Tú, callada
te apegas a donde comienza el silencio de los días
y no sabe la semana que empieza a ser noción.
De entre el agua que brota en todo nacimiento
sales tú, congregando tus naciones de seda.
Eres tan delicada como la piel de un niño
que se sacrifica para crear una fontana pura.
Tus ojos traen esas temperaturas
que obligan a los hombres a salir de lo central
y acercarse a la silueta de tu geografía
mientras los ves venir como masas indefinidas.
Por ti yo compongo en las noches más largas
mientras las golondrinas anidan en mi mirada.
De sur a norte mis ojos te recorren
y muy pronto te vuelves fijación recurrente.
Tienes algo del volumen que descarga tus brillos
y mucho del aliento que desean mis labios.
Sincera, torrencial, así te quiero
como recién salida de un agua de cascada.