quería ver a otras mujeres aun que fuera de lejos. No creo que fuera eso –
-        Tienes razón tu padre era un puritano –
Nos sentamos en la larga banca afuera de la capilla mientras descifrábamos cada uno la procedencia e intervención en la vida de mi padre de aquella mujer. Pasaron largos minutos en los que yo me quebraba la cabeza intentando pensar y en los que mi tío daba sorbos al café.
 
-        Y si se ha equivocado, tal vez no sabe quien es a quien reza –
-        Imposible esas equivocaciones –
-        Por que si se ha equivocado habría que decirlo – insistía mi tío
-        Seguramente es una de esa mujeres de iglesia y oración que se dedican a rezar en cada velorio para ayudar al alma del difunto –
-        No tiene la facha de serlo, es muy elegante para ser eso, solo hay que ver sus ropas y sus guantes para notarlo –
Estuvimos en silencio otros minutos hasta que vimos que la mujer se levanto dirigiéndose a la cafetería. No pudimos soportar la curiosidad y ambos nos levantamos a ver que era lo que podíamos descubrir de ella.
 
Entro con los mismos tumbos de debilidad a la cafetería perecía pálida por el llanto y el dolor, no pidió mas que un café bien cargado para aguantar un poco mas. Se sentó en una de las mesas de la cafetería, saco unas cuantas pastillas de su bolso y las metió a su boca con las manos temblorosas. Ni noto que estábamos tan atentos mirándole. Seguía sin hacer ningún ruido, solo recargaba la cabeza en la pared mientras que seguía llorando del mismo modo que en la capilla.
 
-        Si pudiera ver sus ojos tal vez podría saber quien es – exclamo mi tío en un murmullo
-        No se ha quitado los lentes desde que llego –
Se levanto otra vez para abandonar la cafetería, al pasar muy cerca de nosotros nos dejo el aroma en la nariz; aun aroma poco peculiar, delicioso muy suave pero a la vez mejor que ningún otro, un aroma para recordar, uno que seguro no se olvida.
 
-        Yo recuerdo ese perfume – exclamo mi tío
-        ¿Ya sabes quien es? –
-        No, pero el perfume me es familiar, esos perfumes no se encuentran siempre y cuando uno los llega a oler no les olvida –
-        Al menos sabemos que podrías conocerla –
-        Eso si, pero no estoy ni cerca de recordar quien es –
 
En el afán de distraer la tristeza y la ansiedad que nos daba el no volver a ver al gran hombre que era mi padre. Decidimos que lo mejor seria investigar a como diera lugar la identidad de esa mujer.
La seguimos hasta la capilla poniéndonos al filo de la puerta esperando a que tal vez saludase a alguno de ellos.
Se acomodo en una silla solitaria, lejos de todos los demás, volvió a sacar su rosario y volvió a rezar como anteriormente lo había hecho. Esta vez parecía más desconsolada, parecía más triste. Lloro mas, lloro hasta que su llanto se escucho en toda la capilla.
Fue hasta ese momento que todos los presentes, incluyendo a mi madre y a mi hermana voltearon a verla con curiosidad. Era de esperarse, ya que solo a ella se le había oído llorar tan terriblemente.
Comenzó el murmullo entre la gente que ceso al momento, todos tenían su propio dolor como para fijarse en el de esa mujer.
 
Al dejar de llorar tal como lo hacia, que fue al tiempo en que dejo de rezar. A penas pudiendo tomar aire salió a sentarse a la banca en la que mi tío y yo nos encontrábamos.
Lo creí el mejor momento hasta entonces, me levante y me acerque a ella poniéndome frente a ella de pie.
 
-        ¿Se encuentra usted bien? – pregunte poniendo mi mano en si espalda
Se incorporo para mirarme.
-        Si, solo estoy triste, como todos –
Entonces se acerco mi tío impulsado por la curiosidad.
-        ¿Sabe usted que están velando al señor…? – pregunto mi tío
-        Si, se muy bien de quien es el velorio – dijo llorando un poco mas
-        Disculpe a mi tío –
-        No hay problema. ¿Tú eres su hijo? –
-        Si, yo soy –
-        Lo siento mucho –
Se levanto a darme un abrazo muy fuerte, muy cálido, el más cálido que hubiera sentido alguna vez. Se quedo de pie, se quito los lentes para limpiar el rímel corrido en sus ojos y miro al frente al volverlos a colocar.
Tenía los ojos más verdes y más hermosos que yo había visto, no eran unos ojos comunes, no era una mirada como la de todas las mujeres. Fue cuando comprendí que ella no podía ser como todas.
-        Discúlpenme – dijo al retirarse
La vi alejarse con debilidad de nosotros y salió al pedazo de jardín que había en los velatorios a llorar un poco más, pero en soledad.
Mire entonces a mi tío que parecía anonadado por alguna extraña razón.
-        ¿Qué pasa, la ha reconocido? –
-        Esos ojos, yo los he visto antes en alguna parte, imposible olvidarlos, si son tan hermosos. Solo que no lo se donde, no lo recuerdo – decía rascando su cara
-        Ahora sabemos un poco más. Sabemos que yo no la conozco, sabemos que su perfume al igual que sus ojos son inolvidables, sabemos que no se equivoco de velorio, sabemos que ella me conoce. Pero mas importante aun no sabemos quien es –
-        Perdona pero no recuerdo, tú entenderás que ya soy viejo y esas cosas de recordar ya no se me dan mucho –
-        Que raro que me conozca, por que yo no la recuerdo –
-        Déjame esforzarme un poco mas por recordar , mientras que me bebo otro café –
 
Mientras que mi tío se aventuraba en los confines de su mente yo miraba hacia fuera intentando verla mejor, tal vez así la reconocería un poco mas.
Paso tiempo y ninguno de los dos pudo saber quien era. Llego la hora del rosario y todos debíamos de acercarnos a rezar un poco por la paz de su alma.
Al ver a todos entrando a la capilla tanto mi tío como yo entramos a rezar. Rezamos largo tiempo, al casi llegar el final del rosario voltee alrededor para poder encontrar a esa mujer. No pude verla dentro de la capilla, hasta que mire detrás de nosotros, hasta que vi que estaba detrás de la enrejada pared de madera que dividía la capilla de todos los demás conjuntos externos.
 
La vi llorar en silencio, apartada, no parecía tener la intención de congeniar con ninguno de nosotros ni con nadie. Se veía mas triste que mi propia madres, de hecho mas triste que nadie en todo el alrededor.
Parecía desesperada, parecía querer gemir y gritar de dolor. Parecía que hubiera perdido lo mas preciado en la vida, lo mas amado.
 
Al final de los rezos cada uno regreso a sus propios lamentos, cada unos lloro para si mismo, otros como yo ya ni lloraban, mientras que el resto contaba a los mas jóvenes como fue mi padre durante su vida. Me aleje de la capilla volviendo con mi tío a la banca que esperaba por nosotros.
Esa mujer se quedo parada en el mismo lugar, no se movió, seguía sin hacer mas ruido que el de la respiración agitada de tanto llanto.
 
-        Yo creo que esa mujer esta sufriendo mas que todos nosotros –
-        Mucho mas que todos nosotros juntos – me dio la razón mi tío
-        Parece que amaba mucho a mi padre. Quizás si seria alguna amante. Total yo no reprocharía nada de eso si supiera que es así, la única seria mi madre –
-        No, como ya te dije tu padre era muy santurrón  –
-        ¿Entonces no le veo el modo de sufrir tanto? –
-        Hay cosas de las mujeres que nunca vamos a poder comprender, ellas son mejores y a la vez peores con los sentimientos –
-        Cierto – dije bajando un poco la mirada al bacilar
-        Es que esos ojos yo los he visto antes, solo que mi mala cabeza no me deja acordarme de donde o de cuando. Si te conoce a ti es que no llevaba mucho apartada de él –
-        Yo ya soy mayor y pudo haberme conocido de bebé y recordarlo, en fin yo soy el único hijo varón que tenia mi padre –
 
Al momento salió mi madre al lado de mi hermana, se acercaron a nosotros.
-        ¿Como estas Ernesto? – dijo mi madre dirigiéndose a mi tío
-        Bien, triste pero bien –
-        Como lo estamos todos dijo mi hermana –
-        Excepto la pobre mujer que lloraba tan triste – exclamo mi madre con preocupación
-        ¿Ustedes tampoco saben quien es? – preguntamos mi tío y yo
-        No, pensamos que ustedes si sabrían – dijo mi hermana
-        Ahora mismo pensábamos en quien era y quisimos preguntarles. Me parece tan desconsolada, quisiera platicar con ella, saber quien es – decía mi madre
-        Será mejor déjala sola, si ella quisiera se acercaría con alguno de nosotros – les dije a los tres
-        Ahora mismo nos vamos por que en unos minutos vienen a llevarse a tu padre al panteón y se dará la ultima misa –
-        Si mamá – dije al verla alejarse de nosotros
Ellas que se veían preocupadas en algo mas que en llorar y descubrir quien era la mujer se dispusieron a ir hasta donde el padre, luego al carro que llevaría a mi padre a su ultima morada  y luego ha llamar al cementerio para arreglar la llegada.
Yo hubiera ayudado pero ni mi madre ni mi hermana dejaban que yo me encargara de esas cosas. Solo ellas lo hacían por que así se sentían menos tristes.
En tanto yo me distraía de la tristeza al igual que mi tío, intentando recordar a esa mujer o al menos saber quien era.
 
Se pasó así el tiempo, entre que descubríamos quien era y ente que no recordábamos nada.
Era la hora en que todos escuchamos la misa en honor a mi padre. Los familiares, los amigos, los conocidos y la mujer entraron a la capilla; muy atentos, callados, sin hacer ruido, sin movernos, solo mirando al piso o hacia el santo padre.
Que buenas oraciones hizo el padre y que bunas sus palabras de consuelo. Debo mencionar que a pesar de ser esposo, padre, hermano, sobrino, primo, compañero y otros muchos papeles desempeñados; no necesitábamos el consuelo. Todos parecían tranquilos, se les veía aliviado. Excepto la mujer que al no estar en sus últimos días se habrá sentido mal.
Ya todos habíamos hecho lo mejor que pudimos por él, en nosotros no había la palabra hubiera ni algún pensamiento triste. Pero esa pobre mujer, ella sí que pensaba en el hubiera, o al menos eso era lo que yo pensaba de ella.
 
Al término de la misa cada persona en la capilla con excepción de la mujer, se acercaron a echar un último vistazo, ya que no se le vería nunca más.
Uno a uno desfiló frente a mi padre, el ultimo en acercarme fui yo. No quise hablar para que todos escucharan, así que me acerque muy cerca del cristal que nos dividía y susurre muy levemente.
-        Te voy a extrañar –
Me retire mirando al piso, la idea de no volver a ver su rostro se me subía encima, haciendo agachar la cabeza lo mas posible. Triste pero aun animoso salí de la capilla. Mi tío llego cerca de mí poniendo su mano en mi hombro.
-        Ya se llevan a mi papa – le dije limpiando mis lagrimas
-        Ya se llevan a mi hermano. Allá vienen los muchachos que se lo van a llevar en el carro al panteón – decía al ver pasar a los cuatro muchachos
-        Lo voy a extrañar, todos lo vamos a extrañar. Todos lo queríamos  mucho –
-        Él va a estar mejor ahora –
Era remedio de tonto pensar que él estaría mejor así. Al fin y al cabo ya no tendría que sufrir lo que todos los demás pasamos. Ya no mas preocupaciones, no mas mortificaciones, no mas recuerdos. Solo paz para siempre.
Secándose las lágrimas mi tío cambio la conversación totalmente.
 
-        Ya me acorde de algo de esa mujer –
-        ¿Qué recordado? ¿Sabes quien es? –
-        No, pero lo que si recuerdo es que hace muchos años, haya cuando tu padre y yo aun éramos jóvenes la vi pasearse en  la calle de nuestra casa; todavía vivíamos en Azcapotzalco –
-        Pero ¿Es todo lo que recuerdas? –
-        Pues si, ya soy viejo. Ella usaba una falda negra a la cintura con una chamara verde que le hacia notar mas los ojos. Esos ojos no se olvidan y menos en una mujer –
-        ¿Alguna vez la vio con mi padre? –
-        No recuerdo. De lo que se me acuerdo es de que una de algunas veces pasamos tu abuela y yo cerca de ella. Parecía querer esconderse. Nos conocía, de eso estoy seguro, pero no nos hablo ni para el saludo –
-        ¿no lo estará confundiendo? –
-        No, soy viejo pero no idiota – hablo indignado
-        Discúlpeme tío. ¿Mi madre ya estaba con mi padre? –
-        Me parece que si, además creo que tu ya venias en camino –
-        Tal vez era una novia o amiga de mi padre –
-        A lo mejor – dijo mi tío
-        Ya nos vamos al panteón – hablo de lejos mi hermana , llamándonos con la mano
 
Corrimos hasta encontrarnos con ella.  Camino toda la familia junta hasta el panteón, unos en su carro, otros a pie, pero todos juntos sin despegarse ni un poco.
 
Voltee a mirar atrás y alcance a ver a la mujer que venia muy atrás, apartada de todos nosotros; tambaleándose, llevaba muchas flores en una mano, en la otra su rosario. Ya se le veía muy cansada, sudada, ya no resistía mas los tacones que llevaban puestos, demacrada y a sus años esas cosas llegan con más rapidez.
No pude evitar sentir pena por ella de modo que en un acto de compasión me separe del resto y camine hasta encontrarme a su lado.
-        Venga tómese de mi brazo – extendí entonces el brazo
-        Gracias – tomo mi brazo con tanta confianza para seguir caminado a mi lado
-        Te pareces mucho a tu padre –
-        Siempre me lo han dicho pero he de insistir en que no –
-        Cuando el tenia tu edad era igual a ti –
Era mi ansiado momento, ahora  podría preguntar.
-        ¿Usted lo conoció desde mi edad? –
-        Desde mucho mas joven. Mucho mas – entristeció al hablar
Fue tanto lo que entristeció que comenzó a llorar, me sentía tan mal por ella. Le dolía tanto que me obligo a detener las preguntas.
 
Cruzamos el enrejado del panteón, desfilo la gran familia que éramos hasta el pedazo de tierra asignado para mi padre. Que por cierto a mi se me hacia poco correcto el dejarlo bajo la tierra, pero eso era decisión de mi madre y mi tío.
Se rezaron tres rosarios mientras que debíamos ver ante nosotros como los sepultureros bajaban a mi padre tantos metros por debajo de nuestros pies y luego verle echar tierra sobre él. Llore por ultima vez, la mujer que aun estaba tomada de mi brazo lloraba tanto, en silencio absoluto. Parecía desvanecerse de dolor.
No imagino cuanto seria su amor por él, lucia tan desesperada, se retorció de dolor algunas veces, pero sin mucho alboroto. Seguía sin querer ser vista por los demás.
 
Acabo entonces la sesión de rezos. Mi madre y yo dimos gracias a los presentes y los vimos marcharse uno a uno hasta que solo quedamos mi tío, la mujer  y yo. Hasta mi madre se había marchado ya.
Dejo pasar a todo antes que ella. Cuando el desfile acabo se seco las lágrimas, dio unos pasos torpes cruzando las hierbas hasta llegar frente a mi padre. Dejo sus flores al pie del sepulcro, se arrodillo y por ultimo susurro entre dientes.
-        Te perdono –
Se puso de pie nuevamente, no era su voluntad irse pero estaba tan cansada, tan dolida que se dispuso a hacerlo. Se puso delante de mi, tomo mis manos con ambas manos,  tan viejas, con manchitas de tiempo, suaves como su misma cara.
 
-        Gracias por el paseo, fue como caminar con tu padre por ultima vez –
-        No se preocupe. Quiere que la lleve a su automóvil –
-        No, así estoy bien –
-        Quisiera preguntarle algo ¿Podría? –
-        Yo no soy alguien de quien quieres saber, ni soy alguien que debiste de haber conocido –
-        ¿Va a estar bien después de esto? –
-        Siempre viví así, lejos de él. No es nada nuevo para mi, solo que ahora perdí  la esperanza de verlo una ultima vez –
Soltó mis manos y dando un leve beso en mi frente camino hasta donde mi tío y dijo.
-        Adiós Nata –
Ambos la vimos alejarse de nosotros, ya no se tambaleaba al caminar, parecía más liviana y menos dolida; se fue tal como llego, sin decir si quiera su nombre ni procedencia.
Que extraño me parecía saberme conocido a fondo por una mujer de la cual yo no he podido conocer nada, me daba la sensación de permanecer vigilado.
Vire la cara encontrando a mi tío pasmado, palidecido y con la boca entre abierta.
-        ¿Se siente bien tío? –
-        Esa mujer me ha llamado Nata –
-        ¿Nata? ¿Por qué te llamaría así? –
-        Así era como me llamaba tu padre de muy chicos. Lo raro es que nadie mas me llamaba así, era un secreto –
-        No puede ser – le dije al llevarme la mano a la cara
Mi tío se veía tan impresionado que no podía seguir con la plática, por lo que tuve que cesar la conversación.
Largos minutos pasaron estando en la camioneta, yendo hacia la casa de mi madre.
-        Pasen, pasen – decía mi madre cediéndonos el paso
-        Cuñada, no me quedare mucho, no quiero incomodarlos –
-        Pero como cree cuñadito eso no, se queda todos los días que me soporte –
-        Mama yo solo puedo quedarme esta noche, mañana por la mañana tengo trabajo y tengo que llegar temprano –
-        Si hijo yo entiendo. Total con mi cuñado Aquino me voy a sentir tan sola, buen conversador tendré a mi lado –
Pasamos los tres a la sala esperando el noticiero nocturno para luego pasar a dormir.
-        Han de tener harta hambre, les dejo en la mesa unas tortas y café. Yo ya me voy a dormir, estoy muy cansada – dijo mi madre entre bostezos
-        Le ayudo cuñada –
Se levanto mi tío a prepara comida con mi madre, mientras que yo me quedaba tumbado en el sillón mirando por la ventana.
 
Adentro en la cocina se oía el murmullo de su plática.
-        ¿Y Usted no lo va a extrañar? – pregunto a mi madre
-        No, por que así no se deja descansar el difuntito. Yo estoy en paz como todos, no me pesa su partida por que él era tan bueno que hasta me aligero su muerte. – hizo silencio – Total no me falta mucho para alcanzarlo –
-        No diga eso que me espanta. Pero lo que si es que no nos duele tanto por lo buena que fue su vida y hasta su muerte –
-        Pues a nosotros no nos duele tanto pero había una mujer que como sufría la pobre ¿Ustedes no supieron quien era? –
-        No exactamente, yo recuerdo un poco, pero de su nombre nada. Ella me llamo como me solía decir mi hermano de muy chicos –
Paro mi madre de cortar el pan y lanzo una pregunta sin ganas de escuchar la respuesta.
-        Dígame la verdad, total nada me puedo quejar si él fue tan buen padre y tan buen esposo ¿Seria ella su amante? –
-        Claro que no, como le dije a mi sobrino; mi hermano era muy santurrón. Además a nuestra edad ya no podemos con esas cosas –
-        Pero yo digo que de antes –
-        Tampoco. Solo espero recordar mas para sacarlos de dudas –
-        Cierto no lo hubiera hecho- pauso para pensar – No seria entonces una loca de por allí, tal vez ella… -
-        No eso no. No se sufre por una locura tanto como ella sufrió, además yo le recuerdo. Es por eso que me interesa tanto saber quien es –
-        Ojala tengan suerte –
Acabada la preparación de la comida mi madre se despidió para subir a su recamara. Nosotros nos acercamos a la mesa a devorar con la poca fuerza que nos quedaba.
-        Ya me acorde – dijo haciéndome brincar del susto
-        ¡No me asuste tío! ¿De que? –
-        Una vez la vi en la reja de la casa, yo estaba llegando del taller. Vi a tu padre y a esa muchacha llorar juntos, se abrazaban muy fuerte, no parecía que les importara el clima. No se por que lloraban pero no vi a tu padre tan triste desde aquella noche –
Atragantándome con el pedazo de pan alcance a decir palabras por la emoción de recordar.
-        En el closet mi papá tenia una caja de madera color verde, ahí guardaba fotos y cartas. Seguro que ahí encontramos algo que nos sirva – dije levantando me la mesa con el pan en la mano.
Corriendo fuimos a parar hasta el closet del pasillo. Buscamos por doquier hasta que la vi, la tomé y regresamos a la mesa con caja en manos.
Había tantas fotos ahí incontables las de monumentos de la ciudad de México, de cada rincón de ella; iban del Ángel de la Independencia hasta el taller donde trabajaba mi tío, pasando por el Domo de Cobre, el Palacio de Bellas Artes, el Caballito, la Torre Mayor, la Diana, el Auditorio; cada uno de ellos plasmados en un papel.
No conocía el amor de mi padre por la ciudad, ni por la fotografía, pero si por el amor a sus recuerdos.
De bajo de todas esas fotos algunas más especiales, más especificas. Mi padre abrazado a una mujer tan hermosa que no había visto otra igual, tan sonriente como pocas veces lo vimos, era invierno en la imagen, la mujer era la misma de los ojos verdes, que del mismo modo parecía tan feliz.
-        Mire tío esta es la mujer –
-        Si es ella, no me equivocaba. Dale vuelta a ver si dice algo –
“Que fácil se dice cuatro años pero para mi significan toda un vida de alegrías. Te amo”
Finalizaba con la fecha, ya hacia muchos años, también una firma, pero al ser solo un garabato no supimos el nombre.
-        Ella era sus novia – dijo mi tío
-        Es la fecha por la que mama se embarazo –
-        No, es un poco antes –
Seguimos buscando sin decir más.
Luego muchas mas fotos siempre de ella, pocas de él, a lo largo de toda una vida, de juventud a madurez.
-        Son muchas, seguro era su amante – le dije
-        No, mira esto –
La ultima foto, era la que decía mi tío ser la casa de la mujer.
“Hoy que te pierdo no quiero vivir mas, no quiero fallar mas. Es solo el pensar en el hijo que viene por lo que estoy aquí muerto en vida.
Te he destrozado el corazón, no quise hacerlo, no quise dejarte de lado y menos por alguien a quien no amo.
Bien te sabes dueña a pesar de todo de mi corazón, pero que malo es no poder tenerte a un lado.
Cuatro años se dicen fácil pero hoy sin ti solo será dolor el repetirlo”
A mi no me dolía, pero seguro que a mi madre si le dolería mucho.
-        Él no la amaba –
-        Solo después de años lo logro. Yo ya sabia eso –
-        Yo no se lo reprocho –
-        Y no tendrías por que –
-        Ellos se amaban y s por mi que se separaron –
Pensando que no habría nada mas que yo tuviera que ver le di a mi tío la caja, a punto de cerrarla.
Una foto más, esta vez era ella conmigo y mi padre.
-        ¡Soy yo tío! –
-        De veras eres tú. Pero ¿que haces tú en la foto?–
-        No se, no recuerdo, era muy bebé –
-        Ve atrás –
“Los tres hubiéramos sido una bonita familia.”
Esta vez la firma era de mi padre, pero si fecha, no hacia falta eso, sabíamos perfectamente el año.
Había tanto amor en la foto, no parecía tenerme ni un poco de rencor, al contrario parecía feliz de vernos a nosotros serlo, parecía quererme como mi misma madre.
Terminamos definitivamente de guardar.
-        Nunca vamos a saber su nombre- dijo mi tío en un suspiro
-        Pero sabemos quien fue –
-        Es verdad. El nombre no es lo que vale, sino la grandeza de su ser –
 
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Foto del autor Deyanira
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Descripción

Quien es esa mujer?

Palabras Clave: funeral

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Deyanira

Derechos de Autor: Deyanira


Comentarios (4)add comment
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Edward Van Helsing

buen texto, ligero por la manera de relatar, una buena técnica que me gustó es que no describes mucho, ideal para un capítulo en una novela.

Responder
April 03, 2010
 

gabriel falconi

m,e gusto me atrapo hasta el final
mantuviste el misterio con buen ritmo
mis estrellas
Responder
November 25, 2009
 

Claudia Riquelme

Deyanira, te felicito por este relato que me ha atrapado sin soltarme hasta el final. Te comento que me llamó la atención por el Título, ya que es muy similar a un cortísimo que publiqué hace poco. Con otra temática, otro final... pero muy similar. Te invito a leerlo, TU FUNERAL.

Mis estrellas y felicitaciones,
LaNegra
Responder
November 25, 2009
 

Lucas Lujn

Tienes una muy buena propuesta, pero siento que en la web es muy tedioso leer relatos tan largos. Trata de escribir cuentos más compactos para no caer en el aburrimiento, es recomendable, ya que en su mayoría prefieren textos pequeños y digeribles...

Saludos y Suerte
Responder
April 13, 2009
 

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