Setamor (Novela) Captulo 32.
Publicado en Mar 08, 2011
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- ¿Podríamos hacernos compañía?.
- Puede ser interesante... -respondió el joven licenciado.
- No hay mejor cena que aquella en que, a medida que vamos ingeriendo los alimentos, soltamos las ideas; sobre todo cuando la noche no es lo suficiente.
- Suficiente... ¿para qué?.
- Para calmar el pensamiento. Al menos, a mi me ocurre eso. Durante el día la soledad me es , incluso, beneficiosa; pero, en saliendo la Luna, tengo la imperiosa necesidad de transmitir todo aquello que he experimentado a lo largo de toda la jornada. Así que es una bendición de Dios que usted haya llegado a este lugar. ¿Se ha dado cuenta de que estamos solos?.
- ¿Es que no hay nadie más en esta posada?.
- Salvo la patrona... que ya ha visto usted lo nulamente comunicativa que es... sólo estamos nosotros dos rodeados de nuestros profundos fantasmas.
- ¿Usted de verdad cree en fantasmas?.
- Yo soy maestro de escuela; especializado en Literatura y Lenguaje y, aunque parezca un contrasentido, por lo del nivel cultural, creo en fantasmas. Pero... ¡no se sorprenda, joven amigo!... los fantasmas no son esos estúpidos y vanos espectros que inventan los vulgares cuentistas. Los fantasmas sólo son ideas que no terminan de sosternese en algo sólido.
- ¿Es que hay algo sólido en la sociedad?.
- La fe en lo que uno cree y, además, demostrar creer en sí mismo. ¿Sabe usted, joven amigo, por qué nos manipulan los poderosos?. ¡Porque no quieren que nos sustentemos en nuestra fe!. Somos incapaces de desarrollar nuestros fantasmas para poder, luego, eliminarlos y, por eso, somos tan débiles en mantener nuestras esperanzas y dejamos que nos introduzcan fantasmas ajenos y vulgares. ¿Usted cree, joven amigo, que ser vulgar conlleva a hacernos felices?.
- Adivino que quiere usted decir que la felicidad, en contra de lo que opina la mayoría de la gente, se basa en el conocimiento.
- En efecto. Se basa en el conocimiento; pero no en el conocimiento superficial al que llaman inteligencia, sino en ese otro profundo que se llama sabiduría y que proviene de la fe. Felicidad empieza por Fe y si no tenemos esto estamos llenos de complejos y de traumas.
- ¿Por qué, buscando ese contexto de sabiduría, se encuentra usted aquí, tan alejado de los grandes centros urbanos?.
- Para desarrollar mi estudio. Estoy pensando y escribiendo una tesís-límite. Por eso necesito estar en el límite de mi persona. Si anduviese, ahora, mezclado con la masa, estaría condicionado por los límites que nos imponemos los unos a los demás cuando nos convertimos todos en masa y yo, lo que quiero, es lograr el hallazgo del límite más profundo y más personal de mi existencia.
- ¿Y qué ha descubierto usted hasta ahora, señor maestro?.
- ¡He descubierto, joven amigo, algo que es realmente sustancial!. Es muy conocido ya, porque así se han empeñado en hacernoslo sentir, que el lenguaje escrito no puede transmitir la totalidad del lenguaje hablado. Bueno... pues yo apoyo la teoría contraria. Lo que ocurre es que el lenguaje escrito, mucho más enriquecedor por cierto que el lenguaje hablado, ya está quedando sin desarrollarse en una sociedad que sólo se comunica con ruidos. ¿Usted cre, joven amigo, que lo que escuchamos es lenguaje hablado?. ¡No!. ¡La mayoría de las veces sólo son ruidos y nada más que ruidos en los que unos quieren tener la razón y los otros también!. Por eso yo escribo sin  influencias de ningún tipo. Y lo hago para demostrar la falsedad que nos intentan imbuir. ¿A que usted también ha creído siempre que el habla es superior a la escritura?.
- Yo lo que pienso es que no se debe plantear ninguna superioridad en ningún orden de la vida de la comunciación tanto en lo social como en lo interpersonal. Todas las maneras pueden ser igualmente de enriquecedoras si se usan adecuadamente. Hasta el lenguaje de las imágenes y los símbolos.
- Pero... ¿no ha escuchado la cantidad de ignorancia que existe en los que hablan?.
- Es que a la manera de hablar de hoy en día hay que saber decodifirla. Quizás, en eso, la escritura sea superior. Sin embargo, si se sabe utilizar bien el sistema de la decodificación del habla, comprobará que no es tan absoluta su teoría y que, a veces, hablar es mejor que escribir. Como también he citado al lenguaje de las imágenes y los símbolos, le estoy diciendo que, a la misma vez, todos los lenguajes son válidos para comprendernos y para entendernos si los sabemos usar.
- ¡Le voy a hacer una apuesta, joven amigo!. Piense usted, con el habla, imaginándose que se está dirigiendo a mí, todos los sinónimos que desee sobre un estado de ánimo.
- ¿Puede ser tranquilidad?.
- Puede ser. Yo, al mismo tiempo, voy a escribir en una hoja todo lo que se me ocurra sobre lo mismo. Nos damos el plazo de veinte segundos y luego... ¡a ver qué pasa!.
- Si usted lo quiere así...
El joven licenciado pensaba y el maestro de escuela escribía.
- Tranquilidad, Pausa, Relax, Calma, Silencio -meditó el joven licenciado.
- Tranquilidad, Descanso, Sosiego, Paz, Silencio -escribió el maestro de Literatura y Lenguaje.
El primero en hablar fue el maestro.
- Yo he escrito estas cinco palabras -y el mestro de Literatura y Lenguaje enumeró: Tranqulidad, Descanso, Sosiego, Paz y Silencio.
- Yo he pensado estas cinco palabras -y el joven licenciado enumeró: Tranquilidad, Pausa, Relax, Calma y silencio.
-¿Se ha dado cuenta, joven amigo, de que, a pesar de ser el mismo número de palabras y de coincidir en el mismo punto de salida llamado Tranquilidad y de llegar al mismo punto final llamado Silencio, las mías tienen más profundidad y están mejor conexionadas?.
- Es cierto... aunque hemos empleado el mismo número de definiciones la escritura es más completa; pero resulta que yo también estoy de acuerdo con ello.
- ¿Le gusta a usted escribir?.
- Más que hablar... sobre todo cuando hablar se hace sólo por compromiso.
- Pues la mayoría habla por puro compromiso.
- Excepto cuando se habla con la verdad del amante, del amigo o del compañero. En esos casos las palabras son incluso más valiosas habladas que escritas.
- ¡Ahí es donde yo quería que llegase usted a razonar, joven amigo!. ¿Ha visto cómo el juego tenía un sentido más profundo de lo que parecía?. ¿Se ha dado cuenta que de cada mil conversaciones que escucha usted por las calles o en cualquier ambiente como por ejemplo los bares, sólo hay un pequeño porcentaje válido y valioso en el sentido en que estamos hablando los dos?. Sin embargo, en la escritura no pasa eso. Siempre que alguien escribe es sincero aún, incluso, en el hipotético caso de que lo que escribe sea sólo una invención. ¿Descubre usted, joven amigo, dónde está ese leve pero importantísimo desequilibrio?.
- En los fantasmas artificiales de la comunicación oral.
- ¡En efecto!. ¡En los fantasmas que se introducen en la comunicación verbal!. ¡No sólo artificiales sino ajenos a nosotros y, la mayoría de las veces, ajenos a nuestro verdadero interés!. Por eso, sentimos más cuando leemos una carta en el silencio de nosotros mismos, sentimos más y mejor que si se diesen esas mismas noticias de forma oral. Y eso se debe a que, personalmente, somos más completos cuando estamos ajenos a las circunstancias externamente visuales. Lo externo es muy importante, no lo dudo, pero nos condiciona más... mientras que lo interno nos libera.
- Desde hace años es lo que intento explicarme...
- Pues si está buscando eso, va usted por el buen camino, joven amigo. Muchos creen que la primera comunicación fue el habla, pero no es así; la primera comunicación del ser humano fue el pensamiento interno; después el habla lo deformó y, por último, la escritura lo enriqueció. A las palabras, por muy sabias que sean, se las lleva el viento y quedan fuera de la memoria cuando son solamente transmitidas por la vía oral; pero si las grabamos en un soporte duradero se consolidan y se hacen eternas... como ocurre, por ejemplo, con la Sagrada Biblia. ¿Es usted viajero?.
- Por fuera y por dentro de mí.
- ¿Cuánto por fuera y cuánto por dentro?.
- Más por dentro... aunque por fuera también llevo ya un largo recorrido.
- Pues escriba todo y tendrá siempre una memoria muy rica.
- ¿Quiere usted decirme que escriba mi Diario?.
- No. ¡Escriba lo que quiera y como quiera!. Lo que intento decirle es que escriba, también, sus Memorias y no me refiero, solamente a los vivido, sino más bien a lo experimentado. Mi tesis se basa en ello. No es vida el vivir sino el aprendizaje que se obtiene con el vivir. ¿Conoce usted la obra de Pablo Neruda?.
- He leído algo de él.
- ¿Sabe de su libro "Confieso que he vivido"?.
- Sí. He leído ese libro.
- Pues yo también. Y aunque respeto mucho la genial obra poética de Pablo Neruda, ese libro me decepcionó bastante. Conozco mejor a Pablo Neruda a través de la expresividad de sus poemas, aunque tengan mucho de ficción, que a través de sus simples Memorias.
- ¡Pero no es mal libro "Confieso que he vivido"!.
- A mí me decepcionó, sobre todo, porque la dimensión de Pablo Neruda, como poeta, es inemnsa y, sin embargo, en "Confieso que he vivido" se me ha quedado corta dicha dimensión. No tengo nada en contra de ese título pero busqué algo más profundo en él. Quizás sea un defecto de observación que yo transporto dentro de mí, pero narrar por narrar no me entusiasma. Unas Memorias deben de ser, para mi punto de vista, algo más que una descripción más o menos somera, por muy anímica que sea ésta. Y también opino que si se elige un título tan profundo hay que escribir un contenido profundo. Asi que... cuando usted vaya escribiendo sus memorias en forma de páginas de Diario personal... ¡¡por favor sea más emocionante y brillante que Pabo Neruda y ponga más imaginación que él!!. Sé que lo puede conseguir y eso que estamos hablando de un Premio Nobel.
- ¿Plantea usted algo de eso en su tesis?.
- Planteo mucho de eso. A mí no me conoce nadie... pero yo busco conocerme a través de mí mismo y no a través de los demás aunque san premios Nobel. ¡Usted cree que yo no soy importante!.
- Yo lo que creo es que la importancia reside en aquello que nosotros queremos que resida.
- Por eso le estoy rogando que cuando escriba las páginas del Diario de sus Memorias... ¡¡sea mejor que Pablo Neruda y le eche usted toda la imaginación que haga de ellas un libro realmente espectacular!!. ¡Usted puede conseguirlo!. Pero no en el espejo de ningún otro Nobel.
- Eso lo tengo claro desde el principio. Si deseamos escribir según el espejo con el que nos miran los demás habremos perdido nuestra verdad. Si Antonio Machado dijo aquello de "La mentira manifiesta falta de imaginacion; la verdad siempre se inventa cuando habla el corazón" fue porque estaba escribiendo lo mismo que usted me está diciendo hoy.
- Efectivamene, joven amigo. ¡Y no es bueno que nuestra verdad sea contemplada por el resto como una falta de invención!. Muchos premios Nobel no lo han conseguido a pesar de ser premios Nobel...
- No es bueno que nos vean así, sino buenísimo; pero siempre que consigamos expresarles nuestra capacidad. Pero no la que ellos nos quieran otorgar, sino la que nosotros deseemos expresar. Lo contrario es falta de personalidad.
- Eso mismo ando intentando decirle desde el principio de nuestra charla.
- Pues si esa es también su búsqueda, señor maestro... es lo mejor que puede usted hacer. Sólo cuando lo haya conseguido sabrá dimensionar sus certezas y ese cúmulo de certezas formarán una Verdad absoluta. Me imagino que usted ya habrá meditado algo sobre la Verdad absoluta...
- ¡Cáspita!. ¿Sabe suted tanto a pesar de su juventud?. Sí. He interpretado algo sobre ella.
- ¿Y se ha dado cuenta, querido maestro, de que esa Verdad absoluta es la culminación de todas las verdades relativas?.
- !Cáspita otra vez!. En efecto, me he dado cuenta de que toda esa suma de verdades relativas llevan a una sola que es absoluta; pero aún no he terminado de descubrirla.
- No se preocupe, querido maestro. ¡Acabará por lograrlo!. A esa proyeccìón que está usted realizando la llamo yo tener fe. Cada vez que un renombrado científico expone una nueva teoría sobre la vida, o cualquier aspecto de ella, toda la anterior fe de los humanos se desmorona si no la tienen como valor absoluto y todo lo creído se viene abajo. ¿Dónde está la certeza de las gentes?. ¡Pues tiene que haber un límite a todo ello y, precisamente, eso es lo que estoy estudiando en mi "Limitesis"!.
- ¿Qué es eso?.
- No se preocupe, querido maestro. Sólo es un relato nada más.
- Pero bueno... ¡aquí quién es el maestro y quien es el alumno!. !Resulta que usted, a pesar de su juventud, va muchos kilómetros por delante de mi en esta carrera!.
- Quizás es que me ve usted demasiado cerca.
- Yo lo que deduzco, de lo que me expone usted, joven amigo, es que cuando hablamos de lo que vemos, no siempre estamos en lo cierto.
- ¡Exactamente!. Eso hacen muchas personas cuando hablan de otras personas a quienes sólo conocen superficialmente incluso habiendo compartido muchos años con ellas. Y eso es porque hacen análisis ligeros sobre lo que ven. No esperan un debido tiempo para analizar la intensidad de lo que ven con sus propios ojos y lanzan juicios de valor precipitados e infinidad de prejuicios. Piensan como loros y hablan como cotorras.
- ¡Jajaja!.
- Ríase, querido maestro, que reír es muy sano para la inteligencia... pero no es un chiste lo que he dicho. Da la casualidad que es tristemente real que sacan conclusiones demasiado rápidas, incluso profesionales como sociólogos, psicólogos y psiquiatras que se equivocan totalmente por eso; por sacar conclusiones sin saber la verdad de las personas a las que intentan analizar.
- Y si, además, esos profesionales que usted me cita, joven amigo, lo que buscan son sus propios intereses en vez de buscar el bien común... entonces...
- Entonces realizan unos diagnósticos profesionales que son verdadera basura por la cantidad de errores que cometen.
- ¡Eso demuestra que, ciertamente, una gran cantidad de lo que oímos es una gran cantidad de mensajes manipulados, voluntariamente o involuntariamente, por los sentidos externos que tantas veces nos engañan y de tal manera que se tacha a un ser humano de lo que precisamente no es!.
- ¡Acertó, querido maestro!.
- Sin embargo, la escritura es la aplicación práctica del sentido que más se utiliza y me refiero a la imaginación... y la imaginación es un sentido interno y, por ello, más prefecto.
- De los que se deduce, como usted me ha explicado, que no debemos dar por absoluta la frase de "si no lo veo no lo creo".
- De acuerdo... puesto que muchas veces creemos cosas que vemos sin saber la verdad de lo que vemos y no creemos cosas que no vemos cuando si las creyésemos estaríamos más cercanos de la Verdad.
- Y el lenguaje... ¿qué lugar ocupa en todo esto?.
- Ahí es donde yo estoy experimentando para realizar mi tesis. El lenguaje oral no es tan perfecto como el lenguaje escrito... y  no me refiero a la sintaxis o a las reglas gramaticales sino al contenido que es lo que de verdad importa. Lo que oímos está muy influido por el continente pero lo que escribimos es más libre porque se desarrolla en nuestro interior y, aunque no llegue a ser la perfección absoluta de nuestro pensamiento, puesto que eso es imposible, sí es la aproximación más completa.
- Entonces... ¿por qué se está perdiendo esa capacidad?.
- Porque el ser humano ha evolucionado de manera incompleta. Yo soy maestro del campo humanístico. Las materias en las que me he implicado son las del saber interno, pero se está intentando encaminar a las personas, exclusivamente, hacia el campo de las ciencias exactas que no son exactas. ¿Y sabe que está ocurriendo?. No se moleste en contestar porque le contesto yo  mismo. ¡Que estamos dejando de ser sensibles y nos estamos conviritendo en simple materia!. ¡Hasta los propios animales razonan mejor que nosotros!. ¡Qué absurda es la vida humana cuando verificamos este descubrimiento!. ¿No es cierto, joven amigo?.
- De todas formas las personas suelen contar aquello que ven... y dicen encontrarse realizadas a través de ese método.
- ¡Si no es el método no es el que falla sino, más bien, la aplicación práctica de ese método!. La vida no sólo consiste en contemplar y, aunque estemos de acuerdo en que se debe narrar lo que se ve, también es cierto que se debe saber manejar los códigos. Lo que vemos es sólo un código aparente y sólo si sabemos, como usted dijo antes, purificar esos códigos a través de la decodificación, podemos hallar la verdadera razón del acontecer diario. ¿Qué lugar ocupan aquí el lenguaje oral y el lenguaje escrito?. En esa coyuntura es donde yo me sitúo para desarrollar mi tesis.
- ¿Y hasta dónde quiere llegar?.
- Hasta ese límite en que nos hallamos con el umbral del espíritu. Tenemos que acercarnos, profusamente, a ese umbral y, si es posible y tenemos suficiente carácter, introducirnos hacia dentro. Mi tesis-límite es una búsqueda dentro de esa introducción.
- ¿Todo eso es válido para nuestras existencias?.
- ¡Usted lo ha dicho, joven amigo!. No sólo es válido sino primordial... porque el ser humano, por mucho que lo intenten rebatir muchos sociólogos, psicólogos y psiquiatras de la sociedad que tanto se pavonean de sus saberes, es sumamente trascendente.
- Sin la trascendencia del ser humano nuestras vidas no tendrían, absolutamente, ningún valor.
- Coincidimos plenamente en esa valoración . ¿Y cuál es esa trascendencia?. Algo que está más allá del límite de lo que observamos; algo más que, aunque  no se vea, y por ello nos vituperan los vanidosos ideólogos religiosos, sociales y políticos en cualquier orden que los querramos situar, forman parte intrínseca de nuestro ser.
- ¡Y que debe ser lo que llamamos alma!.
- ¡Así es, joven amigo, así es!. ¡Cuántas barbaridades he oído sobre el concepto de alma!.
- Perdone que le corrija, maestro, pero, para empezar, no es un concepto...
- ¡No es un concepto y yo lo corroboro!.
- Eso es porque me lo ha oído decir a mi.
- Efectivamente. Usted, joven amigo, me supera... pero yo digo ahora que el alma es una existencia real y rotunda; totalmente afirmada en una personalidad propia.
- ¿Y cómo descubrimos su corporeidad?.
- ¡Cáspita, joven!. ¡Me está usted haciendo pensar demasiado!.
- Piense... piense querido maestro...
- ¡Es que todo lo real no tiene por qué ser material ni está materializado en una forma concreta!.
- Se equivoca, querido maestro. Yo creo que, para introducirnos en estos caminos, debemos dejar libre a la imaginación y esa es la corporeidad del alma.
- ¡Exactamente, joven amigo!. Repito que me está usted dando una verdadera lección. La imaginación es un instrumento que nos guía hacia el descubrimietno de esas realidades no perceptibles pero si profundizamos resultan que son ciertos sus razonamientos. ¿Cree usted, joven amigo, que si un humano perdiese sus llamados cinco sentidos sería un cuerpo muerto?
- Perdone otra vez, querido maestro, pero no tenemos cinco sentidos sino ocho sentidos.
- ¡Usted cada vez me sorprende más, joven amigo!. ¿De verdad tenemos ocho sentidos?.
- De verdad. Pero continúe... continúe con su cantilena...
- ¡Oiga joven que yo no digo cantilenas!.
El joven licenciado ya no pudo aguantar más y rió abiertamente.
- Perdone mi risa, querido maestro, pero es que me cae usted simpático.
El maestro de Literatura y Lenguaje continuó.
- ¡Pues no!. Luego aquellos, y hay muchos llamados sabios entre ellos, que están preconizando una vida sin espíritu, una vida sin alma o una vida sin fe... ¡nos están ofreciendo una falsa y absurda vida!. ¿Qué conclusión saca usted, joven amigo, de todo lo que hemos hablado?.
- Que partiendo de una tesis sobre el lenguaje, quiere usted llegar a una interpretación profunda de la vida; pero perdone que le diga que se equivoca en un matiz importante.
- ¿Otra vez me lleva la contraria?.
- No es por fastidiarle su entusiasmo, pero mejor que llegar a profundizar en la vida usted debería hacer una tesis para profundizar en la existencia. No haga usted una tesis excesivamente académica ni basándose en los principios mal llamados intelectuales sino introdúzcase en el límite de sus propias expresividades y así podrá descubrir lo que es la existencia humana más que la vida humana.
- ¡Me ha comprendido totalmente, joven amigo!. Me ha superado pero no importa. Y ahora le hago otra pregunta. ¿Cree que es propio de un loco esta búsqueda?.
- Esté usted en lo cierto o no lo esté... ¡es usted un privilegiado de la comunicación!. ¿Ha pensado en escribir algo para publicar?.
- Pero estoy loco o no estoy loco...
- Está usted como loco para que yo le diga que está usted loco pero no se lo voy a decir. Está usted más cuerdo que los locos que conducen automóviles a velocidades explosivas por poner uno de los miles de ejemplos que puedo citarle.
- Le cuento que he pensado en publicar muchas cosas, porque soy un enamorado de la Literatura. Yo no sirvo para ser narrador, poeta o novelista... ahora... eso sí.... soy perfecto en cuanto a los ensayos. ¡Quisiera que me publicasen algún ensayo que otro!. Y es por ello por lo que busco pasar mis meses de vacaciones en este apartado pueblo que no merece ni la pena de ser llamado pueblo.
- Me hace usted reír, querido maestro. Sepa bien que todo pueblo es grande, aunque sea una simple aldea de no más de trece habitantes.
- Mál número, joven amigo.
- Pues yo digo lo contrario. El número trece siempre me ha reportado grandes alegrías.
- Pero es que... ¿también se atreve a destruir el refranero español?.
- Algunos refranes me gustan pero muchos de ellos son reaccionarios y los supero porque no me interesan para nada.
- Bien. Está bien eso. Tampoco es cierto que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.
- A eso me refiero yo, querido maestro. Por su propia definición es mucho mejor lo bueno por conocer que lo malo conocido.
- Entonces las gentes...
- Las gentes no son personas... con perdón mi querido maestro.
El maestro no pudo hacer otra cosa que reír antes de continuar.
- Y también me quiero adentrar en el campo de las interrelaciones familiares desde un punto de observación vitalista, para que no me quede caduco ni obsoleto. ¡Espero que los temas de los que hemos hablado no le hayan aburrido, joven amigo, y les sirva de algo, aunque sea de manera tagencial, para sus viajes externos e internos!.
- Me servirán de mucho y no de manera tagencial.
- ¿Seguimos mañana?.
- Mañana me voy...
- Entonces... hasta que Dios quiera... -le tendió la mano el maestro de escuela, estrechó la del joven licenciado y se levantó de su silla.
- Adiós... -le corrspondió el joven licenciado, levantándose igualmente de su silla.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de Ficcin con algunas realidades.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficcin Realidades Conciencia Conocimiento Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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