La noche de los olvidos (Guión de Película)
Publicado en May 03, 2011
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ESCENA PRIMERA: Mansión "La Complutense" de la calle Arturo Soria, de Madrid, España.
Toma Número 1.
Interior/Noche
Emiliano Torres, Marqués de Cotillas, se encuentra en lo alto de la escalinata del salón principal de la mansión "La Complutense", en la callle de Arturo Soria, de Madrid. A su lado se encuentra la bellísima y atractiva Claudia Cristiani, Miss Universo 2012.
Emiliano (levantando la copa llena de champán).- ¡Amigos y amigas, compañeros y compañeras todos de la Carrera de Periodismo en la muy digna Universidad Complutense de Madrid; tengo el honor de brindar con todos vosotros y vosotras para anunciaros mi próximo compromiso matrimonial con esta bellísima y atractiva jovencita que se encuentra a mi lado y que os va a dirigir ahora la palabra!.
Claudia (levantando también su copa llena de champán).- Yo os digo que nunca jamás en mi vida he sido tan feliz como lo soy ahora. Casarse con todo un marqués no es una cosa que suceda todos los días. Para mí es la oportunidad que siempre he soñado. Pertenecer a la nobleza española me hace recordar aquellos años de infancia en la humilde Piazza Trilussa del barrio romano de Trastévere: los años pasados junto a los sin techo... aquel compartir, donar y amar, rechazando el egoísmo, cuando para ganarme el sustento diario debía vender periódicos por las calles. Todavía, a pesar de que soy española por parte de madre, recuerdo las miradas humildes de los niños desarrapados, hijos pobres de inmigrantes que acudían a recibir sustento de las Misioneras de la Caridad. Muchas veces sentí el deseo de ser una de ellas... pero yo soñaba en que, al volver a la patria de mi querida España, podría cumplir este sueño que ahora se hace realidad. No sólo me caso con un hombre guapísimo sino con un hombre que obtuvo el número uno de la Facultad al presentar una tesis que dejó a todo el Jurado boquiabierto. Mi más grande premio es haberle podido conquistar.
Emiliano.- ¡Brindemos todos por mi felicidad!.
Roberto (hablando en voz baja con Sabino).- ¡Mírale!. ¡Siempre en todo lo alto, siempre con su egoísmo por delante, hasta brinda por su felicidad sin preocuparse de la felicidad de nadie más!. !Siempre tan orgulloso de ser el número uno de nuestra Promoción!.
Sabino (hablando en voz baja con Roberto).- Yo dudo que haya podido ser el número uno por merecimientos propios. ¿Olvidas a José y todo lo que nos enseñó a nosotros?.
Roberto.- No, Sabino... José no estaba nunca a la altura de las circunstancias y es mejor olvidarle. No fue capaz de hacer una tesis tan sólida como la de Emiliano.
Sabino.- Sí, es mejor olvidarlo pero... sin embargo... yo siempre creí en él como el compañero más noble de la clase.
Roberto.- El compañero más noble de la clase y el compañero más noble de toda la Facultad. Es mejor olvidarlo todo, Sabino, olvidarlo todo y pasar una noche feliz.
Emiliano (sigue en lo alto de la escalinata).- ¡Como deseo que esta noche sea el olvido de todas las tristezas... comed... comed y bebed todo lo que deséis hasta hartaros!.
Roberto (hablando en voz baja con Sabino).- ¡Y cómo nos empequeñece haciéndonos inferiores a él!. ¡Comed y bebed hasta hartaros!. Si no fuese por ella yo ni tan siquiera habría venido aquí ni por un solo minuto.
Sabino (hablando en voz baja con Roberto) Yo sigo opinando que algo sucedió que nosotros no sabemos.
Roberto.- Olvídalo, Sabino, olvídalo... esta noche, no sé por qué razón, me siento cobarde. Por eso no le digo cuatro palabras bien dichas.
Sabino.- Yo también me siento cobarde. ¿Y José?. ¿Ha venido José?.
Roberto.- Sí. Ha venido. Pero debe estar por los jardines... ya sabes que es un bohemio sin remedio alguno... ¿y yo que pensaba que era él y no Emiliano el que nos podría haber ayudado?.
Sabino.- Te equivocas, Roberto... fue él el que nos ayudó siempre. Pero en silencio. Callado siempre mientras atendía a las clases magistrales de los profesores. Nunca le vi quejarse y eso hizo de mí mucho más hombre... por eso me da vergüenza estar aquí brindando por la felicidad de quien no se la merece.
Roberto.- No, Sabino, quizás no sea justo... pero José no podría haber aspirado jamás a ser el número uno en el corazón de Claudia. Porque en realidad... ¿qué hizo José de extraordinario?.
Sabino.- Conozco los trabajos de José mejor que tú. Sé que era el verdadero número uno de todos nosotros.
Roberto.- Quizás lleves razón pero la razón no siemrpe está de parte del mejor... a veces hasta podemos equivocarnos creyendo que José era tan noble como parecía serlo.
Sabino.- Está bien, Roberto, olvidemos esta noche todas esas cuestiones. Comamos y bebamos a la salud de Emiliano y Claudia.
Toma número 2.
Exterior/Noche.
En el jardín de la mansión La Complutense de la calle Arturo Soria, de Madrid, se encuentra José Conde charlando con Alicia.
José.- Está linda de verdad.
Alicia.- ¿Por qué no la olvidas a ella y te fijas en otras como yo por ejemplo?.
José.- No estaba refiriéndome a ella sino a la noche. Mira. Mira cuántas estrellas hay en el cielo.
Alicia (mirando al cielo).- ¿Tú crees en la justicia, José?.
José.- ¿En la justicia de los hombres o en la Justicia de Dios?.
Alicica.- En la justicia sin condiciones, José, en la justicia sin condiciones.
José.- No. No creo en la justicia sin condiciones pero mira... es la que más brilla...
Alicia.- Olvídala, por favor, olvídala y piensa en otras como yo.
José.- Te estás equivocando, Alicia. Sólo me estoy refiriendo a las estrellas. ¿Sabes cuál es la más brillante de todas?.
Alicia.- Si no te estás refiriendo a Claudia Cristiani será Antares.
José.- Vuelves a equivocarte, Alicia, porque es Sirius.
Alicia.- Y... ¿por qué te gusta tanto mirar a las estrellas?.
Jose.- Para olvidar. Digamos que hoy es la noche de los olvidos.
Escena número 3.
Interior/Noche
En el Salón de la rica Mansión "La Complutense" están bailando las pareja al son de la música.
Música.- Que importa saber quien soy ni de donde vengo, ni por donde voy, lo que yo quiero son tus lindos ojos morena tan llenos de amor. El sol brilla en lo infinito
y el mundo tan pequeñito, que importa saber quien soy ni de donde vengo, ni por donde voy. Tu, tu me desprecias por ser vagabundo y mi destino es vivir asi, si vagabundo es el propio mundo que va girando en un cielo azul. Que importa saber quien soy ni de donde vengo, ni por donde voy, solo quiero que me des tu amor
que me da la vida, que me da calor, que me da calor.Que importa saber quien soy
ni de donde vengo, ni por donde voy, lo que yo quiero son tus lindos ojos morena
tan llenos de amor. El sol brilla en lo infinito y el mundo tan pequeñito, que importa saber quien soy ni de donde vengo, ni por donde voy. Tu, tu me desprecias por ser vagabundo y mi destino es vivir asi, si vagabundo es el propio mundo
que va girando en un cielo azul. Que importa saber quien soy ni de donde vengo, ni por donde voy, solo quiero que me des tu amor que me da la vida, que me da calor,
que me da calor. Yo soy vagabundo y no te lo niego, yo soy vagabundo y no te lo niego, pero a ti te quiero, te quiero, te quiero, pero a ti te quiero, te quiero y te quiero.
Claudia (bailando con Emiliano).- ¡Qué bonita canción!. ¿Tú te convertirías en un vagabundo si yo te lo pidiese?.
Emiliano (bailando con Claudia).- No digas absurdos, mi amor. Sólo es una letra de canción nada más. Yo no podría ser jamás un vagabundo ni tú te casarías jamás con un vagabundo.
Claudia.- Que raro... yo diría que alguien a quien a veces sueño sí sería capaz de convertirse en vagabundo por tener mi amor...
Emiliano.- Mejor dejemos de bailar y hablemos seriamente, Claudia.
Claudia.- No te ofendas. ¿Estás acaso celoso?.
Emiliano.- ¿Cómo voy a tener celos de uno que se conforma con ser vagabundo si dentro de unos días tendré entre mis brazos todas las noches a la mujer más guapa del mundo?.
Claudia.- Sí, Emiliano... sólo dije una tontería nada más... a veces las mujeres, cuando estamos muy enamoradas, sentimos y decimos cosas absurdas.
Roberto (bailando con Celia).- Estoy pensando que no deberíamos haber venido esta noche.
Celia.- ¿Por qué dices esa tontería, Roberto?.
Roberto.- Porque me siento fuera de lugar, fuera de sitio, fuera de mí mismo...
Celia.- ¿Qué te sucede esta noche, Roberto?.
Roberto.- Siento nauseas... algo así como si estuviese leyendo la obra de Sartre... de verdad que siento nauseas...
Celia.- ¿No será que tienes envidia de Emiliano?.
Roberto.- Escucha bien, Celia... no vuelvas jamás a decir tal estupidez...
Celia.- Pero... ¿es verdad o no es verdad que pagarías todo el oro del mundo por estar con ella una noche entera?.
Roberto.- Si te digo que no, miento... pero no es envidia de Emiliano... sino deseos de estar con ella que es bien distinto... y por eso siento nauseas de todo... nauseas de Emiliano... nauseas de esta fiesta... nauseas de mí mismo...
Celia.- Entonces... ¿tú vas conmigo en serio o sólo para olvidar que nunca podrás pasar una noche entera con Claudia Cristiani?.
Roberto.- Por mi apellido Gómez que es en serio que salgo contigo. Que no me amargue un dulce, aunque sea sólo soñándola, no quiere decir que es el único bombón que hay sobre la Tierra.
Celia (apretándose contra Roberto).- Gracias, Roberto, como me apellido Gámez que yo tampoco olvidaré ese piropo. Te lo digo de verdad. De Gámez a Gómez, o sea en la corta distancia para que lo sepas y saborees mejor.
Roberto (mirando dulcemente a Celia).- Los hombres somos muchas veces tontos... hacemos muchas veces el tonto... y lo que es peor es que deseamos soñar muchas veces tonterías...
Celia (apretándose más todavía contra Roberto y con cierta guasa).- No se apure usted tanto, señorito Gómez, las mujeres sabemos comprender, aprendemos a entender y, sobre todo, somos siempre capaces de soportar...
Toma número 4
Exterior/Noche
Alicia y José siguen charlando en el jardín  de la lujosa mansión "La Complutense" propiedad del ya entrado en años Emiliano Torres.
Alicia.- ¿Qué vas a hacer este verano?.
José.- Tengo planes para mucho antes de que llegue el verano.
Alicia (preocupada).- ¿Qué vas a hacer?. ¡No merece la pena!. ¡Puede ser la mujer más guapa, más sexy y hasta más atractiva de mundo pero no merece la pena que un hombre de la clase que tienes tú se vaya a quitar la vida por culpa de ella ni de cualquier otra!.
José (riendo de buena gana).- Jajaja... ¡sí que me haces reír ahora¡... ¿Qué te hace pensar que yo me vaya a suicidar por culpa de una chavala?. Ni aunque fuese una mujer completa, que todavía le faltan añitos para que lo sea, yo ni tan siquiera bebería una sola copa de alcohol por culpa de ella... y mucho menos quitarme la vida... si algunas vez ves a José Conde perder la cabeza por culpa de una chavala incompleta o una completa mujer te doy permiso para que jamás me vuelvas a dirigir la palabra y que ni tan siquiera me mires a la cara.
Alicia.- Entonces... ¿entramos dentro para bailar los dos bien juntos bien juntos?.
José.- No es por despreciarte, Alicia... ¡sabes de sobra que jamás he despreciado a ninguna ni jamás despreciaré a ninguna pero prefiero seguir viendo la noche!.
Alicia.- Lo comprendo... tienes miedo de mirarla mientras está en los brazos del otro... ¿verdad?.
José.- Te equivocas, Alicia... ni tengo miedo de mirarla de frente ni mucho menos me importa que esté bailando con otro.
Alicia.- Entonces es que tienes complejos de no ser lo suficientemente rico como él.
José.- Dejemos esta conversación Alicia porque te veo completamente despistada.
Alicia.- Entonces... ¿por qué no te enfrentas a él de hombre a hombre para decirle la verdad delante de todos?.
José.- No hay ninguna verdad que demostrar. Él es mejor que yo. Él es el número uno de la Promoción. Lo ha demostrado.
Alicia.- ¿Lo estás diciendo en serio o sólo es que te gusta ser víctima masoquista?.
José.- Mira, Alicia, no importa... de verdad que no importa... esta noche también es una noche de olvidos para mí.
Alicia.- Y yo pienso que ella sí que te habrá olvidado pero yo no... yo no te olvidaré jamás.
José.- Mira ahora la luna. Está llena. ¿Te dice algo a tí una luna llena?.
Alicia.- Cuando estoy al lado de un poeta con cuerpo de hombre y alma de niño sí.
Toma número 5.
Interior/Noche.
Están sentados, frente a una mesa escondida en una esquina del salón, los dos amigos llamados Roberto y Sabino.
Roberto (bebiendo un largo trago de champán).- ¿Sabes lo que estoy pensando, Sabino?.
Sabino.- Quizás algo que yo no quiero escuchar...
Roberto.- Pero debemos ser lo suficientemente hombres y lo suficientemente valientes para hablar de ello.
Sabino.- Yo no... yo no estoy esta noche para escuchar sino para olvidar...
Roberto.- Pero... ¿de verdad quieres olvidar al mejor de todos?.
Sabino.- El mejor de todos le tienes ahí, frente a nosotros y al lado de la más bella de todas.
Roberto.- ¿Emiliano?. ¿De verdad crees que Emiliano es el mejor de todos nosotros?.
Sabino.- Sólo tienes que pasar por la Facultad de Periodismo y consultar su tesis.
Roberto.- ¿Y por una sola tesis le consideras el mejor de todos nosotros?.
Sabino.- Ya no importa saber quien es el mejor de todos nosotros. Claudia le ha preferido a él y eso nos alimina a todos por igual.
Roberto.- A todos por igual no...
Se acerca Carmen a ellos y se sienta junto a Sabino.
Carmen.- Sabino... ¡que me tienes muy olvidada en los últimos tiempos!.
Sabino (dando un largo trago de champán).- ¡Escucha bien, Carmen, hoy no tengo ganas nada más que de olvidar!.
Carmen.- ¿Y si también me olvido yo de ti?.
Sabino.- Si también te olvidas tú de mí será una buena señal... porque así podríamos los dos empezar de nuevo.
Carmen.- Pero no juntos, Sabino, nunca más juntos.
Sabino.- Quizás sea mejor eso que no seguir bebiendo para olvidar...
Toma número 6
Interior/Noche
Emiliano Torres y Claudia Cristiani están sentados junto a la mesa más elegante de todas
Emiliano (intentando dar un beso en la boca a Claudia).- ¡Jamás, Emiliano, ni lo intentes!. ¡Nunca jamás me besó ni me besará en la boca un hombre hasta que no esté casada con ese hombre!.
Emiliano.- Bueno... en fin... como te estás refiriendo claramente a mí no me importa esperar.
Claudia.- Tienes algunos defectos graves, Emiliano. Quizás no sean importantes o por lo menos no tan importantes como estoy pensando... pero me molestan mucho los hombres que se consideran tan seguros de sí mismos. Esa seguridad machista me pone nerviosa.
Emiliano.- Todo eso se te curará cuando estemos casados.
Claudia.- ¿Tú crees que se pueden curar las heridas del alma?.
Emiliano (prepotente).- ¡Jajajajaja!. ¿Las heridas del alma?. ¿Has dicho las heridas del alma?. No te preocupes por el alma, Claudia... porque mi alma eres tú...
Claudia.- Muchas gracias por ese píropo pero sé que lo has copiado porque otro mucho antes que tú fue el que me lo dijo un día que estábamos todos reunidos en la cafetería de la Facultad.
Emiliano.- ¿Por quién lo dices?.
Claudia.- Escucha, Emiliano, has demostrado ser el número uno y eos es lo único que me importa y lo único que le importa a toda mi familia... ¿entendiste?... ¿para qué vamos a nombrarle a él?... Él sólo es un olvido... esta noche es el olvido de todos los que son como él.
Emiliano.- Cobardes... ¿no es cierto?.
Claudia.- Prefiero que te conteste tú a ti mismo. Contesta tú quienes somos los cobardes de verdad y quienes son los que caen de pie... siempre de pie... perdiendo pero siempre de pie...
Toma número 7
Exterior/Noche
En el jardín siguen juntos Alicia y José Conde.
Alicia.- ¿Me puedes decir qué vas a hacer mucho antes de que llegue el verano?.
José.- Repito que no voy a suicidarme por culpa de nada ni de nadie.
Alicia.- Pero me gustaría saber qué vas a hacer para poder aocompañarte. Si quieres irte al final del mundo me encantaría irme contigo hasta el final del mundo.
José (de nuevo sonriendo).- Jajaja... no Alicia... no me voy al final del mundo porque no existe el final del mundo sino que solo existe siempre el principio de una nueva aventura y nada más.
Alicia (feliz).- ¡Entonces eso quiere decir que la has olvidado por completo!.
José.- ¿No es esta noche la noche de los olvidos?.
Alicia.- Estoy segura de que para todos nosotros y nosotras sí es la noche de los olvidos pero dudo que lo sea para ti.
José.- La duda es precisamente esa nueva aventura que cada día vivimos los soñadores.
Alicia.- Déjame vivirla contigo.
José.- Escucha bien, Alicia... Juanma te necesita más que yo...
Alicia.- Juanma no me interesa. A las chicas guapas no nos interesan los que sólo saben perder.
José.- Entonces... ¿por qué quieres vivir una aventura conmigo si soy el líder de los perdedores?.
Alicia.- Por eso precisamente. Por esa contradicción que siempre planteas. Eres el líder de los perdedores y... ¡por eso precisamente!... ¡porque eres un líder jamás serás un perdedor aunque estés dirigiendo a los perdedores!.
José.- Escucha Alicia. No puedo volver. De momento no puedo volver.
Alicia.- Tú y yo sabemos que eres superior a Emiliano... y sabes bien por qué lo digo... aunque guardes silencio... guardas demasiado silencio para ser verdad que él te ha vencido... y repito que tú sabes perfectamente por qué lo digo y por qué el verdadero número uno de todos nosotros y todas nosotras sigues siendo tú.
José.- No lo ha considerado así el claustro de los profesores.
Alicia.- Jajaja... ¡¡El claustro de los profesores!!... ¿Qué sabe el claustro de los profesores cuál es la verdad?.
José.- Olvídalo ya, Alicia.
Alicia.- Si quieres que lo olvide dime a dónde vas...
José.- Me voy mañana por la mañana... ¿te basta con saber eso?.
Alicia.- No. No me basta con saber eso. ¡Quiero saber a dónde te vas!.
 
Toma número 8
Interior/Noche
Juanma está, borracho, apoyado en la barra del bar del salón de la mansión "La Complutenmse".
Juanma (empezando a canturrear).- Yo tenía un camarada. !Entre todos el mejor!. Siempre juntos caminábamos, siempre juntos avanzábamos, al redoble del tambor.
Se le acerca Emiliano Torres y le pone el brazo derecho sobre su hombro derecho en señal de amistad.
Emiliano.- ¡Gracias, Juanma!. ¡Gracias por tu sana amistad para conmigo!. Pero... perdona que seas sólo un perdedor. Eres un perdedor simpático. De esos que tanto abundáis en los barrios pobres de Madrid. Por eso te agradezco aún más tu sana amistad... porque me reconoces como un ser superior. Pero así es la vida, Juanma, así es la vida. Algunos nacemos con estrella y otros nacéis estrellados.
Juanma (apartando violentamente el brazo de Emiliano Torres).- ¿De verdad crees que lo canto pensando en ti?.
Emiliano (iracundo).- ¡Por supuesto, perdedor!. ¡Sólo uno es el número uno y tú ni tan siquiera pudiste terminar!. ¿Quiénes os creéis que sóis los del barrio de Lavapiés?. Tú sólo sirves para lavar los pies al número uno y emborrarcharte por culpa de una mujer.
Juanma.- ¡Eres un estúpido, Emiliano!. ¿Cuántas veces te han dicho que eres un estúpido?.
Emiliano.- Muchísimas menos que a ti, muerto de hambre. ¡Así que cantas por otro!. Pues cómo será el otro que tiene amistades como la tuya, macarra.
Juanma.- ¡No te rompo la cara en este mismo instate sólo porque está ella presente, so mamón!.
Emiliano.- ¡Jajaja!. Además de enclenque también estás enamorado de ella. ¿Cómo se le ocurre a un macarra de Lavapiés ni tan siquiera pensar en ella?. Los de Lavapiés sólo estáis en la Tierra para eso... para lavar los pies a los que somos seres de raza superior. Te he invitado a la fiesta sólo porque me das lástima.
Juanma.- ¡Y tú me das asco!.
Emiliano (despidiéndose de Juanma).- Pero no soy jamás un perdedor como tú. Yo tengo millones de amigos repartidos por todo el mundo. ¡Hasta nunca, macarra!.
Juanma (levantando la voz para que Emiliano Torres lo escuche bien).- ¡¡Pues cómo serán todos esos para tener amigos como tú, so pijo!!.
Toma número 9
Exterior/Noche.
Alicia y José Conde siguen en el jardín.
Alicia.- ¿Puedes ya decirme a dónde te vas máñana por la mañana?.
José.- Poder sí que puedo pero querer no quiero.
Alicia.- ¿Y si te lo pido por favor?.
José (totalmente sereno porque no ha bebido ni una sola gota de alcohol).- Eso es otra cosa. Si me lo pide, por favor, una chica como tú... no me importa decirlo.
Alicia.- ¡Suéltalo ya, por favor!.
José.- Mañana por la mañana salgo desde el Aeropuerto de Barajas con destino hacia Australia.
Alicia (completamente aturdida y sorprendida).- ¡Así que te vas precisamente lo más lejos posible!.
José.- Sólo me voy para Australia.
Alicia (con ira).- ¡Te vas a las antípodas para olvidarla lo más lejos que puedes!... ¿no es cierto?.
José (sonriendo).- Jajaja... no, Alicia... esta noche no das ni una... no me voy para olvidar ni a nadie ni a nada.
Alicia (con gran júbilo).- ¡¡Qué bien!!. ¡Creía que lo hacías por ella!. ¡Déjame ir contigo!.
José (tranquilo).- No puede ser. Me voy solo.
Alicia (casi a punto de llorar).- Entonces... ¡me estás engañando!...
José.- ¿He engañado yo alguna vez a una mujer?.
Alicia.- ¿Nos vas a olvidar no es cierto?. Te vas a las antípodas para olvidarnos a todos y todas.
José.- Escucha, Alicia... esta será la noche de los olvidos... pero no olvido jamás a quienes han estado conmigo en las buenas y en las mala. No es eso.
Alicia.- ¡Pues entonces yo quiero vivir una aventura contigo!.
José.- Eso es imposible.
Alicia.- Si no quieres olvidarnos a nosotros y nosotras... ¿por qué te vas?.
Se escucha una canción de fondo que proviene del salón de baile de la mansión de Emiliano Torres.
Música.- Hoy en mi ventana brilla el sol y el corazón se pone triste contemplando la ciudad porque te vas. Como cada noche desperté pensando en ti y en mi reloj todas las horas vi pasar porque te vas. Todas las promesas de mi amor se irán contigo
Me olvidarás, me olvidarás. Junto a la estación lloraré igual que un niño porque te vas, porque te vas. Bajo la penumbra de un farol se dormirán todas las cosas que quedaron por decir se dormirán. Junto a las manillas de un reloj despejarán todas las horas que quedaron por vivir esperarán. Todas las promesas de mi amor se irán contigo. Me olvidarás, me olvidaras. Junto a la estación lloraré igual que un niño
porque te vas, porque te vas.
Alicia (rompiendo el silencio).- !No puedes irte!. !Para todos nosotros y nosotras sigues siendo el número uno!. !Te necesitamos de verdad!. Seremos perdedores y perdedoras pero tenemos al mejor con nosotros... y el mejor eres tú... ¡No te vayas por favor!. Es nuestro deseo.
José (sonriendo).- No es lo mismo el deseo que el querer, Alicia.
Alicia.- ¡Jajajajaja!. ¿El deseo de ellos?. Es cierto que no es lo mismo el deseo que el querer y por eso Emiliano Torres no es el número uno... digan lo que digan los demás...
Vuelve a escucharse, de fondo, otra canción que proviene del salón de baile de la mansión de Emiliano Torres.
Música.- Más dicha que dolor hay en el mundo, más flores en la tierra que rocas en el mar; hay mucho más azul que nubes negras y es mucha más la luz que la oscuridad. Digan lo que digan, digan lo que digan, digan lo que digan los demás. Son muchos, muchos más los que perdonan que aquellos que pretenden a todo condenar. La gente quiere paz y se enamora y adora lo que es bello nada más. Digan lo que digan, digan lo que digan, digan lo que digan los demás. Hay mucho, mucho más amor que odio.
Más besos y caricias que mala voluntad. Los hombres tienen fe en la otra vida
y luchan por el bien, no por el mal. Digan lo que digan, digan lo que digan, digan lo que digan los demás. Digan lo que digan, digan lo que digan, digan lo que digan los demás.
Alicia.- Te vas... y sin embargo sabes que no es verdad...
José.- ¿Qué es lo que es verdad y qué es lo que no es verdad?. Olvidemos todo ya. Esta es la noche de los olvidos. Prefiero ser antes libre que no el número uno. En eso soy como Simbad el marino. Prefiero ser libre antes que el rey de diamantes...
Alicia.- Me preocupa no volver a verte...
José.- ¿Tú sabes aquello de si te dicen que caí un día volveré?.
Alicia.- ¡Claro que lo sé!. Juan Marsé para ser exactos.
José.- Exacto. Yo te puedo prometer y te prometo...
Alicia.- ¡Jajajajaja!. Me recuerdas a Adolfo...
José.- (sonriendo).- Es mejor así. Ríe con ganas, Alicia. Es la mejor manera de olvidar. Pero quiero que sepáis todos y todas que si os dicen que caí es mentira porque sé que algún día volveré. Díselo a todos y a todas de mi parte.
Alicia.- ¿También a ellos?.
José.- A ellos más claro que a nadie.
Alicia.- La verdad... sólo quiero la verdad... ¿qué vas a hacer en Australia?.
José.- ¿Quieres saber la verdad?.
Alicia.- Sí. Quiero saber la verdad nada más que la verdad y sólo la verdad.
José.- !Jajajajaja!. ¡Me recuerdas a Baltasar!.
Alicia.- ¿El rey mago Baltasar?.
José (sonriendo).- Jajaja. No. Me recuerdas a Informe Semanal.
Alicia.- Pues entonces dame el informe de qué vas a hacer en Australia.
José (sacando unas hojas escritas del interior de su chaqueta).- Toma. Lee. Esto es lo que voy a hacer en Australia.
Alicia (echando una rápida mirada a las hojas escritas).- ¿Quiénes son los arunta?.
José.- Las tribu más antigua que existe hoy día sobre la Tierra. Viven todavía como en la Edad de la Piedra.
Alicia.- ¿Y qué tienen que ver los arunta contigo?.
José.- ¿De verdad quieres saber la verdad?.
Alicia.- ¡Déjate ahora de juegos lingüisticos y díme la verdad!.
José.- La verdad es que trabajo para Magazine Internacional y me han pedido que vaya a vivir con ellos.
Alicia.- ¿Y te quedarás con ellos para siempre?.
José.- Jajaja... es bueno tomárselo con un poco de humor... no me piden que sea corresponsal fijo en Australia. Sólo estaré un corto tiempo para elaborar un reportaje. En esas hojas llevo ya todo escrito.
Alicia.- No comprendo nada de nada. ¿Para qué te vas si lo tienes ya escrito?.
José.- Para saber si es verdad o mentira. Puedes leerlo.
Alicia (leyendo en voz alta).- Durante todo el siglo XIX existió un gravísimo prejuicio histórico: que todo lo moderno era lo mejor. Podría ser hasta cierto (que no lo es por supuesto) si nos referimos sólo a las áreas concretas de la tecnología, pero fuera de estas áreas meramente materialistas (como por ejemplo los sentidos sociales y los sentidos religiosos y no me refiero a ideologías políticas ni a religiones sino a los sentidos humanos sociales y religiosos que tenemos desde el origen de nuestra especie) no es ni ha sido nunca así... porque la historia demuestra que los papeles sociales/religiosos se diferencian más entre sí cuando las sociedades aumentan de tamaño y se vuelven más complejas (dicho por el historiador Huston Smith en 1958). En este sentido, yo interpreto que la sociedad se asemeja a las últimas especies (dentro del determinismo evolutivo darwinista) que desarrollan sus extremidades y órganos diferenciales. Ahora bien, la vida ha estado siempre presente dentro del camino de la propia vida. Yo, tú, él o ella, estamos siempre presentes en el camino de nuestro yo, nuestro tú y nuestro él o nuestra ella. Y así, por tanto, en temas como el de los sentidos religiosos (insisto en que no estoy hablando de religiones sino de sentidos) es un error suponer que las expresiones históricas desarrolladas más modernas sean superiores a las primitivas. Incluso creo lo contrario. Supongamos que Dios existe (yo, particularmente, creo en la existencia de Dios aunque nos soy religioso ni pertenezco a ninguna religión). Si Dios existe, Él es el único que no evoluciona. Siempre es el mismo y siempre es completo. Y tampoco evolucionan las personas plenamente religiosas. Por lo menos de forma importante o significativa. Volvamos entonces al inicio; al sentido religioso de la existencia (no a la religión ni a las liturgias religiosas sino al sentido religioso humano y natural). En este caso no hablo tampoco de ateísmo porque, bajo mi punto de vista, también los ateos han llegado a un punto de no evolución o de evolución mínima y no significativa ya que han encontrado su punto y final. Me refiero, entonces, a los que somos dudas vivientes porque pensamos que dudamos de la vida que estamos viviendo y que, precisamente por eso, nos encontramos evolucionando continuamente en el centro de la vida. Así que, retomando el hilo de la reflexión, no tengo más remedio que citar al historiador rumano Mircea Eliade (Bucarest 1907 - Chicago 1986) que estudió las religiones comparadas y los mitos y llegó a creer firmemente que los pueblos arcaicos son más espirituales que sus descendientes porque, vestidos con hojas y pieles y alimentados con frutos de la tierra, no están supeditados a las cosas externas. De esta manera las religiones llamadas históricas (por ejemplo los monoteísmos) figuraban ya dentro del esquema mental propio de los sentidos religiosos primitivos distinguiéndose, sin embargo, porque las religiones históricas avanzadas han llegado a crear extremos tan opuestos como el cielo y la tierra o el samsara y el nirvana y han cercenado la oportunidad de la evolución del sentido religioso. Cosa totalmente contraria a lo que ocurre en el caso, por ejemplo, de los sentidos religiosos de los aborígenes australianos. Continuemos con los aborígenes australianos para poder clarificar el tema. Hay que hacer aquí una importante consideración: que Australia es el único continente que no vivió la experiencia histórica del Neolítico (que en el resto del mundo comenzó alrededor del año 10.000 antes de Jesucristo y fue testigo de la invención de la agricultura y de instrumentos de piedra de avanzada tecnología). Esto sitúa a los aborígenes australianos como los pueblos existentes más cercanos a los seres humanos que originalmente habitaron la Tierra (excepto en el caso de los tassaday de Filipinas cuya autenticidad es hoy todavía seriamente cuestionada). El asunto importante es que las cosmologías de las tribus australianas más primitivas (las de los arunta) tienen bastante que ver con otras cosmologías primitivas como, por ejemplo, las de los antiguos mesopotámicos, antiguos hindúes y antiguos africanos y americanos. El mundo mítico de los aborígenes australianos arunta fue estudiado por el sociólogo francés Lucien Lévy-Bruhl y lo calificó como "Un Sueño". Esto es importante tenerlo en cuenta porque es a donde quiero llegar al final de mi reflexión. Por el momento, quiero sólo aclarar que lo definió no como que hay dos mundos distintos sino como que hay un solo mundo interpretado de varias maneras diferentes. El mundo aborígen de los humanos se mide con el tiempo: estaciones cíclicas de la naturaleza virgen, generaciones humanas que vienen y van... Pero es un tiempo que no se altera porque existe realmente en sí mismo y tal como es. Es el llamado "todo tiempo" y ese tiempo está inundado y plagado de figuras legendarias. ¿Es entonces Dios para los aborígenes arunta una leyenda?. No. Para ellos Dios se parece tanto a nosotros como dos gotas de agua y, a la vez, Dios es la vida misma, porque la vida es la interpretación de Dios. Cuando un hombre de una tribu arunta sale a cazar lo hace imitando exactamente igual las hazañas de su primer cazador estereotípico. Su cazador Dios. Es decir, se introduce en su molde de tal manera, de una manera tan completa, que se convierte en el primer cazador y por lo tanto en Dios de sí mismo. Igual hacen cuando tejen cestas de mimbres o cuando practican el amor sexual en parejas. Y es que el sentido religioso de los arunta (no la religión sino su sentido religioso) los hacen estar plenamente vivos y los convierte en inmortales. Quiero aclarar, de paso, que el sentido religioso aborígen de los arunta no hace reverencias a Dios sino que los identifica con Dios. Al adentrarse plenamente en Dios eliminan las trivialidades de los rituales litúrgicos de las denominadas religiones históricas. Por eso no hay una línea divisoria entre un arunta y Dios. No hay, entre ellos, sacerdotes ni feligreses. No hay, entre ellos, oficiantes ni espectadores. Sólo existe El Sueño y el avivamiento de dicho Sueño. El Sueño es Dios. Y si afirmamos simbólicamente que la Vida es Sueño (como nos confirmaron Calderón de la Barca, William Shakespeare y otros grandes escritores, filósofos y pensadores de la historia humana) estamos significando axiomáticamente que la Vida es Dios. ¿Comprendéis ahora, amigos lectores y amigas lectoras, por qué comencé este texto diciendo que hay un gravísismo error histórico que arranca desde el siglo XIX (con la Revolución Industrial) que cree que los moderno es siempre lo mejor?. ¿Comprendéis por qué es hora de que el posmodernismo actual de las sociedades globalizadoras debe replantearse ciertos temas, retomar ciertas ideas y reinventar nuevos principios?. Termino haciendo hincapié en lo ya derivado: El Sueño es Dios, la Vida es Sueño... luego la Vida es Dios. Pero hoy extiendo esta reflexión debido a que he leído un texto en un periódico español que me ha producido deseos de intervenir. El autor de dicho texto explica bien ciertas cosas pero deja en el aire la duda de si Dios creó o no creó a una pareja llamada Adán y Eva o si la teoría de la evolución de Darwin anula la existencia de dicha pareja y por eso anula que Dios haya creado a los seres humanos. En algún texto mío publicado en Internet ya he hablado de la teoría de la evolución y la existencia de los humanos como creación de Dios. Para mí Dios es la sabiduríua total... pero también es la inteligencia total. Para una inteligencia total deduzco que muy fácilmente es entendible (si hablamos entre adultos y dejamos a los niños y niñas aparte) que la teoría de la evolución es, precisamente, la que utilizó Dios para crear a los seres humanos. La existencia de un Adán y una Eva, si somos lo suficientemente adultos como para entenderla, resulta que es una simbólica manera de hacer entender a los niños y niñas lo de la creacíón de los seres humanos. Entonces, como estamos sólo pensando entre adultos y adultas yo creo firmemente que, en la teoría de la evolución, es cierto que aparecieron los primeros humanos (nada que ver con ninguna clase de monos ni superiores ni inferiores) a los cuales Dios les insufló el hálito del espíritu que produjo la aparición del alma; lo cual convirtió a los humanos en seres racionales, con espíritu y alma. Fue en ese momento de la evolución animal en la que intervino Dios y colocó espíritu y alma en aquellos primeros humanos. Esta explicación para adultos y adultas (dejando a un lado a los niños y las niñas) me da a entender que la evolución animal fue la que utilizó Dios para crear a los seres humanos pues me parece que es mucho más inteligente que decir que hubo un solo Adán y una sola Eva. Lo que creo firmemente es que cuando Dios dio el hálito de su Espíritu en aquellos primeros humanos que, de esta manera tuvieron el alma que los separó definitivamente del resto de los animales, es cuando Dios mostró que su inteligencia es absoluta. Es mucho más lógica y realista esta manera de entender la creación de los humanos a imagen y semejanza de Dios que la de Adán y Eva pero, también, mucho más inteligente que aquellos que basándose en ella niegan el alma humana y la espiritualidad que hay entre todos los Adanes y todas las Evas que han existido, existen y existirán sobre la Tierra.
José.- ¿Te has convencido ya?.
Alicia.- Totalmente. Es cierto. ¿Puedo guardármelo como recuerdo?.
José.- ¿Para qué lo quieres?. No deseo que se lo enseñes a nadie.
Alicia.- Perdona, José... pero si me lo regalas es mío y si es mío puedo enseñárselo a quien yo quiera. Sólo sigo tu pensamiento: querer supone más que desear.
José.- De acuerdo. Es sólo un borrador. Yo tengo el original y puedo hacer cuántas copias quiera. Sólo espero que no se lo enseñes a ella.
Alicia.- ¿Por qué?. ¿Cuál es la causa de que no se lo pueda enseñar a ella?.
José.- No quiero que desee. Es mejor que no lo sepa.
Alicia.- Luego estás intentando olvidar...
José.- Si para todos y todas es esta noche la noche de los olvidos... ¿no tengo yo derecho para también olvidar?.
Alicia.- No. Tú no tienes derecho para olvidar porque no puedes dejarnos solos y solas. Sigues siendo nuestro capitán y un verdadero capitán como tú no tiene derecho a olvidarnos.
José.- Está bien. Entonces no deseo olvidar.
Alicia.- Yo sí te deseo...
José.- Pero yo no te quiero, Alicia... y espero que no te ofendas por ser tan sincero.
Toma número 10
Interior/Noche.
Emiliano Torres, junto a Claudia Cristiani, ha reunido a todos en el salón de baile de su mansión "La Complutense".
Emiliano.- Os he reunido a todos y todas porque quiero hacer público mi compromiso con Claudia Cristiani y para ello... ¡le voy a colocar en el dedo corazón de su mano derecha este anillo de oro puro que lleva incorporado un diamante que vale una verdadera fortuna!... porque es tan grande la cantidad de dinero que poseo que esto sólo es el principio y nada más que el principio.
Claudia (dejando que le ponga el anillo).- Acepto el anillo pero no voy a besar ni a ser besada en la boca por ningún hombre que no se haya casado antes conmigo. Por lo menos mientras que quede una duda razonable. Puedo ser besada sólo cuando ya no quede ninguna de esa clase de dudas... cuando ninguna duda razonable exista...
Emiliano.- ¿Qué duda razonable puedes tener cuando te lo está ofreciendo el número uno?. Yo soy el mejor partido para ti y toda tu familia y, además, soy el futuro más brillante que puedes imaginar. Acabo de comprar un caballo para ti y le he puesto de nombre Vencedor para que nunca me olvides.
Claudia.- No me gusta el nombre de Vencedor... porque prefiero mil veces el nombre de Campeón. Me caen mal los vencedores y me gustan más los campeones.
Emiliano.- No pasa nada grave. Le puedo cambiar de nombre. Lo llamaré Campeón para que no me olvides.
Claudia.- Mejor no lo hagas. Es más interesante ser tal como somos y no como quieran los demás que seamos. A veces me preocupa que no seas el más importante porque puede que te falte imaginación para ello. Si tanto te preocupa tu dinero podías haberte ahorrado este regalo... por lo menos hasta que nos hayamos casado. Imagínate la de cosas que podrías haber comprado con lo que te ha costado este anillo.
Emiliano.- Es tanta mi dicha que no puedo imaginarme nada. No tengo tiempo para imaginaciones. Yo sólo soy real.
Claudia.- ¿Tú no serías capaz de imaginar una país entero para mí?.
Emiliano.- ¡No digas tonterías, Claudia!. Yo siempre he pensado que eres mucho más inteligente que todo eso de imaginarias historias no reales. Me molesta que estés portándote tan rara esta noche!.
Claudia.- No debes olvidar que esta noche es, para todos y todas, la noche de los olvidos. No imagines, por favor, porque quizás imaginando se descubra que no eres el mejor y eso me decepcionaría del todo.
Alicia (interrumpiendo el diálogo).- ¡Claudia!. ¡Tengo que hablar contigo!.
Emiliano.- Con ella ya no puede hablar nadie sin mi permiso. Escucha, Alicia, ella no es una perdedora como tú. Esto no es El País de las Maravillas... así que si tienes algo que contarle hazlo delante de mí porque a partir de ahora el que impone las decisiones de quien puede hablar con ella soy yo.
Claudia.- ¡Espera un momento, Emiliano!. Todavía no eres mi esposo ni te pertenezco aún. ¿Qué quieres decirme, Alicia?.
Alicia.- En privado. Sólo quiero hablar contigo en privado.
Claudia.- Está bien. Subamos al piso de arriba.
Emiliano (agarrando violentamente el brazo derecho de Claudia).- ¡Y yo te digo que no puedes hablar en privado con nadie!. ¡Ese es mi deseo!.
Claudia.- Pero no es lo que yo quiero. Así que... ¡suéltame inmediatamente el brazo porque no soy tuya todavía!.
Emiliano.- Está bien... pero sólo os doy un par de minutos.
Claudia.- El tiempo que dure la conversación entre Alicia y yo puede ser sólo dos minutos pero también puede ser, por ejemplo, dos horas. Todavía gozo de libertad. Y la libertad no tiene tiempo. Puede ser tan corta como deseemos o tan infinita como querramos. ¿Comprendes la diferencia?.
Emiliano, malhumorado, suelta el brazo de Claudia y ésta, seguida por Alicia, suben a una de las habitaciones privadas del piso de arriba.
Toma número 11.
Interior/Noche
Ante el desconcierto general, todos los asistentes están hablando en pequeños grupos. En uno de ellos se encuentran hablando Juanma, Roberto, Sabino, Celia, Carmen y Nieves.
Juanma (totalmente lúcido una vez superada la borrachera).- Pues yo sigo opinando firmemente que Emiliano Torres no es el número uno.
Roberto.- Si estás pensando en José Conde te equivocas, Juanma.
Juanma.- Pues yo sigo insistiendo en que José Conde es el mismo de siempre y nunca nos ha olvidado.
Sabino.- ¿Qué importa?. Si no nos ha olvidado... ¿por qué no está aquí con nosotros y nosotras en estos momentos en que tanto le necesitamos?.
Celia.- Eso mismo me estoy preguntando yo desde el principio de esta noche.
Juanma.- ¡No, no y no!. ¡Estoy completamente seguro de que no nos ha olvidado!.
Carmen.- Pues Nieves y yo le hemos estado buscando por todas partes y no le hemos encontrado.
Nieves.- Siento decirlo pero es verdad. Nos ha abandonado.
Juanma.- ¡Imposible!. José Conde nunca abandona jamás. Yo he jugado muchas veces a su lado y nunca abandona. Si no está aquí debe ser por otra razón que no sé explicarme... ¡pero sé que nunca abandona a los que somos sus amigos!... aunque a veces tengamos que perder él nunca es un perdedor... yo he ganado muchas veces gracias a él. ¡No!. ¡No nos ha abandonado!.
Roberto.- Esto es absurdo. Si no nos ha abandonado no me explico que no esté con nosotros.
Celia.- Nosotras pensamos lo mismo.
Juanma.- Os equivocáis todos y todas. Ellos no le han vencido. José Conde nunca sale derrotado aunque pierda alguna vez que otra. Es nuestro líder y es de esa clase de líderes que nunca deja de serlo porque jamás abandona a los suyos.
Sabino.- A mí ya no me importa.
Carmen.- Yo tengo dudas razonables. De acuerdo en que no está ahora con nosotros y nosotras... pero conozco a José Conde incluso mejor que Juanma ya que las mujeres le entendemos mejor que los hombres. Le conozco en algunos aspectos que Juanma no puede conocerle. No sé qué habrá podido ocurrirle pero estoy casi segura de que no nos ha olvidado. Creo que Juanma lleva razón.
Nieves.- Yo fui quien le dije que viniera pero no le he visto en toda la noche. No sé qué opinar de él.
Juanma.- No eres quien le conoces mejor, Carmen. Yo le conozco también en otros aspectos que tú no te puedes imaginar. Puede perder batallas pero nunca pierde la guerra. Nunca abandona aunque ahora le hayan vencido. Muchos están equivocados al creer que el campeón es Emiliano Torres. No pasa de ser sólo un vencedor. Pero José Conde es mucho más... porque es un campéon. Y además es nuestra capitán y debemos saber que no nos ha abandonado.
Roberto.- Despierta, Juanma...
Celia.- Espera, Roberto... quizás Juanma lleve razón...
Sabino.- A mí ya me es indiferente. Aceptemos o no aceptemos la realidad todos hemos sido derrotados.
Carmen.- Tú te sentirás derrotado, Sabino, pero yo no... yo aún sigo esperando verle llegar...
Nieves.- Y yo... pero dudo que le veamos llegar ocmo triunfador. Le ha vencido Emiliano Torres lo aceptemos o no lo aceptemos.
Juanma.- Yo sigo opinando que estáis todos y todas en un error. Será un imposible pero él es capaz de hacer que lo imposible se haga realidad. A mí nunca me abandonó jamás. No sé si los demas lo podéis entender...
Carmen.- Hay una pregunta que debemos todos y todas hacernos. ¿Nos ha decepcionado él a nosotras y nosotros o hemos sido nosotras y nosotros los que le hemos decepcionado a él?.
Nieves.- No lo entiendo... jamás lo podré entender...
Juanma.- A José Conde no es necesario entenderle para saber que es el mejor. Nunca he visto jugar a nadie mejor que a él en todos los aspectos de la vida. Para él la vida es la existencia y en esa existencia siempre será el verdadero héroe aunque haya elegido liderar a los perdedores.
Roberto.- Olvidas que Emiliano se ha quedado con ella.
Carmen.- Olvidas tú que él está incluso por encima de eso.
Sabino.- No sé... yo tengo que olvidar...
Juanma.- Esta noche será la noche de los olvidos pora todos vosotros y vosotras pero para mí no. Sé que me apartaron de mi sueño y tuve que aceptarlo pero él supo siempre devolverme la ilusión cuando tenía todo perdido. Son cosas que vosotros y vosotras no sabéis porque sabe guardar los secretos transcendentales. Por eso estoy seguro de que volverá de nuevo para demostrar que es el mejor. A veces es mejor saber perder que no saber ganar.
Celia.- ¿Por qué nos dices todo eso ahora?.
Juanma.- No lo sé muy bien... pero hablando de secretos transcendentales estoy seguro de que Alicia sabe algo que nosotros no podemos ni imaginar.
Carmen.- ¿Qué José Conde está enamorado de Alicia?. ¿Tú que opinas, Nieves?.
Nieves.- Que no. Que no está enamorado de Alicia.
Celia.- Supongo que no está enamorado de ninguna.
Juanma.- Te equivocas. Si tiene tanta fantasía cuando juega en todos los órdenes de la vida es porque está enamorado de alguna de vosotras.
Carmen.- Pero no de Alicia.
Roberto.- Olvidarle todas. Es mejor que todas le olvidéis. Y nosotros también. Ya no quiere seguir siendo líder de los perdedores.
Juanma.- No. Yo no le voy a olvidar.
Carmen.- No sé qué opinaréis el resto pero yo tampoco le voy a olvidar. Cuando guarda tanto silencio es porque tiene algún gran dolor aunque siempre sonría. Y ese gran dolor significa que con su silencio está queriendo decirnos algo... aunque calle... sonría... y siempre siga adelante sin dar un paso atrás...
Nieves.- Demasiado complicado para mí.
Csrmen.- Posiblemente es que sea tan evidente lo que le sucede que nos hemos complicado la existencia queriendo interpretarlo. Su verdad debe ser mucho más sencilla de entender de lo que nosotros y nosotras estamos pensando. Quizás si fuésemos tan niños y niñas como él podríamos saberlos fácilmente.
Toma número 12
Interior/Noche.
Emiliano Torres y Claudia Cristiani están sentados, uno frente al otro y con una botella de champán más dos copas sobre la mesa.
Emiliano.- No sé por qué ahora te da por poner distancia entre nosotros.
Claudia.- Quizás sea porque esta es la noche de los olvidos. ¿Tú tienes algo que olvidar, Emiliano?.
Emiliano.- Que yo sepa no tengo nada que olvidar ni esta noche ni ninguna noche de mi brillante futuro.
Claudia.- ¿Estás seguro de que no tienes nada que olvidar?.
Emiliano.- Si he conseguido ser el mejor no es para olvidarlo.
Muchos están bailando al son de la música.
Música.- Nunca te podré olvidar,porque me enseñaste a amar. Con un sorbito de champán
brindando por el nuevo amor. La suave luz de aquel rincón hizo latir mi corazón. Es tan fácil recordar, siempre que vuelvo a brindar. Con un sorbito de champán brindando por el nuevo amor. La suave luz de aquel rincón hizo latir mi corazón. Y entonces fue, cuando te besé. De tu mirar, yo me enamoré. Con un sorbito de champán
brindando por el nuevo amor. La suave luz de aquel rincón hizo latir mi corazón.
Y entonces fue...
 
Emiliano.- ¿Bailamos, Claudia?.
Claudia.- Ni tengo ganas de bailar ahora ni quiero que ahora me bese nadie. Sólo quiero tomar un sorbito de champán nada más.
Emiliano.- ¿No estarás intentando decirme que quieres olvidar a alguien?.
Claudia.- Ya no importa. Esta es la noche de los olvidos.
Emiliano.- Pero no olvides que tienes en el dedo corazón de tu mano derecha un anillo que ha valido una millonada.
Claudia (Quitándose el anillo y devolviéndoselo a Emiliano).- Toma tu anillo. Todavía no me lo merezco y además todavía no ha llegado la hora de que nadie me compre mi libertad por mucho dinero que me ofrezcan por ella. Guárdate tu anillo y no lo pienses más.
Emiliano.- Está bien. Espero que mañana todo siga igual.
Emiliano Torres abre la botella y llena las dos copas.
Claudia (iniciando el brindis).- Brindo por ti, Emiliano Torres, número uno de la Promoción y con tan brillante futuro que deslumbrará al mundo del periodismo.
Emiliano.- Sabía de sobra que al final entenderías porque eres lo suficientemente inteligente para entender. Yo sólo sé que estás fabricada para hacer feliz al mejor y el mejor, con mucha diferencia además, he sido yo. Pasará el tiempo y esta noche será, de verdad, un olvido; un olvido para todos esos perdedores y perdedoras que han confiado en José Conde. ¡Ya lo ves!. ¿Dónde está ese tal José Conde que no ha aparecido en toda la noche por aquí?. ¿No será que es incapaz de reconocerme como el mejor?. Cuando alguien no sabe reconocer mis méritos lo único que hacen todos ellos es huir. ¡Ya los ves!. ¡Allí están todos los perdedores y perdedoras esperando no sé qué!.
Claudia.- Si estuvieras más tiempo callado te podría amar más.
Emiliano.- ¿Y por qué tengo que estar callado cuando esta noche no es para mí ningún olvido sino el principio de un futuro mil veces brillante junto a ti?. ¡Eso es lo único que me importa!. No soy de los que sueñan con los ojos abiertos y no son capaces de ver la realidad. ¿Soñar?. ¿Qué teoría es esa de soñar con los ojos abiertos?. ¡Una memez nada más de ese líder de perdedores!. ¡Aquí, en este mundo real, sólo se impone la realidad y para poseerte a ti hay que ser tan real como eres tú!. ¡Nada de estar callado!. ¡Me amarás más cuando me veas echar discursos ante multitudes!. ¡Me amarás más cuando comprendas del todo que soy siempre el mejor!.
Claudia.- Está bien. Te amaré más cuando sea tu esposa de verdad... pero yo creo que la verdad a lo mejor es mejor, y perdona que no hable tan bien como tú y tenga que echar mano de redundancias, inventarla. ¿No has inventado tú una tesis que te ha dado la primacía absoluta?. ¿Sabes lo que es la primacía?. ¡Ser el primero, Emiliano, ser el primero!. Pero muchas veces ser el primero en llegar no significa ser el mejor ni tampoco ser el número uno. Piénsatelo bien esta noche cuando te quedes a solas con tu conciencia. Piensa bien si merece la pena ser el primero en llegar o merece la pena saber llegar... que son dos cosas bien diferentes. Y ahora, perdóname por favor que no sea más locuaz pero quiero dormir mucho, mucho, mucho... para ver si se pasa pronto esta noche de los olvidos y nos damos cuenta de que sí tenemos muchas cosas que recordar. Me voy a casa. Para recordar...
Emiliano.- Te acompaño. Un caballero nunca deja a su dama ir sola a altas horas de la madrugada.
Claudia.- Pero yo todavía no soy la dama de nadie que yo sepa. Como tengo mi propio automóvil... ¿o prefieres que le llame coche que es más vulgar porque no es precisamente un Rolls Royce como el tuyo?.
Emiliano.- Sabes que mi Rolls Royce ya es tuyo.
Claudia.- No. Todavía no. Todavía tengo la suficiente dignidad de devolverte no sólo tu anillo sino tu caballo Vencedor y tu flamante Rolls Royce. Me voy a mi casa, que todavía no es esta rica mansión de "La Complutense", en mi sencillo Renault. ¿Sabes una cosa?. Ser tu esposa significa mucho... así que no sé si yo podré volar tan alto ahora que he llegado a comprender que es mejor saber llegar que llegar el primero. Quizás es mejor ser el mejor, y vuelvo a pedirte perdón por la repetición pero no soy tan buena oradora como tú, aunque no se sea el primero bajo ciertas circunstancias. ¿Sabes los que son nuestras circunstancias propias y las circunstancias ajenas?.
Emiliano.- No te entiendo nada.
Claudia.- Por eso es mejor olvidar esta noche y mañana volver a empezar. Adiós.
Claudia se levanta y se dirige hacia la puerta de salida mientras Emiliano se despide de ella en voz alta.
Emiliano.- ¡¡Mañana volverás a ser la misma!!. ¡¡Espero verte mañana otra vez aquí!!. ¡¡Tendré más champán para seguir brindando!!.
Claudia.- Si Dios quiere así será... pero es mejor preguntarle esta noche a Dios qué es lo que quiere Él y no lo que deseas tú.
FIN DE LA PRIMERA ESCENA.
ESCENA SEGUNDA
Cafetería Vinea del aeropuerto de Barajas en Madrid.
Toma número 13.
Interior/Día
José Conde está tomando un café caliente solo, bien cargado, par apoder despertar de su cansancio. Mercedes le ha reconocido entre todos los que están sentados y se acerca a su mesa.
Mercedes.- ¡Hola, Conde!. ¿Qué haces tú por aquí?. ¿Puedo sentarme a tu lado?.
José (Recogiendo su bolsa de viaje y dando sitio a Mercedes).- Si no te importa perder el tiempo conmigo desde luego que puedes, Mercedes. ¿Y tú qué haces en el Aeropuerto?.
Mercedes.- Voy a un Congreso internacional de profesinales de la Comunicación Social que se celebra mañana en Londres. ¿Y tú?. ¿A dónde vas tú?.
José.- No lo sé exactamente, Mercedes... pero me esperan en Australia...
Mercedes.- Eso es, José. Me gusta mucho tu forma de ser y tu manera de entender la comunicación interpersonal. Nada de apellidos para ser más directos.
José.- Si quieres desayunar pide lo que quieras. Te invito yo.
Mercedes.- Gracias pero ya he desayunado. ¡Así que vamos en el mismo avión hasta Londres!... ¿No es cierto?...
José.- No. Mi vuelo sale más tarde. Tú llegas directa a donde están los más civilizados mientras que mi viaje finaliza con los más salvajes.
Mercedes.- ¿Se puede saber qué me quieres decir con eso?.
José.- No tiene importancia lo que se dice sino lo que se quiere entender. Te lo voy a explicar porque tenemos tiempo. Entiendo que vosotras, las mujeres, se reúnan con los mejores. Yo, sin embargo, voy siempre un paso por detrás.
Mercedes.- No me lo creo. Jamás has ido un paso por detrás de nadie sino que, por el contrario, siempre vas un paso por delante. Los profesores de la Facultad, con respecto a ti, estamos divididos en dos grupos irreconciliables. Para los mejores maestros y maestras que has tenido en la Universidad, como somos Bernardo, yo misma y ese grupo que son los mejores sin duda, tú eres el número uno de nuestros alumnos. Para nosotros y nosotras siempre nos bastó un solo trabajo tuyo para saber que llevas la escritura dentro de tu sangre. No es lo mismo nacer siendo ya escritor que aprender a escribir muy bien gracias al apoyo de quienes nos enseñan. Por eso nunca hemos podido comprender por qué no presentaste tu tesis doctoral. ¿Por qué no nos buscaste a alguno de nosotros o alguna de nosotras?. Todavía seguimos esperando a que te decidas presentar tu tesis doctoral. ¿Por qué no nos llamate a alguno o a alguna para dirigir tu tesis?. ¿Por qué no contactates con alguno o alguna de los que sabíamos que eras el mejor?.
José.- Quizás sea porque no valgo lo suficiente para ello.
Mercedes.- ¿Qué estás diciendo?. Eso sabes bien que no es cierto. Los mejores profesores y profesoras seguimos considerándote el mejor de la Promoción.
José.- Y, sin embargo, lo cierto es que el mejor es Emiliano Torres.
Mercedes.- Pues te equivocas. Muchos profesores no estamos de acuerdo con eso aunque otros hay que le apoyan a él. Pero ellos no han podido rebatirnos nunca cuando les hemos enseñado los trabajos que hacías y que, algunos de ellos, han quedado en la Facultad como ejemplos para los alumnos y alumnas de las próximas Promociones. Eso es algo que no ha sucedido con ningún trabajo de Emiliano Torres y por eso nos sorprendió su tesis doctoral. Es verdadermente interesante y lo que nos deja perplejos es que nunca consiguió despertar interés con sus trabajos. ¿Recuerdas aquella vez que sólo dos alumnos conseguísteis sacar la calificación máxima de un 10?. El otro no era Emiliano Torres sino Carlos. Pero también, en ese caso, hubo una cierta diferencia. Mientras a ti te calificaron con un 10 más a Carlos le calificaron con un 10 menos. ¿Que por qué te cuento todo esto?. Quizás no te interese saberlo pero Emiliano Torres estaba siendo apoyado por las gentes de los llamados poderes fácticos de la Comunicación Social. No te explico más porque tú ya me entiendes. Lo que no supimos nunca es que, tan excelente como eras para el periodismo, no buscases un profesor o profesora para realizar tu tesis.
José.- No te engañes a ti misma, Mercedes. La verdad es que soy solamente un 8 y no un 10. Y lo acepto. Soy sólo un 8 por naturaleza.
Mercedes.- ¡No me hagas que me enfade contigo!. ¡Eres un 8 porque así lo quieres tú!... pero la razón dice lo contrario. Sabes perfectamente que si hubieras querido asumirlo serías un 10 con suma facilidad. ¿Por qué te niegas a aceptarlo?. ¿No te das cuenta de que sólo un 10 es capaz de aprobar una asignatura presentando un solo trabajo en todo el curso?. Eso es lo que te diferencia de Emiliano Torres. Él nunca pudo lograr tal cosa. ¿Por qué no presentastes tu tesis doctoral?.
José.- Cuando uno ha superado ya la noche de los olvidos no tiene ya ninguna importancia ser un simple licenciado o todo un señor doctor.
Mercedes.- Explicame sólo una cosa... ¿aquella llamada teléfónica que me hiciste qué significó en realidad?.
José.- Sólo una cosa nada más. Significó conseguir hacer que una perdedora dejara de serlo y se convirtiera en una ganadora.
Mercedes.- ¿Y aún sigues insistiendo en decir que no eres el mejor aún sabiendo lo que le hizo Emiliano Torres a ella?.
José.- No creo que tenga tanto valor lo que hice por ella. Lo hubiese vuelto a hacer si se pudiera repetir.
Mercedes.- Está bien, José. Ya me llega la hora de partir. Adiós. Espero algún diá poder verte entre los más civilizados.
José (sonriendo).- jejeje... entre los más civilizados estaré cuando los más civilizados sean los que son hoy los más salvajes...
Mercedes (se marcha murmurando).- Nunca entenderé por qué no quiso...
FIN DE LA SEGUNDA ESCENA.
ESCENA TERCERA
Sala de espera del vuelo Madrid-Londres-Camberra.
Toma número 14
Interior/Día
Un hombre de muy avanzada edad se acerca a José Conde que está sentado y leyendo la prensa.
Luis.- Perdone, joven... pero me llama mucho la atención...
José (levantando la vista).- ¿Qué es lo que le llama tanto la atención, caballero?.
Luis.- Verle a usted tan concentrado en la lectura de su periódico; no he visto nunca a nadie que se concentre tanto en una lectura a pesar de estar rodeado de todo este inmenso enjambre de ruidos diferentes.
José.- El ruído no sólo no me molesta para leer o escribir sino que me sirve de ayuda.
Luis.- Pues eso es asombroso. Yo sería incapaz de leer bien o escribir bien ni una sola línea con tanto ajetreo a mi alrededor.
José.- ¿Usted no podría escribir ni una sola línea dentro de una discoteca con la música a todo volumen?.
Luis.- ¿No me digas que usted es capaz de eso?.
José.- ¿Por qué no?. Lo he hecho sin mayor esfuerzo. Le digo que los ruidos me ayudan a concentrarme más que el propio silencio. Lo importante no es lo que nos rodea. Lo importante es lo que nos define.
Luis.- Pues lleva usted razón, joven. Jamás se me había ocurrido hasta ahora una frase así... pero reconozco que lleva usted razón. Jamás pensaría yo una cosa así en un momento como este.
José.- ¿Y qué diferencia hay entre este momento o cualquier otro?. ¿Acaso para leer es imprescindible un momento determinado?. Se puede leer o escribir, si de verdad nos gusta leer o escribir, en cualquier momento del día o de la noche. Para concentrarse puede valer cualquiera de las veinticuatro horas del día estemos donde estemos. Lo importante no es dónde estamos sino dónde nos encontramos.
Luis.- Interesante. ¿Se le ha ocurrido de repente decir eso?.
Jose.- Sí. Me viene desde la infancia.
Luis.- Eso va en contra de lo que dicen los sociólogos, los psicólogos y hasta los psiquiatras.
José.- Los sociólogos, los psicólogos y los psiquiatras dicen muchas cosas, caballero... y nuchas veces están tan en desacuerdo que unos dicen algo y otros dicen lo opuesto... pero yo lo único que puedo decirle, sobre eso, es lo que mi conciencia me dice.
Luis.- ¿Usted habla con su conciencia?.
José.- Por supuesto que sí. Para eso existe Dios.
Luis.- ¿Y qué tiene que ver la conciencia con Dios?.
José.- Si no es usted creyente no lo va a comprender pero la conciencia es una de las partes más intereantes de Dios.
Luis.- ¿Y qué le dice Dios a través de su conciencia?.
José.- Yo sólo puedo afirmarle que tengo la conciencia tan tranquila que quizás por eso los ruidos me sirven para concentrarme tanto cuando leo o cuando escribo.
Luis.- ¿Puedo saber a qué se dedica usted?.
José.- Puede llamarme periodista... puede llamarme escritor... o puede llamarme simplemente comunicador... al fin y al cabo cuando estamos concentrados en una labor estamos comunicando algo; estamos comunicando a los demás que existimos por encima de nuestras circunstancias. Yo no soy yo y mis circunstancias porque mis circunstancias forman parte de mi yo luego resumiría la frase de Ortega y Gasset dejándola sólo en la frase de Jesucristo: Yo soy yo o yo soy el que soy. Y eso es muy importante para mí.
Luis.- ¿Es usted acaso un doctor en Comunicación Social?.
José.- No. Sólo soy licenciado nada más.
Luis.- Perdone mi extrañeza. Pero pensando como piensa... ¿por qué no es usted doctor?.
José.- Le digo la verdad o una mentira piadosa para no decepcionarle.
Luis.- Prefiero la verdad.
José.- Porque me faltó dinero para comprar un doctorado como otros han hecho.
Luis (sentándose al lado de José Conde).- Perdone que me sienta a su lado pero me interesa mucho lo que dice.
José.- ¿A qué se dedica usted?.
Luis.- Soy editor. Precisamente soy un editor y me interesa mucho su manera de pensar. ¿Su manera de pensar es igual a su manera de escribir?.
José.- Pienso lo que escribo luego escribo lo que pienso.
Luis.- Jajajajaja... y además tiene cierto sentido del humor.
José.- Lo he dicho en serio. ¿Es usted de los editores que publican sólo lo que escriben los grandes hombres y las grandes mujeres o es usted de los editores que no miran para nada los currículos para editar algo?.
Luis.- Escuche joven; no me ha molestado en absoluto lo que acaba de decir porque es una gran verdad. A veces damos alguna que otra oportunidad a quienes nos presentan algunos amigos o amigas como para hacerles un favor... pero la inmensa mayoría de las veces publicamos sólo a los grandes nombres de hombres y mujeres. De esa manera nos evitamos el riesgo de fracasar y perder dinero. Esto es, ante todo, un gran negocio. Y este negocio es así. Quizás podríamos empezar a cambiar un poco. ¿Usted cree que deberíamos cambiar un poco?.
José.- No sé si un poco sería suficiente pero perdone que le diga que ustedes deberían cambiar. La cantidad de cambio pónganlo ustedes mismos porque para eso es su negocio como usted lo llama. Cambiar un poco puede ser suficiente o puede ser insuficiente...
Luis.- Vamos a ver... no pueden ser las dos cosas al mismo tiempo...
Jose.- Ni sí ni no sino todo lo contrario.
Luis.- ¡Eso es imposible!.
José.- No es imposible. Lo contrario de ni sí ni no es quizás. Quizás sí o quizás no...
Luis.- Espere... espere... no se lance tanto... espere que lo asimile...
José.- ¿Está usted seguro de su lógica profesional, señor editor?.
Luis.- No le entiendo, joven...
José.- A veces cambiar un mucho es muy poco y a veces cambiar un poco es mucho.
Luis.- Ahora le entiendo menos todavía...
José.- Es muy fácil. Le voy a poner un ejemplo sencillo de entender. Si usted edita a Cervantes, Shakespeare o algún otro genio de la Literatura Universal cambiar un mucho es muy poco. ¿Lo está comprendiendo ahora?.
Luis.- Hasta ahí sí. Siga por favor. Lo que me más me importa es el resto de la explicación.
José.- Es igual de fácil para entenderlo. Si usted edita a un perdedor o una perdedora cambiar un poco es mucho. ¿Entendido?.
Luis (bajando la cabeza).- Sí... sí... sí...
José.- Perdón, caballero, pero tengo que marcharme.
Luis (sacando una tarjeta de interior de su flamante chaqueta).- ¿Puede aceptar mi tarjeta para ponernos en comunicación en el futuro?.
José (negando ligeramente con la cabeza).- No. No se se preocupe por mí. Espero al futuro. Prefiero esperar un poco más al futuro. Este presente no esté hecho para escritores y escritoras como yo.
José se marcha hacia el fondo mientra el editor, que ha observado el nombre y su domicilio, que tiene José escrito en una pegatina de su equipaje, toma nota en una agenda.
FIN DE LA TERCERA ESCENA.
ESCENA CUARTA
Interior del avión del vuelo Madrid-Londres-Camberra.
Toma número 15
Interior/Día
José Conde se encuentra sentado ya en su asiento y pasando a limpio el original de las hojas escritas de las cuales regaló una copia a Alicia. Alguien se sienta junto a él pero él no se ha dado cuenta.
José Conde (hablando consigo mismo en voz alta mientras está escribiendo).- Algo me dice que estoy llegando... algo me dice que volveré... algo me dice que saldré triunfante... algo me dice que mereció la pena...
Claudia.- ¿Se puede saber por qué hablas solo?.
José Conde levanta de repente la vista y observa, con asombro, que Claudia Cristiani está sentada junto a él.
José (sorprendido).- ¿Tú?. ¿Se puede saber qué haces tú aquí?.
Claudia (decidida).- ¿Se puede saber qué haces tú?.
José.- Yo... no estoy huyendo si lo crees asi...
Claudia.- Yo tampoco... yo sólo estoy donde debería estar desde hace mucho tiempo...
José.- Me parece que te has equivocado de hombre... me parece que no sabes bien quién soy... me parece que no naciste para estar escuchando al líder de los perdedores...
Claudia (cambiando rápidamente de tema).- ¿Por qué no me dijiste la verdad?.
José.- ¿La verdad?. ¿Qué verdad es esa?.
Claudia.- Que sigues siendo el mejor...
José.- Insisto en que estás equivocada. El mejor demostró serlo Emiliano Torres.
Claudia.- ¿Por qué sigues mintiendo?.
José.- Pero... ¿no lo ha dicho el claustro de los profesores?.
Claudia.- A mí el claustro de los profesores no me importa en absoluto porque ellos no conocen la verdad.
José.- ¿Qué verdad es esa?. ¿La verdad relativa o la verdad absoluta?.
Claudia.- No intentes ocultármelo más. En este tipo de asuntos no puede haber dos verdades absolutas. O el mejor es Emiliano Torres o el mejor eres tú. Y no hay término medio.
José.- Tú ya elegiste al mejor.
Claudia.- Sí... ya he elegido al mejor... por eso estoy donde debería estar desde hace mucho tiempo...
José.- Me parece que no has escuchado bien... ¿no sabes que soy el líder de los perdedores?. ¿No te lo ha contado él?.
Cladia.- No hace otra cosa más que repetirlo demasiadas veces como para ser verdad. ¿Los perdedores?. ¿Me puedes decir tú quienes son los perdedores?.
José.- Está bien claro que los que se situaron de mi lado.
Claudia.- Pues entonces yo soy la mayor perdedora del mundo.
José.- Y eso no es cierto...
Claudia.- Tampoco es cierto que lo seas tú. Sólo estoy siguiéndote el juego. Y ahora... ¿puedes decirme por qué guardaste silencio?.
José.- ¿Silencio?. ¿A qué silencio te estás refiriendo?. ¿Al silencio que calla o al silencio que acusa?.
Claudia.- Al silencio que calla porque no quiere acusar pero que acusa porque precisamente se calla. Tu silencio se está refiriendo a algo y yo ya sé qué es.
José.- Imposible que estés acertando de casualidad... pero mi silencio no se refiere a nada...
Claudia.- Ya no me vas a engañar más. Te repito que sé la verdad a la que tu silencio se refiere.
José.- ¿Quién te ha dicho que estaba aquí?.
Claudia (sacando las hojas que le ha regalado Alicia y leyendo en voz alta).- Durante todo el siglo XIX existió un gravísimo prejuicio histórico: que todo lo moderno era lo mejor. Podría ser hasta cierto (que no lo es por supuesto) si nos referimos sólo a las áreas concretas de la tecnología, pero fuera de estas áreas meramente materialistas (como por ejemplo los sentidos sociales y los sentidos religiosos y no me refiero a ideologías política ni a religiones sino a los sentidos humanos sociales y religiosos que tenemos desde el origen de nuestra especie) no es ni ha sido nunca así... porque la historia demuestra que los papeles sociales/religiosos se diferencian más entre sí cuando las sociedades aumentan de tamaño y se vuelven más complejas (dicho por el historiador Huston Smith en 1958). En este sentido, yo interpreto que la sociedad se asemeja a las últimas especies (dentro del determinismo evolutivo darwinista) que desarrollan sus extremidades y órganos diferenciales. Ahora bien, la vida ha estado siempre presente dentro del camino de la propia vida. Yo, tú, él o ella, estamos siempre presentes en el camino de nuestro yo, nuestro tú y nuestro él o nuestra ella. Y así, por tanto, en temas como el de los sentidos religiosos (insisto en que no estoy hablando de religiones sino de sentidos) es un error suponer que las expresiones históricas desarrolladas más modernas sean superiores a las primitivas. Incluso creo lo contrario. Supongamos que Dios existe (yo, particularmente, creo en la existencia de Dios aunque nos soy religioso ni pertenezco a ninguna religión). Si Dios existe él es el único que no evoluciona. Siempre es el mismo y siempre es completo. Y tampoco evolucionan las personas plenamente religiosas. Por lo menos de forma importante o significativa. Volvamos entonces al inicio; al sentido religioso de la existencia (no a la religión ni a las liturgias religiosas sino al sentido religioso humano y natural). En este caso no hablo tampoco de ateísmo porque, bajo mi punto de vista, también los ateos han llegado a un punto de no evolución o de evolución mínima y no significativa ya que han encontrado su punto y final. Me refiero, entonces, a los que somos dudas vivientes porque pensamos que dudamos de la vida que estamos viviendo y que, precisamente por eso, nos encontramos evolucionando constinuamente en el centro de la vida. Así que, retomando el hilo de la reflexión, no tengo más remedio que citar al historiador rumano Mircea Eliade (Bucarest 1907 - Chicago 1986) que estudió las religiones comparadas y los mitos y llegó a creer firmemente que los pueblos arcaicos son más espirituales que sus descendientes porque, vestidos con hojas y pieles y alimentados con frutos de la tierra, no están supeditados a las cosas externas. De esta manera las religiones llamadas históricas (por ejemplo los monoteísmos) figuraban ya dentro del esquema mental propio de los sentidos religiosos primitivos distinguiéndose, sin embargo, porque las religiones históricas avanzadas han llegado a crear extremos tan opuestos como el cielo y la tierra o el samsara y el nirvana y han cercenado la oportunidad de la evolución del sentido religioso. Cosa totalmente contraria a lo que ocurre en el caso, por ejemplo, de los sentidos religiosos de los aborígenes australianos. Continuemos con los aborígenes australianos para poder clarificar el tema. Hay que hacer aquí una importante consideración: que Australia es el único continente que no vivió la experiencia histórica del Neolítico (que en el resto del mundo comenzó alrededor del año 10.000 a.C. y fue testigo de la invención de la agricultura y de instrumentos de piedra de avanzada tecnología). Esto sitúa a los aborígenes australianos como los pueblos existentes más cercanos a los seres humanos que originalmente habitaron la Tierra (excepto en el caso de los tassaday de Filipinas cuya autenticidad es hoy todavía seriamente cuestionada). El asunto importante es que las cosmologías de las tribus australianas más primitivas (las de los arunta) tienen bastante que ver con otras cosmologías primitivas como, por ejemplo, las de los antiguos mesopotámicos, antiguos hindúes y antiguos africanos y americanos. El mundo mítico de los aborígenes australianos arunta fue estudiado por el sociólogo francés Lucien Lévy-Bruhl y lo calificó como "Un Sueño". Esto es importante tenerlo en cuenta porque es a donde quiero llegar al final de mi reflexión. Por el momento, quiero sólo aclarar que lo definió no como que hay dos mundos distintos sino como que hay un solo mundo interpretado de varias maneras diferentes. El mundo aborígen de los humanos se mide con el tiempo: estaciones cíclicas de la naturaleza virgen, generaciones humanas que vienen y van... Pero es un tiempo que no se altera porque existe realmente en sí mismo y tal como es. Es el llamado "todo tiempo" y ese tiempo está inundado y plagado de figuras legendarias. ¿Es entonces Dios para los aborígenes arunta una leyenda?. No. Para ellos Dios se parece tanto a nosotros como dos gotas de agua y, a la vez, Dios es la vida misma, porque la vida es la interpretación de Dios. Cuando un hombre de una tribu arunta sale a cazar lo hace imitando exactamente igual las hazañas de su primer cazador estereotípico. Su cazador Dios. Es decir, se introduce en su molde de tal manera, de una manera tan completa, que se convierte en el primer cazador y por lo tanto en Dios de sí mismo. Igual hacen cuando tejen cestas de mimbres o cuando practican el amor sexual en parejas. Y es que el sentido religioso de los arunta (no la religión sino su sentido religioso) los hacen estar plenamente vivos y los convierte en inmortales. Quiero aclarar, de paso, que el sentido religioso aborígen de los arunta no hace reverencias a Dios sino que los identifica con Dios. Al adentrarse plenamente en Dios eliminan las trivialidades de los rituales litúrgicos de las denominadas religiones históricas. Por eso no hay una línea divisoria entre un arunta y Dios. No hay, entre ellos, sacerdotes ni feligreses. No hay, entre ellos, oficiantes ni espectadores. Sólo existe El Sueño y el avivamiento de dicho Sueño. El Sueño es Dios. Y si afirmamos simbólicamente que la Vida es Sueño (como nos confirmaron Calderón de la Barca, William Shakespeare y otros grandes escritores, filósofos y pensadores de la historia humana) estamos significando axiomáticamente que la Vida es Dios. ¿Comprendéis ahora por qué comencé este texto diciendo que hay un gravísismo error histórico que arranca desde el siglo XIX (con la Revolución Industrial) que cree que los moderno es siempre lo mejor?. ¿Comprendéis por qué es hora de que el posmodernismo actual de las sociedades globalizadoras debe replantearse ciertos temas, retomar ciertas ideas y reinventar nuevos principios?. Termino haciendo hincapié en lo ya derivado: El Sueño es Dios, la Vida es Sueño... luego la Vida es Dios. 
 
José.- Le dije a Alicia que no te diera esa hoja a ti. ¿Por qué me llevó la contraria?.
Claudia.- ¿Por qué debería haberte hecho caso?.
José.- Porque ya he decepcionado a muchas personas y a la última persona que no quisiera decepcionar es a ti precisamente.
Claudia.- Por eso ella misma entendió que estas hojas debería dármelas a mí y a nadie más que a mí. 
José.- Pues esa es toda la verdad.
Claudia.- No. Esa no es ni tan siquiera la verdad. Alicia me contó algo más importante en estos momentos.
José.- ¿Algo más importante en estos momentos?. Alicia no pudo contarte nada más importante.
Claudia.- Pues te equivocas porque Alicia me lo contó todo. ¿Por qué no presentaste una tesis doctoral cuando los mejores profesores te confirmaban ccntinuamente que eras el mejor de la Promoción sólo con unos trabajos que presentastes?.
José.- ¿También tú quieres saber eso?.
Claudia.- ¿Alguien te ha preguntado lo mismo?.
José.- Sí... pero no importa... y tampoco importa mi respuesta...
Claudia.- Tu respuesta ya la conozco yo... pero me gustaría oirla saliendo de tu boca... rompiendo ese silencio para hacerse palabra...
José.- ¿Quieres escuchar de mi boca decir que estaba soñando un imposible?.
Claudia.- ¿Por qué le ofreciste la victoria a él?.
José.- Te digo lo mismo que le dije a ella. Yo no puedo llegar más allá de ser un 8. Quienes juegan de mi lado lo saben. Tú siempre eres un 10. Él es también un 10. 10 más 10 suman siempre 20 mientras que 10 más 8 sólo suman siempre 18. O las matemáticas están equivocadas.
Claudia.- ¿Tú te crees que yo voy a seguir creyendo que él es un 10 y tú sólo un 8?.
José.- ¿Qué te ha contado Alicia?.
Claudia.- La verdad. Me ha contado la verdad.
José.- Ahora es a mí a quien me gustaría escuchar la verdad saliendo de tu boca.
Claudia.- Por supuesto que sí. No hay problema. Alicia me dijo que la tesis presentada por Emiliano Torres era la tesis que tenías tú preparada. ¡Te plagió y tú guardaste silencio!. ¿Por qué?.
José.- Por que me dio lástima. Al fin y al cabo era un compañero. No quise acusarle de plagio. Además yo tampoco soy perfecto.
Claudia.- Dejemos ahora la perfección a un lado. ¿No sabes que nunca jamás se va a hacer pública esa tesis a no ser que la presente su verdadero autor?.
José.- ¡Pero si ya la han dado por válida!.
Claudia.- Te equivocas. Anoche llamé al Decano de la Facultad. Sabes que él te conoce bien de cierta ocasión que presentaste un trabajo directamente a su persona junto con uno de tus perdedores y supo que yo le estaba contando la verdad. Prometió que nunca jamás se va a editar esa tesis en forma de libro hasta que no la presentes tú en forma de libro precisamente. Ya la tesis no importa a nadie. Ahora sólo importa la edición del libro. Nadie, salvo tú, tiene derecho a que le publiquen "Comunicación Interpersonal de la pareja. Claves para el entendimiento del hombre y la mujer". Él único y verdadero autor de ese posible libro eres tú sí quieres demostrar que eres capaz de hacerlo. ¿Por qué guardaste silencio y no me contaste la verdad?.
José.- Porque supongo y siempre he supuesto que tú te mereces la mejor de las realidades y no sólo simples sueños de ojos abiertos pero sueños al fin y al cabo.
Claudia.- ¿Y no sabes que uno sólo de esa clase de sueños me importa más que mil realidades juntas?.
José.- ¿Y sabes tú que todos estos sueños míos siempre comienzan en ti y siempre terminan en ti?.
Claudia.- Le di mi palabra a mi padre y a mi madre de que nunca jamás dejaría que un hombre me besara en la boca antes de que se casara conmigo y así se lo hice saber a Emiliano Torres... excepto si ese hombre eras tú y eso no se lo dije a nadie.
José.- ¿Sabes lo que me estás pidiendo?.
Claudia.- Sí. Que seas tú el primer y único hombre que me de un beso en la boca antes de casarme contigo para siempre.
José.- ¿Sabes lo que significa siempre para mí?.
Claudia.- Sí. Te lo escuché decir alguna vez que otra. Significa la Eternidad.
José.- ¿Y sabiendo eso no te asustas?...
Claudia.- Me parece que tú estás más asustado que yo de que todos tus sueños con los ojos abiertos sean verdad.
José.- ¿Insistes en ello?.
Claudia.- Si no es así abandono en Londres.
José ya no tiene más remedio quen darle un largo... largo... largo beso en la boca.
FINAL DE LA QUINTA ESCENA.
ESCENA SEXTA
Monte Uluru, en Australia Central, a 848 metros de altura sobre el nivel del mar.
Toma número 16.
Exterior/Día.
Claudia Cristiani y José Conde están en el pico más alto del Monte Uluru observando el horizonte. José Conde está abrazando por detrás a Claudia Cristiani.
José.- Mira al horizonte, Claudia Cristiani, te presento al imaginario País de los Arunta convertido en realidad sólo para ti.
Claudia.- Esto es lo que Emiliano Torres era incapaz de ofrecerme: un país imaginario que se convirtiera en realidad. Sólo tú y quienes son como tú, esos perdedores en el mundo de los simplemente materialistas, sois capaces de lograrlo.
Jose.- ¿Quieres conocerlos?. ¿No te dan miedo?.
Claudia.- A tu lado jamás tendré miedo nunca.
José.- ¿Sabes lo que es nunca?.
Claudia.- Contigo a mi lado lo mismo que siempre.
José.- Que es lo mismo que la Eternidad. Tengo muchas historias para contarte...
Claudia.- Y yo tengo muchas cartas de amor escondidas en mi corazón.
José Conde la voltea y la sitúa frente a frente, le sube con la mano suavemente la cabeza acariciando su barbilla y la luz del sol estalla en los ojos de ella.
José.- Todavía estás a tiempo de echarte para atrás.
Claudia.- Para atrás ni para tomar impulso.
José.- Pero él es un rey de diamantes y el rey de diamantes es un 12. El valor más alto que existe en este juego de amarte.
Claudia.- Te equivocas. En mi juego el as vale más que el rey. Tú nunca serás un rey de diamantes y no serás nunca un doce pero eres el número uno para mi, el mejor, mi pequeño as de corazones.
Y José Conde no tiene más remedio que darle un beso largo... largo... largo... en la boca...
FIN
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Guión de película.

Palabras Clave: Cinematografía Guión Película.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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