La ruleta rusa
Publicado en Feb 11, 2011
La mano del hombre tocó el revólver. Sus ojos no quisieron verlo y lo colocó en su sien. La piel sintió el frío metálico del arma y el cuerpo del suicida se sacudió en fulgurantes oleadas de escalofríos. Todos premoniciaron el estampido final. Los hombres que lo rodeaban guardaron el silencio de los cómplices. Las respiraciones se ahogaron en sus pechos. El dedo fatal hundió toda su fuerza en el gatillo. El mundo se paró en los corazones. El claro tintineo de la aguja sobre el metal devolvió las sonrisas en los rostros de los presentes. Adolfo Segundo acarició el arma con una sonrisa de resucitado y secándose su húmeda frente, anunció de nuevo el camino de la muerte: "¡Que siga el próximo!..."
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Emme