Sirenia y el mar sumerio
Publicado en Jul 03, 2009
Son tus sacrificios, como canciones, los que me causan remolinos de agua en el mar de mi pecho, y es al fondo del océano a donde mando mis ojos, una lluvia de pestañas cortas que desploman el corazón.
A la deriva, me arrepiento de buscar el color de tu profundidad, la cicatriz de tu boca, un espacio fugaz de silencio entre cada verso de ti. Me acuso de asistir, de escuchar, de esperar a que en el reflejo del humo se forme tu figura, una que susurre, que no tenga que partir cada cinco minutos. Los cofres desean en secreto que tu brazo tenga la medida suficiente para alcanzar el mío, planean la cercanía, la marea, la victoria, pero preciosos y abandonados como son, luego desesperan y juran nunca más. Inútiles los juramentos como olas, la voluntad como aire, el orgullo como lo opuesto, porque adicta vuelvo a la sal de tu cuerpo; y otra vez a buscar el color de tu profundidad, la cicatriz de tu boca, el remordimiento, la indulgencia, otra vez a soportar con todos mis huesos que tus brazos me nieguen y me acepten al mismo tiempo mientras me estrechan.
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